En un reino deslumbrante, la princesa Ailén se encuentra atrapada entre el deber y el deseo. Casada con Elian, el príncipe de un corazón frío, descubre la traición en su matrimonio mientras su corazón se inclina hacia Kael, un hombre sin títulos pero de fervor inigualable. En un palacio lleno de intrigas y secretos, Ailén debe elegir entre mantener la estabilidad del reino y seguir el anhelo que desafía todas las normas.
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Capitulo 12
Mi mirada se fijó en la mujer que estaba a su lado. El cabello castaño, ligeramente ondeado, y su porte elegante eran inconfundibles. Era Elara, y ambos parecían estar en una conversación animada. Sus rostros mostraban una expresión de sincero interés, como si compartieran algo importante y secreto. La cercanía entre ellos me hizo pensar que su relación había cambiado, que algo profundo comenzaba a surgir entre ellos.
Sin embargo, mi alivio al ver a Elara se desvaneció rápidamente al notar que Eden no estaba con ella ni con Dorian. Un miedo repentino me recorrió la espalda. ¿Dónde estaba mi pequeña Eden? Sentí que mi corazón latía con fuerza mientras escaneaba la multitud, buscando su pequeña figura con desesperación.
Y entonces, una suave y pequeña mano tiró de mi vestido, trayéndome de vuelta de mis preocupaciones. Miré hacia abajo y encontré a Eden, mirándome con sus ojos grandes y brillantes. Una sonrisa dulce se extendió por su rostro mientras susurraba, con su pequeña voz que era puro consuelo para mi alma: “Hola, mamá.”
El alivio que sentí en ese momento fue indescriptible. Me arrodillé para estar a su altura y la envolví en un abrazo suave, notando cómo su calidez disipaba cualquier rastro de temor que había sentido. Pero cuando levanté la vista, mi corazón volvió a latir con fuerza, esta vez por una razón completamente diferente.
Kael estaba allí, de pie, observándonos. Sus ojos, tan intensos y misteriosos, me miraban fijamente, llenos de una emoción que no podía descifrar. Había algo en su mirada que parecía perforar mis defensas, desarmándome sin esfuerzo. No pude apartar mis ojos de los suyos, sintiendo cómo la atracción entre nosotros se intensificaba con cada segundo que pasaba. Su presencia era abrumadora, como una corriente que me arrastraba sin que pudiera resistirme.
Eden, ajena a la tensión en el aire, permanecía cerca de mí, pero mi atención estaba completamente atrapada por Kael. Él no dijo una palabra, pero en su silencio, había una conversación completa. Mi respiración se volvió irregular mientras trataba de procesar lo que estaba sucediendo. Kael no apartaba la mirada de mí, y yo no podía evitar devolverle la misma intensidad.
“Princesa Ailén,” la voz de Dorian me sacó abruptamente de mis pensamientos. Me levanté de inmediato, disimulando mi confusión y el torbellino de emociones que me invadía. Dorian y Elara se acercaron, y aunque intenté actuar con normalidad, sentía la mirada de Kael clavada en mí.
“Dorian,” respondí, forzando una sonrisa mientras mantenía a Eden cerca de mí. “Elara.” Mis ojos pasaron brevemente a Elara, notando el ligero rubor en sus mejillas. La conexión entre ellos era innegable, pero ahora, mi mente estaba demasiado ocupada por lo que acababa de ocurrir.
Kael dio un paso atrás, como si decidiera retirarse, pero antes de que pudiera desaparecer entre la multitud, nuestras miradas se cruzaron una vez más. Sentí un estremecimiento recorrer mi cuerpo, sabiendo que esta no sería la última vez que nuestras vidas se cruzarían.
Esa noche, la inquietud no me dejaba descansar. Las imágenes de Kael, Eden, y la conversación con Dorian y Elara se repetían en mi mente, tejiendo un tapiz de emociones que no lograba descifrar del todo. La forma en que Kael había sostenido mi mirada, sin decir una palabra, había desatado algo en mi interior que no podía ignorar. Me encontraba en una encrucijada, atrapada entre el deber que me ligaba al palacio y la creciente atracción que sentía hacia ese hombre desconocido.
A la mañana siguiente, mi rutina se desarrolló como de costumbre, pero cada paso que daba estaba cargado de una conciencia diferente. Eden, siempre un bálsamo para mi alma, se encontraba a mi lado, con sus pequeños ojos brillantes llenos de curiosidad y una inocencia que me hacía querer protegerla de todo el mal del mundo. Elara, por su parte, era una constante que me proporcionaba consuelo, aunque en su mirada también notaba una nueva chispa, probablemente producto de su creciente conexión con Dorian.
Decidí que necesitaba un momento para mí misma, un tiempo para despejar mi mente de todas las preocupaciones que la atormentaban. Me dirigí a los jardines, mi refugio dentro de los muros del palacio, donde el aire fresco y el canto de los pájaros me ofrecían una paz temporal. Sin embargo, aquella mañana, los jardines estaban más concurridos de lo habitual.
Mientras paseaba entre las flores y los setos cuidadosamente podados, mis ojos se posaron en una figura femenina que reconocí de inmediato. La mujer, de cabello rosado y ojos negros, caminaba con una gracia que intentaba emular la de las damas de la corte, pero había algo en su porte que delataba una inseguridad, una torpeza oculta bajo la fachada que intentaba mostrar.
Me acerqué con cautela, notando cómo la mujer se giraba hacia mí con una sonrisa que parecía demasiado ensayada. “Princesa Ailén,” dijo, inclinándose en una reverencia que no terminaba de parecer sincera.
“Buenos días,” respondí, evaluando su presencia con una curiosidad creciente. Había algo en ella que no encajaba del todo, algo en su mirada que me ponía en alerta.
“Soy Lyanna,” se presentó, su voz suave y melosa.
Decidí mantener la compostura, aunque la incomodidad era palpable en el aire. “¿Qué te trae a los jardines a estas horas?” pregunté, manteniendo la conversación en un terreno neutral.
Lyanna se encogió de hombros, su sonrisa no vaciló, pero había un brillo en sus ojos que me hizo sospechar que cada palabra estaba cuidadosamente calculada. “Solo buscaba un poco de tranquilidad, algo que es difícil de encontrar en este lugar tan… concurrido.”
y que Elián se arrepienta de averla tratado mal.
y como en toda novela todo puede pasar,espero que ella tenga unos hijos hermosos.
y Elián sea que no puede dar hijos.