El centenario del Torneo de las Cuatro Tierras ha llegado antes de lo esperado. Para conmemorar los cien años desde la creación del brutal torneo, los Padres de la Patria han decidido adelantar el evento, ignorando las reglas tradicionales y usando esta ocasión para demostrar su poder y someter aún más a las Nueve Ciudades.
Nolan, el mejor amigo de Nora, ha sido elegido para representar a Altum, enfrentando los peligros de las traicioneras tierras artificiales: hielo, desierto, sabana y bosque. Nora, consciente del destino que le espera a Nolan, no está dispuesta a permitir que se repita la misma tragedia. Junto a la rebelión, buscará acabar con los Padres de la Patria y poner fin a la dictadura de las Cuatro Tierras.
El reloj avanza, el torneo está a punto de comenzar, y esta vez, el objetivo de Nora no es solo salvar a Nolan, sino destruir de una vez por todas el yugo que ha esclavizado a las nueve cuidades
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Forjar el destino
Nolan había llegado a la base de los Padres de la Patria, el imponente edificio donde se reunían los otros ocho seleccionados provenientes de distintas ciudades. Desde que había bajado del transporte, no había hecho más que seguir instrucciones. Finalmente, fue guiado hasta una pequeña litera en un dormitorio compartido, un lugar frío y sin adornos, donde le habían dicho que descansaría durante dos días antes de partir hacia la primera Tierra Artificial. Mientras observaba el entorno, tratando de asimilar la magnitud de lo que le esperaba, su mente volvía una y otra vez a Nora.
La nueva mentora de los seleccionados era una mujer joven, de unos treinta y algo de años. Tenía el cabello castaño recogido en una coleta apretada, y sus ojos grises observaban a los jóvenes con una mezcla de autoridad y desdén. Se presentó con voz firme y fría.
--Mi nombre es Macnogall, llámeme así --dijo, paseando la mirada por cada uno de los chicos--. Ustedes aquí son nuevos. Sé que han oído muchas cosas sobre las Tierras Artificiales, y en parte, todo lo que han escuchado es real.
Macnogall tomó una tabla llena de papeles y comenzó a leer las indicaciones sin apenas levantar la vista.
--La primera Tierra a la que irán se llama Hielo. Ocho pasarán y uno será eliminado, y ya saben lo que va a pasar si quedan eliminados. Sin embargo, esta vez hay una novedad: los Padres de la Patria han decidido que dos ciudades podrán ganar, es decir, dos de los nueve participantes sobrevivirán. Ya no será solo uno.
Los seleccionados intercambiaron miradas sorprendidas; era una noticia inesperada. Las posibilidades de supervivencia parecían más favorables. Quizás podrían formar alianzas y trabajar en equipo para aumentar sus probabilidades de sobrevivir.
Nolan, sin embargo, no prestaba mucha atención. Estaba sentado en un rincón, mirando fijamente el suelo, mientras los nervios le recorrían el cuerpo como pequeños hilos de electricidad. Entonces, sintió un toque en el hombro. Era una chica con el cabello corto y oscuro, que lo observaba con una expresión de preocupación.
--Tranquilo, vamos a ganar, y si no, al menos haremos tiempo. Eso es lo único que quiere Sora y los demás --dijo la joven, intentando transmitirle ánimo.
Nolan la miró con cierta confusión.
--¿Y tú quién eres? --preguntó con el ceño fruncido.
--Soy Sarah, de Vire. Sora ya me había mencionado --respondió ella, algo incómoda ante el desconocimiento de Nolan.
--Ah, sí, perdón. Con tantas cosas en la cabeza, me había olvidado --se disculpó Nolan, forzando una sonrisa.
Sarah le dio un golpecito en el hombro.
--No vamos a morir. Nora, la esperanza de la rebelión, nos ayudará --dijo con un aire de convicción.
Nolan frunció el ceño, y su voz se volvió más dura.
--La verdad, no me importa si Nora me salva o no. No tengo nada que perder --respondió, molesto.
--Ya verás --replicó Sarah con un tono tranquilizador.
Más tarde, en la base, los participantes fueron llevados al área de entrenamiento para prepararse para la primera Tierra Artificial. Entre ellos estaba una chica alta y delgada, con el cabello rubio recogido en una trenza. Se acercó a Nolan y Sarah mientras practicaban.
