Venus

Orien atacó al elfo desde la distancia, lanzó una flecha de energía de color verde menta, la cual se clavó en la frente de la criatura y este se desplomó al suelo.

—Hum, creo que son los rumoreados elfos de hielo. —Atan estaba agachado examinando el cuerpo de la criatura. —Es la primera vez que veo uno. —Atan tomó una pausa para luego mirar a Orien con una sonrisa amplia. —¿No te da curiosidad saber cómo se crearon o aparecieron las mazmorras en Terra?

Orien arrugó las cejas, nunca se había planteado de como llegaron esos portales a ese mundo, simplemente se adaptó a la idea de que siempre estuvieron ahí, en Terra.

—Dime lo que sabes.

—En el reino de los demonios, Ashur, existe un libro sobre la verdad de este mundo. Allí se relata que antes no había magia en Terra y que una sacerdotisa quiso contactar de una manera más íntima con los dioses, de esa unión surgió la magia y luego de una década aparecieron los portales de otros mundos o mazmorras.

—¿Portales de otros mundos? —Orien preguntó curioso. Si lo que decía Atan era cierto, él incluso podía regresar a su mundo si encontrara el portal exacto. Además, había la posibilidad de que hubieran otros reencarnados como él.

«Aunque pensándolo bien, mi anterior cuerpo está bien muerto».

—Sí, eso fue lo que leí. Si no hubieran algunos reinos bendecidos, no creería que sobre la existencia de los dioses. A mí parecer ellos solamente son observadores, nunca hacen nada. —Atan arrancó un cristal del cuello del elfo de hielo. —El mundo puede estar destruyéndose y ellos no interferirán. ¿El curso del destino? Jah, simplemente somos entretenimiento.

—Suenas como un filósofo. Avancemos.

Happy siguió por el aire mientras que Atan y Orien estaban caminando por la nieve, adentrándose más en mitad de esos árboles gigantes.

—Antes de entrar busqué información sobre esta mazmorra. Tiene alrededor de unos tres meses desde que apareció y los grupos de aventureros que entraron, no volvieron a salir.

—Entonces, deberías no bajar la guardia. —Orien palmeó el hombro de Atan. En ese momento ambos escucharon un rugido cerca de ellos. Ambos miraron a su alrededor y luego Orien levantó la cabeza buscando a Happy, desesperándose un poco al no divisarlo. —¿Aparte de los elfos de hielo, había otro tipo de bestia mágica?

—Hum, creo que algunos gigantes de hielo o esqueletos vivientes.

—Mierda, no veo a Happy. —Orien se preocupó más. Sin embargo, ellos dos fueron atacados por una lluvia de flechas. —Esos malditos elfos de hielo.

Orien expresó molesto, luego formó el arco de energía y disparó varias veces en defensa, lo cual le produjo un desgaste de maná rápidamente. Orien chasqueó la lengua al sentirse sin aliento.

—Eso consume mucho maná. —Orien asintió. —Voy a rodear, cúbreme. —Con esto dicho Atan se alejó corriendo. Orien volvió a formar el arco de energía, y disparó está vez mezclándolo con aura, la flecha destruyó gran parte de los árboles.

Mientras Orien seguía atacando con las flechas, Atan llegó por detrás e embistió con dagas de cristales.

—Deberíamos ir simplemente a por el jefe, una vez derrotado estás cosas tienen que morir también. —Atan informó mientras se limpiaba la sangre azulada de las manos.

—Si no morimos primero, estos elfos molestan bastante.

En ese momento Happy saltó sobre la cabeza de Orien sorprendiéndolo un poco.

—Papá, hay un castillo en esa dirección.

—¿Papá? —Atan arrugó las cejas confuso y Orien simplemente ignoró como Happy lo había llamado.

—Vamos, de seguro en esa zona estén los mejores objetos. —Orien sonrió bastante feliz.

—Quiero una espada. —Comentó Happy entusiasmado.

—¿Para qué? No tienes manos.

La princesa se había reunido con Zura en uno de los campos de entrenamiento que tenía el palacio. Ambas estaban vestidas con un traje blanco de piel y llevaban guantes gruesos en la mano.

—Lo primero que debes saber es que la magia del agua es una de las más importantes, y también una de las más poderosas, por supuesto, no muchos saben esto. —Ella sonrió como si hubiera visto algo divertido. —Tienes que ser como el agua, fluye como el la hace y siente las olas en cada parte de tu cuerpo.

La princesa Diane creó una bola de agua. Ella sonrió y luego comenzó a formar un remolino de agua dentro de la esfera.

—Esa es una de las técnicas más básicas, aprende a hacer eso. —La esfera se rompió y el agua cayó al suelo. —Transforma el maná recolectado en la cantidad de agua que necesites.

Zura comenzó a practicar desde la mañana hasta llegar la noche, ni siquiera con tantas horas de esfuerzo pudo lograrlo, estaba exhausta acostada en el suelo frío, lentamente descendían algunos copitos de nueve.

—¿Te estás rindiendo?

—No, su alteza. No puedo rendirme. —Zura respondió con firmeza y confianza. —Seré tan fuerte como para no ser una carga para los demás.