Sacha, buscando una lectura emocionante, se topa con "Emperador, ¿por qué mataste a mi hermano?", una novela BL donde el emperador, obsesionado con Leo, lo mata accidentalmente al proteger a su hermana adoptiva.
Al terminar la novela, Sacha se ve transportada al mundo ficticio, convirtiéndose en la hermana adoptiva de Leo. Ahora, con el conocimiento del futuro, debe proteger a su hermano del emperador, un hombre que, aunque lo amaba, lo mató por un error trágico.
Sacha se enfrenta a un dilema: ¿puede cambiar el destino de Leo sin sacrificar su propia felicidad? ¿O se verá atrapada en un romance peligroso con el emperador, un hombre que, a pesar de su amor, es capaz de cometer actos terribles?
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Entre sospechas y temores
El sol del día posterior al ataque se alzaba en el cielo como un recordatorio de que la vida seguía, aunque el alma de Leo estaba atrapada en una tormenta de culpa y desesperación. Desde el momento en que había llevado a Sacha en sus brazos, cubierta en sangre, no había podido apartar de su mente la imagen de su hermana herida.
Sacha, por otro lado, mantenía su papel a la perfección. Acostada en su habitación, con vendas estratégicamente colocadas por el médico para simular la gravedad de su "herida", se aseguraba de parecer lo suficientemente débil como para calmar las sospechas. Pero, en su interior, luchaba contra la ansiedad.
Leo no puede sospechar.
Era un pensamiento que se repetía constantemente, especialmente cada vez que su hermano se acercaba a verla. Y lo hacía con frecuencia, como si temiera que pudiera desaparecer en cualquier momento.
—Sacha, no sabes cuánto lo lamento —murmuró Leo, sentado al borde de su cama. Sus manos temblaban ligeramente mientras tomaban las de ella—. Fui un idiota al no protegerte.
—No fue tu culpa, Leo. —Sacha apretó sus manos para tranquilizarlo, aunque su voz sonaba cansada—. Lo importante es que estamos bien.
Sin embargo, las palabras de Sacha no parecían suficientes para disipar el peso en el corazón de Leo. La culpa lo devoraba.
Leo Lin (Duque de la familia Lin)
—Debí estar más atento. ¡Debí haber hecho algo! —exclamó, poniéndose de pie y alejándose hacia la ventana. Sus puños estaban cerrados con fuerza, y su frustración era palpable.
Sacha lo observó en silencio, tratando de encontrar las palabras adecuadas. No podía permitir que Leo se sumiera en la culpa, no cuando había tanto en juego.
—Leo, si algo aprendí ayer es que no podemos controlar todo. Pero sí podemos decidir cómo enfrentamos lo que viene. No quiero verte así por mi culpa. Prométeme que no dejarás que esto te consuma.
Leo se volvió hacia ella, con los ojos brillantes por la emoción contenida.
—Lo prometo. Pero también prometo que jamás volveré a dejar que algo así te pase.
Sacha asintió, aunque su corazón se encogía. Sabía que no podía proteger a Leo de todo, pero haría todo lo posible para cambiar su destino.
Días después, la calma aparente fue interrumpida por la llegada de una carta oficial del palacio. Sacha la abrió con cautela, leyendo las líneas que contenían una invitación del propio emperador.
"El emperador desea recibir a la señorita Sacha Lin en el palacio real para una audiencia privada."
Su pulso se aceleró. Aunque había estado esperando algo así, la formalidad de la invitación y el momento en que llegó la hicieron sentir un nudo en el estómago.
Leo, al enterarse, mostró de inmediato su preocupación.
—¿Por qué querría el emperador verte? —preguntó, frunciendo el ceño—. No me gusta esto, Sacha.
—Tal vez quiera agradecerme por lo que hice —respondió ella, intentando sonar despreocupada—. No te preocupes, estaré bien.
Leo no parecía convencido, pero finalmente cedió.
Cuando llegó el día de la audiencia, Sacha se preparó con esmero. Su vestido era elegante pero discreto, y su porte reflejaba la serenidad que quería proyectar, aunque por dentro sentía una mezcla de miedo e incertidumbre.
Al llegar al palacio, el aire majestuoso del lugar la abrumó. Las columnas de mármol blanco y las banderas ondeando al viento parecían recordarles a todos los que entraban que estaban bajo el dominio del hombre más poderoso del imperio.
Un sirviente la condujo hasta el salón del trono, donde el emperador la esperaba. Estaba sentado en su trono, con una postura que irradiaba autoridad. Al verla entrar, su mirada se fijó en ella con intensidad, como si quisiera leer cada uno de sus pensamientos.
Jhan Darteyu
(Emperador del Reino de Darteyu)
—Sacha Lin. —Su voz resonó en el amplio salón—. Es un placer verte aquí.
