Klaus Glendson Cassano es el primogénito de la familia más temida de Manchester. CEO de una gran empresa y Don de una de las mafias más influyentes, es conocido por su frialdad, su inteligencia aguda y una brutalidad sin límites. Entre noches llenas de fiestas y una vida de poder absoluto, Klaus vive bajo la constante presión del consejo para cumplir un deber que insiste en postergar: el matrimonio.
Tras años evitando compromisos, el consejo decide intervenir y pone en riesgo su título como Don. Obligado a elegir una esposa entre las herederas de la mafia, Klaus se niega a ser manipulado. Acepta casarse… pero con una condición: la elección será suya, y solo suya.
Entre amenazas veladas, alianzas políticas y juegos de poder, Klaus inicia su propia cacería. Pero lo que era solo una obligación estratégica puede convertirse en un desafío aún mayor cuando la mujer equivocada —o demasiado correcta— cruza su camino.
Porque, en el mundo de Klaus Cassano, amar es debilidad. Y él no acepta flaquear.
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Capítulo 11
Alana...
Después de ser torturada psicológicamente y obligada a firmar los papeles del matrimonio, no volví a ver a ese hombre y prefiero que sea así.
Conocí a un hombre llamado Felipe, fue muy amable conmigo, pero me trajo de vuelta a la habitación en cuanto salí de la oficina y dijo que no tengo permiso para salir de aquí, así que me senté en la cama y pregunté por qué me estaba pasando todo esto.
Me limité a "conocer" cada rincón de la habitación, mientras las horas pasaban, para mi mala suerte, las ventanas tienen rejas imposibilitando cualquier hipótesis de fuga.
Miraba más allá de la ventana, como un pájaro en la jaula y solo reaccioné, cuando Nona entró con una bandeja.
—Te traje el almuerzo, niña.
Sonreí colocando la bandeja encima de la pequeña mesa, le doy una sonrisa débil.
—Gracias, Nona.
Ella se retira cerrando la puerta con llave, voy hasta la mesa, cojo la bandeja y empiezo a comer, ¿puede estar envenenada? Sí, pero mi hambre es mayor que el miedo, y creo que él no me quiere muerta, de lo contrario ya lo estaría.
Después del almuerzo, me cepillé y me quedé mirando más allá de la ventana, hasta que el sueño llega y me duermo.
....
Me despierto lentamente y mi alma sale del cuerpo en cuanto veo a alguien sentado en el sillón, ¡no, no, no! Estoy viviendo este infierno nuevamente, esa sensación... me pierdo en los pensamientos y solo vuelvo cuando él se está acercando.
—Chica, ¿estás bien?
Pregunta acercándose más, por reflejo cojo la lámpara y golpeo con la misma en su cabeza.
—¡Ay, joder! Eso duele.
Abro los ojos como platos cuando veo que el hombre es el que me secuestró, él lleva la mano hasta la cabeza, yo me levanto, volviendo a mi consciencia.
—¡Tu mocosa, loca!
Me quedo perpleja con su cara dura.
—¡El único loco aquí eres tú! Tu maníaco, pervertido.
Digo y él levanta la ceja.
—Yo no soy ningún pervertido.
—¿Entonces por qué estabas allí mirándome? ¡Me asustaste!
Digo, él quita la mano de la cabeza y en su mano había una pequeña marca de sangre, yo llevo mi mano hasta la boca.
—E-estás sangrando.
Digo acercándome a él.
—¿Te pesó la consciencia, monjita?
Su sonrisa es de puro sarcasmo, pero ni siquiera me importa, realmente mi consciencia pesó. Me pongo de puntillas, intentando localizar el sangrado.
—¿Qué estás haciendo, mocosa?
Pregunta mirándome fijamente.
—Viendo si hay chances de haber afectado el cerebro, pero creo que ese es un órgano que no combina contigo.
Digo y él se acerca, trago saliva percibiendo que no debí haber provocado, él puede matarme.
Doy un pequeño grito, cuando él me tira por la cintura, haciendo que mi cuerpo se choque contra el suyo, intento empujarlo, pero es inútil, él está a centímetros de distancia, casi pegando nuestros labios, yo miro en sus ojos y su sonrisita cínica es visible.
—Mocosa... no me hagas tener que educarte, porque puedo acabar gustándome hacer eso.
Después de proferir esas palabras, él se aleja con la sonrisita de siempre y yo siento como si mi rostro estuviera ardiendo, en cuanto él me libera de sus brazos suelto el aire que ni siquiera había percibido que estaba reteniendo.
Antes de salir, él se gira.
—En esa bolsa hay un vestido que yo mismo elegí para ti, vístelo, dentro de una hora iremos a salir.
Antes de que él pudiera pasar por la puerta, yo pregunto.
—¿Adónde vamos?
En mi voz hay un cierto entusiasmo, es la primera vez que saldré en una ciudad grande después de tantos años.
—Voy a presentarte oficialmente a todos los aliados de mi mafia.
Mi sonrisa y entusiasmo desaparecieron, en cuanto él pasó por la puerta, nunca me gustó ese ambiente, pero no tengo mucha elección.
.....
Me miraba en el espejo, intentando reconocerme, este vestido es muy ajustado y tiene un escote en V en la espalda, muy diferente de todas las ropas que suelo usar.
Solté mi cabello, y me puse perfume que había cerca del tocador, mi rostro quema de vergüenza cada momento que recuerdo lo que estoy usando por debajo de este vestido, solo de saber que fue él quien lo eligió y que tendré que estar acompañándolo toda la noche es extremadamente vergonzoso.
—Veo que acerté en el tamaño.
Yo me giro asustada y él estaba apoyado en la puerta, con una camisa social negra que combina con el color del vestido, él sostenía un collar y se acerca sin quitar los ojos de mi cuerpo.
—Gírate.
Hago lo que él mandó, él coloca mi cabello para el lado y coloca el collar en mí.
—En este collar hay un chip, no oses salir de mi lado, créeme, yo no dudaría en apretar un botón y hacer que tus sesos exploten.
Yo lo miraba incrédula a través del espejo, él también miraba nuestro reflejo y terminó la frase besando mi cuello.
—Vamos, ellos ya esperan por nosotros.
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