Amanda joven mexicana que sale de su pais a Estados Unidos como indocumentada, vende su virginidad y sale embarazada, su bebe cambiara su vida para siempre
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capitulo 11: Redada
Esa noche fue muy fría, gracias a Dios sobrevivimos a la baja temperatura por una fogata que hizo el coyote para calentarnos un poco.
Es un riesgo hacer esta fogata, porque nos pueden rastrear la migra, pero si no nos moriremos de frío.
Antes del amanecer ya estábamos en marcha el camión hacía horas que se había marchado, el conductor durmió un par de horas y se fue como a las 2 de la mañana.
Un nuevo día se dislumbra en el horizonte, y con ello, la emoción y preocupación de estar mas cerca de llegar a nuestro destino está latente en nuestros corazones.
Aceleren el paso grito el coyote, necesitamos alejarnos lo mas rápido posible del campamento, nos van a rastrear por la fogata de anoche asegúrense de ir borrando las huellas.
Todos llevábamos unas ramas para ir borrando nuestras pisadas, y así no ser descubiertos tan fácilmente, ayude a la chica a llevar a su bebe y ella borraba nuestras pisadas cuando ella lo llevaba yo hacia lo mismo, teníamos poca agua por eso debíamos ir rápido antes que el calor abrazador del desierto estuviera mas fuerte necesitábamos un lugar con sombra para resguardarnos del sol.
Continúen no se detengan decía el coyote, los rezagados no los vamos a esperar y no creo que quieran quedarse solos en medio del desierto de Arizona.
Todos nos esforzábamos por seguirle en paso al coyote, pero era sumamente difícil con un niño en brazo, así que él lo tomo y nos ayudó por un largo rato, el calor estaba asiendo que avanzar fuera aun mas difícil y donde uno mirara, había únicamente arena arbustos espinosos y algunos cactus. Ningún lugar con suficiente sombra para poder descansar.
Caminamos horas, pero nuestros cuerpos sentían que habían sido días, el agotamiento y la sed, nos hacían querer desistir.
Es cerca del medio día, lo sé porque el sol está casi en lo alto del cielo, el calor es sencillamente sofocante, necesitamos parar.
No es posible, la temperatura aumenta cada vez mas, pronto llegaremos a un árbol de higos y allí descansaremos un par de horas, por favor continúen no se rindan.
Escuchar esas palabras fue un golpe de ánimo, para todos quienes continuamos caminando a paso firme, ya no nos preocupábamos por borrar las huellas, ya que estábamos muy lejos del lugar donde acampamos anoche.
Luego de mas de una hora caminando, vimos a lo lejos un árbol, es real o solo es un espejismo, producto del calor pensé.
Continúen ya estamos cerca del lugar de descanso, andando no se rindan.
Avanzamos casi sin fuerzas, hasta llegar al árbol, que afortunadamente tenías algunas hojas que nos proporcionaban sombra.
Nos sentamos en el suelo que se mantenía a una temperatura mas fresca producto de la sombra del árbol, habían en este algunos frutos pero muy tiernos, así que no cominos ningún, saque de mi mochila 3 barras nutritivas y le di una al coyote y otra a Juana la chica del bebe, me comí esa barra como si se tratara del manjar mas suculento del mundo, sentí como mi cuerpo, recobraba las fuerzas, el coyote nos dio un poco de agua, ya que la nuestra hacía ya horas que se nos había terminado.
Estuvimos aproximadamente unas 3 horas en ese lugar, la temperatura y el sol habían bajado, calculo que son cerca de las 3 o 4 de la tarde.
Debemos continuar, tomamos nuestras cosas y emprendimos nuevamente el viaje ya mas cerca de llegar a nuestro destino donde un camión nos esperaría al cruzar la frontera.
Caminamos a paso apresurado, pues la migra tiene conocimiento de nuestro sitio de descanso, luego de 3 horas de camino, ya es sol se estaba poniendo, aun así era bastante claro, se escuchaba una sirena de la migración que venía en nuestra dirección.
Corran y escóndanse lo mejor que puedan, grito el coyote.
Vengan conmigo nos dijo a Juana y a mí, quienes sin dudar accedimos a seguirlo, el tomo al niño en brazos y corrimos hacia unas rocas, a ocultarnos, como era suelo rocoso no teníamos que preocuparnos por dejar huellas, ocúltense bien nos dijo al llagar a una especie de cueva. Le di a Juana una chupeta para que se la diera al bebe y este no llorara.
No sé cuanto tiempo estuvimos en esa cueva, o que paso con las otras personas que con nosotros venían, pero dejamos de escuchar la sirena y las voces de los agentes de migración, el cansancio nos venció y terminamos dormidos abrazados los cuatro en esa pequeña cueva para darnos calor.