Introducción
En las paradisíacas playas de Bali, nace la aventura y el romance entre dos jóvenes que tienen el mundo a sus pies, donde la pasión y el deseo consumió a Argelia Soria y a Paolo Gabellotti, es así como da inicio su trágico romance. Que como siempre su único final feliz será el fruto de ese amor.
Paolo el jefe de la mafia siciliana descubre años después, que su amor por Argelia había trascendido a la vida eterna, pero a su vida llega una dulce personita a poner su mundo de cabeza.
“No puedo creerlo, Mi papá es, El Jefe de la mafia”. Paola Soria.
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Mi familia
Capítulo 10
Paolo estaba en su despacho, tenía que recibir al líder de la mafia rusa en algunos días, quería hacer una alianza con él mediante el matrimonio con su hija Katrina, aunque Paolo tenía ya su respuesta, él no pensaba casarse con nadie. En ese momento recibió una visita inesperada.
—Paolo te busca una abogada que tiene algo muy importante que hablar contigo.—la anunciaba Fabrizio.
—Hazla pasar.—se sorprendió bastante, por lo general no tenía tratos con abogados, de eso se encargaba Enzo, su padre.
—Disculpe que haya venido a buscarlo hasta aquí, fue una travesía encontrarlo y que me dejaran llegar hasta usted. Soy Nuria Casas.—
—¿En qué puedo ayudarle?—preguntó directamente, tenia una mirada fría y desafiante, Paolo también había cambiado.
—Vengo en representación de mi clienta la señora Argelia Soria.—Paolo sintió como si un martillo golpeara su pecho, después de años de no volver a escuchar su nombre, volvía a su vida de un solo golpe.
—Debo decir que me sorprende que la señora Soria la haya enviado, no tenemos nada que decirnos. O algún asunto en común.—
—Si tienen algo en común, una pequeña de ocho años de edad llamada Paola. La señora Argelia está muy enferma, solicitó otorgarle la custodia completa de la menor.—Paolo quedó totalmente desarmado.
—Me está mintiendo.—
—No, tengo instrucciones precisas y una orden del juez para hacer una prueba de ADN si es que usted la requiere. Debo agregar que Argelia esta en fase terminal, quiere dejarle a usted lo que más ama, la hija de ambos.—Paolo no podía creerlo.
—¿Que tiene Argelia?—
—Cancer de páncreas etapa cuatro, ningún tratamiento y tampoco las cirugías la hicieron mejorar. Aún hay tiempo para que conversen, el médico le dio seis meses de vida.—Nuria podía observar que Paolo estaba muy afectado.
—permítame.—se sirvió un trago de cognac y lo bebió todo sin respirar, después mandó llamar a Fabrizio.—Prepara todo, iremos a Madrid por Argelia y por mi hija.—Paolo no dudaba de que fuera sangre de su sangre, esta vez nadie lo detendría para llevárselas, ni si quiera Aníbal Soria.
Nuria viajó con ellos hasta Madrid, antes de salir de Sicilia le solicito a Leonora que llevara a la niña al hospital para que Paolo se las pudiera llevar, ella accedió sin decirle nada a su hermano. Horas más tarde llegaron al hospital central de Madrid, Argelia dormía. Leonora estaba sentada en el sillón mientras acariciaba el cabello de la pequeña Paola. Sus más grandes amores dormían profundamente, sentía una tristeza horrible al pensar que no seguirían juntas. Paolo entró lentamente a la habitación en compañía de Nuria.
—No hagan mucho ruido, ambas están dormidas.—dijo Leonora
—Soy Paolo Gabellotti, creo que no nos conocíamos.—
—No, pero yo si te conocía. Ella es nuestra patito, Paola tu hija.—
Paolo estaba emocionado hasta las lágrimas, aún era muy pequeña, le dolía pensar todo lo que se había perdido a su lado. Después se acercó para ver a Argelia, le rompió el corazón verla tan delgada y débil. Sin duda su vida estaba a punto de terminar, lloró como nunca antes lo había hecho, tomó su mano llena de moretones por todas las agujas que habían estado en su piel para besarla.
