Mucho antes de que los hombres escribieran historia, cuando los orcos aún no habían nacido y los dioses caminaban entre las estrellas, los Altos Elfos libraron una guerra que cambiaría el destino del mundo. Con su magia ancestral y su sabiduría sin límites, enfrentaron a los Señores Demoníacos, entidades que ni la muerte podía detener. La victoria fue suya... o eso creyeron. Sellaron el mal en el Abismo y partieron hacia lo desconocido, dejando atrás ruinas, artefactos prohibidos y un silencio que duró mil años. Ahora, en una era que olvidó los mitos, las sombras vuelven a moverse. Porque el mal nunca muere. Solo espera...
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El Consejo de las Sombras
Las llamas de la Ciudadela de la Luz aún danzaban en la distancia como un eco de la gloria perdida. La antigua cuna de los paladines ya no era más que cenizas, piedra quebrada y escombros teñidos de sangre.
Pero en las profundidades más secretas del mundo, donde ni la Luz ni el Abismo se atreven a mirar directamente, se erguía Umbra Noctis, la ciudad secreta del Gremio de Asesinos. Oculta en una dimensión entre sombras, esta fortaleza estaba tallada en una montaña viva, donde las estrellas no tocaban el cielo y el tiempo no obedecía leyes humanas.
Allí, en el Gran Salón de los Ojos Velados, se reunían los más temidos. Los lores oscuros. Los estrategas del asesinato. Los portadores del velo.
Sentado en lo alto de su trono de obsidiana negra, Alastor, el Rey Asesino, escuchaba en silencio las voces cruzadas del Consejo.
—Debemos mantenernos al margen, —dijo Belcebú, un ser tan obeso como letal, mientras acariciaba un cuchillo de marfil—. Esta guerra no es nuestra. Dejemos que los orcos y los santos se maten entre ellos. Luego, recogeremos los restos... o esperaremos que el "gordo rey" nos pague por limpiar su chiquero.
—¡Estás ciego por la codicia! —respondió el elegante pero letal Conde Percibal, con un tono agudo y grave como el acero de una daga—. ¿Y qué ocurrirá cuando las hordas verdes crucen nuestras puertas? Incluso las sombras tienen límites. La noche ya huele a sangre, y no esperará eternamente.
Un golpe seco en la mesa hizo temblar las luces verdes del salón.
—¡BASTA DE PALABRAS VACÍAS! —exclamó Sakra, su piel tatuada con runas vivas—. ¡Propongo liberar al Leviatán! Que arda todo a su paso. ¡Dejemos de escondernos! ¡La guerra no se puede evitar!
Un suave pero letal susurro se deslizó entre todos como un veneno:
—¿Y entonces qué? —dijo Pandora, la única mujer del consejo, vestida con velos flotantes y ojos que veían más allá del presente—. ¿Liberamos al infierno y le abrimos la puerta? ¿Queremos que vengan por nosotros también?
—Si los paladines, con su luz y sus milagros, no pudieron defender la ciudad… ¿realmente nosotros podremos solos?
Las voces se superpusieron como cuchillos chocando, gritos cruzados, amenazas veladas. El caos reinaba. Hasta que, como un trueno entre sombras, Alastor se levantó.
Su capa de sombras vivientes se agitó con furia, y su voz retumbó como una sentencia:
—¡BASTA!
—No más disputas. El destino ya está en movimiento.
—Vorn, mi discípulo, ya ha sido enviado. Él buscará al paladín... y cuando ambos se crucen, la historia cambiará.
—Nos rearmaremos. Observaremos. Y cuando llegue la hora... entraremos en la guerra.
El salón quedó en silencio. Pero un eco incómodo se elevó desde el fondo.
—¿Y si el plan falla? —interrumpió Judas, un asesino encapuchado de voz venenosa—. ¿Y si ese paladín mata a Vorn antes de que logre hablarle? ¿Y si... usamos el libro que el chico robó de una vez?
La atmósfera se congeló. Alastor descendió los escalones de su trono, con cada paso como una amenaza. Lo miró directo a los ojos.
—El Libro está bajo mi protección. Y no lo pondré en manos de gusanos como tú.
—Si cuestionas mi juicio... si dudas de mi liderazgo... sabes lo que dictan las antiguas reglas.
La Arena. El Desafío. La Sangre.
Nadie se movió. Judas desvió la mirada. El aire se volvió denso como el veneno. Entonces, una voz se alzó con melodía letal.
—Entonces... la guerra será. —dijo Pandora, con una sonrisa peligrosa —Que se desaten las sombras.
Un rugido surgió del consejo. Todos se levantaron, unos gritando, otros riendo, todos enloquecidos por la promesa de sangre.
El Gremio de Asesinos comenzaba su movilización.
Umbra Noctis vibraba con la oscuridad contenida. Vorn avanzaba en su misión. El cruce entre la Luz y la Sombra se acercaba. Y en medio de todo, los reinos aún no sabían que el verdadero enemigo aún no había revelado su rostro.
sigan así /CoolGuy/
me encanta!!!