—El honor es mío, Su Majestad. —Sacha hizo una reverencia profunda, manteniendo la calma a pesar de que sentía su corazón latiendo con fuerza.
El emperador se levantó y caminó hacia ella con pasos lentos pero seguros. Había algo en su mirada que la inquietaba, una mezcla de curiosidad y desconfianza.
—He estado reflexionando sobre lo que sucedió en el festival —comenzó, deteniéndose a unos pasos de ella—. Me parece fascinante cómo alguien conocido por su timidez y su falta de participación en los círculos sociales pudo actuar con tanta valentía y decisión.
Sacha mantuvo su expresión neutral, aunque por dentro estaba alerta.
—Fue un impulso, Su Majestad. No podía quedarme de brazos cruzados cuando su vida estaba en peligro.
El emperador sonrió, pero era una sonrisa que no alcanzaba sus ojos.
—¿Un impulso? —repitió, acercándose un poco más—. Curioso. Porque he investigado, y ese comportamiento no coincide con la dama que solías ser.
Sacha sintió que un escalofrío recorría su espalda, pero no dejó que se notara.
—Las experiencias nos cambian, Su Majestad. Tal vez haya aprendido a enfrentar mis miedos.
El emperador la observó en silencio durante un largo momento, como si estuviera evaluando la veracidad de sus palabras. Finalmente, habló.
—Aún así, hay algo en ti que no encaja. No eres la misma persona que conocí… o mejor dicho, que apenas pude conocer. —Su voz se volvió más baja, casi un susurro—. Antes ni siquiera podías sostener mi mirada, y ahora hablas conmigo como si fuéramos iguales.
De repente, su mano se movió con rapidez, sujetando a Sacha por el cuello. Ella contuvo un jadeo de sorpresa, aunque el miedo comenzaba a apoderarse de ella.
—Dime, Sacha Lin… ¿quién eres realmente?
Sacha luchó por mantener la calma, sus manos temblando ligeramente mientras intentaba liberarse de su agarre.
—Soy… soy Sacha. —Su voz era firme, aunque sentía que su corazón estaba a punto de explotar—. Y como ya le dije, las personas cambian.
El emperador la soltó lentamente, sus ojos aún fijos en ella como si estuviera intentando descifrar un enigma.
—Tal vez tengas razón… pero aún no estoy convencido.
Sacha Lin y el Emperador
Sacha hizo una reverencia apresurada, aprovechando el momento para apartarse.
—Si me disculpa, Su Majestad, creo que mi presencia ya no es necesaria.
El emperador no respondió, solo la observó mientras salía del salón.
Al subir al carruaje que la llevaría de vuelta, Sacha dejó salir todo el miedo que había contenido. Su cuerpo comenzó a temblar, y lágrimas silenciosas rodaron por sus mejillas.
"El tiene razón. Me apresuré y no actué como la Sacha de la novela. Pero ya no puedo hacer nada para cambiarlo."
Por otro lado, el emperador estaba en su despacho, revisando un pergamino con la caligrafía de Sacha.
Comparaba la caligrafía de Sacha actual con documentos antiguos que había solicitado en secreto. Aunque las diferencias eran claras, había algo que lo detenía: su agradecimiento.
"Sea quien sea ahora, lo que hizo en el festival no puede ser ignorado. Puso en riesgo su vida por salvar la mía."
Sus dedos tamborilearon sobre la madera del escritorio mientras meditaba. Algo no encajaba, pero no podía dejar de reconocer que aquella acción había sido decisiva.
—Sacha Lin… tarde o temprano descubriré qué es lo que ocultas —murmuró, aunque su voz era más reflexiva que severa—. Pero no puedo negar que tu valentía me intriga.
Mientras tanto, Sacha, sentada en el carruaje que la llevaba de vuelta a casa, dejó escapar un suspiro tembloroso. Los recuerdos del enfrentamiento con el asesino seguían frescos en su mente. "Al menos no se dio cuenta de que estaba fingiendo," pensó con una mezcla de alivio y preocupación.
"Nadie sospechó que la herida no era real. Utilicé un dispositivo especial para que pareciera que la apuñalada había sido profunda. El dolor fue apenas soportable, pero no podía dejar que el emperador descubriera que todo había sido una actuación."
Sacha cerró los ojos y se permitió un breve respiro. "Si hubiera descubierto la verdad, las cosas serían muy diferentes ahora. ¿Qué hubiera pasado si el emperador sospechaba que mi único propósito era desviar su atención de Leo?"
Apretó las manos sobre su regazo, tratando de calmar el temblor que aún no podía controlar. "Por ahora, todo está bien. Puedo seguir con mi plan. No debo dejar que se note que algo no va bien."