el mundo de los sueños se despliega en toda su gloria: nubes formadas por palabras flotan en un cielo etéreo, un río de luz líquida serpentea hacia un bosque oscuro y ominoso en el horizonte, y formas abstractas se mezclan con paisajes imposibles. La niña parece semitransparente, lo que indica que se encuentra atrapada entre los dos mundos.
NovelToon tiene autorización de Norvingabriel castro varel para publicar esa obra, el contenido del mismo representa el punto de vista del autor, y no el de NovelToon.
La Pared Invisible
Después de la enigmática conversación con la mujer de ojos dorados, Emma regresó al hospital con una sensación de urgencia. Sentía que algo había cambiado dentro de ella, como si un velo se hubiera levantado momentáneamente, dejándola entrever una verdad que aún no comprendía por completo. La mujer había hablado de enfrentarse a las sombras, de no huir de lo que estaba sucediendo dentro de su mente. ¿Qué quería decir con eso? ¿Por qué las sombras eran tan importantes? Y lo más importante: ¿por qué no podía simplemente despertar y dejar todo esto atrás?
El sol ya había caído cuando Emma regresó a su habitación. La luz del día se había desvanecido y ahora solo quedaba el resplandor artificial de las luces del hospital, que iluminaban los pasillos con un brillo frío y distante. El familiar zumbido de las máquinas y el suave murmullo de los enfermeros en el pasillo creaban una atmósfera monótona, pero Emma no podía ignorar la sensación que la envolvía. Algo dentro de ella la mantenía atrapada, como si estuviera dentro de una burbuja, flotando entre el mundo físico y el mundo de las sombras que tanto la aterraban.
Se tumbó en la cama, pero el descanso le era esquivo. Su mente estaba llena de imágenes que se desvanecían al instante, como si los recuerdos y los sueños estuvieran jugando al escondite. Las voces que había escuchado en el jardín del hospital seguían resonando en su mente, llenándola de una angustia indescriptible. La mujer de ojos dorados había dicho que no podía huir de las sombras. Emma cerró los ojos, intentando calmarse, pero las imágenes seguían apareciendo, y la sensación de estar atrapada solo aumentaba.
De repente, sintió un tirón en su pecho. No era un dolor físico, sino algo más profundo, como si una fuerza invisible estuviera sujetándola. Los recuerdos del coma, las sombras que había visto, comenzaron a tomar forma. Recordó la oscuridad densa que la había rodeado, los ecos de voces y susurros que la guiaban hacia lo desconocido. Esas sombras, ese lugar extraño, le estaban pidiendo algo, pero no sabía qué. Lo único que sabía con certeza era que no podía seguir viviendo entre dos mundos, atrapada en este estado intermedio, sin poder moverse hacia adelante.
Decidió que necesitaba salir, necesitaba respirar aire fresco. Sus piernas aún no respondían completamente, pero a pesar de la fatiga, se levantó de la cama y caminó hacia la puerta. Tenía la sensación de que el hospital la estaba consumiendo, que las paredes de ese lugar la estaban estrechando. El aire del exterior parecía ser lo único que podría darle claridad.
Al salir al jardín del hospital, la luna llena brillaba en lo alto, bañando todo con una luz suave y plateada. Emma caminó lentamente por el sendero, sus pasos resonando en el silencio. El jardín parecía más amplio en la oscuridad, como si la noche hubiera transformado el lugar, haciéndolo más misterioso y, al mismo tiempo, más acogedor. Sin embargo, Emma no podía quitarse la sensación de que algo más la estaba observando. Las sombras entre los árboles se alargaban y se retorcían, como si cobraran vida propia.
En ese momento, recordó las palabras de la mujer de ojos dorados: "No puedes huir de lo que eres." Emma se detuvo en seco, mirando las sombras que parecían moverse más allá de su vista. Respiró hondo y, con el corazón acelerado, dio un paso hacia ellas. No sabía por qué lo hacía, pero sentía que si no lo hacía, nunca encontraría la paz.
Las sombras la rodearon, no de una manera hostil, sino como si la esperaran. De alguna manera, sabía que debía atravesarlas, que debía enfrentarse a lo que estaba más allá de su miedo. Cada paso la acercaba más a un lugar oscuro, un lugar que sentía muy familiar, aunque no podía recordar claramente por qué.
A medida que avanzaba, las sombras se fueron desvaneciendo lentamente, y ante ella apareció una figura, una figura que la hizo detenerse por un momento. Era una versión de ella misma, pero con los ojos vacíos, sin vida, como si fuera una sombra de lo que alguna vez había sido.
—¿Quién eres? —preguntó Emma, con la voz quebrada por la confusión.
La figura no respondió, pero Emma la reconoció. Era ella misma, pero de una forma que no podía comprender. Era una versión de ella que había estado atrapada en la oscuridad, una versión que había renunciado a despertar.
—No eres real —dijo Emma, intentando convencerse de que esa figura no era más que una ilusión.
Pero la figura no desapareció. Se quedó allí, inmóvil, observándola con una intensidad que la desconcertaba.
—No podemos despertar si no enfrentamos lo que nos retiene, Emma —dijo la figura en un susurro, su voz resonando en la mente de Emma. —No puedes seguir huyendo de ti misma. Tienes que aceptar lo que eres para poder despertar.
Emma dio un paso atrás, sintiendo una mezcla de miedo y desesperación. ¿Qué significaba eso? ¿Por qué esa versión de ella estaba tan vacía? ¿Era eso lo que le ocurriría si no encontraba la manera de liberarse de las sombras que la acosaban?
La figura comenzó a desvanecerse, pero antes de desaparecer por completo, sus ojos vacíos miraron a Emma una última vez.
—La pared invisible es lo que te mantiene atrapada, Emma. Solo tú puedes derribarla.
Emma se quedó allí, sola en la oscuridad, intentando comprender el significado de esas palabras. La pared invisible. ¿Qué significaba eso? ¿Era una barrera que existía dentro de ella, algo que la mantenía atrapada entre la vigilia y el coma?
En ese instante, comprendió que debía enfrentar esa barrera, esa resistencia interna que la mantenía cautiva. La sombra que había visto no era solo una visión; era una parte de ella misma, una parte que se había desconectado de la realidad durante su coma, una parte que debía integrar de nuevo para poder despertar por completo.
Con determinación, Emma cerró los ojos y comenzó a caminar hacia la oscuridad. Sabía que tenía que enfrentarse a lo que la mantenía atada, y aunque no sabía exactamente qué era, sentía que ese era el único camino hacia la libertad.
Desafío: Emma entendió que no solo debía despertar físicamente, sino también emocional y espiritualmente. La pared invisible era el miedo, el miedo a enfrentar lo desconocido dentro de sí misma. Solo si se atrevía a cruzar esa barrera podría encontrar el camino hacia su verdadero despertar.
/Smile//Smile/
/Smile//Smile/