Álvaro, creyente en la reencarnación, se encuentra atrapado en el cuerpo de Felipe, un ladrón muerto en un tiroteo. Con una nueva identidad, pero con la misma mente astuta y sedienta de justicia, decide vengarse de Catalina y de su amante. Usando sus habilidades empresariales y su inteligencia, se infiltra en su propia casa, ahora ocupada por otros, y empieza a mover las piezas de un plan de venganza que se va tornando cada vez más complejo.
Entre situaciones cómicas y tensiones dramáticas, la novela explora temas de identidad, amor, traición y justicia, mientras Álvaro navega en un mundo que no le pertenece, pero que está dispuesto a dominar. La lucha interna entre el alma de Álvaro y el cuerpo de Felipe crea un conflicto fascinante, mientras él busca vengarse de aquellos que lo destruyeron.
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La Sombra de Felipe
El silencio absoluto llenaba el espacio. Álvaro intentó gritar, pero no había sonido. Intentó moverse, pero no había cuerpo. Era como estar suspendido en una vasta nada, flotando entre pensamientos fragmentados y destellos de recuerdos que no le pertenecían. De repente, una risa burlona rompió el vacío, resonando en su mente como un trueno.
“¿Te sientes cómodo, Álvaro? Así es como yo viví durante años. Atrapado. Silenciado. Observando cómo desperdiciabas todo lo que tenías.”
La voz de Felipe era clara, potente, y, para Álvaro, un recordatorio aterrador de su impotencia. Intentó responder, pero las palabras se le escapaban, como si estuvieran bloqueadas por una barrera invisible.
El Control de Felipe
Mientras Álvaro luchaba en el vacío de su propia mente, Felipe disfrutaba del control total del cuerpo. Se encontraba caminando por un pasillo brillante en una de las instalaciones principales de Eterna, con un aire de superioridad que no podía ocultar. Dos agentes uniformados lo seguían de cerca, sus movimientos sincronizados y mecánicos.
“Unidad A-7, el Consejo requiere tu presencia en la sala principal. Han solicitado una actualización de tu última misión.”
Felipe sonrió, una mueca de triunfo que contrastaba con el rostro siempre serio de los agentes. “Claro, llevo diez años esperando este momento. Será un placer.”
En el fondo, Álvaro podía sentir lo que Felipe sentía: orgullo, ambición, y una pizca de resentimiento. Era como si Felipe no solo quisiera controlar el cuerpo, sino demostrar que era mejor que Álvaro en todos los sentidos.
Felipe entró en una sala impresionante, con un techo alto que proyectaba constelaciones holográficas en constante movimiento. En el centro, un grupo de figuras enmascaradas lo esperaba detrás de un panel de cristal oscuro.
“Unidad A-7,” comenzó una de las figuras con voz distorsionada, “reporta tus progresos en la integración al sistema.”
“Mis progresos,” dijo Felipe, inclinando la cabeza ligeramente, “han superado todas las expectativas. El programa de transferencia no solo es efectivo, sino que estoy en pleno control. La Unidad A-7 está completamente operativa.”
Uno de los enmascarados intervino. “Entonces, estás listo para la siguiente fase. Necesitamos que elimines cualquier rastro de resistencia en los sectores exteriores. Hay rumores de una facción que está desmantelando nuestras redes.”
Felipe asintió, pero detrás de su aparente lealtad, sus pensamientos eran calculadores. “Como ordenen. Pero necesitaré acceso total a los archivos de los sujetos anteriores. Hay patrones que quiero analizar.”
El Consejo dudó por un momento antes de conceder su solicitud. Felipe sabía que estaba jugando con fuego, pero su ambición lo empujaba a más. En lo profundo, estaba claro que no solo quería servir a Eterna, sino dominarla.
La Resistencia de Álvaro
Mientras Felipe tramaba su ascenso, Álvaro seguía atrapado en un rincón oscuro de su mente. Pero no estaba completamente desconectado. Podía sentir lo que Felipe hacía, sus decisiones, sus palabras. Y con cada momento, su ira crecía.
