Cassandra Yohana, una chica de 17 años que aún usa el uniforme gris de secundaria, tiene el pasatiempo de saltarse clases y dormir durante las lecciones. Aun así, sus calificaciones siempre son excelentes, lo que la ha vuelto bastante arrogante.
"¿De qué sirve tener cerebro si no lo usas? De nada sirve ser un ratón de biblioteca si tu cabeza sigue siendo débil", decía Cassandra con su lengua afilada al ver a sus compañeras estudiosas.
Hasta que un día, su clase recibe a un nuevo profesor que pone su mundo patas arriba.
Arsenio Xalendra, un hombre maduro con un carisma imponente, cuya mirada fría y penetrante intimida a cualquiera.
Pero para Cassandra, Arsenio Xalendra no es más que un hombre cruel que vino a destruir su tranquilidad.
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Capítulo 12
En el silencio que se hacía cada vez más profundo a medida que avanzaba la noche, Casandra se encontraba a gusto en el balcón de su habitación. El cielo, salpicado de estrellas, la hacía resistirse a irse. Por alguna razón, disfrutaba de la tranquilidad del momento, le resultaba muy reconfortante.
Casandra recordó cómo había sido su vida sin armonía familiar desde que sus padres decidieron separarse.
Ningún niño desea que sus padres se separen; como cualquier otra, Casandra anhelaba una familia unida y feliz.
Su padre, absorto en su empresa, y su madre, dedicada a su carrera como figura pública, discutían con frecuencia debido a la falta de comunicación y confianza mutua.
Su padre había iniciado una relación con su secretaria, quien siempre estaba presente cuando él no recibía la atención de su madre. Tras un año de noviazgo, decidieron casarse y mudarse a Estados Unidos.
Sonya, su madre, optó por seguir con su carrera. A pesar de no ser tan joven, muchos productores aún la buscaban, ya que el talento de Sonya era innegable.
Y Casandra, hija única, se sentía sola. Su madre nunca estaba en casa, e incluso había oído rumores de un posible romance de Sonya con uno de sus compañeros de reparto. Todo lo que sabía y veía de su madre era a través de la pantalla del televisor, ya que no tenían una relación cercana de madre e hija.
Casandra había experimentado esta vida desde pequeña, y ahora se había convertido en una joven fuerte, solo para ocultar el vacío que siempre había sentido en su corazón.
Al día siguiente...
Como de costumbre, cuando Casandra llegó al colegio, Greta la estaba esperando en el aparcamiento.
A pesar de no tener una familia unida, Casandra tenía todas sus necesidades materiales cubiertas.
"¿Estás bien, San?", preguntó Greta a su amiga.
Casandra frunció el ceño. "¿A qué te refieres, Ta?", respondió sin comprender.
Ambas caminaban hacia su clase. "Anoche podrías haber vuelto, Steve quería hablar contigo", dijo Greta, informándole.
Casandra recordó el incidente de la noche anterior que la había molestado y puesto de mal humor. No entendía por qué se había enfadado, sobre todo al ver aparecer a Arsen de repente.
Mientras caminaban por el pasillo, vieron a Arsen acercarse desde el otro lado, hablando con una profesora soltera.
"Es que no soporto ver la cara de ese hipócrita", dijo Casandra, con la mirada fija en Arsen mientras lo cruzaban.
Las palabras de Casandra fueron escuchadas claramente por Arsen, quien pasaba junto a ellas.
Arsen miró a Casandra, quien lo observaba con expresión neutra. El hombre se detuvo en seco, sin darse cuenta.
"Señor Arsen, ¿ocurre algo?", preguntó la profesora.
Arsen, recuperando la compostura, se giró hacia ella. "No, nada, señora. Voy a la clase de los chicos", respondió Arsen, ansioso por marcharse.
"Pero bueno, me deja así. Tenía ganas de que camináramos juntos, aunque fuera en el colegio", dijo la profesora, que estaba coqueteando con Arsen.
"Oye, ¿quién es el hipócrita?", preguntó Greta cuando ya estaban en clase.
"Nadie", respondió Casandra con indiferencia.
"Venga ya, no me dejes con la duda", se quejó Greta.
"Sandra, te llaman al despacho del señor Arsen", anunció de repente una alumna desde la puerta.
Todas las miradas de la clase se posaron en Casandra.
"¿Para qué, San?", preguntó Greta.
"No lo sé", respondió Casandra encogiéndose de hombros.
"¿Quieres que te acompañe?", se ofreció Greta.
"No hace falta, soy valiente".
Casandra se levantó de su asiento y salió de la clase para ver a Arsen, curiosa por saber qué iba a hacer después de que ella hubiera elegido escaquearse del colegio en lugar de presentar a sus padres.
Mientras caminaba por el pasillo hacia el despacho de Arsen, sintió que alguien le tapaba la boca por detrás.
"Mmm...".
Cassandra fue arrastrada a un lugar apartado y...
¡Pum!