Briza necesita un nuevo empleo con urgencia. Daniel necesita una secretaria que además de hacer su trabajo prepare un buen café.
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capitulo 1:
Hace una semana termine mis estudios como secretariado ejecutivo y con ello se terminaron mis ahorros. Por lo tanto, mi necesidad de trabajo me lleva a tomar cualquier tipo de trabajo.
Como ahora que corro por las calles para llegar temprano a mi trabajo como mesera en un bar. Soy pésima de mesera, debo admitir. Lo mío es otra cosa, pero mientras encuentro esa cosa debo bancar esto.
Mis días en la universidad fueron los mejores que viví junto a mis amigas. Siempre presente en mi mente esa noche. Esa noche que no puedo olvidar como el perfume de ese desconocido que quedó grabado en mis memorias. Cada vez que siento ese aroma me transporta a esa habitación, esa noche y es como revivir todo lo acontecido en mi mente, solo que hay un pequeño detalle, su cara. Es como si un borrador hubiera pasado y se llevó el rostro de mi amor platónico y me dejara solo la memoria de lo vivido, pero sin la menor idea de con quién. Para colmo su apodo no me ayuda en nada, “Dan”. Simple, corto y sin la menor idea si se llama así, o es un diminutivo o que se yo. La cosa que con eso no hago mucho. De lo que si estoy segura es que no asistía a la universidad y buscarlo entre los estudiantes es una tarea totalmente al vicio.
Cada tanto solía ver un chico que venía a la universidad y desde la ventana de la cafetería me quedaba embobada mirándolo. Lo único que hacía era recorrer el campus como buscando algo y luego se iba. Así fue varias veces. Una tarde que llegaba tarde a una de mis clases, salí corriendo de la cafetería con la gran mala suerte de que mi apuro me llevo a tropezar con una persona. Inmediatamente recogí todas mis cosas y cuando tiendo mis manos para recoger lo que el desafortunado me alcanzaba, esa mirada gris me dejo quieta en mi lugar. Era como si lo hubiera visto anterior mente, pero un llamado de mi compañero de clases me saco del transe y luego de disculparme, tome mis pertenencias de sus manos y seguí mi camino. Avance y cuando voltee para ver esa persona que me dejo algo inquieta, el me miraba como buscando algo en mí.
¿Sera que era él? Me pregunte, pero negando a que solo se trataba de mi cabeza que nuevamente me hacia una mala jugada, entre a clases y ahí quedo ese incidente. De lo que si estaba segura es que se trataba de ese chico que cada tanto lo veía viendo a los alrededores del campus.
Con el tiempo ese personaje fue dejando de venir hasta que no lo vi más, seguro que eso que buscaba lo había encontrado.
El tercer año en que cursaba mis materias, me mudé a un modesto departamento, comencé a trabajar en la cafetería de la universidad y también hacia algunas cosas no tan permitidas. No piensen mal, solo me pagaban por leve Lear personajes de un juego muy popular de mundo aviento al que me sacaba noches de desvelo que junto con los estudios y el trabajo consumían mi tiempo.
Mis amigas cada tanto se aparecían en mi departamento para arrastrarme a tener una vida normal y me sacaban a pasear como si fuera su mascota. Las amo, no sé qué sería de mi vida sin ella.
Con mi madre manteníamos comunicación telefónica casi todos los días y los días festivos iba a su casa. Debo admitir que su ayuda en mi independencia fue mucha. A diferencia de mi padre que nunca dio la cara y cuando pretendía saber de mi mandaba a su perro faldero. Lo odio, pero eso es otro tema que prefiero ponerle un ganchito y dejarlo en el cajón de las cosas que me importan un carajo.
Mi trabajo en la cafetería de la universidad duro lo que tenía que durar y ahora que ya finalicé con mis estudios trabajo en otra cafetería, irónico, ¿No? Pero de momento es lo que me mantiene hasta que ese dichoso trabajo llegue y toque mi puerta. En resumen, pase de trabajar en una cafetería llena de estudiantes con las hormonas a tope, a trabajar en otra llena de gente malhumorada, cansada o que solo necesita un café para olvidar sus miserables vidas.
Lo bueno de este trabajo es que amo tanto el café como los brownies de chocolate. En mi mochila nunca falta un táper con ellos, sobre todo porque necesito tener mi glucosa moderada, cuando no se me baja, se me subes. Es una locura total.
A pesar de ser pésima en este trabajo que llevo haciendo ya un prolongado tiempo, me gusta. Solo que no me conformo, quiero un trabajo en el que pueda desarrollar eso en lo que me prepare y cuando llegue espero que mi jefe este mas bueno que el pan o que mi jefa tenga un hijo que este mas bueno que el sol de verano. ¿Eso no es mucho pedir? ¿No? No es que ande de golosa, pero esas novelas que leo siempre tienen un jefe que esta para darle sin asco y bueno a uno lo lleva a pensar en que quiere lo mismo.
Volviendo al presente, miro la hora en mi celular y aprieto el paso, no falta mucho para la hora de entrada y mi patrona es algo exigente con la hora de llagada, lástima que eso no se refleje a la hora del pago.
