Laura, una mujer de 30 años, lucha contra una enfermedad terminal. Su mayor preocupación es el futuro de su hermana menor, Alma, de 15 años, y su pequeña hija, Sofía. Laura decide que su esposo, Máximo, debe hacerse cargo de Alma y Sofía para garantizar su bienestar. En sus últimos días, le pide a Máximo que se case con Alma cuando ella cumpla la mayoría de edad y que adopte legalmente a Sofía para cuidarla como si fuera su propia hija.
NovelToon tiene autorización de Araceli Settecase para publicar essa obra, el contenido del mismo representa el punto de vista del autor, y no el de NovelToon.
Capítulo 11 Konstantin Ivanov
Konstantin Ivanov era un hombre de negocios ruso reconocido por su astucia y su capacidad para cerrar tratos en los mercados internacionales. Había viajado a América por negocios, aprovechando la oportunidad para hacer una visita sorpresa a su hermana menor, Susan, quien estudiaba en un prestigioso colegio. Konstantin mantenía un perfil bajo en sus viajes, pero siempre se aseguraba de que su seguridad fuera una prioridad. Por eso, pidió a sus escoltas que fueran discretos al recoger a Susan.
Al llegar al colegio, los escoltas se estacionaron a una distancia prudente, permitiendo a Konstantin observar el entorno. No quería alarmar a Susan ni atraer la atención innecesaria hacia ella. Mientras esperaba, Konstantin vio a Susan en medio del patio, envuelta en lo que parecía ser una acalorada discusión con tres de sus compañeras. Desde su posición, notó la tensión en el aire y el miedo en los ojos de su hermana. Susan estaba acompañada por su amiga Alma, quien también parecía estar en peligro.
Las tres compañeras de Susan eran conocidas en el colegio por su actitud agresiva y su tendencia a intimidar a otros estudiantes. Se acercaban a Susan y Alma con una actitud amenazante, y Konstantin, sintiendo una creciente inquietud, decidió intervenir. Sin pensarlo dos veces, se dirigió rápidamente hacia el grupo, sus escoltas manteniéndose a una distancia prudente pero preparados para actuar si fuera necesario.
Justo cuando una de las compañeras levantaba la mano para golpear a Alma, Konstantin se interpuso, sujetando firmemente la muñeca de la agresora. El patio entero quedó en silencio, todos los ojos fijos en la figura imponente de Konstantin, que con su presencia y determinación, dominaba la situación.
—¡Basta! —exclamó Konstantin con voz firme y autoritaria—. No permitiré que nadie lastime a mi hermana o a su amiga. ¿Qué está pasando aquí?
Las tres chicas, sorprendidas y asustadas, dieron un paso atrás. Konstantin las observó con una mezcla de ira y desaprobación. Susan, con lágrimas en los ojos, se aferró al brazo de su hermano, mientras Alma se colocaba detrás de él, buscando protección.
—Esto no puede quedar así —dijo Konstantin, girándose hacia los estudiantes que se habían reunido para observar el incidente—. Exijo hablar con el director y los padres de estas menores de inmediato.
La noticia del altercado se propagó rápidamente por el colegio, y no pasó mucho tiempo antes de que el director apareciera, visiblemente nervioso al ver la figura prominente de Konstantin Ivanov en su institución. Llamó a las tres chicas y a sus padres, convocándolos a su oficina para discutir el comportamiento inaceptable que habían mostrado.
Mientras esperaban, Konstantin no se apartó del lado de Susan. Le habló en ruso, tratando de calmarla y asegurándole que todo estaría bien. Susan, reconfortada por la presencia de su hermano, comenzó a relajarse, aunque todavía temblaba ligeramente por la adrenalina del momento.
Una vez en la oficina del director, Konstantin no perdió tiempo en expresar su indignación. Relató detalladamente lo que había presenciado y exigió que se tomaran medidas disciplinarias contra las agresoras. Los padres de las tres chicas, avergonzados y sorprendidos por la intervención de un hombre tan influyente, escucharon en silencio, conscientes de la gravedad de la situación.
—Este comportamiento es inaceptable —dijo Konstantin al director y a los padres—. No solo están dañando emocionalmente a mi hermana y su amiga, sino que también están fomentando un ambiente de hostilidad en este colegio. Exijo que se tomen medidas para asegurar que esto no vuelva a suceder.
El director, sintiendo la presión de Konstantin y consciente de la necesidad de mantener la reputación del colegio, prometió tomar acciones inmediatas. Aseguró que las tres chicas serían suspendidas y que se implementarían programas de intervención para abordar el bullying en la institución.
Satisfecho con la respuesta, aunque todavía preocupado por Susan, Konstantin se despidió del director, asegurándole que estaría pendiente de cómo se desarrollaban los eventos. Mientras salían de la oficina, Susan abrazó a su hermano con fuerza, agradecida por su intervención.
—Gracias, Konstantin —susurró Susan, sus ojos llenos de gratitud y amor.
—Siempre estaré aquí para ti, Susan —respondió Konstantin, acariciando su cabello con ternura—. Nadie tiene derecho a lastimarte, y me aseguraré de que estés a salvo.
El incidente no solo resolvió el problema inmediato, sino que también fortaleció el vínculo entre Konstantin y Susan. Alma, viendo la dedicación de Konstantin, encontró en él un aliado y protector, sintiéndose más segura y apoyada. Juntos, enfrentarían cualquier desafío que se les presentara, sabiendo que tenían a alguien fuerte y decidido en quien confiar.