Tronos Y Guerra La Prueba De Las Cuatro Tierras

Saliendo del lugar El viento frío del ecosistema de hielo había quedado atrás, pero la tensión que envolvía a los ocho participantes no se disipaba. Tras la salida de la primera tierra, Argus les había dado la noticia de un día de descanso. Un día para reponerse, sanar sus heridas y prepararse mentalmente para lo que vendría. Sin embargo, el verdadero descanso parecía imposible, ya que todos ellos llevaban el peso de la pérdida de Lila.

El lugar donde se encontraban ahora era una especie de refugio, una cúpula metálica con celdas que les servían como habitaciones. El interior del refugio estaba desprovisto de cualquier comodidad; solo un par de camastros, un pequeño suministro de agua y una vieja televisión que colgaba del techo. El sonido de sus respiraciones entrecortadas y el retumbar de las puertas metálicas era todo lo que podía escucharse.

Nora se había acomodado en el rincón de una de las celdas, mirando al techo mientras trataba de darle descanso a su cuerpo. Sus músculos ardían, y la tensión del desafío la había dejado al borde de la extenuación. No se atrevía a cerrar los ojos. Sabía que lo primero que vería si lo hacía sería la imagen de Lila, desapareciendo bajo las aguas oscuras.

Marcus se acercó a ella, dejando caer su peso en el suelo junto a su camastro.

—¿Cómo estás?— preguntó, su voz baja, tratando de no perturbar el silencio del refugio.

—No lo sé, Marcus— respondió Nora, sin apartar la vista del techo. —No sé cómo debería sentirme después de todo esto.

—Lo sé. Ninguno de nosotros sabe— murmuró Marcus, y por un momento ambos quedaron en silencio.

En la esquina opuesta de la cúpula, Jared se había quedado de pie, observando la pequeña televisión que colgaba del techo. La imagen que transmitía era borrosa, como si la señal fuera débil o estuviera interferida por el entorno inhóspito de aquel lugar. Sin embargo, los colores vivos y las voces eran inconfundibles.

—Están transmitiendo algo importante— dijo Jared, su voz cortando el silencio. Los demás se giraron hacia él, algunos incorporándose con dificultad.

La pantalla mostraba una plaza en la base de los padres de la patria . El lugar estaba repleto de gente, con los edificios altos y las luces de neón que rodeaban la plaza proyectando sombras a lo largo del pavimento. Los habitantes de las nueve cuidades se habían reunido para presenciar el "honor" de Lila, un castigo público por haber perdido en la prueba. Nora sintió cómo su estómago se revolvía al ver el rostro de Lila en la pantalla.

—No puede ser...— murmuró Nora, llevando una mano a su boca. —No después de todo lo que pasamos.

Marcus apretó los puños, y Nora notó la tensión en sus hombros. En la pantalla, Lila estaba arrodillada, sus manos atadas frente a ella mientras un hombre, vestido con el uniforme del régimen local, hablaba a la multitud.

—Por haber fracasado en el desafío, por haber deshonrado a la cuidad de Eris — decía el hombre, su voz proyectada por un altavoz. —Lila de Eris será ejecutada en honor al sacrificio que todos debemos hacer para sobrevivir.

Los gritos de la multitud llenaban el aire. Algunos clamaban justicia, otros simplemente gritaban. Nora cerró los ojos con fuerza, sintiendo que el aire se le escapaba de los pulmones. Marcus la rodeó con un brazo, apretándola contra él.

—No mires— dijo Marcus, su voz apenas un susurro. —No tienes que verlo.

—Pero está pasando, Marcus. Está pasando, y no podemos hacer nada— respondió Nora, su voz quebrada.

En la pantalla, el hombre alzó una pistola y apuntó a Lila. El silencio que siguió fue tan ensordecedor como los gritos anteriores. Nora giró la cabeza, apretando los ojos con fuerza mientras un disparo resonaba a través de los altavoces. Jared no apartó la vista de la pantalla, sus ojos vacíos, sin mostrar emoción.

