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3.5
Carrie destapó el frasco de alcohol, empapando una torunda con el frío y ardiente liquido o al menos, así lo sentiría Aidan en su hermoso labio reventado por el salvaje de Edward.
—Carrie, estoy aquí —gruñó Edward retirándose una bolsa de hielo de la mejilla.
La chica le lanzó una mirada fulminante mientras limpiaba la sangre de la mandíbula de su novio con delicadeza.
—Eres un bruto, hermano —se quejó descartando el algodón ensangrentado en el cubo de la basura—. Aidan no me obligó…
—¡Cállate, cállate! —gritó el Edward poniéndose de pie—. No quiero escuchar nada, llamaré a la policía y lo acusaré por invasión de propiedad privada, robo, abuso…
Aidan apartó la mano de Carrie poniéndose de pie. Mataría a ese imbécil por haberle desfigurado el rostro, y aunque Edward también se llevó sus buenos puñetazos, no eran los suficientes para igualar sus deplorables condiciones; Carrie vaticinando las acciones de su novio, se adelantó a abrazarlo por la espalda, murmurando una súplica por el cese de la violencia.
El chico quedó estático al sentir los delgados brazos de Carrie alrededor de su cintura, ella continuaba envuelta en la sábana rosada de aquella cama donde se le entregó una y otra vez. Jared tenía razón, la poción era temporal. Él ya no sentía un amor arrebatador por ella, sin embargo con su cercanía se incrementaba cierto cosquilleo en su estómago, y el nerviosismo de tenerla cerca era abrumador, lo cual significaba que ella verdaderamente le gustaba.
Se giró para mirarla. Carrie le dio una sonrisa triste y cansina, quizá ella se sentía decepcionada de él porque golpeó a su hermano, pero al sentir el primer golpe en su rostro fue como si lo hubiesen despertado bruscamente de un agradable sueño, lo que produjo una reacción violenta de su parte.
—Lo siento —se disculpó, depositando un beso en la frente de Carrie.
Ella lo miró con sus ojos marrones destilando tristeza.
—No te preocupes, mi hermano no llamará a la policía —ladeó el rostro, observando al aludido a través del umbral de la cocina—. Posiblemente este descargando su rabia con un viejo amigo.
—No es eso lo que me preocupa, sino tú —la estrechó fuerte contra su cuerpo—. Pagaste por mí, para tener un novio perfecto y sólo te estoy dando problemas, no he hecho nada especial para agradarte…
Carrie posó un dedo en sus labios.
—Estoy triste porque no estabas a mi lado cuando desperté —deslizó su dedo hasta el pecho de Aidan, donde dibujo pequeños círculos—. Creí que estabas decepcionado de mí porque no soy la mujer que esperabas.
Aidan sonrió tomando su mano.
—Eres más de lo que alguna vez esperé, Carrie —Ella le sonrió con energías renovadas—. El único error que has cometido, fue comprarme, querida.
—Pero si no lo hubiese hecho, no te habría conocido —rebatió con dulzura la chica—. Ahora tendré una historia magnifica para mis nietos, serás el recuerdo más bello de mi juventud.
Aidan gimió besando su mano. El día en que se enfrentaría a su castigo por engañar mujeres ingenuas había llegado. Carrie era una mujer excepcional, hermosa desde la coronilla de su cabeza hasta la punta de los pies, la inteligencia era una cualidad que se evidenciaba en su forma de hablar, en sus ojos brillantes de malicia e inocencia, y aun así, ella mantenía sus rasgos de niña en sus expresiones. Definitivamente, Carrie habría sido la novia perfecta para él.
—Ten una cita una conmigo —pidió sin vacilaciones.
—Estaba esperando que lo propusieras.
Carrie soltó una risita suave, muy femenina, desatando el nudo de la sábana que mantenía oculta su belleza. Aidan gimió con el despertar de su pasión cuando ella lo envolvió con el calor de su cuerpo. Se las arregló para mantener los brazos dentro de la sábana y tocarla sin ninguna barrera interponiéndose entre ellos.
La noche fue corta para satisfacer sus fantasías con Carrie; era consciente de que cada cosa que pensaba y hacía no era correcta, sin embargo él era un hombre joven, apasionado y estúpido, y Carrie la chica que lo excitaba de una manera tan imperiosa que la única forma de apagar su fuego interior era tomándola hasta quedar satisfecho.
Cruda lección la que aprendió la noche pasada.
—No fui muy brusco contigo, ¿verdad?
—No, me gustó todo —jadeó con la voz temblosa.
Aidan introdujo sus dedos en ella.
—¿Y esto, te gusta?
Carrie asintió torpemente con la cabeza, separando los muslos. Gimió.
—Shhh, tu hermano está cerca —siseó Aidan.
Carrie cerró los ojos con fuerza y apuñó sus manos en la espalda de Aidan. Se sentía tan completa cuando él la acariciaba que era imposible no emitir ninguna clase de sonido.
El calor abrazador y vertiginoso circulante en la sábana más los suaves gemidos de Carrie susurrando su nombre lo estaban matando.
Carrie le mordió el cuello ahogando un grito debido al orgasmo que la golpeó sin piedad. Él la sostuvo con un brazo mientras le depositaba en los labios el beso de cariño que había faltado entre ellos esa mañana. La extrañaría cuando su vida volviese a la normalidad.
Adoraba todo de ella, cada detalle, gemido y susurro al hacer el amor…, ¡hasta sus sonrojos eran espectaculares!
—¡Con un demonio! —vociferó Edward desde la otra habitación—. ¿Qué mierda están haciendo ahora?
