Shania San Román está pasando por un momento difícil. Aunque es una mujer casada, parece soltera y su suegra es mas como una madre. Sin embargo ella no puede darse el lujo de querer a nadie, todos solo la aprecian por su fortuna, por su patrimonio o ¿NO?.
Ese marido inútil servirá para algo o ya no tiene remedio.
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Cap. 12 Tú nunca preguntaste.
Mientras todos conversaban distraídos, Janet, que había estado husmeando en la oficina de Camilo, levantó una foto de Daria.
—Oye, ¿esta es la ex que te engañó? ¡Qué básica! Parece de esas que usan 'Live, Laugh, Love' como filosofía de vida —dijo mirando para todo lado con cara de fastidio.
Jonás, al fondo, ahogó una carcajada. Eso de no tener filtro era demasiado piadoso.
Shania se ajustó el blazer que, Camilo notó con irritación, combinaba perfectamente con su falda rosa, y dejó caer la bomba.
—Janet vino porque tenemos una reunión aquí. Los coreanos quieren asociarse con Sweet Hell... y necesitamos tu sala de juntas —dijo como si ya lo hubieran hablado y acordado antes. Como un recordatorio y nada más.
Camilo parpadeó. ¿Su esposa, la misma que hacía waffles en forma de corazón, tenía una empresa valorada en millones?
—¿Y por qué no me lo dijiste? —dijo un polco irritado, mientras ella se encogió de hombros.
—Tú nunca preguntaste.
Esa tarde, mientras los ejecutivos coreanos admiraban los diseños de pasteles de Shania, uno de ellos, irónicamente, moldeado como un corazón sangrante, Camilo observó desde la puerta. La vio cerrar un trato por demás de ventajoso, además que una colaboración por 10 años en distintos productos.
Janet, a su lado, masticaba un chicle con satisfacción. Shania cautivaba por su forma de manejar los proyectos, su vivaz forma de ser y su belleza. Muchos ahí están más que cautivados por esa belleza.
Al terminar la reunión, Janet se acercó a Camilo, mientras revolvía su portafolios.
—Ah, se me olvidaba —dijo, sacando un sobre.
—La propuesta para comprar Sugar Heaven. Sabías que es de la familia de tu ex, ¿no? —dijo sonriente como quien hace una travesura.
Camilo miró el documento. Daria era la dueña. Shania, al otro lado de la sala, le lanzó una sonrisa que prometía venganza dulce. Camilo miró para otro lado, esa nena es una reverenda manipuladora, pero lo peor de todo no es eso, es que él cae como chorlito todo el tiempo y parece que tiene intenciones de seguir cayendo.
*_*
Esa noche, Camilo estaba como un león enjaulado en su cuarto, eso no se lo esperaba, Shania, tan linda y alegre resulta que ya tiene su propio emporio empresarial y hace negocios internacionales, pero lo que más lo puso nervioso fue saber que ella está en la universidad y aún le faltan dos años para terminar Administración de Empresas.
Ni siquiera saber que esa revoltosa piensa comprar la empresa de Daria le impresionaba tanto como enterarse de todo esto, en realidad no sabe casi nada de ella y lo ya ha mostrado, lo tienen más descolocado. Tenía una foto de ella en las manos y solo pudo susurrar para sí mismo ¿Quién eres tú?
*_*
Al día siguiente, Camilo llegó con Shania, podía ver como todos volteaban la mirada cuando ella pasaba, eran hombres y mujeres. Su nena tenía reuniones y usaba su empresa como le daba la gana y por alguna razón a él no le importaba.
Las paredes de cristal de la oficina de Camilo reflejaban su irritación. Nora, su secretaria, acababa de soltar la bomba.
—Señor, Carolina Meyer está en recepción. Dice que quiere... colaborar con su nueva línea de moda —la mujer torció los labios
—Pero según mis fuentes, solo busca ver cómo está su... esposa —dijo mirando a Shania e inmediatamente su mirada cambió, a una suave y educada. Esa joven preciosa.
Camilo apretó los puños. Carolina. La única ex que había durado más de seis meses en su vida. La que juró que lo "recuperaría" después del divorcio.
—Que espere. O mejor, que se vaya —dijo con fastidio, pero más de lo que esa muñeca le vaya a hacer si se enoja, no entiende la razón de su miedo hacia ella. Pero era demasiado tarde.
En la sala de espera, Carolina, vestida de blanco impoluto como una virgen de anuncio, examinaba con disimulo a Shania, quien hojeaba una revista de pasteles como si no hubiera notado la presencia de la rubia.
—¡Camilo siempre tuvo gusto para elegir! —Carolina soltó una risa de campanitas.
—Aunque conmigo fue más... tradicional —se ajustó el escote que ahora era más recatado.
Shania, sin levantar la vista, pasó una página.
—Ah, sí. Tan tradicional que eras la novia 5 de ese año, y ni siquiera se te había declarado —dijo tranquila como hablar del clima.
Carolina se atragantó con su propio saliva.
Para sorpresa de todos, Shania se levantó y extendió una mano.
—Tienes buen ojo para el diseño. Si quieres colaborar con Sweet Hell, hablamos. Pero con una condición —su sonrisa fue dulce como el veneno.
—Nunca más mencionas a mi esposo... o te aseguro que nadie en esta ciudad comprará tus vestidos —Shania se cruzó de brazos mirando a Carolina con suficiencia.
El teléfono de Carolina vibró. Un mensaje de Janet que, misteriosamente, ya seguía a Carolina en Instagram.
—Oye, tus últimas colecciones son copias de diseñadores emergentes. Qué casualidad que borraste los créditos, ¿no? 😘.
Carolina palideció. Shania solo sonrió. Y lo que pasó después fue solo otro capítulo de lo que pasaría con más frecuencia.
—Tú… mujer despreciable —Carolina se puso de pie como una fiera. Shania corrió hacia Camilo y este se paró para protegerla, Shania se metía detrás de él.
—Esposo…, mira…, esa amante tuya es tan violenta…, soy la esposa legítima y ella ni siquiera me respeta, ¿es porque soy muy joven? —dijo haciendo un puchero mientras se cuelga de su brazo como un Koala en celo.
Camilo no sabe si defenderla o darle nalgadas. Lo está haciendo quedar como un adúltero y no solo eso, un adúltero viejo.
Carolina casi escupe sangre, esa mocosa le estaba diciendo vieja y ella recién había cumplido 28 años.
—Carolina, por favor, retírate, si no vas a hablar de negocios, creo que debes volver a tu empresa y reformular tu cooperación —dijo serio, mientras pellizca el puchero de Shania que está a punto de decir otra tontería.
Carolina se fue bufando como un toro, realmente quería despreciar a esa mocosa y mostrarle lo superior que era ella, pero había sido más burlada que nerd en san Valentín.