A los dieciocho años, me vi obligada a casarme con Aureliano Estrada, un hombre poderoso, atractivo e inteligente, pero también un despota que se había encaprichado conmigo. Lo odiaba profundamente, ya que su ambición me había obligado a renunciar al amor de mi vida, Marcos Villasmil, el chico más guapo y dulce que jamás había conocido. Nuestro amor era real y puro, pero mis padres no lo aceptaban; al menos eso me hacían creer. Cada día en la vida con Aureliano se sentía como una prisión dorada. Aunque tenía todo lo que muchos desearían: una mansión, fiestas lujosas y la admiración de la sociedad, mi corazón seguía anhelando la libertad que había perdido junto a Marcos. La sombra de su recuerdo me seguía, recordándome lo que realmente importaba: el amor verdadero y la felicidad genuina. Mientras navegaba por esta nueva vida impuesta, comenzaba a cuestionar mis decisiones y a buscar maneras de recuperar el control sobre mi destino. Sabía que no podía seguir viviendo así, atrapada entre las expectativas de mis padres y el dominio de Aureliano
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Capítulo XIII Entre las sombras y la luz
Me senté en la orilla de la cama, estaba nerviosa, pero sabía que tenía que hacerlo para salvar la vida de Marcos y de su familia. Aureliano se acercó a mi y empezó a besarme. Al principio se me hizo difícil corresponder a sus caricias; sin embargo, poco a poco me fui acostumbrando a sus besos y solo me estaba dejando llevar por lo que mi cuerpo estaba sintiendo. Las manos de Aureliano recorrían mi cuerpo y sus labios se devoraban los míos, era un momento extraño que me hacía querer más.
De un momento a otro Aureliano se detuvo y me pregunto si quería continuar. No se de donde saque el valor para decirle que yo también lo deseaba, pero él se dio cuenta de que estaba mintiendo. Se separó de mí y se sentó a orillas de la cama. Suspire como si me hubiera librado de una gran carga; sin embargo, las palabras de Carlos volvieron a mi mente. Él no solamente había amenazado a Marcos y a su familia, si no que también amenazo con lastimar a mi madre, yo sabía que él la tenía sometida y en este momento entendía porque ella siempre hacía silencio cuando Carlos hablaba. Con las palabras de mi padre en mente, me arme de valor y me acerque nuevamente a Aureliano, subí encima de él y empecé a besarlo nuevamente. Él no se resistió y continuó besándome de una forma tan sutil, me estaba tratando como si tuviera miedo de lastimarme.
Con suavidad volvió a colocarme sobre la cama y lentamente me fue despojando de mi ropa, en este momento olvidé las amenazas de Carlos y solo me dejé llevar por el deseo. Me entregué por primera vez a Aureliano, mi mente estaba hecha un lío, ya que pensé sería terrible dar este paso con él, pero fue todo lo contrario, sus besos borraron los de Marcos y sus caricias me llevaron al cielo.
Me quede dormida después de aquel encuentro, me sentía cansada. Así que me acomode entre los brazos de mi esposo y ya no supe más de mi.
Para cuando desperté la habitación se encontraba completame oscura, solo se podía ver el reflejo de la luna entrar por la ventana. Aureliano estaba a mi lado. Aún dormía; sin embargo, mi estómago estaba pidiendo a gritos algo de comida.
“No hemos comido nada, voy por algo”, las palabras de Aureliano me sacaron de mis pensamientos.
“Pensé que dormías”, dije apenada.
“Tu estómago no me deja dormir”, respondió con una sonrisa.
“Lo siento, ya sabes que no he comido nada desde esta mañana”, dije con sinceridad.
“No te disculpes, voy por algo para los dos”. Aureliano se levantó de la cama y salio de la habitación. Yo estaba apenada por todo lo que pasó hace apena unas pocas horas, recordar lo que hicimos hacía que mi cara ardiera de vergüenza.
Minutos después llegó Aureliano con una bandeja llena de frutas y algunos sándwiches, me senté rápidamente para ayudarlo a sostener la bandeja.
“Espero te guste, ya que la comida que preparo Marta estaba fría y la dejé en la nevera”, dijo Aureliano sentándose a mi lado.
“Esta perfecto. Gracias”, respondí llevando fruta a mi boca.
“Aquí la única perfecta eres tú”, dijo Aureliano besando mis labios.
No supe como contestar a sus halagos, así que continué comiendo hasta quedar satisfecha, Aureliano se llevó la bandeja una ve terminamos de comer y yo me levanté para ir al baño. Me sentía algo extraña, no sabía que me estaba pasando, no sabía si era que estaba resignada a esta vida y mi mente solo se estaba resguardando del sufrimiento por todo lo que estaba pasando.
Al salir del baño encontré a Aureliano sentado en el balcón mirando a la distancia. Me acerqué a él y me senté en sus piernas sin decir nada.
“¿Por qué no me dijiste que está era tu primera vez?”, pregunto tomándome por sorpresa.
“No pensé que sería necesario, pero si te molesto lo siento”, respondí mirando al mar.
“Si me hubieras dicho, habría preparado algo mucho mejor para tu primera vez”, sus palabras sonaban sinceras, y sus ojos lo confirmaba.
“Para mi estuvo perfecto, así que no te preocupes”, mis palabras no eran del todo falsas, había imaginado ese momento innumerables veces con Marcos, pero nunca imaginé que con Aureliano la realidad superó mis expectativas.
Nos quedamos sentados mirando al cielo hasta que el sueño volvió a vencerme. A la mañana siguiente desperté por los rayos del sol que atravesaban las grandes ventanas. Abrí los ojos para descubrir que Aureliano no estaba cerca de mi. Me puse de pie fui a asearme y luego salí de la habitación, todo estaba en completo silencio, al parecer a Aureliano no le gustaba el ruido. Camine hasta la sala y ahí lo conseguí leyendo unos documentos.
“Buenos días”, saludé con una sonrisa.
“Buenos días princesa, ¿descansaste?”, me pregunto dejando los documento a un lado.
“Si, gracias por preguntar”, me senté a su lado solo para hacerle compañía.
“Termino aquí y salimos un rato a caminar. ¿Te parece?”.
“Ok, no quiero importunar mejor me voy a ver que hago”, dije poniéndome de pie.
“Quédate, así no me siento solo mientras reviso estos balances”, pidió Aureliano. No me pude negar así que me quede junto a él.
“Quería hablar de lo ocurrido anoche. No quiero que te sientas presionada a hacer cosas que no quieres”, me dijo tomando mis manos.
“No se a que te refieres, no estaba obligada a nada lo que paso fue porque ambos quisimos y ya somos adultos y podemos tomar decisiones”, tenia que escucharme segura de lo que estaba diciendo, no quería que Aureliano se diera cuenta de que todo fue por la amenaza que había hecho mi padre, aunque estaba casi segura de que él también estaba involucrado en eso. Por ahora mi mejor carta es mostrarme sumisa a todo lo que mi esposo me pidiera.
Aureliano terminó de trabajar y decidimos salir a caminar por la playa, si iba a estar en esta mentira, al menos quería disfrutarla un poco.