UN AMOR DE VERDAD

Todo el miércoles fue fatigoso para Anya y su familia. Aún no habían respuestas concretas. Lo preocupante era que Angie estaba presentando una patología complicada.

Los médicos se reunieron y decidieron dar su informe a la familia de la niña: Allí en aquel frío consultorio estaban Anya, su madre y Joseph. —“Quisiéramos estar equivocados, dijo uno de los médicos”. — “Por ello para asegurarnos y tener la certeza de cuál es la verdadera condición de la niña, vamos a continuar analizando con exámenes más profundos la dolencia que aqueja a la pequeña”

—“Lo que hemos hallado por ahora, es un pequeño tumor cerca de su estómago. Lamentablemente acá no tenemos todos los equipos necesarios para este tipo de casos”.

—“ Debemos internarla en el lugar indicado. Hay un complejo clínico dedicado a este tipo de casos en menores de edad, en una ciudad que está a dos horas de acá”.

—“Es algo así como un lujoso hotel de 5 estrellas. Realmente es muy costoso Anya. Pero allí en este complejo tienen los instrumentos y equipos modernos y de alta tecnología especializados en casos difíciles de diagnosticar y de curar. Casi en todos los casos hay una probabilidad de éxito de un 90 por ciento”.

—“Tienen el personal capacitado y la experiencia de muchos años. Niños que llegaron prácticamente desahuciados por un cáncer salieron con éxito a continuar con sus jóvenes vidas”.

Otro médico agregó : —“Y este complejo es como un hotel porque la niña puede estar acompañada por un familiar. Allí hay habitaciones muy cómodas, con baño y una pequeña cocina. Además hay un teatro, parques, un centro comercial, un acuario, un zoológico y canchas deportivas”.

—“Como verás Anya, dijo el médico más anciano, es un lugar costoso pero tienes la garantía de que tu hermana será muy bien atendida y lo más importante es que se puede detener esta enfermedad a tiempo, sin secuelas para la niña”.

Anya no podía detener las lágrimas que brotaban de sus hermosos ojos, igual estaba su madre. Joseph, sentado al lado de Anya, apretaba su mano tratando de transmitirle confianza y esperanza.

Anya limpió sus lágrimas y se dirigió al cuerpo médico. —Mi madre y yo agradecemos mucho su interés. Como ustedes podrán entender, aquí la cuestión es dinero. ¿Saben de antemano ustedes de qué cantidad de dinero estamos hablando y por cuánto tiempo mi hermanita debe estar internada allí?

—Anya, en el momento no tenemos respuesta para tus dos preguntas, dijo uno de los médicos que la miraba con tristeza. Pero le pediremos a la enfermera encargada que, en base a los resultados que tenemos, ella llame y te hagan un presupuesto.

En cuanto tengamos las respuestas te llamaremos lo más pronto posible. Este tumor no puede seguir creciendo.

—Disculpen doctores, dijo Joseph. —No hay una institución benéfica que nos pueda ayudar? El gobierno, el ministerio de salud, no contempla este tipo de situaciones para personas que no tienen dinero?

—Joven, hay casos que sí pueden ser atendidos gratis gracias a ciertas empresas que hacen estupendos donativos. Pero casos como el de Angie no entran dentro de esas disposiciones. Lo sentimos mucho.

—¿ Cómo es posible que este país vea morir a sus niños y no le de una mano a sus familiares? Es inaudito. —agregó Joseph.

—Es cierto, dijo Anya alterada apoyando el comentario de Joseph. Es una injusticia que si no tengo el dinero suficiente, tenga que ver morir a mi hermanita, así como vi morir a mi padre.

—Señores, un par de meses atrás vi morir a mi padre sin saber exactamente qué enfermedad lo aquejaba porque el costo de los exámenes era altísimo y no me dio tiempo de mendigar ayuda.

—Hoy estoy de nuevo acá, en medio de ustedes, con una situación parecida. Por ser pobre ver morir mi familia y ni ustedes, ni el gobierno hace nada. Qué desgracia. Pero claro, ustedes no tienen la culpa. La culpa es del sistema jajajajajajaja.

—Gracias por su tiempo. Nos vamos. Espero su llamada. Luego voy asalto un banco y les pago los millones que me van a cobrar.

—Hija, cálmate, dijo su madre llorando. No tienes que ser tan grosera, ellos nos han tratado con respeto. Con esto no sacamos nada.

Anya que ya iba de salida se regresó. Una última pregunta. ¿Cuánto me dan por venderles un riñón?

Los médicos se miraron con tristeza y respeto entre sí. El más joven se levantó de su silla y se acercó a Anya. —Anya, entendemos tu dolor y tu frustración. Puedes ir a otras clínicas y averiguar si hay alguna que te de otra solución.

—Él cuerpo médico de esta clínica te dio la mejor alternativa. Pero estás en tu derecho de seguir tocando puertas. Existen hospitales con menos equipamiento que quizás te puedan ofrecer otra solución.

—No dudes que acá te entendemos y que lo que esté a nuestro alcance se realizará con la intención de ayudarte a ti y a tu hermanita.

