Los hijos menores de Luriel y Anahí deberán enfrentar el peso de sus decisiones, aunque eso signifique destrozar sus corazones para proteger a su gente. El amor tal vez, no pueda cambiarlo todo.
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Tal vez nunca
Cuando comenzaron todos a ubicarse en la mesa, Pitá se quedó más retirado, esperando... esperando por ella... esperando a saber dónde elegiría para sentarse... pero ella estaba en la cocina todavía... así que se dirigió hasta la puerta y quedó observando como ponía la comida en unos grandes cuencos. Reía, pero no llegó a escuchar sobre que hablaban... entonces Itatí levantó la vista y lo vio... serio, parecía confundido y con una extraña expresión en el rostro... la miraba intensamente y eso la hizo sonrojar, lo recorrió con la mirada, como lo había hecho en la casa de sus abuelos, por un instante pensó que nuevamente avanzaría hacia ella y la besaría, pero Pitá no se movió del lugar, aunque no dejaba de mirarla.
Itatí inspiró profundamente, parecía que todo comenzaba a dar vueltas a su alrededor. No sabía si era su imaginación o si ocurría realmente, pero lo vio acercarse y detenerse a su lado
¿Ikatúpa roipytyvõ? (¿Te ayudo?) – no dejaba de mirarle intercalando entre la boca y sus ojos cuando la vio asentir
Pitá tomó el cuenco, pero antes de girarse, sintió la mano de ella en su antebrazo y se detuvo sin poder apartar la mirada de esa mano que descansaba con tanta suavidad sobre su piel, aunque no podía asegurar que lo estaba tocando.
¿Reñongatútapa peteĩ lugár chéve g̃uarã? (¿Me guardas un lugar?) – dijo Itatí con una sonrisa deslumbrante y lo vio asentir
Pitá no podía dejar de contemplar esos ojos que brillaban de una manera diferente a la última vez que la había visto. Era de un extraño color marrón, más claro hacia la pupila, parecía como si se pudiera hundir en ellos y simplemente desaparecer y se quedó así... mirándola como si fuera la primera vez que la veía en su vida... si alguien le dijera en ese momento que ella era un chamán... lo hubiera creído, porque solo alguien que pudiera contactar con los espíritus de sus ancestros tendría el poder de hacerle olvidar absolutamente todo.
Iván los miraba desde atrás de su punto de visión y le hizo señas a Guaci para que los mirara también... luego simplemente tosió fuerte y el lazo entre ellos se rompió para vergüenza de ambos al ver que Iván y Guací los estaban mirando...
Vamos que se enfría la comida – dijo Iván y le empujó el brazo a su cuñado mientras pasaba a su lado con otro gran cuenco en sus manos
Lo siguieron en silencio y se fueron acomodando. Todos hablaban alborotados y el silencio de la parejita quedó por un momento desapercibido para los demás, pero Pitá no dejaba de tomar nota mental de todo lo que ella hacía.
Itatí tomó el plato de Pita y comenzó a ponerle las carnes, tubérculos y verduras... y eran exactamente las que le gustaban a él... no se había equivocado absolutamente en nada. Cuando puso el plato delante de su prometido, lo vio mirarla asombrado...
Tomó el vaso y le sirvió la limonada que tomaban todos y volvió a mirarlo para darse cuenta que seguía mirándola confuso.
Che aikuaáma haimete opa mba'e ndegustáva... (Ya sé casi todo lo que te gusta...) – le sonrió - Che ajavýramo peteĩ mba'ére eremínte chéve... (si me equivoco en algo solo dímelo...)
Nde ndaha'éi che rembiguái... (No eres mi esclava...) – le susurró avergonzado
Aikuaa... (Lo sé...) – le puso detrás de la oreja un mechón de cabello que cruzaba su rostro – Añeha'ãnte ajapo nderehe, pe ahecháva opa kuña nde rogaygua ojapoha kuimba'ekuéra rehehápe... (solo trato de hacer por ti, lo que veo que hacen todas las mujeres de tu familia por sus hombres...)
Aguyje upéicharõ chepytyvõ haguére... (Gracias entonces por atenderme...) – dijo sonriéndole más confundido aún
Se sirvió la comida y Pïtá le sirvió su limonada, a lo que ella le correspondió con un breve beso en la mejilla, pero que lo sonrojó completamente. Miró rápido a su madre que estaba sentada delante y Anahí solo le sonrió.
Es una jovencita muy dulce... espero que te esmeres para que quiera llevar flores en el pelo por ti...
Itatí lo miró con curiosidad, como esperando a que le tradujera.
He'i reaprende pya'e... (Dijo que aprendes rápido...) – contestó serio, pero no le sostuvo la mirada ni tampoco pudo ver la mirada de complicidad de ambas.
Siguieron comiendo y hablando, le preguntaban sobre la universidad y poco a poco se fue relajando y contando con más detalles, la conversación fluctuaba en ambos idiomas, pero cada vez que alguien hablaba en español, se acercaba al oído de Itatí y le traducía en un susurro.
