En la turbulenta Inglaterra medieval, Lady Isabella de Worthington, una mujer de espíritu indomable y belleza inigualable, descubre la infidelidad de su marido, Lord Geoffrey. En una época donde las mujeres tienen pocas opciones, Isabella toma la valiente decisión de pedir el divorcio, algo prácticamente inaudito en su tiempo. Gracias a la ley de la región que otorga beneficios a la parte agraviada, Isabella logra quedarse con la mayoría de las propiedades y acciones de su exmarido.Liberada de las ataduras de un matrimonio infeliz, Isabella canaliza su energía y recursos en abrir su propia boutique en el corazón de Londres, un lugar donde las mujeres pueden encontrar los más exquisitos vestidos y accesorios. Su tienda rápidamente se convierte en el lugar de moda, atrayendo a la nobleza y a la realeza.
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Decisión valiente
El alba se rompió con un resplandor suave, filtrando su luz a través de las pesadas cortinas de la alcoba de Isabella. A pesar de la serenidad del amanecer, Isabella no había pegado ojo en toda la noche. Las emociones la habían mantenido despierta: dolor, traición, pero sobre todo, una determinación feroz que jamás había sentido. Había decidido pedir el divorcio, una decisión radical para una mujer en la Inglaterra medieval, pero sabía que no podía retroceder.
La primera tarea del día fue encontrar a su abogado, Sir Edmund Pemberton, un hombre de confianza de la familia desde hace años. Aunque los divorcios eran raros y altamente estigmatizados, sabía que Sir Edmund era discreto y astuto. Se vistió con esmero, eligiendo un vestido sobrio pero elegante, y se dirigió a su estudio personal para escribir una carta solicitando una reunión urgente.
—Anne, envía esta carta a Sir Edmund de inmediato. —dijo Isabella, entregándole la carta a su doncella.
Anne, aunque sorprendida por la urgencia en la voz de su señora, asintió y se apresuró a cumplir la orden. Isabella miró por la ventana, viendo cómo Anne se alejaba hacia los establos. Su mente estaba en constante movimiento, pensando en los pasos que debía seguir.
Más tarde, ese mismo día, Sir Edmund llegó al castillo. Isabella lo recibió en su estudio, un lugar menos imponente que el de Geoffrey, pero igualmente decorado con elegancia. Sir Edmund, un hombre de cabello canoso y ojos penetrantes, la saludó con una reverencia antes de tomar asiento.
—Lady Isabella, he venido tan pronto como recibí su carta. —dijo con seriedad—. ¿Qué asunto urgente requiere mi atención?
Isabella tomó aire profundamente antes de hablar.
—Sir Edmund, necesito iniciar los trámites del divorcio. —dijo, dejando que las palabras se asentaran en el aire.
El rostro de Sir Edmund mostró una mezcla de sorpresa y preocupación.
—Milady, ¿está segura de esto? El divorcio no es algo que se tome a la ligera en nuestra sociedad, y menos para una mujer de su posición. —respondió con cautela.
Isabella asintió firmemente.
—Estoy completamente segura, Sir Edmund. Geoffrey me ha traicionado de la manera más vil posible, y no puedo seguir viviendo una mentira. Necesito que este matrimonio termine. —dijo con una determinación que sorprendió al abogado.
Sir Edmund la observó durante unos momentos, evaluando su resolución.
—Muy bien, milady. Si está decidida, entonces procederemos. Pero debe saber que esto no será fácil. Geoffrey podría resistirse, y la sociedad no será amable con usted. —advirtió.
—Lo sé —respondió Isabella—. Estoy dispuesta a enfrentar las consecuencias. Prefiero ser libre y enfrentar la desaprobación de la sociedad que vivir una vida de engaño y desdicha.
Sir Edmund asintió, respetando su decisión.
—En ese caso, comenzaremos con la documentación necesaria. Le recomendaría que recopile todas las pruebas de la infidelidad de Lord Geoffrey. Las necesitará para fortalecer su caso. —sugirió.
Isabella asintió, agradecida por la guía de Sir Edmund. Durante las siguientes horas, trabajaron juntos, revisando cartas y documentos. Isabella había guardado todas las cartas y notas que Geoffrey había intercambiado con Lady Eleanor. A medida que las horas pasaban, la montaña de pruebas crecía, consolidando su caso.
