Me Convertí En El Príncipe Heredero

Llegó el día del baile y como siempre, Noah me estaba ayudando con el traje. Todavía no me acostumbro a este tipo de vestimenta pero debo decir que el exceso de tela en época de invierno, es muy útil.

Una vez que terminamos, decidí bajar al salón principal, donde se encontraban los demás invitados. Él lugar estaba lleno de jóvenes y adultos, unos tomando copas y otras señoritas tomando el té juntas, incluso habían unas parejas que ya estaban bailando en el centro. En el momento en que llegué, mi padre, el Rey, decidió tocar finamente su copa para que el resto de invitados, prestara atención.

— Agradezco la asistencia de los nobles, hoy, es un día brillante porque es el cumpleaños número trece de mi hijo y quien espero, que siga los pasos de su padre.

Los aplausos llenaban el lugar y lo único que pude hacer, fue sonreír. Luego, hizo un gesto hacia mí, quien esperaba terminar el discurso.

— No puedo expresar este gratificante momento con palabras, es un año más de vida pero también un año más de aprendizaje, la luz del sol me guía, por lo que espero, queridos invitados, que el sol también nos guíe para seguir trayendo paz al Imperio. Gracias por asistir a mi decimotercero cumpleaños, por favor, disfruten.

Los aplausos volvieron a surgir. Debo decir que los libros de poesía me han ayudado mucho hoy. Cuando los invitados se dispersaron, me acerqué a la mesa a beber un poco de vino. Como hoy era un día especial, podía permitirmelo, pero admito que ya tenía algo de calor, incluso sin tomar aún. Solo di dos pequeños sorbos al vino cuando un grupo de señoritas se acercaron a mi.

— ¡Joven Lancelot!, le he traído un regalo.

— Yo también le he traído uno.

Fue en ese momento que me di cuenta, lo cansado que era sonreír todo el tiempo ante la nobleza.

— Son muy amables pero no me permiten aceptar regalos, deben entregarlos a los sirvientes, les debo una disculpa.

— No, está bien, nosotras lo sentimos mucho.

No es que quisiera rechazarlos, hay una norma que no se le permiten entregar regalos directamente a los hijos del Rey y la Reina, por temor a que estos puedan tener algún objeto que los puedan lastimar, como cuchillos, navajas .. bombas.

— Aún así agradezco su intención Lady Ursula, lo recordaré con cariño. —Respondí.

— ¿Sabe mi nombre?.

— No podría considerarme hijo del Rey si no lo supiera. —Luego miré hacia la otra joven de cabello ondulado.— Usted debe ser Lady Amara y por último, Lady Jime.

Ellas parecían emocionadas por haber recordado sus nombres pero ahora ya no me siento tan culpable de rechazar sus regalos. Las hice felices, creo que con eso bastará. En ese momento pasé a alejarme de ellas, luego y mientras caminaba, observé a Richi como jugaba con otros niños de su edad, al menos se estaba divirtiendo, por lo que sonreí y seguí caminando.

Mirando a los lados, intenté buscar a Licius, quien no tardé en encontrar, pues se encontraba junto al balcón, hablando con otros chicos de su edad. Es un año mayor que yo y como en teoría, es mi primo, quizá logremos tener una amistad.

Pero fue lo contrario.

— Aquí viene el cabeza de Maíz. —Replicó Licius mientras me miraba con desdén.

Los demás solo se reían. ¿Que es esto? ¿La novela del bullying? si algo he aprendido aquí, es que el conocimiento es poder.

— El Maíz contiene muchas vitaminas y propiedades que ayudan al desarrollo y crecimiento de las células cerebrales. ¿Acabas de halagar a mi suprema inteligencia? No era necesario recalcarlo.

Los demás se quedaron en silencio.

— En fin, quería unirme a la conversación, espero que no sea ningún inconveniente para ti, Licius. —Volví a decir.

— No, solo hablábamos del trabajo de nuestros padres. —Respondió Licius, quien ahora no quería hacer otro comentario más.— Papá mencionó que compró un lote de un nuevo producto pero no me explicó que es.

— Mis padres también hablaron de un producto novedoso, ¿Sería perfume?.

— No lo creo, dijeron que se habían agotado, los perfumes no se agotan si el padre de Grey los distribuye cada semana.

¿Un producto nuevo? Sé que no he estado al día con los asuntos de los nobles pero creo que es hora de poder acompañar más al Rey y sus reuniones. Los chicos frente a mi seguían charlando y yo me quedé ahí escuchando, solo hablaban de los logros de sus padres y que seguirían sus pasos.

Pero "seguir sus pasos" te hace plantear, si ellos seguirán los pasos de sus padres, inclusive si están cometiendo actos ilegales. Parecían estar seguros que si, así que me retiré de ahí. Aunque no logré entablar una conversación con Licius, tenía un aura que no me da confianza, como si un sexto sentido me estuviera susurrando que tampoco era alguien en quien confiar.

Ni siquiera logré dar 10 pasos cuando otros nobles se acercaron a mi a felicitarme y por desgracia, me pedían consejos.

— ¿Que opina, joven Lancelot? ¿Cree que debo vender esas tierras al pueblo de Kiqak aunque sus tierras sean infértiles?.

— No, perderías dinero, es mejor no arriesgarse.

Aunque podrías invertir un poco para contruir una pequeña plaza ahí y ganar dinero alquilando los puestos. Por muy infértiles que sea, se encuentran en el corazón del pueblo con una excelente vista hacia las cascadas, tendría demasiado turismo pero eso .. es algo que deberías pensar por ti mismo.

Las preguntas seguían y preferí dar respuestas vagas, solo me estaban buscando para salvar sus negocios y llenar sus bolsillos. Excepto por un médico, a quien si le recomendé construir un hospital y le di las pautas necesarias, al igual que los permisos, para que empezara a construir. El hospital serviría para todos y sinceramente, lo vi como una necesidad real de suma importancia.

Me disculpé con los invitados que querían seguir preguntando pero salí un momento al jardín a tomar aire fresco. Estaba agotado y el vino comenzaba a calentar mi cuerpo, así que me quité la chaqueta y comencé a pasear.

La brisa de la noche golpeaba el calor de mi piel.

Cuando pasaba a lado de una señorita, noté que había dejado caer un collar de perlas, por lo que, amablemente me incliné a recogerlo para devolvérselo pero por error mío, olvidé calcular la Tangente, así que cuando levanté la cabeza para mirarla, mi rostro cayó en sus pechos.

— ¡Pervertido!.

Sentí que me quitaron el objeto de la mano y luego, un dolor punzante golpeó mi mejilla, haciendo que cayera al suelo.

En ese momento, noté que estaba ebrio y lo más gracioso es que apenas tomé una copa de vino. Este cuerpo no tiene nada de resistencia, en mi mundo, podía tomar 6 cervezas y seguir intacto. Pero el cuerpo de este niño ..

— El suelo está cómodo. —Murmuré.

— ¿Disculpe? ¿Se encuentra bien?.

No sé quien era pero una dulce voz llegó a mis oídos. Mis ojos estaban muy cansados para abrirlos. Así que solo sentí que esa persona dejó mi cabeza sobre su regazo, podía notar que era una mujer por la suavidad de su vestido y luego, unos mechones blancos me hicieron cosquillas la nariz.

— Cantame.