Lo que empezó como una noche de copas y diversión termina por unir los destinos de dos personas con vidas completamente opuestas.
Marcos Ashford es un hombre frió, arrogante y calculador, acostumbrado a tener todo a sus pies.
Miranda Gonzales es una chica amable y extrovertida que no tiene miedo a divertirse.
¿Podrán ambos sobrellevar las adversidades y abrirse paso al amor?
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Prometido
Ya habíamos visitado a sus padres, por lo que ahora, desafortunadamente, era mi turno de presentarle a mis padres.
No creo estar lista aún para enfrentarlos, pero en algún momento debía darles la cara, solo que me hubiese gustado que fuera en otras circunstancias.
Pero de todas formas, eso ya no importa. Ahora lo importante es que ellos sepan de mi compromiso con Ashford antes de que todo esto explote en la prensa. Prefiero decírselos yo a tener que aguantar los dramas de mi madre porque tuvieron que enterarse por alguien más.
—¿Estás bien? Te ves muy pálida.
—Lo estoy, no te preocupes.
—¿Es él bebé? Puedo detener el auto si quieres.
—Estoy bien, Ashford. Solo conduce para que terminemos con esto de una buena vez— Si tenía un poco de náuseas pero no solo por el embarazo, sino también por los nervios.
En el momento en el que su auto dobló hacia los terrenos de la casa de mi padre su expresión cambió. Me mordí el labio inferior y apreté el ruedo de mi vestido confuerza reprimiendo las ganas de querer dar la vuelta e irme. Este lugar me trae bastante recuerdos y no precisamente buenos que digamos.
—¿Quién rayos eres, Gonzales?— Marcos en serio estaba confundido al ver la gran mansión frente a nosotros y no es para menos, lo que mi familia le falta en humildad lo compensan con obtenticidad.
—Prometo que voy a explicarte todo, no te preocupes— Estaremos casados, al menos por un tiempo, y además, tendremos un bebé que nos unirá por siempre, es lógico que sepa algunas cosas de mí.
Bajamos del coche y espere hasta que él estuviera a la par de mi para caminar hacia la entrada pero ni siquiera llegamos a tocar el timbre cuando mi mamá abrió la puerta muy sonriente, luciendo un despampanante vestido color ciruela ceñido a su figura, unos tacones de aguja en color negro, su boluminosa cabellera rubia igual a la mía recogida en un elegante moño y gran collar en tonos dorados que no entiendo como lograba soportarlo.
—Hola mamá.
—¿Así es como vas a saludar a tu madre después de tanto tiempo?— ¿De verdad estaba esperando algo más?
—Ven, dale un abrazo a tu madre que tanto te ha extrañado— Se acercó y me envolvió con sus brazos sin ninguna vergüenza. Por suerte este no duró mucho, se apartó de mi y llevó si atención al hombre a mi lado.
—Bueno, ¿pero quien es este guapo caballero?
—Soy Marcos Ashford, señora. Un Placer— Marcos le tendió su mano, a lo que mi madre correspondió con esa coqueta mirada que le caracteriza.
—El placer es mío, Marcos. Yo soy Vanesa Gonzales, la madre de Miranda— Bien, ver a mi madre coquetear con mi...bueno, lo que sea, no es algo que me guste quedar viendo.
—¿Podemos pasar o ya no soy bienvenida aquí?
—Pues claro que sí, pasen pasen— No esperaba encontrarme con la casa tal cual la dejé al marcharme. Mi madre suele renovar la decoración cada año para estar según ella "a la vanguardia".
—¿Dónde está papá?— Está noticia es algo que quiero darle al mismo tiempo a ambos. No puedo dejar que mamá se lo cuente, siempre distorsiona los hechos a su conveniencia.
—Aquí estoy— Mi padre apareció en las escaleras, lucía bastante apagado y más delgado desde la última vez que lo vi. ¿Estará bien?
—Hola papá.
—Hola Miranda— Papá siempre ha mantenido su distancia conmigo, supongo que esa barrera entre nosotros fue lo que le facilito no tomar en cuenta mis sentimientos mientras guiaban mi vida a su antojo. —¿Cómo estás hija?
—Estoy bien papá— Dejó de mirarme y comenzó a examinar al hombre tras de mí.
—¿Y usted es?— Marcos estaba a punto de volver a presentarse pero lo interrumpí.
—Él es Marcos, Papá. Mi prometido.