Una noche entre los brazos de Nicolás Thompson, cambiará por completo la vida de Anna Brown.
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La boda.
Mis ojos no tardan mucho en adaptarse pues la iluminación consiste en velas, muchas velas, y rosas blancas, una pequeña mesa puesta para dos, realmente la decoración es exquisita, este lugar es maravilloso, pero más que una cena romántica decorada con velas y rosas, lo siento como un funeral, mi vista se detiene en la gran cama vestida con sábanas de seda blanca.
— Matt, lo siento, tenemos que hablar.
— Ya te dije que lo haremos después, dice con una sonrisa coqueta en su rostro.
— No, debe ser justo ahora.
— De acuerdo, pero te advierto, nada arruinará esta noche. Ven siéntate. — Abre una silla para mí, me siento y veo por el gran ventanal que hay cerca a la mesa, considero que debemos estar en el piso veinticinco o treinta por la gran vista que se obtiene desde este sitio.
— Dime, ¿qué es eso que no puede esperar?
— Matt, yo no puedo...
— Espera, dame un segundo. — Me interrumpe. Toma el teléfono fijo del sitio, al parecer se comunica a servicio, pues da la orden de que traigan la cena. Posteriormente, cuelga y vuelve a su sitio, destapa una botella de champán y empieza a servir dos copas.
— Matt, para.
— Solo quiero que brindemos por tu primera vez, prometo que va a ser especial. — Me da una copa en la mano y luego con la suya choca la mía, la levanta y toma un primer trago.
— Matt, ya no soy virgen — Se atraganta con el trago, tanto que lo escupe, tose durante unos segundos y yo no sé si ayudarlo, lo único que hago es quedarme estática.
— Dime que es una broma — Son sus palabras al recobrar el aliento. — ¡Tiene que ser una maldita broma! Y déjame decirte que de muy mal gusto.
— No lo es.
— Ja ja ja ja ya, amor, ya fue suficiente...
— ¡MATT! No, soy, virgen.
Llaman a la puerta, Matt se levanta de mala gana y abre.
— Señor, servicio a la habitación.
— Ahora no — responde con un tono de voz cortante.
— Disculpe señor, es que...
— ¿Es sorda o qué? ¡Ya le dije que no!— cierra de un golpe la puerta y se dirige a mí con paso firme, no puedo negar que al ver la rabia en sus ojos siento miedo.
— ¡¿Por qué razón me dijiste que eres virgen si no es así?! — Se detiene justo frente a mí y yo me coloco de pie.
— No te mentí... lo era. — Su mirada pasó a estar llena de confusión.
— Espera, ¿me estás diciendo que me adornaste la frente? — Deja ver una falsa sonrisa.
— Yo no quería, estaba... Estaba ebria.
— ¿Con quién?
— No lo sé... Fue en...
— Pregunté ¡¿CON QUIÉN?! — Grita haciéndome dar un pequeño respingo.
— No lo sé, no lo sé, fue en las vegas, no recuerdo bien como sucedió.
— Eres una maldita pe...
— NO, no voy a permitir que me insultes, me equivoqué y voy a asumir las consecuencias.
— ¡Ah sí! ¡¿Y cómo?! A ver, iluminame.
— Puedes romper el compromiso. — Lágrimas rodaron de mis ojos — Yo asumiré la responsabilidad.
— ¡Realmente eres estúpida! Por una zorra como tú no voy a romper un negocio que involucra tanto dinero para mí. La estúpida boda sigue en pie. Y no te preocupes cariño, no eres la única infiel, solo quería hacerte la vida agradable haciéndote pensar que alguien como yo, podía enamorarse de alguien tan insípida como tú. Razón tenía mi madre al decir que no eres más que una... — Levanto mi mano y la dejo caer sobre su rostro. El que yo me hubiese equivocado no le da el derecho a degradarme como persona.
Me toma fuerte por la barbilla y me obliga a mirarlo.
— Escúchame bien, la boda es más que un hecho, eso no lo dudes, y nunca más vuelvas a levantar una mano en contra mía, o me vas a conocer.
Me lanza sobre la cama y saca su celular, lo pone en altavoz al tiempo que se sienta.
— Hola corazón. — Le responde una mujer.
— Hola muñeca, quiero follarte.
— Que malo eres ¿no te basta con lo de anoche?
— De ti jamás tengo suficiente. — Le dice a la mujer al otro lado de la línea mientras me mira fijo a los ojos.