“Felipe, maldito... ¡déjame salir!”, gritó Álvaro en un intento desesperado de romper la barrera.
Para su sorpresa, Felipe respondió. “Ah, estás despierto. Me preguntaba cuánto tiempo te tomaría. Debo admitir que me gusta verte sufrir, Álvaro. Es... satisfactorio.”
“Esto no es tuyo, Felipe. Es mi cuerpo, mi vida.”
“Tu cuerpo, sí. Pero tu vida... ya no. Mientras tú dormías, yo sobreviví. Fui yo quien enfrentó las pruebas, yo quien soportó el dolor. Tú eres un espectador, nada más.”
Álvaro intentó luchar contra la barrera mental que lo contenía. En un destello de determinación, logró hacer algo que no había hecho en años: mover un dedo. Fue un movimiento insignificante, pero suficiente para que Felipe lo notara.
“Interesante,” dijo Felipe con un tono que mezclaba admiración y amenaza. “¿Intentas recuperar el control? Adelante, inténtalo. Pero te advierto: cuanto más luches, más débil te harás.”
Una Misión en la Superficie
De vuelta en el mundo exterior, Felipe lideraba una misión al sector exterior, una zona devastada por guerras y saqueos. El aire era denso, y las estructuras en ruinas eran un recordatorio de lo que la humanidad había perdido.
Un equipo de soldados mecanizados lo acompañaba. Eran silenciosos, eficaces, pero sin alma. Felipe se detuvo frente a una barricada improvisada. Los informes indicaban que allí se escondían miembros de la resistencia.
“No dejen a nadie vivo,” ordenó Felipe fríamente.
Los soldados avanzaron con precisión letal, eliminando a cualquiera que encontraran. Felipe observaba desde la distancia, pero algo llamó su atención: una figura encapuchada que corría hacia una entrada subterránea. Ordenó a sus hombres que la siguieran, pero decidió perseguirla personalmente.
El túnel era oscuro y laberíntico. Las paredes estaban cubiertas de grafitis que hablaban de libertad y resistencia. Felipe finalmente alcanzó a la figura, pero cuando la atrapó, descubrió algo que lo dejó sin palabras: era Catalina.
“¡Tú!”, exclamó Felipe, apretando los dientes.
Catalina lo miró con una mezcla de confusión y rabia. “¿Álvaro? No... no eres tú. Eres él.”
“Muy observadora,” respondió Felipe con una sonrisa irónica. “¿Qué haces aquí, Catalina? Creí que habías desaparecido.”
Catalina retrocedió un paso, sosteniendo un pequeño dispositivo en su mano. “No eres tú a quien busco. Álvaro sigue ahí, en alguna parte. Y lo traeré de vuelta.”
Antes de que Felipe pudiera reaccionar, Catalina activó el dispositivo, emitiendo una onda de choque que lo dejó aturdido. Sus últimos pensamientos antes de caer al suelo fueron de incredulidad: “Esto no puede terminar aquí.”
Cuando Felipe recuperó la consciencia, estaba atado a una silla en una sala desconocida. Catalina lo observaba desde el otro lado, con los ojos llenos de determinación.
“Voy a sacarlo, Felipe. Voy a traer de vuelta a Álvaro. Y tú... tú pagarás por todo lo que has hecho.”
Felipe intentó reír, pero por primera vez, sintió una pizca de miedo. “Haz lo que quieras. Pero recuerda, él no puede sobrevivir sin mí. Estamos... unidos.”
Catalina no respondió. En su lugar, encendió una pantalla que mostraba un programa cargándose: Separación de Conciencia, Fase 1.
El rostro de Felipe se transforma de arrogancia a preocupación. Mientras tanto, en su mente, Álvaro siente una chispa de esperanza. “Catalina... no me dejes.”
CONTINUARÁ...
