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Corazón de Sangre Y Seda

Corazón de Sangre Y Seda

Status: En proceso
Genre:Vampiro / Amor a primera vista / Amor eterno / Secretos de la alta sociedad
Popularitas:875
Nilai: 5
nombre de autor: Drusila15

Eleanor Whitmore, una joven de 20 años de la alta sociedad londinense, vive atrapada entre las estrictas expectativas de su familia y la rigidez de los salones aristocráticos. Su vida transcurre entre bailes, eventos sociales y la constante presión de su madre para casarse con un hombre adecuado, como el arrogante y dominante Henry Ashford.

Todo cambia cuando conoce a Alaric Davenport, un joven noble enigmático de 22 años, miembro de la misteriosa familia Davenport, conocida por su riqueza, discreción y antiguos rumores que nadie se atreve a confirmar. Eleanor y Alaric sienten desde el primer instante una atracción intensa y peligrosa: un amor prohibido que desafía no solo las reglas sociales, sino también los secretos que su familia oculta.

NovelToon tiene autorización de Drusila15 para publicar esa obra, el contenido del mismo representa el punto de vista del autor, y no el de NovelToon.

Entre las sombras de la libertad

La noticia llegó en los pliegues del silencio.

Una semana había pasado desde la noche del incendio, y en Londres, las lenguas se habían desatado con la rapidez de un relámpago. Los periódicos más distinguidos hablaban de la tragedia en el palacio Whitmore: las llamas habían consumido gran parte de la residencia y, junto con ella, a casi todos sus ocupantes. De Eleanor Whitmore no se halló cuerpo alguno. Se escribió, con un dramatismo morboso, que había sido “reducida a cenizas, imposible de reconocer”.

Alaric había llevado discretamente uno de aquellos ejemplares a la mansión Davenport y lo había dejado sobre la mesa del comedor, sin hacer mayor comentario. Eleanor lo había leído en silencio, con las manos temblorosas.

“Muerta.”

La palabra pesaba más que cualquier joya de diamantes que su madre hubiera querido colgarle. Había pasado días enteros tratando de procesarlo. El mundo la creía perdida, borrada. Ni los criados, ni sus conocidos, ni siquiera Henry… nadie esperaba volver a verla caminar por los salones de la alta sociedad.

Y, en medio de esa certeza, algo en su pecho había explotado como un cristal roto: una libertad que nunca había sentido antes.

No habría más invitaciones forzadas a cenas aburridas. No habría más críticas sobre su peinado, ni presiones sobre cómo debía reírse o qué debía contestar. Ya no existía la Eleanor atrapada en la red de su apellido. Y, aunque aquella libertad estaba teñida de dolor y culpa, brillaba con un fulgor irresistible.

Esa mañana, Alaric tuvo que salir temprano. La política de los Davenport exigía presencia: los rumores en la sociedad nunca se detenían, y él debía mostrarse, aunque solo fuera para mantener las apariencias. Eleanor le observó partir desde la ventana de su habitación. Él subió a su caballo negro, con el porte frío y elegante de siempre. Antes de marcharse, alzó la mirada hacia ella. Fue un instante breve, apenas un cruce de miradas, pero le dejó un cosquilleo en la piel.

Cuando ya no estuvo, la mansión se sumió en un silencio distinto. Eleanor sintió una punzada de nervios: ¿qué debía hacer ahora? No podía pasar todo el día encerrada en su habitación.

Fue Selene quien la encontró en la galería superior, de pie frente a un retrato familiar.

—¿Te escondes? —preguntó con suavidad.

Eleanor se giró. Selene tenía ese aire sereno que la envolvía siempre, con el cabello oscuro cayéndole sobre los hombros y una calma casi hipnótica en sus gestos.

—No… bueno, quizá un poco —admitió Eleanor.

Selene se acercó hasta quedar a su lado, ambas observando el retrato de un antepasado Davenport, de expresión grave.

—Cuando Alaric no está, la casa parece más pesada —comentó la joven —. Como si todos nos volviéramos conscientes de nuestro propio eco.

Eleanor sonrió apenas, sin comprender del todo, pero agradecida de la compañía.

—¿Qué sueles hacer en un día como este? —preguntó.

Selene ladeó la cabeza, pensativa.

—Depende. A veces leo, otras veces paseo por los jardines. Pero contigo aquí… creo que deberíamos hacer algo distinto. Hace mucho que no comparto tiempo con una mujer.

La confesión tenía un brillo íntimo. Eleanor sintió un calor agradable: era la primera vez que alguien en la casa le ofrecía compañía, más allá de la solemnidad de Alaric o las bromas ligeras de Víctor.

—¿Qué propones? —preguntó con cautela.

Selene sonrió.

—Lo que quieras. Esta mansión tiene más secretos de los que imaginas.

Decidieron comenzar con un paseo por los jardines traseros. Eleanor había visto aquellos terrenos desde su ventana, pero recorrerlos junto a Selene era distinto. Los árboles se alzaban en filas solemnes, las rosas oscuras trepaban enredaderas y, en un rincón escondido, había un estanque con lirios.

