Una Luna Para El Alfa

Frente a Lyra no había más que una joven que la miraba con curiosidad. La chica, de cabello azabache y ojos negros profundos, la observaba con seriedad antes de preguntar con voz firme:

—¿Eres Lyra Blackwood?

Lyra la miró un momento, tratando de ubicar su rostro, pero no la reconocía de ningún lugar.

—Sí, soy yo.

La expresión seria de la joven cambió de inmediato, dibujando una sonrisa radiante. Con entusiasmo, tomó las manos de Lyra entre las suyas.

—Mi nombre es Liora Stormborn, y por supuesto, soy tu cuñada.

Lyra sonrió al escuchar esas palabras. Por eso la chica le resultaba familiar: tenía la misma mirada que Caelan.

—Mucho gusto, Liora —respondió con amabilidad.

La joven era alegre y jovial, irradiaba una energía contagiosa que hizo que Lyra se sintiera cómoda de inmediato. Apenas estaban conociéndose, pero ya sentía un vínculo con ella.

—¡Ven, vamos! Quiero charlar contigo —dijo Liora con entusiasmo.

Lyra sonrió ante la invitación, pero recordó que Ness aún estaba encerrada en la habitación esperándola.

—Me encantaría, pero debo buscar a una amiga —respondió con un deje de preocupación.

Liora, sin embargo, no parecía dispuesta a dejarla ir tan fácilmente.

—Tranquila, te acompaño y luego me voy —aseguró con una sonrisa confiada.

Lyra se rió suavemente, cediendo a su insistencia. La joven era encantadora, y parecía tener una curiosidad natural por todo, especialmente por ella. Juntas comenzaron a caminar, hablando animadamente.

Mientras seguían su camino, la figura de Lucian apareció en el campo de visión de ambas. El alfa, con su porte imponente, las saludó con cortesía mientras se acercaba.

—Es un capullo —susurró Liora, inclinándose ligeramente hacia Lyra.

Lyra no pudo evitar sonreír. Ella sabía mejor que nadie lo que era ese hombre.

—Sin lugar a dudas —respondió con complicidad.

Liora, acostumbrada a que otras personas defendieran a Lucian, se alegró de encontrar a alguien que compartiera su opinión. Desde siempre lo había considerado ambicioso y degenerado, y escuchar a Lyra confirmarlo le causó una extraña satisfacción.

Lucian finalmente llegó hasta ellas, sus ojos posándose en Lyra con una mezcla de interés y desconfianza. Algo en ella le resultaba familiar, pero no lograba precisar qué.

—Liora, me alegra verte nuevamente —dijo con tono calculado, dirigiéndose a la hermana menor del rey alfa.

Liora hizo una mueca de desagrado.

—Te diría lo mismo, pero no me gusta mentir —replicó con desdén, arrancando una sonrisa de Lyra y provocando un destello de enojo en los ojos del alfa.

Ignorando a Liora, Lucian volvió su atención hacia Lyra.

—La hija de Magnus... Al fin tengo el gusto de conocer a una joven tan guapa —comentó con una sonrisa que pretendía ser encantadora, pero que sólo logró asquear a Lyra.

Antes de que pudiera responder, Liora intervino con firmeza:

—Es la mate de tu rey alfa. Quita esos pensamientos impuros de tu mente. Eres un asco de persona y un alfa despreciable. Si no quieres que Caelan te arranque la cabeza, desaparece ahora mismo de aquí.

Los ojos de Liora se tornaron de un dorado especial, dejando claro que había usado su don. Lucian pasó la lengua por sus labios con enojo, pero no dijo nada más antes de marcharse.

—Es un imbécil, ya te lo dije —dijo Liora mientras observaba al alfa desaparecer en la distancia—. Ese idiota llevará a su manada a la ruina. Pero está bien, quizás así todos en ese lugar aprendan la lección y sean mejores lobos.

Lyra asintió, impresionada por la determinación de la joven.

—Tienes razón. Por cierto, tienes un don muy grandioso —dijo con admiración.

—Gracias. Leer mentes es algo incómodo a veces, pero lo llevo bien —respondió Liora con una sonrisa—. ¿Cuál es tu don?

La pregunta tomó por sorpresa a Lyra, quien desvió la mirada con incomodidad. Liora, intrigada, intentó leer sus pensamientos, pero se dio cuenta de que no podía. Era imposible acceder a su mente. Este descubrimiento la inquietó, pero también la fascinó.

—Bueno, yo... quería preguntarte algo —dijo Lyra finalmente, rompiendo el silencio.

Liora, aún sumida en sus pensamientos, sonrió ampliamente.

—Dispara. Contestaré cualquier cosa que mi luna necesite.

Lyra soltó una risa suave ante la forma en que la había llamado.

—Hace un rato, cerca del lago, vi a una loba que me lanzó una mirada algo enojada.

Liora frunció el ceño, intentando recordar.

—¿Quieres saber si la he visto antes? —preguntó, y Lyra asintió.

—Era una loba gris. Tenía una mancha negra al final de su cola, pero el resto de su pelaje era completamente gris.

La expresión de Liora se endureció por un momento antes de responder.

—Esa es Elira Moonshadow. Hace años, Caelan estaba enamorado de ella. Fue mucho antes de ser nombrado rey alfa.

Lyra levantó una ceja con interés, así que Liora continuó explicando.

—Elira era la bonita de la escuela, ya sabes, la que todos querían. Caelan, como cualquier idiota enamorado, le pidió que salieran mientras ambos descubrían si eran pareja. Pero la muy perra sólo lo humilló y, para colmo, hizo que todos se enteraran de lo que él sentía por ella. Después de eso, cuando Caelan cumplió dieciséis años y apareció su lobo, la diosa luna le otorgó el liderazgo de todas las manadas y el don de predecir el futuro.

Liora hizo una pausa antes de añadir con severidad:

—Ten cuidado con Elira. Es una zorra que ahora quiere el puesto de reina luna.

Lyra asintió, agradecida por la advertencia. Ahora entendía mejor la mirada de odio de esa mujer.

—Lo tendré en cuenta —respondió con firmeza.

Al llegar a la habitación de Lyra, ambas se despidieron. Al entrar, Lyra encontró a Ness sentada en la cama, con expresión aburrida.

—¡Lyra, por fin llegas! Estaba más aburrida que una ostra —se quejó su amiga.

—Tranquila, Ness. Ahora ya llegué para que nos aburramos juntas aquí encerradas —respondió Lyra, riendo.

Ambas estallaron en carcajadas.

—¿Cómo fue todo con la llegada de los alfas? ¡Cuéntamelo todo! —pidió Ness, ansiosa.

Lyra sonrió y comenzó a relatar cada detalle, desde su encuentro con Caelan hasta el momento en que él la había besado frente a todos, marcando territorio.

—¡¿Te besó frente a todos?! —casi gritó Ness, emocionada—. Ese hombre sabe cómo dejar claro que eres suya.

Lyra se rió de su entusiasmo, mientras Ness sonreía de oreja a oreja. Aunque al principio pensaba que Caelan era un sinvergüenza, ahora le parecía todo un caballero.

Charlaron durante horas, sin darse cuenta de que un par de ojos observaba en silencio desde las sombras, acechando.