Mauro Farina es el Capo de la mafia Siciliana y el dueño de Lusso, la empresa de moda más importante del mundo, y quiere destronar a sus competidores con la nueva campaña que lanzará.
Venecia Messina es heredera de la ´Ndrangueta y el cártel de Sinaloa, y su nueva becaria.
Mauro no ha olvidado el rechazo que sufrió a manos de esa pequeña entrometida hace años, y ahora que está a su merced se vengará de esa ofensa. Lo que él no sabe es que Venecia viene para quedarse y no se dejará amedrentar por él.
¿Quién ganará esta batalla de voluntades?
Te invito a descubrirlo juntas.
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Mi otra mitad (+21)
Mauro
Entramos al departamento empujándonos el uno contra el otro. Ambos casi desnudos. Es una suerte que este elevador sea privado y nadie más pueda entrar.
Empujo a Venecia contra la pared frente al recibidor cuando sé que no podremos llegar al sofá. Está a cinco metros, pero ahora eso me parece una distancia insondable.
Tomo su vestido y tiro de la tela con fuerza, rompiéndolo en dos trozos irregulares.
Mi chica jadea y luego sonríe. –Tendré que salir desnuda de aquí –dice antes de chasquear esa deliciosa lengua.
Beso su cuello y luego enredo mi lengua en el lóbulo de su oreja, sacándole un suspiro.
–Primero, ¿quién te dijo que podrás salir alguna vez de este lugar? –pregunto antes de morder su labio inferior con ternura y tirar de él–. Y segundo, soy dueño de una de la empresas más importantes de moda. Solo hace falta que haga una llamada y este lugar se llenará de ropa de lujo.
–Mmm me gusta como suena eso –devuelve mientras entierra sus uñas en mi espalda desprovista de camisa, quedó en alguna parte entre el estacionamiento y el elevador.
Tomo sus muslos y la levanto. –Creo que a mí me gusta más como gritas cuando te hago llegar –digo mientras busco un preservativo en el bolsillo de mi pantalón. Me lo coloco rápidamente y vuelvo a mi lugar favorito en el mundo.
Mi chica deja caer su cabeza hacia atrás y aprovecho para besar su mentón y morder su barbilla.
–Eres deliciosa –susurro antes de comenzar a embestir con una energía renovada.
–¡Oh, Mauro, sí! –grita cuando golpeo duro y profundo dentro de su cuerpo–. ¡Maldita sea, sí!
Le quito su brasier en dos movimientos. Gruño al ver como sus pechos rebotan con cada una de mis embestidas.
Bajo mi boca y succiono una de sus puntas sin ninguna dulzura. Tiro y muerdo hasta que la mujer en mis brazos pone los ojos en blanco.
–Sigue follándome toda la vida así –pide entre gemidos y gritos que aumentan con cada succión–. Oh, mierda, tu lengua es milagrosa –solloza.
Acelero mis movimientos mientras muerdo las puntas de sus preciosos pechos, y antes de lo que quisiera se deja ir.
–¡Dios mío! –grita y se deja caer contra mi cuerpo sin fuerza para nada más.
Camino con ella en brazos, todavía con nuestros cuerpos unidos, y la llevo a una de las mesas de arrimo. Lanzo lejos el florero con hortensias, que decoran el lugar, y la monto sobre la mesa.
Salgo de su precioso cuerpo y puedo ver como su deseo por mí gotea desde su matriz, bajando por sus muslos, hasta caer sobre el mármol.
Desesperado hundo mi boca en ella y siseo cuando siento su sabor en mi lengua.
Es dulce, es vibrante… es Venecia.
Hundo mi lengua, una y otra vez, lo más profundo que puedo llegar.
Sus dedos se enredan en mi cabello y me acerca más a su centro. Sus muslos presionan mi rostro como si no quisiera dejarme ir nunca.
–¡Sí, así! –gruñe–. No te detengas –ruega olvidando su orgullo, dejándome entrar a su cuerpo y a su mente. Entregándose a mí como siempre soñé que lo hiciera.
Su sabor me enciende más de lo que ya estaba y tengo que tomar mi polla y darme placer con mi mano mientras disfruto del mejor plato que me han ofrecido jamás.
