Cautivas.

...KENNETH...

No sé si es mejor recoger la toalla y colocarla en mis caderas, o reírme de la avergonzada rubia con su rostro rojo.

Su mirada sube a la mía y sobresaltandose retrocede de inmediato.

—Maldito pervertido— su susurro dibuja una ladeada sonrisa en mí—. Eres un pervertido.

—¿Pervertido yo?— camino y al acercarme bajo a su altura— yo creo que la pervertida es otra persona— tomo su mano— ¿quieres tocarla?

—¡Ahhh!— tarda en comprender lo que le digo y me empuja— aléjate de mí pervertido, y...— señala con su tono tartamudeante mi entre pierna— Te dejo con... esa gran cosa— se escapa de mi habitación de prisa y suelto una carcajada.

Será divertido convivir con ella, muy divertido.

...CHRISTIAN...

—Oh, así que son novios— Evelyn me mira sonriente— pues felicidades, hacen una hermosa pareja. Entonces la salida la dejamos para otra ocasión— besa mi mejilla— diviertanse, con permiso.

No pasa ni dos segundos desde que Evelyn desaparece y siento aquellas manos sujetar con fuerza mi camisa y presionarme en la fría pared de mi habitación; otra vez ni cuenta me di cuando Nasya me trajo para acá.

—Nasya, profesora o como carajos te quieres llamar, ¿podrías soltarme?... me estas asfixiando.

—Recuerdo haberte dicho que no quería verte cerca de esa zorra.

—¿Disculpa?

—Te disculpo, pero no lo vuelvas a hacer.

—A ver, mira loca, yo soy un millonario soltero y puedo hacer con mi vida lo que se me dé la gana.

—¡¿Qué?!

—Y eso incluye acostarme con quien se me dé la gana, no mandaras en mi vida, no puedes prohibirme nada porque aparte te gano por dos años, ubicate y recuerda que eres mi prisionera, yo te secuestrador.

—Hablarme así te costará muy caro.

—¿Ah, sí?

Me encierra en la habitación con ella dentro. Ensaliva su mano y mordiendo su boca siento su traviesa mano agarrar a mi amigo que dormía plácidamente, empezando a masturbar*me.

—Aléjate de mí...— jadeo, lo que menos quiero es volver a ser su sumiso.

—¿Seguro que eso quieres?

Humillado me siento por olvidarme de mi famosa fama de mujeriego y de la primera regla que creé en mi vida: "No tener sexo dos veces con la misma mujer" Pero Nasya, es toda una diablita que me está llevando al infierno, y quiero arder, retorcerme en sus manos.

De hombre pasé a niña al estar gimiendo en cada movimiento de su mano.

—¿Lo disfrutas?— se coloca mejor en la cama, retirando mi mano y así dejarme la mente me deja en blanco al verla abrir la puerta.

—¿Dónde creés que vas? termina con lo que has empezado.

—Tu y yo somos tan diferentes pero tan iguales..."Puedo hacer con mi vida lo que se me dé la gana" Me lo dijiste, te la devuelvo— un guiño y cierra.

...AURORA...

▪︎▪︎▪︎

Obligada tuve que salir con el diablo que está a mi lado, hoy parece más tranquilo pero no dudo en que en cualquier momento lo hagan explotar.

—Hoy es tu día, elige lo que quieras que te lo compro— es fácil para el decirlo al ser dueño del gran almacén de ropa donde acabamos de entrar.

—Ya te dije, no quiero nada.

—Cambia esa actitud y no me hagas enojar, escoge lo que más te guste— en su explosiva mirada puedo ver que el volcán está apunto de erupcionar—. ¿Te gusta esto?— me enseña un corto vestido azul...un vestido parecido al que usé hace años para impresionar a Joel— te estoy preguntando algo.

—Sí...me gusta.

—Pruebatelo.

Sin protestar eso hago, al terminar salgo del probador y me pongo delante de él.

Su mirada de lujuria se pasea en cada parte de mi cuerpo aunque no tenga el mejor del mundo.

—Te queda bien, eres hermosa y todo te queda de esa forma, úsalo este día, me gustaría llevarte a cenar.

De tienda en tienda fuimos paseando hasta que terminó baseando todos los almacenes, y claro, la mayoría de mi ropa eran lencerías.

—Un lugar digno de una princesa, ¿te gusta?— sin una pizca de emoción miro cada rincón del restaurante.

—Como cualquier otro.

—Entonces te llevaré al mejor de la ciudad.

—No...está muy lindo— sonríe.

—¿Qué quieres cenar? Hoy todo lo que me pidas te lo daré.

—Quiero un vaso con agua— su sonrisa se borra y por más que trato de sonreír no pueo.

—¿Podrías por lo menos sonreír? Nunca había visto a una mujer tan amargada como tú. Hoy también cité a un gran amigo y socio de mi empresa, quiero que finjas una sonrisa, hablaremos de negocios así que no hay necesidad de que hables.

Siento unos pasos cerca; el dichoso socio acaba de llegar.

—Toma asiento, Marcos, justo le estaba hablando de ti a mi novia.

