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¡Le Vendí Mi Virginidad!

¡Le Vendí Mi Virginidad!

Status: Terminada
Genre:Amor a primera vista / Novia subastada / Amor-odio / Contratadas / Venderse para pagar una deuda / Completas
Popularitas:13.6M
Nilai: 4.5
nombre de autor: Ana de la Rosa

En está historia veremos a una joven, dispuesta hacer lo que sea para salvar la vida de su mamá, pero, ¿Qué pasará con ella, si en el proceso se enamora? Los invito a leer.

NovelToon tiene autorización de Ana de la Rosa para publicar esa obra, el contenido del mismo representa el punto de vista del autor, y no el de NovelToon.

Cap. 4

5.ª Cláusula: La Reclamación del Vencedor.

El postor dispone de un plazo perentorio de un (1) año para consumar la adquisición de la virginidad. Si la consumación no ocurre la noche de la subasta, la señorita queda bajo la custodia y disposición exclusiva del postor hasta que se ejecute la cláusula.

6.ª Cláusula: El Castigo de la Traición.

Si, en el período de un año, la señorita cede su virginidad a un hombre diferente al postor, su deuda se multiplicará. Deberá devolver el doble de la cantidad que se le ha entregado, enfrentando las represalias y los métodos de cobro que el postor considere oportunos.

Sorimar recorrió cada línea, cada condición humillante, con una calma que no sentía. Lejos de asustarla, el contrato confirmaba su determinación. A su lado, una muchacha temblaba visiblemente, con los ojos vidriosos y la mano incapaz de sostener la pluma.

Sorimar se inclinó hacia ella, su voz un susurro cargado de juicio. — ¿Por qué no te marchas? Estás al borde del colapso.

La otra chica logró hablar, su voz quebrándose en cada sílaba. — No... no puedo. Con este dinero... me casaré con mi prometido. Es la única forma de conseguir la dote.

Un relámpago de furia cruzó el rostro de Sorimar. Quiso abofetearla por su patética ceguera. Se estaba entregando por la ilusión más cruel, absurda.

— ¿Estás bromeando? ¿No hay otro camino? Te lo advierto, ingenua. En cuanto ese dinero esté en tus manos, él te lo arrebatará. Te dejará en la miseria y con un alma destrozada. Ese hombre no te ama; solo ve una transacción. ¡Exige respeto!

— ¡No! Él me ama, lo sé. — La joven alzó la voz, desesperada por creer en su propia mentira.

— Bien. Pues te deseo suerte, la vas a necesitar. — sentenció Sorimar, apartándose con desdén.

Las luces del salón revelaban con claridad la variedad de babydolls y prendas eróticas. A diferencia de las demás participantes, Sorimar eligió un vestido, ya que no quería verse tan expuesta.

Sorimar buscaba un arma, no un atuendo. Luchi, como su estilista y cómplice, la miraba como una obra de arte. El vestido que eligieron era una declaración de guerra: azul marino, la tela abrazando cada curva de su figura peligrosamente hermosa. La espalda era un abismo desnudo, y el escote, aunque discreto, era una promesa de tentación.

Luchi se quedó sin aliento al verla. — ¡Una diosa! Una verdadera reina.

— ¿No es demasiado... provocativo? — preguntó, sabiendo la respuesta.

Luchi rodó los ojos. — ¡Qué horror! Ese es precisamente el punto. Quieren carne, tesoro, dales un banquete que no olvidarán. Dales un rostro que les costará el alma.

Por otro lado…

Eykel irrumpió en su casa. El agotamiento del día se disipó, reemplazado por una punzada de ansiedad que solo su madre lograba mitigar. Subió rápidamente, su preocupación un escudo.

— Mamá, ¿te tomaste tus medicamentos a la hora exacta?

— Sí, mi amor. ¿Por qué no te quedaste a ayudar a tu padre? Debe estar exhausto. — le preguntó, con la dulzura de la ignorancia.

El corazón de Eykel dio un vuelco. Se giró, ocultando la rabia que le inflamaba la cara. Su padre, el señor Rodrigo, había salido temprano de la agencia... con una excusa, sin duda. Él maldijo para sus adentros, y apretó las mandíbulas.

— Estoy demasiado cansado, mamá. Por ello no me quedé. Te veo después. Necesito descansar.

— Está bien. Descansa.

