Sofía y Erick se conocieron cuando ella tenía seis años y él veinte. Ese mismo día la niña declaró que sería la novia de Erick en el futuro.
La confesión de la niña fue algo inocente, pero nadie imaginó que con el paso de los años aquella inocente declaración de la pequeña se volvería una realidad.
¿Podrá Erick aceptar los sentimientos de Sofia? ¿O se verá atrapado en el dilema de sus propios sentimientos?
NovelToon tiene autorización de @ngel@zul para publicar esa obra, el contenido del mismo representa el punto de vista del autor, y no el de NovelToon.
La confesión
Las primeras luces del día iluminaban la habitación de Sofía que, sentada frente al espejo, intentaba controlar el temblor en sus manos mientras arreglaba su cabello. Hoy no era un cumpleaños más; este sería el día en que se armaría de valor para confesarle sus sentimientos a Erick. Respiró hondo, repitiéndose que todo saldría bien, y bajó al comedor para encontrarse con su familia.
Al escuchar sus pasos en la escalera, Mónica, Leonardo y Marco dejaron lo que hacían y comenzaron a cantarle "Feliz cumpleaños" al unísono. La sorpresa y la emoción hicieron que Sofía se llevara una mano al pecho y sonriera de oreja a oreja.
- ¡Feliz cumpleaños, mi princesa!- exclamó Mónica aplaudiendo emocionada al terminar de cantar.
Leonardo se acercó a ella y le dio un abrazo cálido y lleno del amor que sentía por ella desde el primer día.
-Diecisiete años, Sofi. ¡Qué rápido pasa el tiempo!
-¿Cómo se siente ser casi adulta, hermana mayor?- preguntó Marco casi como una burla.
-No sé si adulta- respondió Sofia-pero definitivamente feliz. Gracias a los tres por amarme tanto y soportarme también.
Los regalos comenzaron a aparecer sobre la mesa. Mónica le entregó un collar delicado con un dije en forma de estrella, perfecto para complementar cualquier atuendo elegante. Leonardo le obsequió un libro de fotografía profesional, sabiendo cuánto le gustaba la cámara. Marco, por su parte, le dio un álbum lleno de fotos familiares y momentos especiales de los últimos años.
- ¡Esto es hermoso! De verdad, gracias. No podía pedir una familia mejor.
Mientras desayunaban, Mónica no tardó en interrogarla sobre sus planes para el día.
-¿Entonces qué tienes pensado hacer antes de la fiesta, cariño?- preguntó mientras bebía su café. -Bueno, después del desayuno me voy a encontrar con Ian. Vamos a buscar el vestido para esta noche.
- ¡Ah, Ian! El se ha vuelto casi como tu gemelo perdido, ¿verdad?
- Algo así. Aunque a veces actúa más como mi niñera- dijo ella.
Todos rieron y, tras terminar de desayunar, Sofía se despidió de ellos y salió a encontrarse con Ian en una cafetería cercana.
Ian la estaba esperando con un enorme ramo de flores y una caja cuidadosamente envuelta en papel plateado.
Al verla llegar a su mesa, Ian se puso de pie y abrazándola con efusividad le dijo:
-¡Feliz cumpleaños, Sofi! ¿Lista para otro año de ser genial y tolerarme?
-Siempre- le respondió ella con una gran sonrisa- ¿Y esto? ¿Me trajiste flores de regalo?
-Por supuesto, princesa- dijo él haciendo una reverencia un tanto exagerad- Pero el regalo de verdad está aquí- agregó extendiéndole la Caja que estaba sobre la silla.
Sofía abrió la caja y encontró una cámara instantánea de edición especial en un tono rosado perlado.
- ¡Ian! ¡Es perfecta! No puedo creerlo, siempre quise una de estas.
-Lo sé. Soy un genio- le dijo porque conocía tan bien a su amiga que sabia que si seguían charlando ella se pondria a llorar y no habría manera de calmarla- Ahora, andando, tenemos un vestido que encontrar.
En el centro comercial, la energía de Ian era contagiosa. Cada vez que Sofía salía del probador, él hacía comentarios mordaces que la hacían reír a carcajadas.
-Hmm, no está mal, pero si lo combinamos con unas alas de hada, serías la estrella de una película de fantasía- dijo Ian mirándola con gesto crítico mientras ella lucía un vestido verde brillante.
-¡Ian! No necesito alas- replicó ella rodando los ojos.
-¡No, claro que no!- dijo él haciendo un gesto dramático- Pero necesitamos algo que diga: "Soy fabulosa, pero también misteriosa".
Finalmente, encontró un vestido en tono azul noche, con un corte elegante que resaltaba su figura. Sofía se miró en el espejo, y por primera vez, se sintió exactamente como quería lucir esa noche.
