EN OTRA VIDA

LUCIA SMITH

Mi vida debe continuar. Si mi madre pudo conmigo ella sola, yo también podré con mi bebé.

Un mes pasó desde que estoy en París, no hablo perfectamente el francés, Pero me he esforzado para poder medio comunicarme.

He llamado a mi mamá, pero ella no me contesta. Solo me escribe por mensaje. Decidí no decirle sobre mi embarazo.

— Sonríe, una foto para Instagram— María Alicia era especial en eso— salimos bellas.

— Pareces una influencer.

— ¿Tú crees? Solo que así mis amigos ven que ando conquistando el mundo— ella sonrió.

— Quisiera ser como vos. Nada te preocupa.

— No es que nada me preocupe, solo que vivo un día a la vez. Algún día cuando no esté en este plano, lo único que van a ver mis amigos y familiares son mis fotos.

— No hables así, me asustas.

— ¿No tienes redes sociales? No te encuentro o como sales.

— No tengo.

— A ver amiga, como es posible que en pleno siglo XXI no tengas redes sociales. Vamos a hacer uno.

— Está bien.

María Alicia era hábil con su celular, y yo no digo que no lo soy, solo que nunca interesé en estás cosas. Creé mi primer Instagram. María me etiquetó en su foto.

— He pensado que deberíamos vivir juntas. Así nos acompañamos. Ven a vivir a mi casa. Di que si.

¿Vivir juntas? No había pensado en eso. Aunque no quiero que ella vea mi vulnerabilidad, creo que tener compañía estaría bien.

— No quiero molestarte.

— No me molestas — María Alicia me abrazó — Soy la tía y madrina de tu bebé.

Terminé aceptando. Así no estaría sola todo el tiempo.

— El próximo fin de semana empieza la mudanza.

Después de clases me regresé a mi cuarto. Me sentía un poco cansada, siempre medio comía, todo me caía pesado y las náuseas casi siempre eran mi compañía en la mañana y por la tarde.

Entré a Internet a ver las noticias del día. Mientras bajaba para ver la siguiente noticia, ví las fotos de la boda de Dylan y Estela en la sección de Economía.

Al final te casaste con Estela. Yo era como una piedra en tu vida y en la vida de tu familia. Suspiré profundamente, empecé a llorar sin quererlo.

Todo en la vida pasa por algo, para aprender, para fortalecer el espíritu o simplemente para que seamos personas resilientes.

A la mañana siguiente, me alisté para ir a mis clases de francés. Llevaba unas ojeras que ni con maquillaje lo tapaba.

Llegó el anhelado fin de semana, el día de la mudanza. No pensé que ella vivía en una casa, pensé que iba a compartir el cuarto.

— Está es mi casa y ahora tu casa. No tendrás que preocuparte por pagar la renta. Ya te había dicho que mis padres tienen algo de dinero.

Fui a lo que iba a ser mi cuarto. Había una cunita. Llevé mi mano a la cara queriendo tapar mis lágrimas.

— No llores, solo quería que te pusieras feliz— Le di un abrazo.

— Gracias. Eres un ángel.

Los meses fueron pasando y mi barriga se fue agrandando. El momento del parto se iba acercando.

— Lucía apúrate, vamos a llegar tarde a nuestra entrega de diplomas de fin del curso.

— Este vestido no me gusta mucho.

— Cualquier cosa que te pongas te queda bien.

Llegamos a la academia, hoy era la entrega de diplomas de curso intensivo de francés.

— También tenemos diploma para tu bebé, cursó y aprobó la clase de francés. — la maestra Ivi dedicó esas palabras. Ella era muy tierna.

De un momento a otro la celebración de fin de curso se volvió en baby shower.

— Perdón por ser llorona. Es un bonito gesto de todos. Gracias— les dije con la voz entrecortada.

Una llamada del número de mi madre entró. Salí un momento para atender.

— Buenas tardes, me comunico con Lucia Smith, hija de la señora Elba Smith. Hablamos del hospital X.

—Si, habla con Lucía — no sé porque mi corazón se aceleró tanto, era como si ya sabía que algo malo me iba a decir.

— Lamentamos comunicarle que la señora Elba Smith tuvo un accidente y ella falleció camino al hospital.

Llevé mi mano al pecho, apretando el pedazo de tela que tapaba mi piel. Me sentía sofocada.

— ¿Qué acaba de decir? — mi voz temblaba así como mi estómago y un frío recorrió en mis manos y en mis pies.

— Ella está en la morgue del hospital X. Nuestras condolencias señora Smith. Necesitamos que venga lo más pronto posible.

— Solo que yo estoy en Francia. Voy a tomar el primer vuelo. Gracias por llamarme — Colgué.

¿Por qué? ¿Por qué? Es como si mi vida está bajo una maldición. No puedo ser feliz.

Empecé a llorar desconsoladamente. Sentía que mi bebé se movía de un lado a otro. Debía calmarme pero no podía. María Alicia salió.

— ¿Qué te pasa? Amiga, ¿Quién te llamó?

— Mi... Mamá... Es... está... Muerta... Mi mamá — grité.

María Alicia me abrazó.

— Yo sé que es una noticia fea, Pero tienes que calmarte por tu hijo.

—Mi mamá, no.

— Ayuda profe— Gritó María Alicia.

Salió la maestra y mis compañeros. Me llevaron adentro de la academia. Me soplaban con los diplomas.

Lloré mucho hasta que de mis ojos ya no salían más lágrimas. Tenía mis ojos hinchados. Entré como en trance, no escuchaba nada y no veía nada, me desmayé.

Cuando abrí los ojos, estaba en la cama de mi cuarto y una doctora estaba ahí. Escuché que le decía a María Alicia.

—"No deje que viaje sola, es contraproducente, ya que el embarazo está en el último trimestre, y por la situación que ella está pasando es recomendable que no viaje."

— Pero ella es hija única, hasta donde sé y ella seguro va a viajar.

— Acompáñela. No la dejé sola— cerré los ojos.

Sentía mucho sueño. La doctora salió.

— Amiga, la doctora te puso un calmante, no te preocupes por el bebé, no le hará daño. Duerme un rato, me voy a encargar de llamar a la aerolínea y comprar los boletos vía electrónica. Cuando despiertes vamos a viajar, te voy a acompañar, Pero necesito que estés lo más relajada posible.

— Sí.

Solo pensé, en este mundo así como hay personas malas sin escrúpulos, también hay personas buenas, que entran a tu vida sin pedir permiso y son como esos ángeles que te ayudan sin recibir nada a cambio. María Alicia es mi ángel de la guarda.

Cerré mis ojos, el sueño me venció.