Cuando finalmente terminaron, Sir Edmund se levantó para irse.
—Nos veremos en unos días para presentar formalmente la solicitud de divorcio. Manténgase fuerte, milady. Esto no será fácil, pero es evidente que tiene el valor necesario. —dijo con una leve inclinación.
Isabella lo despidió, sintiéndose más decidida que nunca. Sabía que la batalla que se avecinaba no sería fácil.
Al día siguiente, Isabella decidió hablar con su padre, el Duque de Northumberland. Sabía que contaba con su apoyo, pero también era consciente de que su decisión traería vergüenza a su familia. Sin embargo, estaba dispuesta a enfrentar la situación.
Su padre, un hombre de carácter fuerte pero justo, la recibió en su estudio. Isabella le explicó todo lo que había sucedido, mostrándole las pruebas de la infidelidad de Geoffrey. El duque escuchó en silencio, su rostro se mantenía impasible, pero sus ojos revelaban una profunda preocupación.
—Isabella, esto es un asunto serio. —dijo finalmente—. El divorcio no es común, y sabes que la sociedad no será amable contigo. Pero entiendo tu dolor y apoyo tu decisión. Haré todo lo posible para protegerte y asegurarme de que obtengas lo que es justo.
Isabella sintió una oleada de alivio al escuchar las palabras de su padre. Saber que contaba con su apoyo le daba la fuerza necesaria para seguir adelante.
—Gracias, padre. Sé que no será fácil, pero no puedo seguir viviendo de esta manera. —respondió con gratitud.
Los días siguientes estuvieron llenos de preparativos y reuniones con Sir Edmund. Geoffrey, al enterarse de las intenciones de Isabella, intentó convencerla de reconsiderar, pero ella se mantuvo firme en su decisión. La tensión en el castillo de Worthington era palpable, y los sirvientes murmuraban entre ellos sobre el inminente divorcio.
Finalmente, llegó el día de presentar la solicitud formal. Isabella se vistió con su mejor atuendo, mostrando su símbolo de dignidad y determinación. Acompañada por Sir Edmund, se dirigió al tribunal, donde el juez escucharía su caso.
El ambiente en el tribunal era solemne. Geoffrey estaba presente, con una expresión de incredulidad y furia contenida. Lady Eleanor no se atrevió a presentarse, lo cual era un pequeño consuelo para Isabella.
El juez, un hombre mayor de rostro severo, observó a ambos con detenimiento antes de hablar.
—Lady Isabella, Lord Geoffrey, estamos aquí para escuchar la petición de divorcio. Lady Isabella, presente su caso. —dijo con voz autoritaria.
Isabella se levantó, sintiendo todas las miradas sobre ella. Con voz clara y firme, relató su historia, mostrando las pruebas de la infidelidad de Geoffrey. Cada palabra era como un dardo envenenado para Geoffrey, cuya expresión se tornaba más sombría a medida que avanzaba el relato.
—No puedo seguir casada con un hombre que ha traicionado mi confianza y mancillado nuestro matrimonio. —concluyó Isabella, dirigiendo una última mirada a Geoffrey.
El juez asintió, tomando nota de cada detalle. Luego, se volvió hacia Geoffrey, quien intentó defenderse, alegando que los asuntos privados no debían ser llevados al tribunal. Sin embargo, sus argumentos eran débiles frente a las contundentes pruebas presentadas por Isabella.
Después de deliberar durante un largo y tenso silencio, el juez finalmente habló.
—He revisado las pruebas y escuchado ambos argumentos. En consideración de la infidelidad de Lord Geoffrey y la resolución de Lady Isabella, decreto que el matrimonio será disuelto. Lady Isabella conservará las propiedades y bienes acordados en el contrato matrimonial, así como una compensación adicional por el daño causado. —anunció.
El alivio inundó a Isabella al escuchar el veredicto. Había ganado, pero más allá de la victoria legal, había ganado su libertad y la oportunidad de comenzar de nuevo.
Al salir del tribunal, Isabella se sintió ligera, como si un gran peso hubiera sido levantado de sus hombros. Aunque sabía que la sociedad la miraría con desprecio, y que enfrentaría desafíos, también sabía que era libre. Libre para tomar las riendas de su vida y forjar un nuevo destino, uno que ella misma elegiría.