Thailor Brown es un joven omega que trabaja en la empresa del prestigioso CEO, Dimitrei Uvarov. Él es un alfa imponente que llevó a la cima a su empresa desde muy joven, pero su padre, al estar enfermo, exige que este contraiga matrimonio pronto.
Al conocer a Thailor, Dimitrei decide usarlo a él para que finja ser su pareja y si el joven no acepta amenaza con arruinar su carrera dentro de la empresa, así que Thailor no tiene más opción que aceptar el trato.
¿Podrá esta relación ir más allá de un contrato?
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17
Thailor suspiró profundamente mientras el lujoso coche de Dimitrei se alejaba del hospital. Sentado a su lado, Dimitrei mantenía una calma aparente, aunque Thailor sabía que tras esa fachada de serenidad siempre había una alerta constante, una postura de control inquebrantable.
El silencio los envolvía durante el trayecto, y Thailor no se atrevía a romperlo. A pesar de la cercanía que habían desarrollado en las últimas semanas, Dimitrei seguía siendo su jefe, y Thailor no podía evitar sentir cierta tensión cada vez que estaban juntos. Jamás lograba relajarse completamente a su lado.
Al detenerse frente a la imponente mansión de Dimitrei, Thailor no pudo ocultar su sorpresa. Aunque había crecido en una familia adinerada, la opulencia y el tamaño de la propiedad de Dimitrei superaban con creces la casa de su padre. Era casi deslumbrante.
—Vamos —dijo Dimitrei, abriendo su puerta y luego caminando hacia la de Thailor. Pero antes de que pudiera hacerlo, Thailor intentó abrirla él mismo, ansioso por no incomodar a Dimitrei.
—No te muevas, déjame hacerlo —ordenó Dimitrei, y antes de que Thailor pudiera responder, lo levantó con facilidad en sus brazos.
Thailor se tensó ante el contacto inesperado, incómodo por la cercanía, pero sabía que oponerse no sería bien recibido. Su corazón comenzó a latir aceleradamente al sentir el cuerpo de Dimitrei tan cerca. Sus pechos estaban pegados, y esa cercanía física lo desconcertaba más que el dolor de sus heridas. Ansiedad y nerviosismo reemplazaron por completo cualquier otro sentimiento.
Dos sirvientes los siguieron al interior de la majestuosa mansión mientras Dimitrei lo cargaba a través de los amplios pasillos, llevándolo hasta una habitación grande y elegantemente decorada.
—Ellos serán tus sirvientes. Pídeles lo que necesites —indicó Dimitrei, aún sin soltar a Thailor de sus brazos.
—Gracias —murmuró Thailor, sintiéndose extraño por la situación.
—No tienes que agradecerme. Acostúmbrate, soy tu pareja —respondió Dimitrei con una firmeza que dejaba poco margen de duda.
Thailor asintió mientras Dimitrei lo dejaba suavemente sobre la cama, una cama inmensa y lujosamente vestida, diseñada para ofrecerle la máxima comodidad.
—Los sirvientes te recordarán cuándo tomar tus medicamentos y cuándo comer. No quiero que trabajes hasta que estés completamente recuperado. Nadie debe verte en este estado, o surgirán rumores innecesarios —añadió Dimitrei con seriedad, sus ojos fijándose en Thailor con una mirada calculadora.
—De acuerdo —respondió Thailor, sintiéndose cada vez más pequeño bajo esa mirada.
—No necesitarás nada de tu antiguo apartamento. Mañana tendrás todo nuevo aquí. Un médico vendrá a revisarte cada día. Si necesitas un cirujano plástico, lo traeré. Podrían quedarte cicatrices en la sien o en otras partes de tu cuerpo después de lo que ocurrió hoy.
Thailor abrió los ojos con sorpresa, sintiendo que Dimitrei estaba exagerando. —Dimi, estaré bien. Las heridas sanarán con el tiempo y algunas cremas. No será necesario.
—Como quieras. Pero asegúrate de seguir tomando tus vitaminas y descansar bien. Cuando te hayas recuperado por completo, iremos a Rusia para que conozcas a mi padre adoptivo —finalizó Dimitrei, en tono autoritario—. No olvides tomar tus vitaminas, ¿entendido?
Thailor asintió nuevamente, sintiéndose abrumado por la cantidad de reglas que Dimitrei parecía imponerle. Después de asegurarse de que todo estuviera en orden, Dimitrei salió de la habitación sin decir una palabra más. Thailor lo observó marcharse, notando la rigidez en su andar y el aura de control que emanaba. A pesar del tiempo que llevaban juntos, Dimitrei seguía siendo distante, emocionalmente inaccesible, lo que hacía que Thailor se sintiera más incómodo cuando estaban cerca.
Una vez que los sirvientes abandonaron la habitación, Thailor se levantó con cuidado de la cama y caminó lentamente hacia la enorme ventana que cubría toda una pared. El dolor de su cuerpo era leve en comparación con la sensación de incertidumbre que lo invadía.
Desde la ventana, pudo contemplar la vasta propiedad de Dimitrei: una piscina reluciente, una cancha de baloncesto y otra de tenis, y al fondo, un campo de golf privado que se extendía hasta un pequeño bosque. Todo aquello representaba la vida de lujos que rodeaba a Dimitrei, una vida que ahora, de alguna manera, también estaba ligada a la suya.
—Bienvenido a la casa de tu pareja, Thailor —murmuró para sí mismo, mirando más allá de la ventana mientras intentaba asimilar lo que aquello significaba.
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