Lauren Rossi, creía tener la relación perfecta con su amado novio, Paul, hasta que lo descubre en la cama su mejor amiga. Cegada por el dolor, Lauren decide ir a un bar a ahogar sus penas en alcohol; lo que ella no sabía que en ese bar se encontraría con el mismísimo diablo, llamado Alexei Kutnezcov.
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Capítulo 2
Ayer era diez de octubre, el día en el que cumplimos cinco años de novios con mí pareja; Paul Green.
Habíamos organizado una cita pero, desafortunadamente, él tuvo que trabajar hasta tarde en nuestro día especial.
No dejé que eso me desanime, me puse un sexy vestido rojo y debajo, una lencería de encaje del mismo color.
Fuí a su departamento con la intención de esperarlo y darle una sorpresa. Al llegar, usé mí juego de llaves para ingresar pero, al entrar al lugar, lo primero que vi eran tacones blancos en el suelo.
Esa fue la primer alerta, porque mí novio vivía solo.
Comencé a sentir como mí ritmo cardíaco iba en aumento y la sensación de presión e incomodidad en mí estómago.
¿Acaso había una mujer aquí?
Caminé de forma lenta, no queriendo que Paul me escuchara.
Mis ojos fueron al comedor y, en la había había platos sucios, velas apagadas y dos copas vacías. Una de ellas con lápiz labial al rededor.
Comencé a caminar hacia el cuarto de Paul, notando que había prendas de ropa exparsidas por el suelo.
Al llegar a la habitación, me apoyé sobre la puerta cerrada, intentando oír qué sucedía dentro.
—Díos, montame, nena...
Mí corazón se rompió y pude sentir mis lágrimas caer por mis mejillas, ese era mí novio, mí Paul.
Él no recibió respuesta alguna pero, rápidamente comencé a escuchar gemidos de una mujer.
—Nadie te lo hace como yo, ¿Verdad~?
Tomé mí teléfono y encendí la cámara, entré al cuarto y fue cuando mí mundo se desmoronó en cuestión de segundos.
Ahí estaba él, acostado en la cama complemente desnudo, mientras que una mujer lo montaba.
Pero no cualquier mujer, se trataba de mí maldita mejor amiga; Kate.
Ni si quiera me notaron, simplemente seguían cogiendo entre ellos.
—¡¿QUÉ DEMONIOS ESTÁN HACIENDO?! –Grité, mientras lloraba desconsoladamente–.
En cuestión de segundos, Paul arrojó a Kate al suelo, tratando de cubrirse.
—Lauren, nena... –Se puso de pie, tratando de alcanzarme–. No es lo que crees, mí amor, te lo juro.
El simple hecho de que niegue algo que acabo de ver con mis propios ojos, sólo me hace aún más daño.
Sin decir nada, lo abofeteé, dejándolo estupefacto.
Mis ojos se posaron en Kate, quien se acababa de poner la tanga.
—Lauren, yo... –Ella comenzó, pero no la dejé terminar, le dí un puñetazo en la nariz, tumbandola al suelo, haciéndola soltar un grito de dolor–. ¡¿Cómo pudiste?! ¡Eras mí mejor amiga! –Hablé con el mayor dolor del mundo–.
—¡LAUREN! –Gritó Paul, corriendo al lado de Kate, para protegerla–. Me equivoqué, ¿Bien? –Abrazó a Kate–. ¡Pero no necesitas golpearla! ¡Si vas a desquitarte con alguien, házlo conmigo! –Insistió y lo perdí, me causó tanto odio verlo proteger a esa zorra quien fingía verse débil, porque en sus ojos se veía la malicia detrás de esa patética cara de mosca muerta–.
Solté una burla amarga.
—¿Sabés qué, Paul? Tienes razón. –Sin darle la oportunidad de reaccionar, le dí una patada en los genitales, en cuestión de segundos se desplomó en el suelo, sujetando su entrepierna mientras las lágrimas caían por su rostro debido al dolor–.
Kate jadeó de sorpresa y se arrodilló a su lado, tratando de ayudarlo pero era imposible.
Los observé con desprecio y asco.
—Ustedes dos son tan para cuál, un hombre sin pelotas y una puta barata. Felicidades por tan desagradable unión. –Fue lo último que dije antes de abandonar el lugar, podía oír a Paul gritando mí nombre, intentando alcanzarme pero no me detuve–.
Subí a mí auto y comencé a conducir sin dirección alguna, necesitaba estar sola para pensar.
Conduje por quién sabe cuánto tiempo y, finalmente me detuve en un club nocturno nuevo en el centro de la ciudad. Había oído muchas buenas reseñas respecto a éste nuevo lugar.
Me retoqué el maquillaje y arreglé mí cabello, entrando al lugar.
Me senté en la barra y comencé a beber.
El lugar era hermoso, muy elegante e ideal para desconectarse del mundo exterior.
Las bailarinas eran hermosas y, los guardias muy sexys.
Mientras más bebía, más me afectaba el alcohol.
Miré mí teléfono y tenía al rededor de quinientos mensajes de Paul.
Ni si quiera los leí, simplemente iba bajando sin prestarle atención.
Todos decían cosas como:
«Fue un error, no quise hacerlo»
«Perdóname, Lauren»
«Sólo te amo a ti»
También tenía mensajes de Kate pero, ni si quiera los leí.
Acabé mí bebida y me puse de pie, dirigiéndome a la pista de baile; comenzando a bailar.
Mientras bailaba al ritmo de la música, sólo podía recordar la escena de Paul teniendo sexo con Kate, podía sentir mis ojos arder nuevamente, las lágrimas amenazaban con brotar de ellos pero, las detuve.
Continúe moviendo mis caderas al ritmo de la música y, pude sentir unos ojos penetrantes clavados detrás de mí.
Creí que era Paul, quien había venido a buscarme pero, al voltear, pude ver a un hombre en un rincón en el sector VIP.
Su cabello negro bien peinado hacia atrás, manos y cuello tatuados; No podía verlo claramente ya que la luz tenue no lo permitía pero, pude notar que me estaba observando muy atentamente mientras bebía un vaso de whisky.
Mientras estaba con Paul, nunca me vi en la necesidad de ver a otros hombres; porque no me interesaba nadie más que él. Sin embargo, luego de haberlo visto siendome infiel, realmente ya no me importa.
Hice contacto visual con aquél hombre misterioso y sonreí con picardía mientras continuaba bailando. Bailaba sola, pero mis ojos estaban puestos en él.
Y estoy muy segura de que le gustaba lo que veía, ya que se acomodó en su asiento, apoyándose en sus rodillas para verme mejor.
Sonreí victoriosa, no hay nada más placentero que llamar la atención de un hombre atractivo.
No pasó mucho tiempo cuando aquél hombre misterioso hizo su movimiento, uno de los meseros se acercó a mí, ofreciéndome una bebida.
—El señor Kutnezcov, le envía ésta bebida. –Dijo mientras me entregaba la órden, mis ojos se posaron en aquél hombre misterioso, le regalé una sonrisa coqueta y levanté aquélla copa en señal de agradecimiento; él simplemente asintió, señalando el lugar a su lado–.
Accedí gustosa, me acerqué a él y tomé asiento a su lado.
Luego de eso, todo se volvió negro. Y desperté en la cama de aquél desconocido al día siguiente.
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...Ufff Ufff ;3...