Atrevete Amar Al Mafioso

El ambiente en la mansión de Patricia estaba cargado de tensión. Después de la humillación pública de Julia en la cena, Patricia se sintió más empoderada, pero no estaba satisfecha. Sabía que la joven había estado ganando más atención de la que consideraba apropiada, y su creciente cercanía con Adrián solo complicaba las cosas. Patricia, con su experiencia manipuladora, decidió que era hora de tomar medidas más drásticas para asegurarse de que Julia no pudiera eclipsarla.

Había algo que Patricia siempre había deseado: el control total sobre su vida y sobre las personas que la rodeaban. Julia, con su dulzura y su inocencia, siempre había sido una amenaza en su mente. Y ahora, con la conexión con Adrián, Julia estaba ganando poder e influencia en los círculos que Patricia tanto anhelaba. Patricia no iba a permitir que eso sucediera. Con su astucia y sus contactos, ideó un plan que arruinaría la reputación de Julia de manera irreversible.

Una tarde, Patricia convocó a su hija Camila al despacho. Estaba segura de que juntas podrían destruir a Julia, y con su hija a su lado, los planes serían aún más efectivos. Sentada en su escritorio, Patricia comenzó a explicar lo que tenía en mente.

—Camila, he estado pensando en cómo deshacernos de Julia de una vez por todas —comenzó Patricia, su tono grave pero calculador—. No podemos permitir que ella siga haciendo su vida como si nada hubiera pasado. Tengo algo muy grande en mente, y tú serás clave para que esto funcione.

Camila la miró con atención, sin saber exactamente qué tipo de jugada estaba tramando su madre. Patricia, con una sonrisa fría, continuó explicando su plan.

—Voy a orquestar un fraude, algo que esté vinculado directamente a Julia. Es simple, pero muy efectivo. Manipularé algunos documentos, haré que parezca que Julia está involucrada en actividades ilícitas, y me aseguraré de que todo se filtre a la prensa. Nadie podrá confiar en ella después de eso, Camila. Te aseguro que esto será lo que finalmente la derribará.

Camila se quedó en silencio por un momento, sorprendida por la frialdad con la que su madre hablaba. Sin embargo, algo en ella la impulsaba a seguir el plan. Siempre había querido ser parte del mundo de los poderosos, y si esto significaba destruir a Julia, entonces no dudaba en colaborar. Después de todo, su madre tenía razón: Julia siempre había sido una sombra que debía ser eliminada.

—¿Cómo lo haremos? —preguntó Camila, con un tono que reflejaba tanto su ansiedad como su excitación.

Patricia le sonrió, sabiendo que había ganado. La complicidad de su hija era todo lo que necesitaba para ejecutar el plan a la perfección.

—Tengo a las personas adecuadas en lugares clave. Todo lo que necesitamos es un pequeño empujón, y Julia caerá. La gente creerá cualquier cosa si se le presenta de la manera correcta. Ya verás, Camila, la reputación de Julia será destruida en poco tiempo. Y lo mejor de todo: nadie sospechará que estamos detrás de esto.

Patricia tenía contactos en el mundo financiero que le debían favores. Sabía que podía manipular algunos documentos cruciales para incriminar a Julia en un fraude financiero que parecía convincente. Con un par de llamadas y algunos pagos, Patricia consiguió los papeles falsificados que presentaban a Julia como la cabeza de una operación fraudulenta. Todo estaba perfectamente armado, pero faltaba lo más importante: la difusión del escándalo.

—Ahora lo haremos público —dijo Patricia con determinación. Unos días después, los rumores comenzaron a circular. Primero en círculos cerrados, luego en las redes sociales, y finalmente, el escándalo llegó a los medios. El fraude que supuestamente Julia había cometido se convirtió en una noticia sensacionalista, y la joven se vio atrapada en una red de mentiras.

Julia no sabía cómo había sucedido. A ella solo le preocupaba su trabajo, el cual amaba profundamente. Era su pasión, su razón de ser. Desde que comenzó a trabajar como consultora en una empresa respetable, había luchado por ganarse su lugar. Había hecho todo lo posible por ser profesional y honesta. Pero ahora, veía cómo su mundo se desmoronaba a su alrededor. Los rumores sobre el fraude financiero eran tan convincentes que incluso sus propios colegas comenzaron a mirarla con desconfianza.

Cada mañana, Julia se despertaba con el peso del escándalo en su pecho. Sabía que, si no podía limpiar su nombre, perdería su empleo, y con ello, todo lo que había logrado hasta ese momento. Su trabajo no era solo una fuente de ingresos, sino una parte esencial de su identidad. El saber que su reputación estaba siendo destruida por algo que no había hecho, le dolía más de lo que podría expresar con palabras.

Un día, mientras estaba en la oficina, su jefe la llamó a su despacho. El aire estaba cargado de tensión.

—Julia, he estado recibiendo muchas quejas y rumores acerca de tu implicación en un fraude financiero. Este es un tema serio. Necesitamos que aclares tu situación, porque, por el momento, estás suspendida.

El golpe fue devastador. Julia intentó defenderse, explicar que todo era una mentira, pero las palabras no salían. La mirada desconfiada de su jefe le dijo todo lo que necesitaba saber: su reputación estaba arruinada, y ya nada podría salvarla. Sentía cómo su mundo se derrumbaba, mientras los ojos de sus compañeros de trabajo la miraban con desdén.

El sufrimiento de Julia no solo era profesional, sino profundamente personal. Amaba su trabajo y se había esforzado al máximo para que la gente la respetara por lo que hacía. Ahora, sentía que todo lo que había logrado se desvanecía ante sus ojos. La vergüenza la ahogaba, y la sensación de impotencia la consumía por dentro.

Cuando Adrián se enteró de lo que estaba sucediendo con Julia, no pudo evitar sentirse furioso. Sabía que ella no tenía nada que ver con el fraude, pero las pruebas en su contra eran tan convincentes que la verdad parecía no importar. Lo que más le dolía a Adrián era ver cómo Julia sufría por algo tan injusto.

Aunque Adrián tenía sus propios métodos para tratar con las personas que lo traicionaban, en el caso de Julia, no estaba dispuesto a permitir que la destruyeran. La admiraba por su integridad y por la lucha constante por mantener su moral intacta. Y aunque su relación con ella había comenzado siendo compleja, no podía evitar desear que todo esto fuera solo una mentira, un malentendido del que ella pudiera salir limpia.

—Voy a ayudarte, Julia —le dijo una noche, mientras ella le contaba lo que había pasado. El dolor en su voz lo conmovió profundamente.

—No quiero que te metas en esto, Adrián. Yo sola puedo… —empezó a decir Julia, pero Adrián la interrumpió.

—No, no estás sola. Y no dejaré que te hundas por algo que no hiciste. Vamos a demostrar que todo esto es una falacia. Confía en mí.

Era el principio de una nueva batalla para Julia, pero esta vez no estaría sola. Adrián se convertiría en su aliado más importante en la lucha por recuperar su nombre y restaurar su vida profesional.