Emma y Ethan han sido inseparables desde que tienen memoria. Sus padres, amigos íntimos, los han visto crecer juntos, compartiendo risas, juegos y sueños. Sin embargo, al finalizar la secundaria, ambos sienten que la amistad ha evolucionado en algo más profundo, una atracción que ninguno se atreve a confesar por miedo a las posibles reacciones de sus familias.
Durante su segundo año de universidad, Emma, cansada de ocultar sus sentimientos, decide confesarle a Ethan lo que realmente siente. Con el corazón acelerado, se dirige al departamento de Ethan, solo para encontrarlo en compañía de una de las chicas más populares de su clase. Desconcertada y herida, Emma toma una decisión drástica: pide a sus padres que la envíen a estudiar al extranjero, con la esperanza de dejar atrás sus sentimientos no correspondidos.
Años después, Emma regresa y los sentimientos que creía olvidados también lo harán.
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Confusiones y desencuentros...
El lunes llegó con un cielo despejado y una brisa fresca, perfecto para un nuevo comienzo. Emma se levantó temprano, sintiendo una mezcla de nervios y emoción al prepararse para su primer día de trabajo en la empresa de su padre y su tío James. El lugar donde había jugado de niña y había aprendido a amar el mundo de los negocios estaba ahora listo para recibirla como una profesional.
Se miró en el espejo, asegurándose de que su atuendo estuviera impecable. Optó por un conjunto elegante pero cómodo: una blusa blanca, una falda lápiz azul marino y zapatos de tacón moderado. Su cabello castaño caía en suaves ondas sobre sus hombros, y sus ojos verdes brillaban con determinación. Alex, seguía haciéndole compañia, se había propuesto no marcharse hasta ver que su amiga estuviera completamente segura de todo.
-Es tu primer día, Emma. Hazlo bien- se dijo a sí misma en el espejo, tratando de calmar sus nervios.
Bajó a desayunar, y en el comedor se encontró a su familia y a su amigo todos listos para salir.
-¿Y tú, adonde vas? - le preguntó Alex cuando lo vio.
- Bueno- respondió él- Salgo contigo, tú vas a trabajar y yo a buscar un departamento.
Nadie se sorprendió al oír al joven, ya que tanto Annia como Kyle suponían que entre el muchacho y su hijo había algo más que una simple amistad, y era lógico que quisieran tener mayor privacidad. Esta apreciación era debido a que Alex había decidido no mostrarse como en realidad era por si era necesario tomar alguna medida drástica. Así que, luego de que Emma desayunara ambos salieron de la casa e hicieron el trayecto hasta la empresa.
-Paso por ti para almorzar- dijo Alex, Emma asintió con gusto.
Al entrar al lugar, la muchacha fue recibida por caras conocidas y algunas nuevas. Muchos empleados la habían visto crecer y ahora la veían regresar como una mujer adulta y profesional. La recepción estaba llena de murmullos y sonrisas mientras Emma cruzaba la puerta principal.
-¡Emma! ¡Cuánto tiempo!- exclamó Susan, la recepcionista, con una sonrisa cálida- Estás hermosa y toda una profesional ahora.
-Gracias, Susan. Es bueno verte- respondió Emma, devolviéndole la sonrisa.
Caminó por los pasillos, recibiendo saludos y felicitaciones de varios empleados.
-¡Emma! ¡Bienvenida de nuevo!- dijo Tom, uno de los antiguos directores de proyectos, mientras le daba un amistoso apretón de manos.
-Gracias, Tom. Es un placer estar de vuelta.- respondió Emma, sintiéndose cada vez más cómoda.
Finalmente, llegó a su nueva oficina en la sección de moda. Las paredes estaban decoradas con bocetos y muestras de telas, reflejando el vibrante mundo en el que estaba a punto de sumergirse.
-Señorita Emma, aquí está su cafe- dijo Laura, su asistente, entregándole una taza humeante-Todos estamos muy emocionados de tenerla aquí.
-Gracias, Laura. Estoy ansiosa por comenzar- dijo Emma, tomando un sorbo del café y mirando alrededor de su oficina.
Pasó la mañana familiarizándose con los proyectos actuales y conociendo a su equipo. Cada vez que hablaba, su pasión y conocimiento sobre la moda brillaban, ganándose rápidamente el respeto y la admiración de sus colegas.
Siendo media mañana, Emma decidió tomar un breve descanso y explorar un poco más el edificio. Se detuvo frente al ascensor, presionando el botón y esperando mientras el ascensor descendía desde los pisos superiores. Cuando las puertas se abrieron, su corazón dio un vuelco. Ethan estaba allí, mirando su teléfono, ajeno a su presencia.