—Gracias. Feliz tarde! Y salió furiosa.

Una gran impotencia oprimía el corazón de Anya. Estaba triste pero a la vez sentía que ella iba a salir adelante. Ella no dejaría morir a Angie por nada del mundo. Algo le decía que en sus manos estaba la salud de Angie y ella iba a luchar por ello.

Dentro del carro ya de regreso a casa, todos hablaban con Angie y le decían que todo iba a estar bien, ella sonreía y jugaba pero Anya no escuchaba. Sus pensamientos se fueron al lado de un atractivo empresario de hermosos ojos azules que le había hecho una absurda propuesta, y al que ella llamó “idiota, loco sin oficio”.

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<<¿Tendré que dormir con él? ¿Y mi propia vida? ¿Mi madre y Angie, las podré ver? ¿La veterinaria? Y ¿Joseph cómo reaccionará? Él es tan lindo, mi amigo. Cuando lo sepa me odiará. >>

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Un nuevo día resplandeció en el horizonte. Anya se estiró con flojera de levantarse, pero al ver la hora saltó de su cama. Hoy empezaría a llamar a otros hospitales, a bancos. Aún no tiene idea de lo que cuesta internar a Angie en ese complejo clínico, pero seguro que por lo menos un millón debería tener en su bolsillo.

Al prepararse para ir a su trabajo, no entendía por qué pero cada día quería estar más bella. Cada vez tardaba más en arreglar su cabello, maquillarse mejor. Escoger qué ponerse era todo un desfile de trapos que iban de la cama al closet y del closet a la cama. Nunca había deseado tanto tener ropa más elegante y sexy. Bueno, se hacía lo que se podía, ¿no?

Las semanas pasaron rápidamente, tanto para Leonardo como para Anya. Anya llamó a todos aquellos a quienes le podían ofrecer alguna ayuda, beneficio, préstamo o solución, pero tristemente todo fue imposible.

Ni bancos, ni instituciones benéficas, ni hospitales, nada, nada, nada…. Nadie estaba dispuesto a prestar un millón de dólares. Ningún hospital se comprometía a extirpar con un mínimo de éxito un tumor que crecía cerca del estómago de una frágil niña de 12 años. Sólo aquel complejo clínico daba un 90 por ciento de probabilidad.

Por otro lado, Leonardo también estaba pasando momentos de tensión. Faltaban muy pocos días para cerrar el plazo dado por sus padres. Un año estaba por finalizar y él aún no se había casado.

Allí de pie, con las manos entre los bolsillos, miraba preocupado por los grandes ventanales hacia la calle. —¿Debía volver a hablar con Anya? Ella es su elegida. Dos años a su lado es algo que le gustaría vivir. Está fascinado con sus ojos, con su cabello, con su sonrisa. Sus curvas lo hechizan. Verla caminar es una delicia, se imagina mil cosas cuando la ve venir hacia él.

Pero ella fue muy enfática al rechazar su propuesta. Más aún, al parecer tiene serios problemas, él se ofreció galantemente en ayudar, pero ella nunca lo aceptó. Nunca vino a él como una opción.

Por todo esto, Leonardo dolorosamente concluye que no es a Anya a quien debe elegir como esposa para recuperar su fortuna. Se llevaría tiempo convencerla, conquistarla y lograr que a acepte este contrato temporal. Y tiempo no hay.

Ella es linda y le gusta mucho. Pero ya habrá tiempo en el futuro para enamorarla. Ahorita no es el tiempo. El tiempo se le agota y si no se apresura todo su patrimonio pasará a manos de la beneficencia.

No muy convencido de su decisión, toma su celular y marca el número de Julissa. Va a probar primero con ella. Margaret es la siguiente. Julissa es un poco más seria, no tan alocada como Margaret.

Aunque si de sexo se trata, Leonardo sabe que ninguna mujer es como Margaret. Ella es toda una diosa en la cama. Pero no está pensando en sexo, solo quiere una esposa discreta que desempeñe muy bien su papel por dos largos y fastidiosos años.

Podria citar a Julissa en algún sitio de moda, pero no quiere nada romántico. Esto es un contrato laboral, como tal, la citará para que venga mañana mismo a su oficina.

📱Julissa, podrías venir mañana a mi oficina a eso de las 5pm? Tengo algo que decirte, es algo que nos conviene a los dos.

📱Caray, ni me saludas Leonardo. Estoy bien, gracias. Ok mañana estaré allí a las 5. También debo decirte algo. Bye!

Mientras tanto Anya en su oficina se debate indecisa entre ir a hablar ya con Leonardo o esperar un poco más. Mejor lo intenta mañana. Ya sabe por Emilia que el plazo dado por los padres de Leonardo culmina este fin de semana.

Además, el médico de Angie le entregará mañana el presupuesto de lo que se debe pagar en el complejo clínico. Quizás si no es tanto, puede pagar juntando un poquito de acá y otro poquito de allá. Y no dar el paso de aceptar un contrato falso de matrimonio con el guapo Leonardo.