Le estaba gustando cada vez más como se sonrojaba y como sonreía encantadoramente en cada oportunidad.
Cuando trajeron las tartas, Itatí se apresuró a servirle la de pitanga y él la probó, luego del famoso ritual de olerlo como lo hacía ya toda la familia...
Abuela... te has superado... – dijo Pitá haciendo un gesto de placer al poner otra porción en la boca
Eso es por el amor que le puso la cocinera a la tarea – dijo sonriendo mientras señalaba a Itatí
¿Rembosako'i piko umi torta? (¿Tu preparaste las tartas?) – señalaba el plato
Che ambosako'i pitangas añoite... (Solo preparo la de pitangas...) – dijo emocionada – opa ambuekuéra ha'e nde abuela mba'e... (todas las demás son de tu abuela...)
¿Ha mávapa ndegusta? (¿Y cuál es la que te gusta a ti?) – no podía dejar de mirarle la boca
Che ha'e nde ru ypykue equipo-gua... (Yo soy del equipo de tu abuelo...) – sonrió – oregusta pe granada rehegua... especialmente pe nde abuela ojapóva... (nos gusta la de granada... especialmente la que prepara tu abuela...)
Ikatu rembosako'íramo chéve upéva... Che avei amoambuéta che gusto... (Tal vez si me preparas esa... cambie mis gustos también...) – sonrió muy significativamente
Natekotevẽi remoambue nde gusto chembovy'a haguã... (No necesitas cambiar tus gustos para agradarme...) – se puso seria – Avei, aguerekóramo chupe ombosako’i chéve ĝuarã ha’ete peteĩ mimado chéve ĝuarã... (además que me la prepare ella es como un mimo para mí...)
Se giró antes que pudiera ver que le había afectado tanto que quisiera saber sobre ella.
Cuando finalizó la cena, siguieron hablando y riendo, ya poniéndole a Pïtá al tanto de todas las novedades de la aldea y de la familia.
Pensé que el Cacique Luriel ya tendría un nieto en camino... – se reía mirando a sus hermanos y cuñados – están un poco flojos me parece...
No toques ese tema que surgen los problemas – dijo Guaci riendo – papá no nos habló una semana cuando supo que usábamos anticonceptivos...
Papá... – seguía burlándose – te han fallado tus hijos preferidos...
La única personita que ha sido mi preferida toda su vida es tu madre... – dijo fuerte mientras la besaba suavemente en la mano – eso no quita que los ame a los cuatro con toda el alma y que si tengo nietos – dijo en un tono de victima – no los ame mucho más que a ustedes... pero... – y sonrió mirando a sus primogénitos – cuando ustedes llegaron, eran tan exigentes que esperamos varios años para buscar otro hijo y luego también – continuó mirando a Pitá – te dimos el tiempo para ser el pequeñito de la familia antes de buscar a Araí...
Los has malcriado siempre – agregó Anahí – buscas excusas para seguir haciéndolo...
Puedo malcriarlos y amarlos en exceso – sonreía – pero puedo compartirlos con quienes ellos elijan para su vida... lo que no puedo hacer es compartir a mi preferida... – la abrazó con ternura – voy a morir si ella decidiera dejarme...
Itatí no pudo evitar emocionarse, sonaba tan lindo que te amaran así y no se dio cuenta que Pitá la miraba intensamente y se suponía que no había entendido lo que habían dicho. Sintió su aliento cerca de su oído, antes de escuchar su voz.
¿Mba'ére piko revy'a? (¿Por qué estas emocionada? – sonaba ronco
Chegusta mba'éichapa ojotrata hikuái... (Me gusta cómo se tratan...) – dijo antes de voltearse a mirarlo – Péicha reime kuri chendive... reimo'ã piko peteĩ ára chetrata jeytaha upéicha...? (así eras conmigo... ¿crees que algún día vas a volver a tratarme así...?) – fue solo un susurro para que solo él la escuchara.
Ikatu araka'eve ndajapomo'ãi... (Tal vez nunca lo haga...) – contestó duro - ¿Rehótapa oikóramo upéva? (¿te vas a marchar si eso ocurre?)
Che ha'éta ne rembireko iporãvéva... (Voy a ser tu mejor esposa...) – la tristeza se había apoderado de su bello rostro – Ndachemotĩmo'ãi ndéve... (no voy a avergonzarte...)
No siguieron hablando. De pronto el hecho de saber que tal vez nunca tendría lo que quería de él se hizo un peso enorme en su pecho. Trataba de prestar atención a la conversación general, pero debían repetirle las preguntas para poder contestarlas.
Pitá la miraba de reojo, pero no intentó acercarse tampoco, un muro frio de aparente indiferencia comenzó a surgir entre ambos. El temor a que ella lo abandonara en cualquier momento estaba todo el tiempo en su mente, pero ni aun así podía evitar tratarla mal. Esa necesidad de vengarse por su mentira lo estaba rompiendo en mil pedazos.