Enredados De Sangre Y Fuego

**Capítulo 2: Encuentro Destinado**

Lucía Fernández caminaba de regreso a su dormitorio después de un largo día de clases y estudios en la biblioteca. La noche era fresca y el campus estaba tranquilo, solo el sonido de sus pasos resonaba en el aire. Mientras revisaba mentalmente su lista de tareas pendientes, la sensación inquietante de ser observada volvió a asaltarla. Se detuvo, mirando a su alrededor, pero no vio a nadie.

Sacudió la cabeza, tratando de deshacerse de la paranoia. "Son solo nervios," se dijo a sí misma, continuando su camino. Sin embargo, no pudo evitar apurar el paso. La sensación se hacía más intensa, como una presencia invisible siguiéndola.

De repente, un auto negro se detuvo bruscamente a su lado. Antes de que pudiera reaccionar, dos hombres vestidos de negro salieron rápidamente y la agarraron. Lucía intentó gritar, pero una mano áspera cubrió su boca y sintió una aguja pinchando su cuello. La oscuridad la envolvió mientras perdía la conciencia.

Cuando Lucía despertó, se encontraba en una habitación desconocida, lujosamente decorada con muebles antiguos y cortinas pesadas. Intentó moverse, pero sus manos estaban atadas a la cabecera de la cama. El miedo la invadió, y su corazón latía con fuerza en su pecho.

La puerta se abrió y entró un hombre alto y corpulento, con una expresión severa en su rostro. Lucía lo reconoció de inmediato: Giovanni Rossi, el misterioso alfa de su universidad.

"¿Qué... qué estoy haciendo aquí?" preguntó Lucía, su voz temblando.

Giovanni se acercó lentamente, sus ojos oscuros observándola con una mezcla de curiosidad y frialdad. "Estás aquí por razones que aún no comprendes," respondió. "Pero te prometo que no te haré daño. Necesito algunas respuestas."

"¿Respuestas sobre qué?" replicó Lucía, tratando de mantener la calma.

"Tu familia. Necesito saber si están involucrados en algo que podría ponernos a todos en peligro."

Lucía frunció el ceño, confundida y asustada. "Mi familia no tiene nada que ver con tus asuntos. Somos gente común."

Giovanni se quedó en silencio por un momento, evaluando sus palabras. Sabía que Lucía probablemente no tenía idea de lo que estaba sucediendo, pero no podía correr riesgos. "Voy a desatarte, pero tienes que prometer que no intentarás escapar," dijo finalmente.

Lucía asintió, y Giovanni procedió a soltar las cuerdas que la ataban. Ella frotó sus muñecas, aliviada por la libertad, aunque seguía sin entender por qué estaba allí.

"Escucha, Lucía," dijo Giovanni, suavizando su tono. "No elegí este camino, pero tengo que proteger a mi familia. Y ahora, parece que tú estás atrapada en el medio. Necesito que me ayudes a entender lo que está pasando."

Lucía lo miró a los ojos, viendo un destello de humanidad detrás de su exterior endurecido. "Está bien," dijo con cautela. "Te ayudaré, pero solo porque quiero salir de aquí y asegurarme de que mi familia esté a salvo."

Giovanni asintió, satisfecho. "Bien. Empezaremos por investigar quién te ha involucrado en esto y por qué."

A medida que la noche avanzaba, Giovanni y Lucía comenzaron a unir piezas del rompecabezas, descubriendo que había fuerzas más oscuras en juego de lo que ambos habían imaginado. Sus mundos, tan diferentes y a la vez tan similares, se entrelazaban de maneras que ninguno de los dos había previsto. La atracción entre ellos crecía, alimentada por la tensión y el peligro compartido.

En medio de la conspiración y la traición, Giovanni y Lucía se daban cuenta de que necesitarían confiar el uno en el otro para sobrevivir. Y en ese proceso, podrían encontrar algo que nunca habían esperado: una conexión que desafiaba las barreras del poder, el peligro y la naturaleza misma de su ser.