"Fueron muchos años de maltratos y humillaciones, pero ya no más, hoy, voy a ser todo lo que yo quiera ser".
Viviana es una chica abandonada por su madre, y en quien su padre descarga todas sus frustraciones. Pero un ángel dará luz a su vida y le ayudará a cruzar las más densas tinieblas.
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Ayúdame.
— Necesito hablar con ustedes.
Esas fueron mis palabras, no podía ni siquiera mirarlos a los ojos, me sentía avergonzado y muy mal.
— Si lo que vas a decir es que nos vayamos de tu negocio, no hay necesidad, solo estábamos esperando que aparecieras para que te hagas cargo, nosotros nos iremos con nuestra madre a buscar a nuestros hermanos perdidos.
Ellos estaban a la defensiva y no era para menos, tenían razón.
— Jamás les pediría que se fueran de aquí, todo lo que yo tengo es de uds, yo solo quiero pedirles perdón, perdonen mi torpeza, todos mis errores, fui un bruto y un desgraciado, y no quiero que me odien por favor, yo no quiero que uds me odien.
De verdad me sentía muy mal, en este punto de mi vida ya no podía fingir nada, todo dentro de mí estaba quebrantado. Yo Rafael Alvarado, el hombre de hierro, el que nunca se doblega, estaba aquí en mi propio negocio, arrodillado en medio del mostrador, pidiendo a mis hijos perdón.
— Levántate, esto no es necesario, nosotros te perdonamos, pero eso no significa que las cosas vuelvan a ser como antes, me refiero a que ya no te podemos ver igual, así que de alguna manera tendrás que vivir con eso, pero rencor y odio no hay, al menos dentro de mí no lo hay.
Ronald hablaba en serio, los tres habían tenido unas conversaciones profundas con su madre, la cual les había dicho que personas como Rafael, era mejor no desgastarse odiandolas, que era suficiente el odio que se tenían a sí mismos, y era verdad.
— No mientas, yo sé que ustedes me odian por todo lo que les hice estos años, por lo duro y cruel que fui, y más aún por no quererlos como mis hijos, por pensar que su madre me había engañado.
Cruz estaba listo para salir del local, pero escuchar a Rafael decir esas cosas, le dio ánimos para hablar.
— Todo eso que hiciste y por lo que te sientes mal, es problema tuyo, nosotros no vamos a seguir el patrón que tú traes, te convertiste en eso por el odio, porque nunca pudiste perdonar a tu padre y a tu hermano, a diferencia tuya, nosotros si te perdonamos, pero no te queremos en nuestra vida, sigues siendo nuestro padre, pero la relación entre nosotros es irrecuperable, así que perdónate a ti mismo y trata de superar todos tus traumas, en cuanto a nosotros nos iremos con nuestra madre a buscar a nuestros hermanos, es todo.
Los tres salieron del local y se fueron sin mirar atrás, dejando a Rafael allí sumido en su miseria. Después de un largo rato se le ocurrió algo, si logrará encontrar a sus dos hijos, entonces de alguna manera podría enmendar un poco sus errores. Con ello en mente, empezó a hacer llamadas, y luego de encargar el taller a su compadre, se embarcó en un viaje en búsqueda de los chicos.
— ¿Hablaron con su padre?
— Sí, fue al taller a pedir perdón, pero no sé, aunque se ve sincero, aún hay algo que no me convence del todo.
Marcos fue quien habló,él no dijo nada en el taller, solo se dedicó a analizar la situación.
— Es entendible, han pasado años con su padre y de alguna forma lo conocen mejor que nadie, si a ti no te convence su arrepentimiento, por algo ha de ser. Rafael no es alguien en quien se pueda confiar, pero, eso no quita que sea su padre, y si un día el necesita de uds, su deber es ayudarlo.
Los tres asintieron y se dispusieron a arreglarlo todo para viajar, había un indicio de que los chicos podrían estar en la capital, pero ese lugar era muy grande y sería como buscar una aguja en un pajar.
Mientras tanto en la capital, Viviana estaba rendida de sueño y se fue a dormir temprano, casi a la media noche un ruido la hizo despertar algo sobresaltada. Se levantó despacio, creyó que un ladrón podía haber entrado a la casa, así que de puntitas fue a la habitación de su hermano, pero no lo encontró allí, aún más preocupada decidió ir a husmear, no estaba segura de si era Vicente quien hacía ruido, así que mejor sería asegurarse.
En la sala vio la silueta de alguien que caminaba de un lado a otro, mientras balbuceaba algunas palabras, no había dudas para ella, era Vicente, así que encendió la luz y lo indagó.
— ¿Vicente? ¿Qué estás haciendo?
El chico se quedó estático dándole la espalda, actitud que para Viviana fue muy extraña, de hecho, pasaban cosas extrañas desde el día que habían huido de su casa, pero ella las había estado ignorando, solo que ahora, había algo realmente extraño con su hermano y de repente se sintió temerosa.
— Vicente, ¿Estás bien?
— Vete a la cama, no deberías estar aquí.
La voz del chico salió impaciente, y ese tono de voz definitivamente no era el de su hermano, pero ¿Qué estaba sucediendo?
— No me voy a la cama, quiero una explicación del porqué están actuando tan extraño, ¿Crees que no me doy cuenta de lo que has estado haciendo, te pintas el cabello y usas lentes de contacto, hasta maquillaje y no entiendo a quién quieres parecerte, antes no tenías esas pecas y mirate ahora, además no entiendo que es lo que estás haciendo aquí en medio de la sala, a estas horas, caminando de un lado al otro como un loco. Dime la verdad ¿Estás metido en alguna secta diabólica?
El chico se giró hacia ella y Viviana por poco se desmaya, pues a quien vio no era su hermano, se parecía mucho, pero definitivamente, ese no era Vicente.
— ¿Así que quieres saber la verdad? Pues te la voy a decir ahora mismo.
El camino hacia ella, pero Viviana retrocedió, estaba asustada, no entendía lo que estaba pasando. Y peor quedó cuando vio que el chico se tomó la cabeza y empezó una lucha contra el mismo, ¿Qué estaba pasando? Se preguntaba ella, así que de inmediato fue al teléfono y como pudo marco el número del doctor Sabat.
Adrián estaba dormido plácidamente, y el sonido de su celular lo despertó, creyendo que era una emergencia de algún paciente, respondió sin ver quién llamaba, pero al escuchar esa voz agitada del otro lado, se puso de pie de inmediato.
— Doctor, no tengo a quien más llamar, por favor ayúdeme, mi hermano está loco allá abajo, y tengo miedo.
La voz de la chica era desesperada, y Adrián sintió que se le saldría el corazón, ella dijo que su hermano estaba como loco, y a él se le pasaron miles de cosas por la cabeza, así que se cambió muy rápido y salió de su casa de volada para allá. El apartamento era suyo, así que tenía un juego de llaves en su poder, dadas las circunstancias ni siquiera se molestó en llamar a la puerta, al entrar se encontró a Vicente desmayado en la sala, todo estaba revuelto, como si una pelea se hubiera desarrollado allí.
Después de asegurarse de que Vicente estaba solo desmayado, fue a buscar a Viviana, quien al escucharlo abrió la puerta de su habitación y se le lanzó encima, ella se aferró a el como una tabla de salvación. Adrián no tenía ningún interés en alejarla, se sentía muy aliviado de saber que ella estaba bien.