Sabrina Taylor una bella joven de 24 años enamorada a punto de casarse, el día de la despedida de soltera consigue a su prometido con una compañera de trabajo, Sabrina molesta dolida junto con su mejor amiga Eleonor se va a las Vegas con los boletos de la luna de miel, para vengarse de Martin su prometido pero ella no contaba con encontrar en las Vegas un Dios griego como ella le llama, y que en medio de una noche loca iban a terminar casándose, el motivo de Sabrina despecho, pero ¿cuál será el motivo por el cual Logan se casó con esta desconocida? Acompáñame a descubrirlo.
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¿Eres un ángel?
Me levanté muy temprano, recogí mi vestido y me fui a la habitación donde tenía nuestras cosas, Eleonor está esperando por mí.
— Pensé que ya no vendrías que te habías arrepentido.
—¿Estás loca?, nos vamos por qué nos vamos así tenga que dejar la maleta aquí en el hotel para que no nos descubran.
—Anda a bañarte, entonces apúrate antes que despierte Logan y ya no podamos irnos, mira que ese hombre tiene cara de pocos amigos—Me dice algo que ya sé.
Me doy un relajante baño, me coloco un jeans blanco y un suéter beige, y unas conversé blanca, me recojo el cabello, tomo la maleta fuerte en mis manos.
—Sabrina vamos, el taxi está listo—Dice Eleonor para que me dé prisa.
El vestido que me puse la noche anterior y la gargantilla se los dejé en la porta trajes, aunque Eleonor me dijo que me lo lleve que es mío por qué me lo regalaron, pero no podía aceptar algo así, el anillo de bodas también se lo deje.
En mis pensamientos no volvería a ver a ese hombre jamás en la vida.
Le dejé una nota, y me fui de la habitación, nos subimos en el taxi lo más rápido que pudimos, en todo el viaje estuve pensativa, no sé cómo sentirme respecto a la infidelidad de Martín, por qué ahora yo soy igual y peor, ya que me case con otro hombre como voy a reclamarle algo, con qué moral.
—Ya amiga, conseguiremos la manera de acabar con ese matrimonio, pero que piensas hacer con Martín, el fin de semana es la boda, no te puedes casar por qué serías bígama, eso está penado por la ley.
—No me voy a casar Eleonor, ya te dije lo que voy a hacer, ten paciencia en cuanto al divorcio como haríamos si no sabemos nada, dónde lo vamos a ubicar.
—Tranquila, tengo un amigo que es policía, tal vez él nos pueda ayudar después que acabes con todo ese teatro de la boda, nos montamos en eso, sabes que no estás sola, que cuántas conmigo para lo que sea.
—Gracias, amiga, no te voy a perdonar por dejarme casar con ese Dios griego—digo haciendo puchero y mi amiga solo sonríe.
Llegamos al aeropuerto y nos toca esperar 2 benditas horas a que despegue el avión, me estoy comiendo las uñas, hasta la de los pies de los nervios, imaginando que Logan iba a entrar al aeropuerto y me obligaría a irme con él, pero no fue así llegó la hora de irnos y así lo hicimos con tranquilidad mucha tranquilidad.
5 Horas después estamos en New York, subimos a un taxi, había llegado la hora de enfrentar mi realidad nuevamente, una realidad dónde odio a mi novio por infiel, pero ahora no tengo cara para juzgarlo.
El taxi dejó primero a Eleonor y luego me llevo a mi casa donde estaba mis padres de lo más tranquilos tomando una taza de café.
—Buenas—Grite por toda la casa al entrar—Llego por quien lloran, padres—Pero con lo que no contaba era con encontrarme a mi querido novio también.
—Hija bienvenida a casa—Dice mi padre como si llevará 1 año sin verme—Pasa mi amor, tienes visita—Me toma del brazo para que me acerque.
—Hija como la pasaste en tu despedida de soltera—Dice mi madre con ternura.
—Mami de maravilla. Creo que nunca olvidaré mi despedida—Digo con una sonrisa tonta en los labios que no se dé dónde salió.
—Muy interesante entonces—Interviene Martín tomando mi mano y dejando un beso en ella—Debería estar celoso por esa despedida de soltera—Dice levantando una ceja.
—Solo si yo debería estar de la tuya—Le digo con cinismo.
Martín aprieta los dientes—No hice nada en mi despedida.
—Bueno, yo tampoco querido—Voy a mi habitación, quiero darme un baño.
—Me levanto y camino escaleras arriba dejando desconcertado a mi novio.
En la habitación me desnudé y lo primero que veo en mi hombro es una marca que Logan seguramente dejo allí, ¡maldición! Agradecí haberme colocado un suéter de lo contrario todos se hubieran dado cuenta.
En el baño dentro de la regadera cierro mis ojos y una imagen viene a mi cabeza, Logan con su estúpida sonrisa.
