La Luna Oscura Del Rey Lycan

Emily despertó aquella mañana sola en la recamara, un profundo vacío la invadió al no ver a su macho ahí, ayer en aquel cenote, lo hicieron tantas veces que cayo rendida, solo recordaba haber regresado al palacio en brazos de él.

Se miró así misma llevaba puesto un camisón negro, de escote corazón.

- ¿Él me cambio? – Susurro nerviosa. – él ya me vio y no me rechazó – dijo pensando en las cicatrices de su espalda.

Tocaron la puerta, ella dio un salto y miro a los lados, no había nadie solo ella, espero unos segundos y volvieron a tocar, entendía que no entrarían hasta que ella diera el permiso.

- Adelante – dijo con su voz temblorosa, pero lo suficientemente alta para que quien tocara escuchara.

La puerta se abrió y entraron las dos mujeres del día anterior, una con una charola de comida y la otra con las manos vacías, hicieron una reverencia.

- Buenos días, Luna – dijeron ambas al mismo tiempo que hacían la reverencia.

- Si el desayuno no es de su agrado, puede pedir algo que usted quiera – Dijo la de la charola mientras caminaba hasta la mesa.

- Con su permiso Luna, buscare algunas opciones para que elija su atuendo de hoy – Comentó la otra de ellas.

Emily solo asintió, la mujer camino hacia una puerta que daba al armario que era otra habitación.

- Prepararé su baño Luna, por favor coma – Dijo la otra empleada.

Emily suspiró, tomo la bata y se la colocó, después se levantó de la cama, sus piernas estaban temblorosas, pero logro mantenerse en pie, se acercó a la mesa donde estaba el desayuno, su estómago rugió con solo ver la deliciosa comida, tenía demasiada hambre y era obvio después de tantas rondas de sexo que tuvo con aquel semental el día anterior.

Se sentó a comer y esta vez no se cohibió, comió un poco de todo, bebía jugo de naranja, le gustaba, en la manada gris, acostumbraba a comer solo las sobras, pero ahí, le servían todo fresco, recién preparado.

- Luna, elegí estos atuendos dado que hoy empezara su entrenamiento con Gamma Karim – Dijo la empleada saliendo con tres tipos de atuendos deportivos.

Emily dirigió su mirada a los atuendos, el primero era shorts blancos y un top blanco, el segundo una falda short azul celeste y el último unos leggins y una sudadera de cuello alto negro.

- El negro – Susurro. Prefería es ya que estaba más cubierto, además el negro era el color que había visto que Draven en sus atuendos, le recordaba a él

- Claro, Luna – Dijo la mujer.

La otra mujer salió del baño que ya estaba listo para ella, Emily tomó un poco más de jugo y después se dirigió al baño entró sola.

Emily se quito sus ropas y metió a la tina, el agua era refrescante, el aroma de los jabones dulces, en dos semanas regresaría a Silver Moon, a pesar de que aun tenía tanto miedo de volver, la forma en que Draven la ha tratado en tan poco tiempo le hacía sentirse segura, así que haría todo lo que estuviera a su alcance para no defraudarlo. Lo haría solo por él.

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Draven estaba en su oficina, había llegado desde muy temprano pues tenía reuniones que atender para su desgracia, pue no pudo despedirse de su pequeña, quien había quedado muy agotada por el intenso sexo que tuvieron el día anterior.

- Draven, ¿Qué te parece está fecha para la coronación de Luna? – Preguntó Liam mostrándole el calendario de la tablet.

Draven miró la tablet, la fecha sería justo un mes después de la coronación de Silver Moon.

- No, será un día después de la coronación de Silver Moon – Sonrió Draven.

Liam lo miró con asombro, era demasiado pronto para hacerlo, pero lo conocía algo tenía en mente.

- La futura reina de Silver Moon es la hermana de Emily… la familia de mi pequeña se encargo de tratarla como una sirvienta, cuando es una Alfa de sangre pura – Dijo con una oscura mirada.

- Perfecto, me encargare de que todo sea perfecto, invitare a los reyes de los otros reinos, ¿Te parece si invitamos a la Madre Luna? – Preguntó.

Draven arqueo las cejas, la presencia de la mujer más poderosa, que regía sobre los cinco reinos haría que la presentación de su pequeña superara por mucho a la de su hermana.

- Comunícame con ella – Comentó con una gran sonrisa.

Para hacer la invitación a Madre Luna, solo podía hacerlo él de manera personal, pues ella era alguien muy selectiva. Esperaba que aceptara la invitación a la coronación de su Luna.

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Emily fue guiada hasta el campo de entrenamiento, aunque esta vez estaba totalmente solo, bueno solo estaba Gamma Karim, con ropas deportivas.

