La vida de Camila en Florencia se convierte en una pesadilla cuando es víctima de un secuestro y un brutal asalto. Dos semanas después, vive atrapada por el terror y el silencio junto a su flamante esposo, Diego Bianchi, el poderoso CEO de una de las dinastías más acaudaladas de Italia. Para proteger la estabilidad de su nueva vida, Camila le oculta a Diego la verdad más oscura de aquella noche, catalogada oficialmente como un "secuestro normal".
Diego, un hombre que la sacó de su humilde vida como camarera, la ama con una posesividad controladora, pero al mismo tiempo la avergüenza por su origen, viéndola más como un trofeo que como una esposa. Esta mentira es el cimiento quebradizo de su matrimonio.
La tensión explota en la cena familiar de los Bianchi, donde Diego presenta a Camila sorpresivamente como su prometida. En medio de la fría y juzgadora élite, la belleza de Camila impacta profundamente al hermano menor de Diego, Alejandro, quien queda irremisiblemente atónito.
A medi
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Horrible Noche
Un grito aterrador interrumpió el silencio de una fría noche en la ciudad de Florencia (Italia).
Una mujer, de nombre Camila, fue subida a una camioneta y llevada sin rumbo fijo.
Gritaba y se debatía con furia contra los hombres que, sin pronunciar palabra, ataban sus manos, le ponían una mordaza y vendaban sus ojos. El pánico que la invadía era indescriptible, su corazón golpeaba con tal fuerza que parecía querer escapar de su pecho. No lograba entender la razón de aquel brutal secuestro. En medio de la oscuridad y la desesperación, pensó que esa noche sería la última de su vida.
De repente, la camioneta se detuvo. Los hombres la obligaron a bajar y escuchó el chirrido de una llave abriendo una puerta. Cada sonido la sumergía más en la confusión y el pánico. Estaba totalmente perdida.
Fue depositada en un lugar donde el silencio era sepulcral, ni el zumbido de una mosca rompía la quietud. De pronto, unas firmes pisadas se acercaron a ella.
En cuestión de segundos, una voz profunda y distorsionada susurró suavemente en su oído:
— No sabes cómo esperaba este momento, Camila. Cada noche lo soñaba, cada día lo anhelaba. Mi sangre hervía de placer cada vez que imaginaba este instante.
Camila se quedó inmóvil, preguntándose en un torbellino de pensamientos: ¿Quién es? ¿Cómo sabe mi nombre? ¿De qué está hablando?.
Sus preguntas internas fueron interrumpidas de forma violenta. Las manos del misterioso hombre se deslizaron bajo su vestido sin respeto ni permiso. Ella intentó forcejear para evitar el contacto, pero fue inútil. Estaba atada, con los ojos vendados y la boca sellada, completamente a merced de ese loco, de ese psicópata.
A él no le importó su negación. Continuó recorriendo su cuerpo con un toque profano. Luego, le retiró la mordaza que cubría su boca y la besó con una pasión incontrolada.
Aprovechando la liberación de su boca, ella suplicó:
— ¡Por favor! Déjeme ir. Soy una mujer casada. Mi esposo es un hombre muy poderoso y adinerado, él le pagará lo que usted le pida, no le negará ninguna cantidad de dinero.
El hombre esbozó una sonrisa burlona. Tomando su mano, le dijo con voz grave.
— No necesito dinero. Lo único que necesito y quiero está justo aquí. El dinero no se compara con tu belleza.
El hombre esbozó una sonrisa burlona. Tomando su mano, le dijo con voz grave:
— No necesito dinero. Lo único que necesito y quiero está justo aquí. El dinero no se compara con tu belleza.
Tras pronunciar estas palabras, le desgarró el vestido con la ferocidad de un animal hambriento sobre su presa. Ignorando sus súplicas y su resistencia, la tomó. La hizo suya de una manera brusca y ordinaria, sin piedad ni remordimiento, solo movido por un deseo incontrolable.
Dos Semanas Después.
— ¡No...! — Gritó Camila de forma desgarradora mientras dormía.
— ¡Amor, despierta! ¡Despierta, Camila! — Le dijo angustiado Diego, el apuesto hombre que dormía a su lado y su esposo.
Ella despertó sobresaltada, con un sudor frío recorriendo su cuerpo. Los recuerdos de aquella noche no la dejaban en paz.
— ¿Otra vez soñaste con el secuestro? — Le preguntó Diego, con una mezcla de preocupación e impaciencia.
— Sí, Diego, otra vez — contestó ella, jadeando y sudorosa.
— Definitivamente,, tienes que ir con un psicólogo, esto no puede seguir así — replicó él con tono cortante.
Diego y Camila se habían casado dos meses y medio antes del secuestro. Él era el respetado CEO de las empresas de su familia, y ella se esforzaba por llevar una vida matrimonial normal.
Lo último que deseaba era perder a Diego. Por esta razón, se guardó el horror de lo ocurrido, no le reveló que el hombre que la había secuestrado también la había tomado.
Para las autoridades y para Diego, todo había quedado como un secuestro "normal" de unas horas, tal vez un error de identidad, como habían dictaminado. Ella no se atrevía a confesarle lo que realmente había pasado.
mendigo infiel
son fuego