—Esto... no puede ser real— murmuró Jared. —Todo esto, toda esta locura... No sé qué sentido tiene.

Marcus acarició el hombro de Nora mientras la sentía temblar. Él también sentía la rabia ardiendo en su pecho, una mezcla de impotencia y dolor.

—Tenemos que seguir adelante— dijo Marcus, su voz apenas audible. —Por Lila. Por todos los que han caído. Si nos rendimos, su sacrificio no habrá significado nada.

Nora asintió, aunque las lágrimas aún corrían por sus mejillas. Sabía que Marcus tenía razón, pero eso no hacía que el dolor fuera más fácil de soportar. El recuerdo de Lila, su risa, su determinación, su fragilidad... todo eso ahora solo vivía en sus memorias.

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En la ciudad de Altum, Nolan miraba hacia la distancia, sus manos moviéndose con rapidez mientras racionaba el agua. El calor abrasador de la ola postapocalíptica lo envolvía como un manto constante, un recordatorio del motivo por el cual estaban en esa situación desesperada. La gente se había reunido en filas para conseguir un poco de agua; un bien que ahora valía más que cualquier cosa.

—¡Nolan! ¡Necesitamos más agua aquí!— gritó alguien desde el otro extremo de la estación de racionamiento. Nolan apenas escuchó, perdido en sus pensamientos mientras veía cómo las botellas de agua pasaban de sus manos a las de los habitantes.

"¿Nora habrá sobrevivido?", se preguntó. No podía evitar pensar en ella, en cómo se habían separado justo antes de la selección. Nolan había querido huir, convencerla de dejar todo atrás y buscar una vida diferente, una vida mejor. Pero Nora se había negado, convencida de que debía luchar, de que debía demostrar algo a sí misma.

—Tal vez yo debí quedarme con ella esa noche, despedirme y abrazarla — murmuró Nolan para sí mismo, mirando el horizonte seco y sin vida de la ciudad. —Tal vez debí ser más comprensible a ella. Si no sobrevive, mi conciencia jamás estará limpia

El sol brillaba con fuerza, su luz reflejándose en los edificios desgastados de Altum, y Nolan sintió la opresión en su pecho intensificarse. Sabía que, a pesar de todo, su esperanza de que Nora sobreviviera aún estaba ahí, persistiendo, luchando contra la realidad de un mundo cruel.

Pero mientras pensaba en ella, en la Nora que conocía, una Nora que siempre parecía más fuerte de lo que realmente era, solo podía desear una cosa: que ella lograra lo que fuera que se había propuesto. Que sobreviviera, incluso si significaba que no volverían a verse jamás.

—¡Nolan, te necesitamos aquí!— volvió a gritar alguien. Esta vez, Nolan reaccionó, tomando una botella de agua y entregándola al siguiente de la fila. Pero su mente seguía vagando, perdida en los recuerdos y en las preocupaciones, mientras el calor abrasador seguía implacable, recordándole que el tiempo no se detendría, y que la vida debía continuar, de una forma u otra.

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De vuelta en el refugio, Nora, Marcus, Jared, y los demás se encontraban en silencio. La televisión había sido apagada, pero las imágenes seguían grabadas en sus mentes. La muerte de Lila había dejado una huella profunda en cada uno de ellos, una marca que llevarían con ellos a donde fuera que los próximos desafíos los llevaran.

—No olvidemos lo que pasó hoy— dijo Nora, rompiendo el silencio, sus ojos enrojecidos pero llenos de determinación. —Lila... Lila murió porque todos estamos atrapados en este juego. Todos estamos de acuerdo qué solo uno sobreviviria a esto, así que no somos amigos luchemos por ver quien obtiene la victoria

Los demás asintieron, compartiendo el sentimiento. La pérdida de Lila, y también estarían dispuestos a hacer lo que fuera por obtener esa victoria

Y así, con el sonido del viento helado a la distancia, los ocho se prepararon para el día siguiente, con sus cuerpos cansados tenían que estar listos para la segunda tierra