Un mundo fantástico, lleno de seres que jamás creíste poder ver, a excepción de los libros, las películas y relatos. Ahora has llegado a este sitio, donde no solo puedes verlos, tocarlos y hablar con ellos, sino que estás dentro del cuerpo de uno de ellos.
Mi nombre es Dagny y está es mi historia. Entré al cuerpo de un ser místico y mágico, nunca entendí por qué, pero no pude tener mejor suerte que esta, al amar todo tipo de historias de fantasía, intentaré vivir bien y vivir feliz.
¿Podré hacerlo?, ¿Tendré dificultades como en el pasado?, ¿Deberé cambiar mi forma de ser para que me acepten?
Sigue mi historia y entérate del final.
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Tropiezo
A partir de ese día las dos mujeres se dedicaron a preparar la ceremonia. Para Dagny fue algo pesado, pues nunca tuvo que hacerse cargo de algo así, ya que era mejor pagarle a alguien más para que hiciera el trabajo, pero pasar tiempo con la reina, era algo que no iba a dejar pasar.
—Supe que visitó al príncipe, también que no te trató bien. Si quieres podemos cancelar el compromiso, aunque eso signifique comenzar una guerra entre las dos razas—
Sabía perfectamente lo que implicaba el hecho de no llevar a cabo la boda, por lo que necesitaba saber que tan dispuesta estaba Dagny, sabiendo que su familia podría morir.
—Majestad, es cierto que no me quiero casar, aunque también es cierto que no quiero volver con los elfos, me gustaría quedarme aquí si existe alguna posibilidad—
Detuvo lo que estaba haciendo y su expresión seria apareció. Dagny buscaba algo en específico con los dragones, pero aún no estaba lista para hacerlo.
—No tengo ningún problema en que te quedes con nosotros, pero tendrás que soportar todo lo que se diga de ti, sabes que morirá la mayor parte de los elfos, para algunos serás una traidora y para otros una cobarde. Es una decisión difícil para tomar.—
Cómo lo había dicho, ella estaba muy segura de querer adoptar a Dagny como su hija, sin embargo le preocupa lo que tenga que soportar para que sea aceptada por su gente, pues por mucho que sea la reina, no puede obligar a sus súbditos para que acepten a una persona diferente a ellos.
—Por el momento continuemos con los preparativos, le informaré mi decisión final después de ello—
Si todo salía como pensaba, nadie se opondría llevar a cabo aquello que ella estaba tan decidida a hacer, desde un principio, la primera vez que leyó de lo que se trataba.
La reina claro que aceptó, pues a pesar de todo, sabía que su hijo podía ser testarudo, pero no podría declinar la orden que ella misma le había dado.
En una tarde, donde el sol se estaba ocultando, Dagny paseaba por el jardín que daba a su habitación, era muy relajante oler los diferentes aromas de las flores. Todo iba bien, se encontraba feliz, había decidido dejar de lado el hecho de ser odiada por muchos, aún así, ahí mismo apareció Nick Solemberg.
—Veo que le gusta seguirme princesa— resultaba ser narcisista, al pensar aquello.
—¿Quién lo sigue lord?, me refiero a que esté jardín se encuentra justo enfrente de mi habitación y todos saben, incluidos los sirvientes, que yo vengo aquí a dar paseos cortos porque me encantan las flores— por más que pudiera llegar a querer a alguien, no les dio en ningún momento la oportunidad de faltarles el respeto más de una vez.
—Entonces, ¿debería irme?— intentando hacer sentir culpable a Dagny, preguntó
—Puede hacer lo que mejor le parezca lord Solemberg, pero no espere que yo me vaya— continúo con su camino.
La mueca de desagrado que hizo Nick, era más que obvia, definitivamente había perdido en contra de aquella mujer, pero no quería que todo se quedara así.
—Recuerdo que fue usted quien llegó a buscarme por primera vez— quería seguir molestando
—Se perfectamente lo que hice, creo que todos cometemos errores, incluso yo no soy perfecta, además usted dice odiarme tanto, pero no veo que se aleje de mi como el resto—
Se había cansado de seguir escuchando al hombre, por lo que decidió mejor irse. Dejándolo solo, con palabras en la boca, pues estaba a punto de decir algo más.
Caminaba tan rápido como sus piernas se lo permitían, iba tan concentrada en sus pensamientos, que también se había distraído y no veía el camino muy bien, hasta que tropezó con alguien.
—¿Se encuentra bien?— dijo esto, un hombre de cabello castaño, piel morena y cuerpo tonificado, por el tono de su voz muy varonil y sensual. Desafortunadamente para Dagny no pudo verle el rostro, pues iba cubierto con una máscara.
Miraba hacia arriba, una mano extendida le ofrecía su ayuda, pues por el pequeño impacto, terminó en el suelo, pero al ser pasto, no fue grave.
—Estoy bien, muchas gracias por su ayuda mi lord— tomó la mano amiga y así pudo levantarse con más facilidad.
—Entonces me retiro, con permiso mi lady—
Dagny quedó embobada. ¿Realmente era tan susceptible?, ¿Cómo era posible que aquel hombre le hubiera puesto la piel de gallina solo con hablarle?, ni siquiera el pensar que su esposo pudiera estar ahí le hizo sentir eso.
—»¿Qué me sucede?, no soy la misma de antes, algo está cambiando en mí«— sus dudas iban en aumento
No se sorprendió de ver a un hombre desconocido por el castillo, pues la ceremonia por fin se llevaría a cabo al día siguiente, por lo que los invitados habían estado llegando durante la última semana, porque si, ella ya tenía casi dos semanas en Athel.
El rey había regresado después de haber cumplido su castigo, las concubinas fueron sacadas de la sala Solet, ahora estaban siendo tratadas por dragones con magia curativa, pues Dagny se ofreció a ayudar, pero fue rechazada de inmediato. Por su parte el príncipe no ha querido dirigirle la palabra a Dagny, cosa que a ella le daba igual.
Entre hombres y mujeres, las habitaciones del castillo se llenaron por completo, ya todos los involucrados habían llegado, solo era cuestión de esperar y una persona entre todos ellos, estaba muy nerviosa.
—Madame Kari, ¿cree qué me vayan a aceptar?, no se si de verdad lo hagan— su nerviosismo estaba a tope.
—Entiendo alteza, pero la decisión ya fue tomada, solo debe esperar para que se la hagan saber—
Dagny no sabía eso, el hecho de que ya hubiesen tomado una decisión, hacía que sus esfuerzos fueran tirados por un precipicio.