—No sabía que tenías.

—Ella es Aurora, Aurora él es mi amigo Marcos.

Intento darle un beso como cortesía pero la posesiva mirada de Sebastián lo evita.

—Es un gusto conocer a una bella mujer como tú.

Por las gafas no puedo verlo bien pero sé que también tiene lo suyo.

Lo más aburrido es escuchar a dos hombres hablar de negocio, como si no hubiera otro tema importante, "negocios" es la palabra que más he escuchado entre mi familia. Dejo de escuchar hablar a Sebastián y tirandome una última mirada amenazante se levanta para contestar una llamada.

—Sebastián no me había conversado que tenía a una novia tan linda.

—No creo que lo sea pero muchas gracias.

—Eres perfecta, tienes un cuerpo hermoso, trabajo en la empresa de mi padre pero también en una agencia de modelaje, eres justo lo que busco, ¿te interesaría trabajar conmigo?

—Nunca he participado en el mundo del modelaje y para serle sincera no estoy interesada en aquello.

Saca un tarjeta.

—Tenla por si te interesas, puedes llamarme por este número, o ir a la agencia, Sebastián ya sabe donde está.

—Muchas gracias por esta gran oportunidad de todos modos— sonreímos.

—Es hora de irnos, mi amor.

Sebastián toma mi brazo tan fuerte aunque no parezca.

—Fué un placer verte, Sebas; y un placer conocerte, Aurora.

—Igualmente.

A empujones entramos al auto sin ser vistos. Los minutos más angustiantes y aterradores los estoy pasando ahora al estar en este auto con el hombre que no quita su cara de diablo.

—¿Podrías manejar más despacio? Hace mucho frío y me estás asustando...

—¡Desde un principio te prohibí que hablarás con alguien. ¡Odio que me desobedezcas, Aurora!

—¿Qué te pasa? Por si quieres saber no le dije que soy tu prisionera, tan solo me ofreció trabajo y ya está...

—No paraba de ver tu cuerpo, lo podía notar— sus manos tiemblan de la rabia y la velocidad del auto aumenta.

—Yo no tengo la culpa...

—¡Claro que sí la tienes, vi como en cada oportunidad le coqueteabas! ¡Recuerda que eres mía, Aurora; hoy, mañana y toda la puta vida!

Me lo quería negar pero parece el mismo diablo actuando y pegando gritos de tal forma que me hace temblar.

—¡Bájate ahora!— llegamos a la mansión pero mi cuerpo está paralizado— ¡ahora!— agarra con mucha presión mi muñeca y casi a rastras me lleva a la habitación.

—¡Sueltame, imbecil!

Me tira a la cama y cierra la puerta con seguro.

—¿Qué vas a hacer?— su cuerpo queda arriba pero no lo deja caer— vete de aquí— suplico sin parar de llorar.

—¿Tienes miedo? ¿De qué crees que podría ser capaz de hacerte?— levanta mi vestido hasta la altura de mi cintura— ¿de violarte? Te lo dije ya una vez, puedo ser un maldito posesivo, un egoísta, un maldito tóxico pero jamás un violador.

—¡Vete!

Corro tratando de entrar al baño pero me agarra de la cintura y de espaldas me apega a él.

—Shu, deja de llorar— susurra, comenzando con las caricias en mi pelo.

—¿Por qué me haces esto?

—Porque no permitiré que otro te toque estando conmigo. Desde que te sentí en aquel baño te convertiste en mi propiedad y nadie te tocará como lo hice yo, nadie podrá hacerte gemir como lo hice yo— las caricias del vientre pasan a mi clítor*s Gime— Por más que lo grite dentro de mí no gritare sabiendo que tengo sus tres dedos en lo más profundo.

—No lo voy a hacer.

—Hazlo ya— sus dedos cambian a un ritmo veloz.

—No puedo gemir por algo que no me dá ni cosquillas, aparte, no eres el único que puedes hacerme disfrutar...

—¡Gime!

—Aunque seas el dueño de mi libertad, no el de mi cuerpo y jamás haras conmigo lo que otro ya hizo, haciéndome sentir realmente mujer.

Siendo aquellas últimas palabras la gota que derramó el vaso empieza con los golpes en las paredes, en cada objeto de la habitación.

—¡Ya para!

Claro que para cuando al levantar el colchón de mi cama ve unos dibujos que hice hace unos días de Joel.

—¿Qué es esto?

—No es nada...

—¡¿Qué mierda es esto?!

—¡Un simple y maldito dibujo!

—¿Ah, sí?-- suelta su risa— ¿"Te amo, Joel"?— levanta sus ojos— ¿Lo amas?

—¡No lo hagas, no lo hagas...!

Parte en varios pedazos los perfectos dibujos.

—¿Qué pasó? Creí escucharte decir que eran unos simples dibujos. Así que Joel es el hombre que te a hecho sentir mujer... Nunca en tu vida volverás a ver a ese hombre.

Cierra la puerta en mi cara y siento como me cierra con llave.

—¡Sacame de aquí!— con los papeles en mi pecho caigo de rodillas— No quiero seguir más tiempo aquí...