El Retorno De La Princesa.

Andrea pensó muchas cosas en aquel lugar ¿Cómo Max podía hacer eso? En su acuerdo no estaba el dormir juntos.

Tocó su cuerpo verificando que todo estaba bien.

—Estoy bien Silvia, ayúdame a arreglarme. —se quitó la sábana y se levantó con ayuda de Silvia.

Aun teniendo en mente lo que pasó, se arregló y se preparó para ir al comedor, comer en ese lugar era lo único que le daba la seguridad de que no envenenarian la comida, ya que todos comían lo mismo.

Al llegar Max no estaba, los saludo a todos ya que estaban sus cuñados y esposas.

Aunque la miraban con odio no decían palabras.

El duque y la duquesa llegaron y está tenía la misma mirada que el día anterior, Andrea los saludo y se sentaron a la mesa.

Max no llegó al desayuno ese día, aunque Andrea lo extraño pensó que era lo mejor después de ese amargo despertar.

—Madre —dijo Andrea dejando los cubiertos en la mesa.

—¿Qué?

—Quisiera aprovechar este momento ya que necesito salir para pedirle mi mensualidad. —la duquesa tenso la mandíbula al escucharla.

—Debes esperar, aún no corresponde el pago.

—Madre, debes recordar que estuve fuera más de un mes y esa mensualidad aún no la recibo, la necesito —la duquesa soltó los cubiertos y la miró, parecía que ambas se querían asesinar con la mirada.

—La gasté en otras cosas necesarias para la mansión ya que no sabía cuando regresabas, pero cuando toque el pago te daré el doble.

—Lo siento madre pero no puedo esperar.

—Ya te dije…

—Es tonto pelear por esto —dijo el duque al sentir que la temperatura aumentaba —si Andrea dice que lo necesita puedes sacarlo de lo que está disponible, siempre queda un restante.

—Pero esposo…

—Hazlo, vamos a terminar la comida y luego te encargas de eso. —La duquesa a quien le gusta fingir solo le sonrió a su esposo.

—Está bien esposo, lo que digas. —la duquesa le dio una mirada de muerte a Andrea antes de continuar comiendo.

Andrea sonriendo volvió a llevar la mirada a la comida.

Andrea no dejaba de sonreír y más al sentir su cuerpo como si fuera impactado por muchas agujas, esto sabía que era por la mirada de todos hacia ella.

“No es malo ser una villana” —pensó.

Al terminar la comida la duquesa se levantó junto al duque.

—Andrea.

—Sí madre. —respondió mirándola.

—Manda a tu doncella en una hora, te daré la mensualidad.

—Gracias madre —dijo haciendo una reverencia y viéndola salir, sus cuñados la miraron con molestia saliendo tras la duquesa. —Silvia.

—Señora.

—Vamos a la habitación, tenemos que hablar. —Andrea junto a Silvia salieron del comedor hacia la habitación. En el camino está le dio varias recomendaciones incluida no beber nada de la duquesa.

Se imagina que intentará algo para llevar a Silvia de su lado o en su lugar solo acabar con ella.

—No olvides lo que te dije Silvia.

—No se preocupe señora. —tras decir esto Silvia hizo una reverencia y salió, ya había pasado el tiempo requerido.

Andrea caminaba de un lado al otro mientras esperaba el regreso de Silvia, está llegó al poco rato, en cuanto la vio Andrea caminó hacia ella mirándola de arriba a abajo, la agarró de los hombros y la giró.

—¿Estás bien? ¿Estás segura que no te hizo nada?

—Estoy bien señora —dijo Silvia sonriendo —solo me dio lo que usted pidió y nada más.

—¿Segura?

—Sí, estoy segura —Silvia sonreía ya que realmente nada había pasado —no llegué a ver a la duquesa, su doncella me entregó la plata.

Solo en ese momento Andrea respiro aliviada, imaginarse a Silvia siendo engañada o molestada por la duquesa la tenía con los nervios a mil.

—Me alegro que así sea, Silvia… —dijo soltándola por fin —vamos a salir de paseo.

Ese día aprovechando la ausencia de Max Andrea salió de la mansión, aunque pensaba salir en el carruaje saber que todos en la mansión solo seguían órdenes de la duquesa la llevó a desconfiar y decidió solo caminar.

Ese día de paseo Andrea aprovechó de comprar lo que necesitaba, entre estas cosas un vestido que usaría para ir al palacio y el tinte que está segura de usar en unos días, su cabello tiende a crecer con rapidez así que es necesario.

Regresó a la mansión ya en la tarde, el salir había ayudado a despejar su mente y olvidar lo sucedido en la mañana, por lo que estaba de mejor ánimo.

Max por su parte ya estaba en la mansión cuando Andrea llegó, él se había ido sin desayunar fuera de la mansión a continuar con los recorridos que debía hacer cada cierto tiempo, quería contarle a alguien lo ocurrido y quizás recibir algún consejo, sin embargo, no quería exponer lo que ella sentía por lo que terminó callando.

En cuanto Andrea entró a la habitación, Max quien estaba sentado en la cama se levantó.

—Silvia, por favor espera afuera.

Silvia solo hizo una reverencia y salió cerrando la puerta.

—¿Qué sucede?

—Me contaron lo que hiciste, me imagino que mi madre estará furiosa. —Andrea siguió a la cama y se sentó.

—Es posible, pero igual logré conseguir lo que correspondía, quizás no es realmente mío aún así lo necesitaba. Te dejé un poco para que lo guardes.

—No es necesario. —Max se sentó en la cama a un lado de Andrea, pero manteniendo cierta distancia. Ambos se quedaron en silencio.

—¿Sigues molesta? —preguntó Max rompiendo el silencio.

—Ya no tanto, pero sí te agradecería que no lo vuelvas a hacer.

—¿Entonces qué hago cuando tengas pesadillas? ¿Solo te dejo gritar? —escuchar esto dejó a Andrea confundida, se giró para mirarlo —realmente no tengo otra intención para acostarme a tu lado, sé que no eres mi esposa, sin embargo, escucharte gritar no es agradable.

—¿Pesadillas? —Max asintió, ella miró al frente sin saber que responder, no recordaba tener algún sueño molesto —¡disculpame!

—No te preocupes, es solo que no quería que siguieras malinterpretando lo que pasó —Max se levantó —nunca he pensado en incomodarte.

—Gracias —dijo sin mirarlo, se sentía apenada en este punto, Max es más respetuoso de lo que espero. Max solo asintió y caminó hacia su pequeña cama, ya había ordenado a Marcos que llevara la comida temprano, ya que quería descansar.

La comida llegó y ambos comieron en la habitación, después de hacerlo y dar la orden de no molestar Max arregló su lugar y se acostó, Andrea no tuvo más que sentarse en la cama.

“¿Será que mis pesadillas se relacionan a eso?” —sintió una opresión en el pecho al imaginar lo que diría —“espero no sea eso” —ella no logra olvidar aunque lo intenta.