Él bajó a la cocina y se acercó al ama de llaves.

— ¿Dónde está mi padre, Rosa? Dime la verdad.

Rosa mostró una cara de sorpresa, suponía que él sabía dónde estaba su padre.

— El señor... se puso un traje de gala, muy elegante, en la habitación de servicio. Salió hace unos minutos, muy deprisa. ¿Pensé que tú sabías?

Eykel movió la cabeza intuitivamente.

— Gracias, Rosa. A mi madre, ni una palabra.

Presintiendo que al igual que en los días anteriores, lo iban a llamar para que fuera por él, decidió ir a buscarlo.

Subió a su habitación, se duchó, y se cambió con elegancia.

Salió de la mansión, el motor de su auto rugiendo al instante. Sabía exactamente dónde buscar: un club para caballeros, donde las mujeres ofrecían todo tipo de servicios.

El aire en el club era denso y pesado, cargado con el olor a whisky caro, tabaco y la lujuria contenida de cientos de hombres. La subasta había comenzado. Los postores, una galería de rostros voraces, se agitaban en sus asientos.

Después de la espera, al fin llegó el momento. El presentador, un hombre con una sonrisa aceitosa, recitó los datos de la primera participante: edad, peso, "medidas perfectas".

Sorimar y Luchi escuchaban expectantes. Los hombres apostaban cuantiosas sumas de dinero.

— ¡Dios! Muero de nervios. — explicó ella.

— Nada de eso. Relájate, tesoro.

Según avanzaba la subasta, subía la tensión en el rostro de Sorimar.

Y entonces, llegó su turno. El presentador la llamó por su nombre, dio su información, y le pidió subir.

Ella se persinó y sacudió las manos para librar tensión.

Sorimar subió a la tarima como una reina que acepta un tributo forzado. El club entero se sumió en un silencio sepulcral. No era solo bella; era devastadora. Una mezcla letal de elegancia glacial y promesa carnal. Su figura era un sueño envuelto en seda azul, su mirada, un desafío.

El silencio se rompió en un instante con una tormenta de gritos y pujas obscenas.

— ¡Cien mil dólares por la diosa! ¿Quién se atreve a desafiar esta cifra? — El presentador gritó, disfrutando del frenesí.

— ¡Ciento cincuenta mil! — resonó una voz desde la primera fila.

— ¡Doscientos mil!

La joven ignoró los rostros, ignoró los billetes. Sus ojos, fríos y fijos, solo veían el juego que estaba a punto de perder.

Se sentía como si las rodillas fueran a traicionarla. El pánico era una niebla fría que le quemaba la garganta, y la necesidad de huir era un grito mudo en su pecho. Quería caer de rodillas, quería que el suelo la tragara, pero el recuerdo implacable de su madre enferma y la deuda inmensa que la aprisionaba era el ancla que la obligaba a seguir respirando. Por ella, solo por ella, se repetía, cada paso un sacrificio.

Desde el borde, Luchi observaba la palidez mortal de su amiga. Reconoció el temblor que intentaba ocultar, la desesperación latiendo bajo el maquillaje. No podía quedarse quieta.

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Micaela Machado
excelente novela me encantó muchísimo
Maby Isela Moreno
Excelente
Susi Lorenzatti
Una de las mejores, felicitaciones 👏🥰🔥🇦🇷
Ester Gonzáles Rodriges
bonita historia, continúe escribiendo y bendiciones para usted
Ester Gonzáles Rodriges
Excelente
Crisbel
Si de fácil 😭
Ester Gonzáles Rodriges
Excelente
Noerlin Mata
Me encanto, este libro .😍
Alexander Ballesteros
muy buena
Antonia
Muy bonita novela
Yomaira Pacheco
muy bonito gracias felicidades
Dolo Pavon
Excelente
indiecitajaque@hotmail.com
buensima gracias autora
Noris Edith Moreno Labastide
Ay dios mio cm gozo cn ese luchy 😂😂😂😂 esos 2 van a quedar juntos
Sami Gadea
excelente 🌹 me encantó de principio ah fin
Sami Gadea
excelente 🌹 me encantó de principio ah fin
Yuri Perez
jajajaja 😂🤣
Yuri Perez
Luchi 😭
Yuri Perez
órale 😜
Yuri Perez
Ojalá y ese cambio de Inés sea cierto.
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