La Princesa Y El Tutor

— ¡¿Quién te hizo eso?!— preguntó su madre Graciela.

— ¡Madre, fue la princesa Layla quién se atrevió en hacerme ésto por celos!... Yo solo quería hablar con el príncipe Darcy y ella no pudo evitar sentir envidia!

Ella habló en alto para que todos lo oyeran. Quedaron un poco asombrados al pensar que la princesa hubiera hecho eso. El emperador al ver así a su hija llama con furia a la princesa.

— ¡Mandé a traer a la princesa Layla!

— no hace falta... Padre...— expuso Layla con gran determinación en la entrada de dicha sala al lado de Darcy.

— Layla... ¿Fuiste tú quien le hizo eso a Isabel?

— ¡Sí!... ¡Ella me hiz-...

— ¡Silencio, Isabel!— gritó Enrique, causando que la lengua larga se callará a la vez que temblaba débilmente.

Él resopla con pesadez y vuelve a preguntar a la princesa— ¿Lo hiciste?

Darcy no se iba a quedar callado y habla para declararse.

— no, yo lo...

— padre, yo lo hice porque la segunda princesa quería lanzarse hacia mi prometido, sin importar que estaba conmigo. Isabel le declaraba que quería ser su concubina. No tuve más remedio que defender a mi futuro esposo...— Layla interrumpió a su prometido.

Darcy le dice en voz baja.

— Layla, no. No quiero que te castiguen por mi culpa. Yo me declararé culpable.

— está bien. De una forma otra me castigará. Pero quiero que sepan quién es ella en realidad.— ahora Layla dice en voz alta— pero quién realmente tiene la culpa es Isabel, pues fue ella quién arrojó la piedra y escondió la mano.

— Layla... Dime la verdad.

— Mírame a los ojos y comprenderás que digo la verdad, y observa a los de Isabel que distorsia los hechos. Como futura soberana, tengo la obligación de decir la verdad.— Layla se acerca más a su padre y le susurra algo que solo él escucha— padre, te aconsejo de que no te dejes engañar, ya que si lo haces serás el hazmerreír dentro de nuestra clase social, todos saben cómo es Isabel pero lo he hecho público ya.

Enrique cansado de ser el bufón con corona, piensa y a los pocos segundos da su respuesta con otra pregunta.

— Isabel, ¿Estás consiente de que si estás cambiando la realidad de los hechos, la que llevará el castigo será tú?— él observa directamente a sus ojos un poco temblorosos.

— y-yo... Padre — se echa a llorar sin darle la respuesta, corre hacia los brazos de su madre Graciela. La concubina corresponde el abrazo.

— su majestad, ¿Como es posible que trate así a alguien que es completamente inocente?... Mire como la princesa dejó a mi hija toda desastrosa... Ni con magia se podrá arreglar su belleza peculiar — Isabel rompe el llanto.

— pues ese será su castigo. Además, estará encerrada en su habitación

— ¡¿Usted le cree?!

— si. Sin embargo— se gira a la princesa— Layla... Usaste magia para defenderte pero en cambio llegaste a lastimar a Isabel. Te quedarás encerrada en tu habitación hasta el día de tu boda.

— su majestad. Yo también participé con la princesa, así que encierreme con ella — declaró Darcy.

— no puedo elegir tu castigo, si no tu padre...

— ¿Donde está él?— Enrique mira a otro lado y desvía la pregunta.

— llevense a la princesa Layla a su habitación, solo tendrá una sirvienta para atenderla... — una criada se acerca para escoltarla a su alcoba.

— Layla voy contigo...

— espera, príncipe Darcy. Jamás dije que te podías ir. Esperaras la llegada de tu padre y el verá que hará ante tú presencia.

— lo siento pero creo que tendré que desobedecerlo...— los pasos pesados de alguien se escuchaba detrás del joven príncipe. Él mira de reojo— padre...

— estaba acompañado a la emperatriz de vuelta al salón cuando escuchamos alboroto... Sígueme.

— si padre.

Al salir de la sala de banquetes. Lejos de ahí, su padre habla con su voz ronca.

— la emperatriz encontró a su hija ser llevada por una sirvienta, ahora la princesa le está contando lo sucedido, pero yo se lo que hiciste y usaste tu magia en contra de la hija mestiza del emperador ¿Por qué?— Darcy sin miedo le explica lo ocurrido, cada detalle sin alterar nada— ya veo... Quisiera felicitarte, el comienzo de una relación el hombre siempre tiene que proteger a su mujer, pero tengo que darte una lección para que el emperador Enrique se quede tranquilo. Tendrás el mismo castigo que tu prometida.

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Mi madre me consiguió con la sirvienta de camino a mi recámara, le expliqué los ocurrido con Darcy e Isabel, hasta lo de mi penitencia, ella deseo hablar con mi padre relacionado con el castigo, la detuve, no quería que otra vez discutiera por el viejo ése... Pues no había una regla la que me prohibiera que tuviera visita, ella fue la primera en esa misma noche en mi alcoba con cerradura para no salir durante unos días, sin embargo, mi madre me abraza sentada en la cama.

— ¡Que felicidad mi pequeña!... Por lo menos ya no va ser forzado tu matrimonio. Y lo que también te quería hablar es que estuve hablando cómodamente con el emperador del reino pica... Tenia años que no conversaba de esa manera, en el sentido de que no era ni papeleos, ni insultos... Yo, me sentía cómoda y eso que apena lo conozco... Él me invitó mañana a desayunar y acepté con agrado. ¿Pero estarás bien mi pequeña?... No salir de tu habitación hasta el día de tu boda... Hablaré con tu padre y lo convencere con algunos negocios.

— madre, madre... Estaré bien. Presiento que tendré visita constante y quiero que disfrutes esa nueva compañía. Además, ahora estoy más que ansiosa por qué llegué ese día de la boda.

Su madre se despide de un beso en la frente y le promete volver el día de mañana.

___________ al día siguiente.

La sirvienta después de tráeme el desayuno me deja sola en la habitación con la cerradura puesta. Apetito no tenía. Ya que leía el periódico real que daba las noticias sobre nuestra familia. Al parecer, el tiempo que estuve con Darcy mi padre se dejó humillar por mi madre con el emperador Harold... Mi vista se desvía al balcón, ya que se escuchaba tocar varias veces. Me levanté de mi silla y abrí dichas ventanas puesto que se encontraba Darcy esperándome.

— Layla... No pude evitar el castigo impuesto por mi padre y decidí verte.

— Darcy... Mi castigo solo es estar encerrada en mi habitación, así que puedo tener a un acompañante conmigo... — coloque mis brazos en sus hombros y lo besé con ganas, arrastrándolo hacia adentro... Ambos nos sentamos sin despegar nuestro labios.