- Buen día, Luna – Hizo una reverencia.

Emily asintió, ante el saludo.

- A partir de hoy empezaremos con su entrenamiento en combate, empezaremos con lo básico, la defensa, en dos semanas viajara con el rey a un reino ajeno – Dijo Karim

- Hare, mi mejor esfuerzo…- Susurró Emily.

Karim asintió y sonrió, la notaba mas relajada que antes, así que eso era de utilidad.

- iniciamos con el calentamiento – Hablo con firmeza.

Emily suspiró, no podía dejarse intimidar, tenía que aprender para ser la Luna que Draven necesitaba, y olvidarse de que fue una esclava, una sirvienta en la manada de su padre.

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Draven llegó al palacio, ahora que Emily estaba ahí, no tardaría mucho en la oficina, pues lo único que quería era estar cerca de ella, llegó a la recamara, pero no la encontró, miro la hora de su reloj era casi la hora de la comida, tal vez aun no había terminado su entrenamiento, debía de estar con Karim. No dudo ni un solo segundo en ir a buscarla, quería ya estar con ella.

Al llegar al campo de entrenamiento pudo verla, entrenando con Karim, quien le enseñaba lo básico para saber defenderse, aunque sus movimientos aun eran torpes y titubeantes, la notaba diferente, podía ver en su rostro la determinación de aprender.

- Terminamos, Luna – Dijo Karim al sentir la presencia de su Rey.

Emily soltó un largo suspiro, estaba completamente sudada, su cuerpo adolorido, pero se había divertido entrenando, Karim a pesar de ser muy estricto fue muy cuidadoso y paciente durante su entrenamiento.

- La vere mañana- Hizo una reverencia y se alejó.

Emily no dijo nada, volteó un poco su mirada, sus avellanas se encontraron con aquellas obsidianas que la miraban con tanto deseo, sintió su corazón latir de felicidad y su cuerpo acalorarse más de lo que ya estaba.

Draven se acercó a ella, el aroma que ella desprendía era devastador para él, la rodeó de la cintura y la atrajo a él uniendo sus labios en un apasionado beso, su lengua no tardo en entrar en ella explorando cada rincón de su ardiente boca.

- ¿Me extrañaste, pequeña? – Preguntó y mordió suavemente su labio.

- Si – Respondió entre jadeos Emily, simplemente decía la verdad lo había extrañado.

- ¿Cómo te fue en el entrenamiento? ¿Karim fue muy estricto? ¿Te lastimó? ¿Lo mató? – Preguntó separándose un poco de ella.

La observo de pies a cabeza, buscando alguna herida, pero sus ropas la cubrían totalmente, estaba algo empolvada, pero no podía ver más.

- Tendré que revisarte muy a fondo, pequeña – Dijo con una coqueta sonrisa, provocando que Emily se sonrojara.

- Estoy bien…el Gamma, no me hizo daño – Respondió a su pregunta- No lo mate…- Agrego mirándolo con preocupación.

Draven rio y asintió.

- Okey, pequeña, lo que tu digas – Se inclino a ella y la beso de nuevo.

En aquel beso el estómago de Emily rugió, Draven se aparto y miro hacia el estómago de ella, Emily se avergonzó y se puso totalmente roja.

- Tienes que alimentarte, antes de alimentar a tu macho, mi hembra – la cargo en brazos y la llevo al palacio, la llevaría directo a la recamara, ella necesitaba un baño, una buena comida y después él se alimentaria de ella.

Emily no podía dejar de mirarlo, estaba dejándose llevar por el vínculo que los unía, pero no quería que solo fuera cuando se trate del sexo, quería expresarse más en todo momento. Él la trataba con tanta devoción, que ella quería tratarlo de la misma manera.

- Majestad… - Dijo con su voz suave y baja.

- Dime, pequeña – Respondió Draven girando su cabeza levemente hacía ella.

Emily aprovecho ese momento para darle un tímido beso, pero a la vez tierno.

Poco a poco ella iría dejando atrás su timidez, su miedo, él le estaba demostrando lo que era el amor, la calidez y protección que jamás antes había tenido. Ella quería devolverle todo de la misma manera.

- Por favor, no vuelva a dejarme sola en las mañanas – Continúo, con sus mejillas sonrojadas y sus pupilas dilatadas.

- Lo prometo mi dulce hembra – Respondió con su seductora y ronca voz.

Él estaba dispuesto a obedecer todo lo que ella hiciera, porque ante ella era dócil, tierno, amoroso, solo con ella demostraría ese lado, porque era su Luna, su pequeña hembra.