–Oh, esa bendita lengua –gimotea cuando la enredo en su montículo que late y crece en mi boca.
–¡Mauro, Mauro, Mauro! –me llama con desesperación cuando succiono el punto más dulce de su cuerpo–. Oh, Dios, oh, Dios, oh, ¡maldito Dios! –grita antes de dejarse ir con un gruñido que me sabe a gloria pura.
Sigo besando, lamiendo y succionando hasta que su cuerpo se siente como si fuera de goma.
Beso la ternura de su vientre y sigo subiendo hasta darme un festín en sus pechos.
Esperé a Venecia por más de ocho años, pero la espera valió la pena.
–Llévame al sofá –pide sin abrir los ojos.
Su cuerpo está tan agotado, que apenas se mueve, y sus respiraciones son superficiales.
Deja tranquila a la pobre chica, me digo.
Tomo a la bella durmiente y la acuno contra mi regazo. Camino con ella hasta el sofá sin poder despegar mis ojos de su rostro. Está preciosa; sonrojada, sudada, y bien follada.
Me siento en el sofá con ella muy pegada a mi pecho, y recorro el contorno de su barbilla con mi nariz. Huele dulce y a mí.
Huele a nosotros.
Gruño satisfecho con mi descubrimiento. Quiero que siempre huela así.
Succiono su labio inferior y sonrío cuando su lengua aparece y prueba mi sabor.
–Mmmm –ronronea antes de abrir los ojos y moverse hasta quedar sentada a horcajadas sobre mí–. Ahora quiero montarte –dice y se deja caer sobre mi polla preparada para ella. Jadea y sé que le duele. –Pensé que mi cuerpo ya se había amoldado a tu tamaño –se queja con un adorable mohín.
–Ya lo hará –le aseguro antes de besar ese mohín–. Tenemos todo el tiempo del mundo.
–Cómete mis pechos como lo hiciste antes –pide y yo por supuesto me lanzo a ellos.
No sabía que podía ser tan obediente.
Su cuerpo comienza a relajarse a mi alrededor y con un suspiro me deja entrar hasta el final.
Venecia toma mi rostro, apartándome de sus pechos, y me besa como solo ella sabe hacerlo.
Nos enredamos en un beso salvaje, demandante y muy sucio. Un beso que solo puedes compartir con esa persona que significa el mundo para ti.
Su cuerpo comienza a subir y a bajar, al principio lento, probando cuánto puede tomar de mí, pero luego comienza a acelerar.
–Oh, sí, se siente tan bien –mascullo contra la piel de su clavícula. Sus músculos internos me presionan y ahora soy yo quien pone los ojos en blanco–. Eres maravillosa.
Sus movimientos se hacen más rápidos cuando su excitación gotea a nuestro alrededor facilitándole el movimiento.
Acerca su boca a mi oído cuando me monta como toda una profesional. –¿Te gusta mi coño?
Gruño con su pregunta. –Más de lo que puedes llegar a imaginar –respondo con voz tensa.
La abrazo, pegando su cuerpo al mío, y luego, solo oímos nuestros gemidos, que suben en intensidad.
Venecia grita una grosería en español cuando su cuerpo se desmorona a mi alrededor.
Sus músculos internos me presionan y me dejo ir con un siseo tembloroso contra la piel de sus pechos.
Sus ojos satisfechos buscan los míos. –Si sigues follándome así, me enamoraré perdidamente de ti y de tu bendita polla –dice antes de acariciar mis labios con los de ella.
Sonrío en respuesta.
Enredo mis dedos en su cabello y la beso, vertiendo en ella todos los sentimientos que provoca en mí.
Venecia gime en mi boca, encendiendo una mecha de parafina, que no quiere apagarse jamás. No ahora que ha encontrado a su otra mitad.
Me levanto con ella en brazos y camino al dormitorio. La follaré hasta que me ruegue que me detenga y hasta que me diga que me ama.
Como siempre he soñado que lo haga.
gracias a Valentina pudo salir adelante
No importa por lo que hayas pasado dolor es dolor, no disminuye y ni cambia por las cosas que pasaron!😕☹️
Gracias por este capitulo❤️