- ¡Ese es!- exclamó Ian- Erick va a quedarse sin palabras. Bueno, si tiene buen gusto, claro.
- ¿Y si no?
- Entonces, querida amiga, lo obligamos a comprarse lentes- respondió él abrazándola por los hombros.
Los dos rieron mientras salían de la tienda con el vestido en mano, listos para lo que la noche les deparaba.
Esa misma tarde, Sofía se sentó en su habitación, con el corazón acelerado y las manos sudorosas. Había pasado días reflexionando sobre cómo confesarse una vez más, y esta vez, asegurarse de que Erick entendiera que lo que sentía no era una fantasía de adolescente. No quería que él pensara que era solo un capricho; su amor por él era real y profundo, y ella estaba lista para mostrárselo.
Tomó su móvil, respiró hondo y buscó el número de Erick. El tono de llamada resonó en la habitación, y en el segundo en que la voz de Erick respondió al otro lado, su corazón se detuvo por un momento.
-¿Sofía?- preguntó él, con un tono de voz amable pero distante, algo extrañado por la llamada- ¿Todo bien?
-Hola Erick- dijo ella, tratando de que su voz no temblara- Sí, todo está bien pero yo necesito hablar contigo. Es importante.
Hubo un silencio en la línea, y ella pudo imaginarlo, frunciendo el ceño y preguntándose qué podría querer ella. Pero no importaba, estaba decidida. Quería que él escuchara, sin interrupciones, sin juicios.
-Dime ¿Qué pasa?- preguntó él, con un leve suspiro.
-Mira, te llamo porque necesito que entiendas algo -empezó, sintiendo cómo las palabras se acumulaban en su garganta- Quiero que sepas que lo que siento por ti no es solo una idea de niña, no es solo un capricho. Es más que eso, y me he dado cuenta de que no puedo seguir escondiéndolo.
Erick carraspeó, sintiendo un nudo en la garganta y una incomodidad demasiado grande.
-Sofi, yo...- comenzó él, pero ella lo interrumpió.
-Déjame hablar, por favor- pidió, y la urgencia en su voz le dio fuerza- Desde que era pequeña, has sido muy importante para mí. Siempre te he mirado con admiración y cariño, desde la primera vez que te vi sentí algo diferente y ese algo nunca se fue. Siguió estando allí y creció junto conmigo- agregó, sin saber que del otro lado de la línea Erick sentía gruesas lágrimas caer de sus ojos, ella era la hija de su mejor amigo, la niña amada de la pareja que lo había acogido como un miembro más de su familia, pero sobre todo ella era su princesa, y mientras ella era una niña a él le encantaba ser el príncipe de sus fantasias, su caballero al rescate. Pero, ahora que entendía como todo había cambiado no podía, no debía alimentar algo imposible, algo que en algún momento terminaría lastimándola.
Hubo un silencio incómodo al otro lado. Sofía se preguntó si había cometido un error al hablar tan abiertamente, pero luego escuchó la voz de Erick, suave pero firme.
-Sofía, no sé qué decir. Eres una persona increíble, y siempre has sido muy especial para mí. Pero hay cosas en la vida que no se pueden forzar, tú y yo...eso no es posible. Siempre serás mi princesa y yo... no quiero hacerte daño.
Sofía sintió cómo la tristeza comenzaba a apoderarse de ella, pero se mantuvo firme.
-No te pido que sientas lo mismo ahora- le dijo, con la voz quebrada pero decidida- Solo te pido que lo pienses, y que sepas que lo que siento es real, y que no lo digo solo porque esté enamorada de la idea de un amor imposible. Lo digo porque lo siento de verdad, y es importante para mí que lo sepas.
El silencio volvió a llenar la línea, y esta vez, Sofía supo que había dicho lo que necesitaba. No importaba cuál fuera la respuesta de Erick, al menos él sabría que sus sentimientos eran genuinos, que no se trataba de una fantasía o de algo pasajero.
-Gracias por decirme esto, Sofía- respondió él, su voz suave pero llena de melancolía- Espero que puedas entender lo que te estoy diciendo. Eres increíble, y siempre lo serás. Pero, yo no puedo sentir lo mismo por ti.
Sofía respiró hondo y asintió, aunque sabía que él no podía verla.
-Lo entiendo, Erick. Gracias por escucharme- dijo, antes de colgar.
Se dejó caer en la cama, sus ojos se llenaron de lágrimas, la sensación de derrota invadía su pecho mientras la angustia en su interior iba creciendo. Sabía que el tiempo diría si su amor por él algún día se convertiría en algo más, pero por ahora, había hecho lo que necesitaba hacer. Y eso, al menos, le daba un poco de paz.