--Hola, me llamo Sofía, vengo de la ciudad de Eris. Me di cuenta de que eres el mejor amigo de Nora, la esperanza de la rebelión. Ella ayudó mucho a Lila, la que fue seleccionada hace un año y medio en mi ciudad --dijo Sofía, algo nerviosa.
Antes de que Nolan pudiera responder, Sarah intervino.
--No le hables, creo que está molesto por algo, pero no sé qué es. Por cierto, soy Sarah, de la ciudad de Vire --dijo, intentando suavizar la situación.
--¡Increíble! Eres de la misma ciudad que Marcus, el chico que era amigo de Nora --exclamó Sofía, mostrando cierto entusiasmo.
Sarah hizo una mueca.
--Sí, nunca lo conocí. No voy a mentir, todos en Vire lo odiaban, y yo nunca me animé a hablarle --respondió.
Sofía frunció el ceño con curiosidad.
--¿Y por qué odiaban a ese chico Marcus? --preguntó.
Sarah suspiró, su tono se volvió más bajo.
--Cuando él era pequeño, su madre fue seleccionada y perdió en la primera prueba. Desde entonces, lo culparon a él, como si fuera su responsabilidad.
--Pobre, no tenía la culpa de nada --dijo Sofía, sacudiendo la cabeza con tristeza.
Nolan, que había estado escuchando en silencio, decidió intervenir.
--Es increíble, ¿verdad? --dijo, atrayendo la atención de las dos chicas.
--¿Qué es increíble? --preguntó Sarah, arqueando una ceja.
--Que Nora sea la esperanza de la libertad y todos confíen en una persona para cambiar las cosas. Que los Padres de la Patria se sientan tan amenazados que conviertan el torneo en una celebración del centenario para distraer a la gente --respondió Nolan, su voz impregnada de sarcasmo.
Sofía asintió lentamente.
--Sí, es increíble. Más aún cuando Nora ayudó tanto a Lila, incluso sabiendo que no cruzaría todas las pruebas. En Eris, eso nos conmovió mucho --dijo, con una sonrisa triste.
Sarah se puso de pie, estirando los músculos.
--Bueno, tenemos que forjar nuestra propia fama. No podemos ser solo espectadores en esto --dijo con determinación.
En ese momento, Macnogall entró nuevamente en la sala, su expresión era severa.
--Muchachos, esas Tierras son una pesadilla, no les voy a mentir. Son lugares terribles. Ustedes, por suerte o desgracia, han sido seleccionados para competir en este centenario de aniversario. Sientan orgullo por sus ciudades e intenten dejar en alto el honor de sus pueblos --dijo con un tono áspero, como si las palabras fueran una reprimenda.
Uno de los chicos, un joven alto y robusto de cabello oscuro, alzó la voz desde el fondo.
--Como si eso nos fuera a dar aliento --dijo Liam, de la ciudad de Stonehill, con sarcasmo.
Stuart, un chico delgado de Hollowford, se rió y añadió:
--Sí, eso mismo pienso.
Macnogall golpeó la tabla de papeles contra el escritorio, haciendo que el sonido resonara en la sala.
--A ver, silencio. No les di oportunidad de hablar, así que no hablen --ordenó con firmeza.
En ese instante, una pantalla frente a ellos se encendió, mostrando la única cadena de televisión permitida en el país. El presentador, con una sonrisa que pretendía ser reconfortante, anunció con entusiasmo:
--¡Celebramos a lo grande el centenario de la creación del torneo! --exclamó, para luego hacer una mueca de falsa tristeza--. Y con la supuesta esperanza de la rebelión, Nora, desaparecida desde hace un año y medio, los Padres de la Patria aseguran que su amenaza ha quedado en el olvido.
Nolan apretó los puños con fuerza, su ira se reflejaba en los ojos. Sarah, que estaba a su lado, notó su tensión y le dio un pequeño golpe en el brazo.
--Cálmate. Controla tu ira o te tomarán por rebelde. Y seguro que ellos saben quién es el mejor amigo de ella. Mantén la cabeza fría y no hagas nada tonto --le susurró.
Nolan tomó aire profundamente, intentando calmarse. Sabía que Sarah tenía razón, pero escuchar esas palabras, esa burla, hacía que la rabia le quemara por dentro.