Son las seis en punto de la mañana y la dueña del bar ya me mira con mala cara cuando traspaso las puertas del local. Ni que hubiera mucha gente como para que me reciba con ese tipo de cara.
Me pasa mi uniforme que consiste en un delantal rosa chillón con manchas, una libreta y una lapicera que escribe mal. Sin mediar palabras me indica con un gesto de la cara una mesa que es ocupada por unos tipos trajeados.
Mi mirada se posa en los hombres, me coloco el delantal mientras voy acercándome a ellos.
—Buenos días, mi nombre es... —no me deja terminar el grosero ese que habla sin siquiera mirarme ya que su mirada no se aparta de su celular.
—Dos cafés bien cargados con medialunas, rápido —mis ojos se agrandan y miro a su acompañante que me sonríe, yo me quedo con la boca abierta como tonta y luego me doy la vuelta para hacer el pedido para los hombres que tan elegantes van vestidos.
Aunque el trato de uno no justifica lo bien que se puedan llegar a ver.
Mientras preparo el café de ellos saco el aparato para medir mi glucemia. Aparte de pobre, diabética. Mi diabetes varia, hay veces que sube y hay veces que baja de formas inesperadas. Mido y esta algo baja. Enseguida saco de mi bolso un caramelo lo llevo a mi boca y lleno la bandeja con el pedido para los hombres.
Caminando con la bandeja en una mano y rogando que nada se me caiga llego a la mesa salva y sana. Dejo todo el pedido ante la atenta mirada del chico de sonrisa fácil. Se lo ve lindo. Tiene unos ojos pardos y su cabello es algo entre rojizo y rubio. En cambio, el del frente solo veo que su cabellera es negra como la noche.
Solo eso puedo apreciar de su compañero ya que no despega la mirada del aparato. Sonrió y me retiro a atender las demás mesas.
La mañana pasa volando y con ella mi día termina con la buena noticia que tengo trabajo hasta el fin de semana. Ya sabía que a la tipa esa no le caía bien y más cuando en un ataque que me dio cuando se me bajo l glucosa rompí cinco vasos, cinco tazas y cinco platos. Sumados a los que vengo rompiendo tendría que pagar yo y no al revés.
Salgo algo angustiada del bar y en la parada mientras espero el autobús veo que sobre la banca hay un periódico doblado sobre él. Lo tomo esperanzada y derecho en la parte de empleos busco y mi sonrisa se amplía al ver que hay oferta de trabajo en una de las empresas más prestigiosas de la ciudad.
Puedo decir que si llego a ser contratada ahí seria hecho realidad mi sueño. Trigamer, es la compañía de juegos virtuales del momento y conseguir un puesto ahí es toda una eventualidad.
Con una sonrisa de oreja a oreja me subo al autobús y me dirijo a mi departamento en busca de un currículo, no puedo perder tiempo. Necesito empleo así sea para repartir el correo y si es en ese lugar, mejor.
Puedo agregar que soy una fiel servidora a casi todos los juegos que ahí se producen. También puedo agregar que he pasado muchas noches desvelada jugando a la vez que estudiaba. Si, y todo gracias a mi insulina que cuando se me sube no puedo dormir y estoy como hiperactiva y cuando se me baja rompo todo. Lindo ¿No?
Mi medico dice que es una mescla de todo. Cuando era niña era hiperactiva y recuerdo que debían darme una pastilla para dormir y gracias a ellas mi glucosa se disparó tanto que ahora soy un despojo.
Si, porque al ser diabética debería ser un tamborcito con patas, pero no, todo lo contrario, soy un fideo. Flaca pero no muy alta. Yo lo asocio a lo hiperactiva que soy.
Llego a mi casa y tomo una de las carpetas que tengo preparadas para cuando los milagros se presentan y nuevamente me dirijo al centro. Esta vez vuelvo caminando ya que el próximo autobús pasa en media hora y mi ansiedad no da para esperar tanto.
Llego al imponente piso de Trigamer y me quedo mirando el magnífico edificio espejado. Mi mano cubre mi frente y miro hacia arriba. Es altísimo, elegante y por todos lados grita caro.
Bajo la mirada y me encuentro con un gorila que me mira feo.
—¿Señorita? —su vos es tan afeminada que no concuerda con su físico, trato de no reír y lo miro tan seria como me ve el gorila a mí.
—Buenos días Sr. Maldonado —digo luego de leer el gafete que cuelga con su apellido—. Vengo a traer mi currículo.
—Muy bien señorita....
—Briza Riles —respondo.
—Muy bien señorita Riles, sígame.
Sigo los pasos de Maldonado que me llevan desde la entrada a recepción donde me anuncia y la chica de recepción me da un gafete con las palabras impresas de “visitante” y me indica el camino hacia el área de recursos humanos.
Llegamos y me desea suerte y sonriendo volteo y para mi decepción hay ciento de chicas. Todas parecen modelos de revistas. Con tacos altos, faldas que si se agachan se les puede ver el polo sur y yo acá con un simple conjunto de pantalón de chándal con sudadera y zapatillas deportivas.