Aidan dio un respingo, cubriendo a Carrie de nuevo con la sábana. Maldito Edward Green, siempre interrumpía en los mejores momentos.
Edward entró en la cocina y desconoció el aspecto de su hermana. ¡Por supuesto! Esa era la cara de una mujer satisfecha. Apretó los puños con tal fuerza que sus nudillos llegaron a tornarse blancos. Se abalanzó sobre el infeliz abusador y lo agarró por el cuello asfixiándolo.
No queriendo arruinar su futuro en prisión, Edward comenzó a arrastrar a Aidan al sótano de la casa, ahí el imbécil moriría disecado con las ratas. Abrió la puerta y lo arrojó dentro antes de que éste pudiese defenderse. Cerró la puerta con seguro y se guardó la llave en los pantalones.
Carrie apareció en escena y salió en defensa de su novio.
—Déjalo salir —exigió presionando el nudo de la sábana a su pecho.
Aidan golpeaba la puerta con fuerza e insistencia, al punto que Carrie temió que se lastimara de alguna manera.
—Cállate, Carrie —gritó Edward, empujándola con su brazo al pasar—. Me has decepcionado, confiaba en ti, y papá también lo hizo dejándote sola un par de noches. ¿Crees que ese idiota se quedará contigo por siempre? Porque seguramente fue lo que dijo para que te acostaras con él.
Un par de lágrimas corrieron por el rostro erubescente de la chica.
—¡Aidan se quedaría conmigo si pudiese hacerlo!
Las palabras fueron peor que un dardo venenoso para el corazón y la conciencia de Aidan, ya que pese a su aislamiento podía escucharlo todo. Y Edward se percató de ese detalle al momento en que Aidan dejó de golpear la puerta.
—Ahí tienes tu respuesta —dijo Edward saliendo del pasillo.
El silencio fue roto por el llanto de Carrie, quien se acurrucó frente a la puerta sin saber qué hacer o qué decir. Edward era un idiota de mente cuadrada que no comprendería su situación, Aidan desaparecería próximamente porque la magia que lo mantenía con vida se terminaría, arrancándolo de su lado por siempre; no porque fuese un fanfarrón mentiroso con otra vida y otra mujer esperándolo en casa.
—Carrie, no llores más —murmuró Aidan desde el lúgubre y oscuro sótano.
La chica apartó algunas lágrimas de sus mejillas, ni siquiera ella sabía con exactitud por qué lloraba, sin embargo las lágrimas y los sollozos se apresuraban por salir sin permiso de ella.
—Forzaré la cerradura o mejor llamaré a un cerrajero —farfulló enderezándose.
—¡No, espera! —gritó Aidan—. Tengo una idea mejor pero ven aquí.
Carrie volvió a agacharse frente a la puerta mirando su centro blanco expectante hasta que sintió los dedos de Aidan tocando sus pies, y sonrió colocándole encima los suyos, así era como si estuviesen tomados de la mano.
—Ve a la habitación y busca los pantalones que traía puestos la primera noche… —Carrie se sintió tonta asintiendo con la cabeza, ya que Aidan no podía verla—, en el bolsillo trasero encontrarás un pequeño pergamino, escribe "ayuda" y fírmalo con mi nombre.
La chica corrió escaleras arriba sin decir palabra, no podía arriesgarse a que Edward arruinara de nuevo sus planes. Entró al baño de su habitación y revolvió el cesto de la ropa sucia. Aidan no mentía cuando dijo que el pergamino era pequeño, en realidad era sólo un diminuto pedazo de papel enrollado. Claro, era de esperarse tal miseria proveniente de aquella agencia que comerciaba hombres…
Tomó un lápiz de su escritorio y escribió lo que Aidan le indicó. Mirando el papel, lo arrojó al piso en el instante que comenzó a quemarse en su mano. No reprimió el impulso de sonreír y aplaudir cuando éste desapareció formando un mensaje con fuegos artificiales, al parecer, la agencia sí invertía dinero en utilería.
...«Gracias por utilizar el servicio de emergencias de Novios print. No se preocupe, estaremos ahí en menos de doce horas»...
¿Qué rayos…? Carrie frunció el ceño y salió disparada en dirección al sótano. Ella no podía esperar doce horas para sacar a Aidan de ese lugar, así tuviese que golpear y dejar inconsciente a Edward, rescataría a su novio por cuenta propia.
—¿Ya? ¿Lo hiciste? —preguntó Aidan al escuchar las rápidas y fuertes pisadas de Carrie.
—Sí, el espectáculo fue muy bonito pero dice que vendrán dentro de doce horas.
Aidan se imaginó un lindo puchero en el rostro de la chica.
—No te preocupes, yo tengo prioridad entre todos los demás, así que no tardarán en llegar.
—Ojala —suspiró Carrie recostándose en la puerta, estaba harta de los problemas y necesitaba tiempo de calidad con su novio.
...xxx...
Alicia Johnson se sentó a la orilla de su bañera regulando la temperatura del agua, aún era demasiado temprano para dirigirse al trabajo, así que optó por tomar un relajante baño de burbujas.
Levantó las cejas observando a su mascota correr con un pedazo de papel en su hocico, perezosa se levantó a arrebatárselo antes de que lo babeara y el mensaje quedara indescifrable.
—El novio favorito del jefe está en problemas —canturreó sumergiéndose en la tina.
¿Qué le habría sucedido ahora? Probablemente había sido drogado y violentado por la rubia gruñoncita…
—Nah —Alicia descartó la idea de inmediato, con lo puritano que era Aidan seguramente había caído desmayado después del primer beso. Entonces, ¿cuál era el problema?