La muchacha respiró hondo y dio un paso adelante, entrando en el ascensor. Ethan levantó la vista, y por un breve momento, sus ojos se encontraron. El tiempo pareció detenerse.
-Hola, Ethan- dijo Emma, con una voz más firme de lo que esperaba.
-Emma...- respondió Ethan, claramente sorprendido pero tratando de mantener la compostura- No esperaba verte aquí tan pronto.
-Es mi primer día. Estoy explorando un poco- dijo ella, intentando sonar casual.
El ascensor comenzó a moverse, y el silencio entre ellos era palpable. Emma sentía cómo su corazón latía con fuerza en su pecho, y podía notar que Ethan también estaba nervioso.
-¿Cómo ha sido tu mañana?- preguntó Ethan, tratando de romper el hielo.
-Muy bien, en realidad. Todos han sido muy amables y me siento bienvenida- respondió Emma, mirando las luces del ascensor cambiar de número.
-Me alegra oír eso- dijo Ethan, aunque su tono sugería que había mucho más que quería decir.
El ascensor se detuvo en el piso de contabilidad, donde Ethan trabajaba. Las puertas se abrieron, pero él no se movió de inmediato.
-Supongo que este es mi piso- dijo, haciendo un gesto hacia la puerta- Pero me alegra haberte visto, Emma. Realmente me alegra.
-A mí también, Ethan- respondió Emma, con una sonrisa tímida.
Ethan asintió y salió del ascensor, dejándola sola con sus pensamientos. Mientras las puertas se cerraban, Emma se apoyó contra la pared del ascensor, exhalando un suspiro profundo. El encuentro había sido breve, pero cargado de emociones no resueltas.
De regreso en su oficina, Emma trató de concentrarse en su trabajo, pero su mente seguía volviendo al encuentro con Ethan. Recordó cómo había sentido su mirada, cómo sus ojos habían reflejado una mezcla de sorpresa y algo más profundo. Sabía que no podían evitarse para siempre, y que eventualmente tendrían que hablar sobre lo que había sucedido y lo que podría suceder.
El resto del día pasó en un torbellino de actividades. Emma se reunió con varios diseñadores y discutió nuevas ideas para la línea de moda. Se sintió inspirada y motivada, llegado el mediodía recibió una llamada de parte de Alex, avisándole que estaba esperando para ir a almorzar juntos, así que ella se apresuró en tomar su bolso y salir hasta la entrada del edificio, mientras caminaba por el pasillo rumbo al ascensor Alex volvió a llamarla.
-" Si, si. Estoy saliendo- respondió ella con una sonrisa radiante- ¡Oh, vamos Alex! - agregó siguiendo la charla ignorando que una de las puertas se había abierto y allí de pie Ethan la observaba y oía la charla, o al menos lo que ella respondía mientras caminaba.
- Ya lo sabes, te lo digo siempre- se quejó ella mientras esperaba el ascensor- Vale, Te amo inmensamente- dijo finalmente, esas palabras aunque simples hicieron que el corazón de Ethan se sintiera extraño, y tras oírlas volvió a ingresar a la sala de la que iba a salir para evitar ser visto.
Cabe decir que las emociones de Ethan se desbordaron y terminó por reconocer que le iba a costar mucho deshacerse de sus sentimientos, pero que era necesario hacerlo.
Emma, por su parte se encontró con Alex, él le contó que ya había conseguido donde vivir y que al día siguiente se mudaría.
Luego del almuerzo, la acompañó hasta la puerta de la empresa, y como cosa del destino Ethan iba de salida y los vio dentro del automóvil charlando y riendo, pero su angustia resurgió al ver como Emma se abrazaba al cuello del joven inglés. Así que se dio la vuelta y decidió salir del edificio por el estacionamiento.
Finalmente, cuando la jornada laboral llegó a su fin, Emma se quedó en su oficina un poco más, organizando sus notas y preparándose para el día siguiente. Ethan no regresó ese día.
Al salir, mientras caminaba hacia el estacionamiento, Emma pensó en su madre y en las conversaciones que habían tenido. Sabía que Annia estaba preocupada por ella, y que sospechaba que algo le estaba pasando, y aunque quería contarle no creía estar segura de hacerlo.
El encuentro en el ascensor había sido solo el comienzo. Emma sabía que el camino por delante no sería fácil, pero estaba dispuesta a enfrentarlo con valentía y determinación. Con un último vistazo al edificio de la empresa, subió a su coche y se dirigió a casa, lista para enfrentar lo que el futuro le deparara.
Que Dios te siga bendiciendo, para disfrutar de los frutos de tu enorme talento. Sinceramente :Felicitaciones y muchas muchas gracias!!!