—Necesito hablar con su médico, hoy mismo me las llevo lejos de aquí.—
—Nuria podrías ir a llamar al médico Enrique, aún no se va.—le pedía Leonora.
—Si por supuesto.—
Minutos después llegó el médico que atendía a Argelia, le explicó a Paolo que tenía que ir a un hospicio para esperar ahí su último día. Que ya no se podía hacer más por ella, Paolo le ordeno al médico prepararla porque se la llevaría a Sicilia. El médico accedió, pero Gonzalo el médico de confianza de los Soria, le avisó a Aníbal lo que estaba ocurriendo. La pequeña Paola despertó, Leonora le explicó que él era su papá y que había regresado por ambas. Paola lo observaba con mucha curiosidad.
—No tengas miedo patito, soy tu papá.—ella se acercó lentamente hacia a él, Paolo le extendió la mano.
—Mami me dijo que cuando ella se fuera de este mundo, tú vendrías por mi. También me dijo que te quisiera mucho.—la pequeña abrazó por primera vez a su papá.
Leonora estaba muy conmovida por su encuentro, en ese momento Argelia despertó. Leonora decidió dejarlos a solas para que hablaran.
—Fabrizio no pierdas de vista a mi hija.—daba la orden Paolo
—Gracias por venir, ¿ya hablaste con ella?—preguntaba Argelia con mucha dificultad.
—Es la niña más linda y perfecta que he visto en mi vida. No hay tiempo para reproches, olvida todo, nos vamos ahora mismo de aquí.—
—Estoy muriendo, te busqué porque debes llevarte a nuestra hija. Tome malas decisiones, nunca me perdonaré, pero ella tiene que estar contigo. Tú puedes protegerla de mi padre, si se queda con él le arruinará la vida como a mí y a mi hermana.—
—Me llevaré a ambas, así sea un día el que estemos juntos amándonos, lo disfrutaremos como la familia que somos.—
Estaba todo listo para que Paolo se llevara a Argelia, estaban a punto de salir de la habitación cuando llegó Aníbal.
—¿Que haces aquí?—
—Vine por mi familia.—
—No, no permitiré que te las lleves.—
—porque perder mi tiempo hablando contigo, si puedo usarlo para estar con ellas. Nos vamos.—Paolo cargó en sus brazos a Argelia, Nuria tenía de la mano a la pequeña Paola.
Aníbal y su personal de seguridad sacaron sus armas, pero también la gente de Paolo las sacó, todos los pacientes y personal médico corrían al verlos.
—No saldrás vivo de aquí infeliz, no te llevarás a mi hija y mucho menos a mi nieta. Gabriel llama a la policía.—
—Lamento decepcionarlo señor Soria, la policía sabe que estoy aquí. Así que no hará nada, si gusta hablar con el alcalde de la ciudad le dirá que soy intocable. En estos años todo ha cambiado, tengo el poder para protegerlas de usted.—
—Papá nos vamos a ir con él, así que por una vez en tu vida déjame ser feliz.—suplicaba Argelia con su voz totalmente débil.
Paola miraba a su abuelo por primera vez con mucho temor, Aníbal se dio cuenta que olvidó que su nieta estaba presente, por primera vez ella veía lo que él realmente era, una persona ruin, cruel y despiadada.
—Recuperare a mi nieta, y acabaré contigo es una promesa. Te haré pagar por arruinar mis planes, pagarás con tu vida haberme alejado de mi amada hija.—Aníbal bajó su arma, también sus custodios lo hicieron y los dejaron avanzar.
Paolo salió del hospital con su amada Argelia en sus brazos, la pequeña Paola estaba muy pensativa por lo que acababa de presenciar. Más tarde en la mansión de los Soria, Leonora tenía que soportar a su hermano que estaba hecho una furia, llamaba a todos sus contactos, su obsesión ahora era recuperar a su nieta. Mientras Argelia siguiera con vida, él no podía hacer nada. Leonora estaba feliz de saber que Argelia viviría sus últimos días llenos de dicha y amor, y no en soledad.