Algo que pertenecia al pasado ha resurgido con fuerza como el ave Fénix. Haciendo tambalear la estabilidad de una familia bien avenida. Una llamada misteriosa, que obvio nadie se esperaba. Y menos Octavio Saldaña.
Una trama muy expectante, sin saber lo que les depara el destino.
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*Flashback"
Para Moni decirle que actuara de acuerdo con su edad, era la máxima ofensa.
Padre, si me detestas ten el valor de decirlo como los hombres.
Moni, yo te llamo, contradijo él, poniéndole el brazo alrededor, acercándosela y besándole la frente. A propósito, tu inglés es magnífico, Mónica, añadió, no tenía idea de que lo hablaras tan bien.
¿De veras lo crees, papá?
De pronto, el cambio fue increíble ahora actuaba como niña de doce años, ansiosa de conquistar la aprobación paterna.
Sí, confirmó Octavio, de veras lo pienso, y siguió abrazándola.
Su español es maravilloso, comentó Silvia y apenas tiene mi edad.
Ha tenido un maestro particular, explicó Octavio.
¿Por qué razón?, preguntó Mónica, con un tono de esperanza, ¿es de la nobleza?
No estoy seguro, contestó Octavio, evasiv. Pero sé que no era noble.
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Es muy independiente, opinó Andrea.
¿En qué sentido?
Estaba ya en su recámara. El resto de la familia dormía a pierna suelta.
No me dejó ayudarle a desempacar, insistió en hacerlo solo, explicó ella, y luego añadió: ¿me mostré fría con él?
No, ¿tú cómo te sentiste?
¿Tú qué crees?
Actuaste maravillosamente, aduló Octavio, tratando de tomarla de la mano.
Pero Andrea retrocedió.
Tomó la pequeña bolsa de vuelo y se la llevó a la cama. Debe guardar allí todos sus tesoros terrenos.
En la voz de Andrea se percibía distanciamiento.
Me imagino que sí, comentó Octavio.
Por su parte, se preguntaba qué podría tener consigo un muchachito de nueve años con motivo de consolación.
Octavio la siguió con la vista hasta que entró al cuarto de baño a lavarse los dientes. Minuto después salió en camisón de dormir y bata de baño. A últimas fechas Octavio tenía la sensación desconcertante de que a Andrea le molestaba desvestirse delante de él.
Andrea se sentó sobre el borde de la cama y empezó a preparar el despertador. (¿Para qué? ¿No estaban de vacaciones?). Él quiso llegar a esta ella y abrazarla, pero la barrera de cobertores y almohadas que los separaba parecía demasiado ancha para superarla.
Andrea... Te amo.
De espaldas a él siguió ocupada con el reloj.
¿Andrea?
En ese momento se dio vuelta y precisó:
Tiene tu boca...
¿Te parece?
Me sorprende que no lo hayas notado.
Se quitó la bata y se escurrió bajo los cobertores, guardó silencio un momento, se volvió hacia él y comentó:
Ella debe haber tenido ojos café.
En realidad, no recuerdo.
Andrea lo miró de frente y con una sonrisa melancólica, reprochó:
¡Por favor, Octavio!
Luego, tomó su almohada y se acurrucó cerca de la orilla de la cama.
Buenas noches, dijo.
Él se le acercó y la besó en la mejilla. Ella no se movió. Le puso el brazo alrededor de los hombros. Ella no respondió. Él había tenido la vaga esperanza de que si lograban hacer el amor, todo mejoraría. En ese momento comprendió que estaban demasiado alejados para pensar en eso.
Octavio se dio vuelta hacia su lado derecho y tomó el periódico. Mejor que un somnífero.
Con cierta ociosidad dio vuelta a las páginas de un artículo que no tenía la menor traza de originalidad, sobre procesos matemáticos. Al hacerlo pensó: "!Jesús mío! Yo he hablado de esta cosa un millón de veces". Luego, advirtió que él era el autor. "Sigue siendo aburrida, debí haberle pedido a Andrea que la retocara".
¿Octavio?
La voz de ella la sorprendió.
Dime, querida.
Se dio vuelta hacia él. Tenía un acentuado gesto de dolor en la expresión del rostro. Sin embargo, para por alguna razón lucía más joven y muy vulnerable.
¿Qué fue exactamente lo que hice... o dejé de hacer?
¿Cómo...?
Me refiero al hecho de que nunca me dijiste realmente por qué lo hiciste...
¿Qué cosa?
Sabía de qué hablaba, pero quería ganar tiempo.
¿Qué hubo de malo en mí para que tuvieras que lanzarte a la aventura amorosa?
"¡Maldita sea!", pensó Octavio. ¿Por qué no puede entender que todo fue...? ¿Qué? ¿Denilidad? ¿La ocasión? ¿Qué podía decir para apaciguarla?".
Andrea, no había nada malo en ti...
O en nosotros... Yo pensé que éramos felices.
Lo éramos. ¡Lo somos!
Sus últimas palabras fueron dichas con tanta esperanza como convicción.
Éramos, insistió ella, y volvió a darse vuelta... para dormir.
"¡Oh, Dios!", pensó Octavio. "Esto no es justo. Yo no puedo ni recordar por qué sucedió".
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*Flashback*
Oye Saldaña, hay un montón de pedidos para los supermercados. Además, hay material de primera en la "mezcladora".
Sí, lo sé, pero estoy estudiando, Demetrio.
Pero es sábado, deberíamos de estar paseándonos por todas las calles de Chihuahua.
Tengo que checar las facturas de esos pedidos son demasiados y no me doy abasto. Además, tengo que seguir estudiando.
Yo te podría ayudar si tú quieres, así terminamos rápido y nos vamos.
No, prefiero hacerlo yo solo, ya sabes que no confío en nadie más.
Lo que tú necesitas es un buen par de muslos para relajarte.
Octavio dejó su dejó sus papeles a un lado sobre la mesa y se sentó en el apolillado sofá de dormitorio, que compartia con Demetrio, su compañero de estudios. Ahí se quedaba las veces que tenía que ver lo de los pedidos, y cuando tenia que estudiar, porque estaba muy lejos de su hogar.
Demetrio, tú hablas como si cada fin de semana tuvieras con quién acostarte.
Trato de hacerlo, Saldaña, por lo menos tendrás que reconocer eso.
Claro, te doy una E por esfuerzo y una V por virgen. Demetrio, eres digno de lástima.
Por lo menos echo mi lazada, Octavio... Trato de "coger" algo.
Pero, Demetrio, la verdad es que tu puntuación es cero, y la mía también. La única diferencia es que al menos yo no me ando haciendo como "don Lolo". Además, vine aquí a trabajar y eztudiar..
Demetrio miró con sorna a su compañero.
Escucha camarada, esta diversión es gratuita.
¿No te dice eso que aquí se considera el acostarse con buena compañía, parte de la experiencia de trabajo, y educativa?
Demetrio, yo me conozco. soy tímido me falta tu encanto y tu ingenio singular, no sé competir...
En otras palabras te da miedo...
No, Demetrio, no en otras palabras, en esas: me da miedo.
Y volvió a sepultarse en sus análisis numéricos. Demetrio se limitó a quedarse de pie junto a él.
Saldaña...
Demetrio, vuelve a la mezcladora. "Coge" todo lo que puedas. Pero deja que yo me triture en medio de mi paz sin gloria.
Saldaña, voy a ayudarte.