Me levanto, tomo mi maletín, afortunadamente lo tuve todo el tiempo conmigo y salgo de la habitación.
— Estoy en el hotel Rollal, suite matrimonial piso... — es lo último que le escucho decir antes de seguir con la cabeza en alto.
Salgo a la calle y tomo el primer auto disponible, una vez dentro, dejo caer mis lágrimas, no sé cómo pude sentir algo por un patán como ese, reflexiono y por primera vez me siento agradecida de lo que sucedió en Las Vegas, de no ser así, seguiría engañada creyendo en las patrañas de ese Imbécil. Me dedico a observar durante el trayecto a casa el hermoso paisaje. Pido al conductor bajar los vidrios para de esta manera poder sentir el viento en mi rostro, me siento aliviada, tomo aire pesadamente al darme cuenta de que hemos llegado... Aún falta lo peor, informar a mis padres que no va a haber boda.
...***...
— ¡No seas tonta! — Es la vos histérica de mi madre.
— No me estás escuchando. Matt no me ama. Solo ve este matrimonio como un negocio. Me, es, infiel.
— ¡Es, hombre, así son todos! ¿Qué esperabas?
— ¡Yo también le fui infiel! no puedo seguir con esto.
— ¿Y él lo sabe? — Pregunta mi madre ensanchando la órbita de sus ojos.
— Se lo confesé hoy.
— ¡¿Qué hiciste qué?! Realmente eres estúpida. — Me dice mientras niega con la cabeza. Luego mira a mi padre — y tú ¿no vas a decir nada?
— ¿Matt, rompió el compromiso? — Pregunta él.
— No, él lo ve como un negocio muy lucrativo. — Mis lágrimas volvieron a caer.
— Entonces no hay nada que hablar. Continúen los preparativos — Dicho esto, se levanta y sube las escaleras, dejándome sola con mi madre. Ella me mira despectivamente y al igual que mi padre, sube.
¿En qué maldita familia de víboras vine a nacer?
...***...
El día del funeral ha llegado ¿o debo decir boda? Todas aquellas personas consideradas de la alta sociedad se encuentran reunidas a espera de la novia del año, las chicas de mi edad me miran con una gran sonrisa, creyendo que los sueños pueden hacerse realidad. Solamente unos pocos reporteros tienen acceso a cubrir magno evento, camino al altar con mi vestido blanco de princesa, un velo que cubre mi rostro y que es clara señal de pureza. La catedral es enorme y la decoración que para muchos es magnífica, para mi gusto es algo extravagante, pero como nunca tuve el derecho a opinar. Trato de caminar lo más lento posible, en el trayecto veo la cara de mi amiga que solo refleja lástima, y no es para menos, a este punto hasta yo me compadezco de mi misma, pero más les va a doler a ellos por obligarme a hacer algo que no quiero, porque si lo que quieren es un show mediático a gran escala, yo les voy a dar un rascacielos, ya verán que no soy la niña estúpida y sumisa que todos creen poder manejar a su antojo. Miro a mi izquierda y en primera fila está la amiguita de Matt, ruedo ojos. Lo observo y me mira con tanta devoción que hasta yo pienso por un momento que me ama. Mi padre, quien hizo el recorrido a mi lado, le cede mi mano a Matt.
— Matt, mi hija es una princesa y está acostumbrada a ser tratada como tal, hoy te la entrego y te pido que la protejas y la ames como lo que es, un tesoro invaluable.
— Descuide, lo haré.
En fin, la hipocresía. Cuanto daría porque las palabras de mi padre sean ciertas y no simplemente la actuación del año.
Mi padre se acerca y me abraza.
— Amado Padre, mereces un novel a mejor actor. — Susurro en su oído — Rápidamente se separa y vuelve a su lugar junto a mi madre, quien me mira con una radiante sonrisa.
...***...
— Señor Matt Ortega ¿Acepta a la señorita Anna Brown, Como su legítima esposa?
— Sí, acepto.
Llego la hora del Show, a ver que cara ponen al escuchar un contundente y rotundo "No"
— Señorita Anna Brown, ¿acepta usted como su legítimo esposo al señor, Matt Ortega?
— ¡NO!
No, puede ser, ¿quién tuvo la osadía de robar mi momento y responder por mí?
Al igual que yo, todos se giraron a ver al intruso ladrón de espectáculos.
Oh, por Dios, solo pude llevar ambas manos a mi cabeza.
Nicolás Thompson.
(abría, del verbo abrir)
(sierra: cadena montañosa)
(maldades de las homófonas)