Seguro ya es una pérdida de tiempo, pero trato de no desesperarme. De todos modos, cuando estaría aquí nuevamente.
Mientras espero a que me atiendan la ansiedad me lleva a comerme una barra de cereales, luego unos caramelos gomitas y cuando estaba por atacar mis deliciosos brownies de chocolate, la chica de recursos humanos me llama y luego de darme una rápida mirada de arriba abajo me pide que la siga.
Llegamos frente a una enorme puerta y luego que abre paso y me quedo parada intimidada con tanto lujo en tan poco espacio.
Entro y mirando todo a mi alrededor me detengo al ver una figura que me parece conocida. Lentamente su rosto se va levantando y su mirada gris, que me saca el aliento, se clava en mí y literalmente su ceja se levanta y me mira de arriba abajo. Sonríe y se reclina en su silla. Esa mirada gris la conozco de algún lado, pero no recuerdo de dónde. aunque si lo pienso bien ¿De dónde conocería yo un tipo como este?
Mierda estoy incomoda, si las miradas traspasaran, leyeran la mente o lo que sea que puedan hacer, este ser de otro planeta ya lo habría hecho. Dios de que mundo se escapó.
Estoy tan quieta, casi no respiro. Y el tipo solo me mira con una mueca de que sabe lo que impresiona su belleza.
—¿Y bien? ¿Seguirás comiéndome con la mirada o te presentaras? —dice muy creído el tipo.
—He si.... no... mierda —se ríe y yo quiero que la tierra me trague, me acerco y dejo mi currículo frente suyo— Mi nombre el Briza Riles, egresada en secretariado ejecutivo, con conocimientos de programación, idiomas y ….
—Bien... ya... —me corta sin siquiera mirar mi carpeta—. Café —dice y me quedo perpleja mirándolo—. Podrás tener miles de títulos, pero si no sabes hacer café tendrás que buscar otra cosa ya que tu principal actividad como mi secretaria es hacerme un café y si no es bueno, yo no soy bueno y mi día se echa a perder —me quedo con la boca abierta mirándolo y bajo mi mirada a su escritorio percatándome de que hay muchas tazas con café, algunas están estrelladas contra la pared y otras simplemente en el tacho de basura. Trago fuerte y lo miro de nuevo—. Veo que capte tu interés. Bien ahí está la maquina y todo lo necesario para que me prepares un café.
Luego de percatarme que no se trata de una broma, casi temblando me acerco al aparato. Suerte la mía que amo tanto en café como mis brownies de chocolate. Preparo el pedido para mi futuro jefe, eso me gustaría, y busco algo con que acompañar el café al no encontrar nada me acerco con la taza a su escritorio y cuando dejo su taza en frente, él la toma, pero cuando esta por darle un sorbo lo detengo.
—Espere —saco de mi bolso el táper con el delicioso pastel y lo destapo para ofrecerle uno—. El chocolate es un buen acompañante para un buen café —le tiendo el táper para que tome uno y me mira dudoso.
—Es la primera vez que en vez de falda me traen pastel, que ingeniosa —dice tomando un trozo y yo no comprendo, lo miro mal. Él le da un sorbo al café y me mira luego muerde mi delicioso pastel y perdiendo toda delicadeza se devora todo y con la boca llena me mira sorprendido.
Yo no sé qué pensar, solo sé que siento el sudor típico que me agarra cuando la glucosa se me baja y dos veces en un día no es bueno. Eso significa que doña estrés está de visita en mi cuerpo.
Aprieto los dientes y me siento tomándome fuerte de la silla. El me mira y su seño se contrae.
—¿Qué sucede? —pregunta sin, ya ese tono burlón en la vos y es ahí cuando comienzo a temblar frente a él, mis oídos pitan y mis dientes rechinan.
Lo veo levantase y moverse mientras lo sigo con la mirada y siento como mis manos duelen de tanto apretar los apoyabrazos de la silla para no hacer destrozos, lagrimas caen por las comisuras de mis ojos. Siento como me convulsiono de tanto reprimir el ataque de violencia que nace en mí.
—Dios, mujer que te pasa, ¿Cómo te ayudo? —me mira sin tocarme y trato de despegar los labios.
—insulina.... —digo entre dientes. Y ahí es cuando mi mente se va y es como si me viera fuera de mi cuerpo.
Me levanto empujándolo y tiro todo, comienzo a tirar y romper osas. No sé cuánto tiempo pasa hasta que siento como unos fuertes brazos me toman y me colocan en una de las sillas, me inyectan algo y me obligan a beber algo. Lloro de la impotencia mientras me disculpo.
No puedo controlarme cuando me pasa y siempre es peor cuando me ataca tan seguido.
—No pasa nada, cálmate —dice el hombre frente a mi mientras me obliga a beber de una baso lo que siento que es coca cola.
Los ojos me pesan y siento que me quedo dormida.
y mis respetos para ti, por poder expresar e hilar bien las ideas de lo que quieres pasmar. felicidades y continúa así y sobretodo con miras hacia adelante.