—Es hermoso —susurró Eleanor.

—Y peligroso —respondió Selene, casi en un murmullo, como si hablara de otra cosa.

Eleanor no preguntó más. El silencio entre ambas no era incómodo, sino cargado de significados ocultos. Finalmente, Selene rompió la calma con una sonrisa ligera.

—He oído que eras considerada una de las jóvenes más deseadas de Londres. ¿Es cierto?

Eleanor soltó una risa breve, incrédula.

—Eso lo dirían los demás, no yo. Nunca me sentí así.

—¿Nunca? —Selene arqueó una ceja—. Con esa melancolía en los ojos y ese porte… apuesto a que había más de un hombre suspirando por ti.

Eleanor se sonrojó.

—Lo que había eran compromisos y expectativas. Nadie preguntaba qué quería yo.

Selene asintió con un gesto grave.

—Ahora eso ya no importa. Para ellos estás muerta. —Lo dijo sin crueldad, como una verdad simple—. Aquí puedes ser lo que quieras, Eleanor, eres libre.

Esas palabras calaron hondo. Eleanor las guardó como un tesoro, aunque no supiera aún qué hacer con ellas.

Al regresar a la mansión, en uno de los pasillos largos, se toparon con Víctor, que salía de la sala de música. Traía una partitura en las manos y una sonrisa ladeada.

—¡Ah, las damas de la casa! —exclamó con exagerada galantería—. ¿No es peligroso que tanta hermosura se reúna en un mismo pasillo? Podría deslumbrar a cualquiera.

Selene rodó los ojos, acostumbrada. Eleanor, en cambio, se quedó sin saber cómo responder.

—¿Ya intentas coquetear otra vez, Víctor? —lo reprendió Selene.

—¿Otra vez? —replicó él, teatral—. Yo diría que es un talento natural, no un hábito.

Eleanor rió, algo nerviosa, pero agradecida de la ligereza. Había algo refrescante en la coquetería descarada de Víctor, tan distinta a la frialdad de Alaric.

—¿Qué hacías en la sala de música? —preguntó ella.

—Componiendo una melodía —respondió él, sacudiendo las partituras—. Tal vez algún día te la toque al piano señorita Eleanor, si Selene no me arruina el momento con sus sarcasmos.

—Te arruinas tú solo —dijo Selene, con una sonrisa enigmática.

Eleanor sintió que, poco a poco, la tensión que había traído consigo se deshacía. Esta familia era extraña, sin duda, pero empezaba a verla con ojos distintos.

Más tarde, Selene la llevó a una pequeña sala de té, con ventanales que daban al bosque. Allí se sirvieron una infusión oscura, de sabor ligeramente metálico, que Eleanor no quiso preguntar qué contenía.

Selene bebió con calma y luego dejó la taza sobre el platillo.

—¿La extrañas? —preguntó de repente.

Eleanor supo a qué se refería: su familia, su antigua vida.

—Sí… y no —confesó—. Extraño a mis padres, aunque discutíamos mucho. Extraño algunas costumbres. Pero… no extraño la presión, el juicio constante. Siento que ahora puedo respirar.

Selene la observó en silencio, como si evaluara cada palabra.

—No tienes por qué sentirte culpable por eso —dijo al fin—. La libertad nunca es un crimen.

Eleanor bajó la mirada, jugueteando con la taza.

—Y sin embargo, me siento culpable. ¿Qué clase de persona se alegra en medio de una tragedia?

Selene extendió la mano y tomó la suya. Su tacto era frío, pero el gesto fue cálido.

—La clase de persona que por fin empieza a vivir.

Eleanor tragó saliva, conmovida. Nadie la había entendido así antes. Nadie.

Aquella tarde llegó Alaric pero se fue directamente a su habitación sin hablar con nadie, Eleanor después de una cena un tanto rara con los demás se fue a su habitación, se puso el camisón que le habían dejado en el armario y se tumbó en la cama amplia que le habían asignado. El fuego de la chimenea lanzaba destellos en las paredes, y el silencio de la mansión parecía observarla.

Repasó el día en su mente: la libertad extraña que sentía, las bromas de Víctor, la serenidad de Selene, la mirada fugaz de Alaric antes de marcharse.

Y entonces comprendió algo que le erizó la piel: estaba empezando a pertenecer a ese lugar.

Su antigua vida había ardido en el fuego. Lo que quedaba era esto: una mansión de secretos, una familia de sombras, y un hombre cuyo nombre resonaba en su pecho como un peligro delicioso.

Al cerrar los ojos, no pensó en las etiquetas ni en su madre. Pensó en Alaric, y en cómo sería tenerlo cerca otra vez.

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Paola Uchiha 🩸🔥✨
No sé cómo voy a aguantar el suspense, ya quiero leer la siguiente parte. 😭
muhammad iqbal
Tu historia es increíble, estoy obsesionada. 😍 Por favor publica más rápido, ¡necesito saber lo que sucede después! 🤞
Uryū Ishida
Hola, necesito la continuación
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