¿Qué hago pensando en este hombre? ¿Qué hará? ¿Ya se iría para Londres? ¿Se molestaría por haberme ido sin decirle nada?. . . . Desperté y estoy solo en la cama, la busqué en el baño y no está, supuse que se marchó, eso lo tenía muy claro, ella iba a huir de mí, o eso es lo que ella cree, sé que está en New York, de ahí es más fácil conseguirla.
Soy Logan Wilson y para conseguir lo que quiero no me importa echar abajo medio mundo, tengo que partir para Londres en un par de horas, ya que tengo que atender mis negocios, de lo contrario iba por mi esposa en este mismo instante.
Al llegar a Londres le dije a mi detective que se encargue de ubicarla por qué pienso llevarla conmigo.
Les cuento como me case con esa chica.
Soy dueño de un par de casinos en Londres.
Bueno mi padre es dueño de ellos, tengo a mi hermano Reinaldo Wilson, ambos somos dueños de los casinos, siempre habíamos querido hacernos dueños de uno aquí en las Vegas, por fin, logre comprar uno, me toca venir a mí con mi socio Richard quien se quedará a cargo de este casino.
Hicimos el negocio, firmamos los documentos y pedimos una botella de whisky para celebrar, Richard fue quien vio a las dos chicas solas tomando.
Él quedó prendado de la castaña, Pero yo al ver a esa chica con su cabello rubio me pareció demasiado hermosa, Richard me dijo para acercarnos a ellas, ya que pasaba el rato y no llegaba nadie.
Le pedí a una de mis empleadas que les llevará una botella de champán, ellas no estaban tomando eso, pero me gusta que todo sea de lo mejor.
Las mujeres al recibir la botella miraron hacia nosotros que solo levantamos el vaso, ellas agradecieron con una sonrisa.
Yo no dejaba de mirarla, se veía tan bella, su cabello rubio y un rostro casi angelical, el Color de sus ojos no los podía ver muy bien, pero intuía que eran claros, entonces ella se giró a mí y nuestras miradas conectaron sentí en ese momento que esa mujer podía desnudarme el alma con su mirada.
Ella se sonrojó y me invito a sentarme con ella, como si tuviera un hilo invisible del cual ella pudiera jalar llegué a dónde ellas estaban en la barra.
—Hola, guapo—Su voz, aunque un poco ebria, era dulce y cálida, no había voz chillona ni una voz que hablara queriendo ser la mejor del mundo.
—Hola, ¿eres un ángel? —me vi preguntando semejante ridiculez.
—Casi, solo me faltan mis alitas—Dijo en tono muy coqueto.
Entonces pude ver esos ojos azules oscuros debajo de esas cejas pobladas y ese color de piel bronceada, parece alemana, pero su inglés es muy fluido, seguro ha vivido aquí muchos años.
—Ven, siéntate con nosotras—Dice agarrando mi mano.
—Mejor vamos a una mesa para estar más cómodos—Les dije, las chicas se miran y nos vamos.
Mi amigo no esperó nada para atacar a la castaña, — ¿ustedes de dónde vienen?—Pregunta Richard.
—De New York—Dice la castaña con una sonrisa coqueta.
—¿Y qué andan haciendo dos mujeres hermosas y solas aquí en este sitio lleno de buitres?—Vuelve a decir Richard.
—¿Cómo ustedes?—Responde la rubia, lo que me hace reír, por qué es exactamente.
—Claro que no por quien nos toman solo las queremos proteger—Dice muy ofendido.
Las chicas comienzan a reír, pero está mujer, es simplemente bella, aunque es joven, parece muy joven unos 22 años, quizá.
—Lo que mi amigo quiere saber, ¿qué hacen aquí y solas?
—¿Solo tu amigo quiere saberlo?—Dice la chica jugando con mi corbata.
—Bueno, ambos queremos saber—Le digo a la chica que nos traiga otra botella.
—Bueno, la verdad estamos aquí por qué mi amiga… —Porque yo quería venir a disfrutar—Responde la mujer a mi lado, quien le hace una señal a la otra.
Nos trajeron, pero fue solo una botella de whisky, iba a decirle que una de champán también, pero la joven a mi lado dijo que ella quería licor de verdad, no quería bebida de niñas, me sorprendió lo que dijo, pero quién soy yo para decirle que no.
Seguimos bebiendo, después Sabrina por fin supe su nombre, dijo que fuéramos a otro lugar, nos subimos en un auto descapotable y ellas estaban disfrutando mucho de su estadía en las Vegas, vimos muchas parejas, casarse y reímos de ellas.
—¡Qué locura sería casarse en las Vegas!—Dice la castaña.
—Debe ser emocionante —dice Sabrina en un suspiro.
Algo me dijo que quería casarse.