Siempre contamos la típica historia de una sirviente que se enamoró del hombre rico y la hermosa bruja malvada intensa separarlos que pasa si contamos las historia de la bruja, por ejemplo Ximena pasó de ser una cenicienta o blanca nieves a ser la bruja o la madrastra juzgada por todos a su alrededor sin saber sus miedos, traumas o fobias.
Darío es el diablo en persona el rey del inframundo (mundo de drogas, armas prostitución, etc) frío, tirano, arrogante amargado por ver que el amor de su vida su luz de esperanza esta perdidamente enamorada de un simple bufon.
Aunque Ximena lo ha olvidado estuvo una vez en su corazón por circunstancias de egoísmo ella lo olvidó.
Podrá el rey del inframundo sacar a Ximena de ese pozo de traumas. hacerle recordar quien era el verdadero amor de su vida.
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capitulo 4 una cita
Mientras entraban por el restaurante, las caras de envidia de las mujeres se veían desde lejos. Carolina era una supermodelo muy reconocida por todo Europa, y también era conocida por ser una de las herederas de la corporación Triuf. Pero ella odia eso, odia que digieran que su fama y poder venían de los Triuf. Amaba a su familia, a sus hermanos, padres y su abuelo, pero ella quería ser una mujer independiente, una mujer que no dependiera de un hombre como una vez lo hizo. Su sueño era otro, y un día lo demostraría.
La envidia es mala, tenemos que aceptarnos, pero las mujeres de la alta sociedad eran muy avaras, querían estar en la cima, querían ser la envidia de todos, tener esa corona. Carolina no se tuvo que anunciar porque sabían quién era. Los empleados fueron a donde tenían que ir. Ximena pensó que la pequeña carolina tenía una cara muy amargada y que muchos empleados temblaron solo con verla. Sabían quién era su abuelo y quiénes harían temblar si a Caro se le rompía una uña. Cuando ingresaron a la zona VIP, le pareció demasiado grande a Ximena, muy bien podrían caber diez personas. Obviamente, ese apartado VIP del restaurante era para juntas o celebraciones. Pero como Carolina Triuf lo pidió, no pudieron negarse. Ni bien se sentaron, un chico les sirvió vino, pero Ximena lo apartó.
—Xime, ¿no vas a tomar?.
Ximena había estado mucho tiempo sin licor, no quería ni verlo. Aún recordaba las noches en las que se alcoholizaba para olvidar su triste vida. Además, prometió a su abuelo que no volvería a tomar ni una copa, pero Carolina era muy chismosa.
¿Cómo está tu abuelo, Roberto? — Carolina puso una cara muy tierna: está viejo.
Las dos se pusieron a reír. Era imposible que Roberto Wherber fuera viejo. Roberto era un hombre que para ser un hombre de 60 años se mantenía muy bien en muy buena forma. Roberto estaba todavía en la flor de la juventud.
Mientras las mujeres reían por las palabras de Carolina, un hombre ingresó.
-Disculpen la demora -Emiliano ingresó y Ximena se molestó, pues no esperaba conocer más personas, aunque muy dentro sabía que Carolina haría algo así. Le agradecía por tratar que ella se sintiera bien, pero no era necesario y no sabía cómo hacerle entender, ya que las palabras no eran suficientes.
Se trató de relajar.
-Mira, Ximena, no creo que hayas escuchado mucho de él. Se llama Emiliano, recién vino al país, es cirujano.
—¿Qué tal? ¿Cómo te va? — Solo pudo decir esas palabras, quiso sonar informal para no hacer tan agrio el momento.
—Muy bien, pero cenando con dos mujeres tan hermosas, mi noche se vuelve inolvidable.
—Qué adulador eres, Emiliano—respondió Carolina.
Emiliano, en las dos horas que estuvieron comiendo, trató de que Ximena se sintiera cómoda, pero Ximena hablaba muy poco. Ximena, por el contrario, le pareció un lindo chico educado, pero ella aún no se sentía lista para conocer un hombre.