Catalina una joven hija de un ex convicto, creció sin madre con una crianza llena de armas y entrenada por su padre desde niña, decidió no seguir sus paso cuando su padre fue arrestado, arreglándose sola a los 18 años,terminó sus estudios alistandose al ejército.
Pero su vida dio un giro al morir en combate, reencarnando en la protagonista Eludy Volcania de su libro que nunca le gustó, donde la Emperatriz era sumisa a su esposo, quien siempre se mostró el " Gran hombre y esposo" terminando ella con un final colgada frente a todos para ser decapitada.
- Maldita sea, soy la Idiota de la Emperatriz ¿ Porque ella? - Maldecía mientras gritaba al cielo
NovelToon tiene autorización de Milagros Perez para publicar esa obra, el contenido del mismo representa el punto de vista del autor, y no el de NovelToon.
Introducción
Cuando el corazón late con fuerza, el escalofrío recorre todo el cuerpo y la tensión aumenta, dejándote incapaz de responder a tus propios movimientos.
Sí, ahí estaba yo, tendida en el suelo, en un charco de sangre, en tierra enemiga. Mi compañero estaba a mi lado, gritando que no lo dejara. Su voz se desvanecía de a poco en mis oídos. Solo pude reclamarle a los cielos: ¿Qué deuda estaba pagando? Nunca tuve una familia que me amara, y cuando pensé que por fin alguien me quería, morí frente a él.
¿No tendré nunca mi final feliz? Me preguntaba eso cuando sentí mi cuerpo caer en un umbral de oscuridad.
Frente a mí, como una neblina inundando mi alrededor, una voz masculina surgió. Un rostro sin forma sonrió con calidez al mirarme.
—Te daré una oportunidad, humana. Haz que esta vida sea lo que tu corazón anhela —dijo.
Caí fuertemente cuando su última frase hizo eco en mi cabeza.
Cuando una luz golpeó mis ojos, me incorporé de un salto, jadeando. Miré desesperada a mi alrededor sin entender nada, con un dolor punzante en la frente.
La puerta se abrió de golpe. Una joven y una anciana, ambas con angustia, se abalanzaron hacia mí.
—¡Mi señorita despertó! —exclamó la anciana, llorando.
—Mi señora, qué alegría que esté bien —añadió la joven.
—¿Qué pasó? ¿Dónde estoy? —pregunté. Mi cabeza dolía como si me hubieran dado un palazo… y uno bien dado.
—En el palacio, Majestad. El Príncipe la trajo —explicó la joven casi gritando, haciendo que mi dolor aumentara—. Pero no se preocupe, esos malditos bastardos de los ladrones pagarán —terminó diciendo.
Otra punzada me atravesó el cráneo. Recordé mi vida. Cómo había muerto en el campo de batalla. Pero… había renacido. Me toqué el cuerpo donde debería estar el balazo y, al no hallarlo, supe que aquello no era un sueño.
La joven y la anciana me miraron entre preocupadas y avergonzadas al verme revisarme casi desnuda delante de ellas.
—Majestad, ¿perdió algo? —preguntó incrédula la joven.
—No… —respondí. Pero al ver sus caras llenas de preocupación, otra duda me golpeó.
¿En quién renací? ¿Dónde estoy?
—Dime… ¿cómo te llamas? —pregunté sin pensarlo.
La joven se angustió aún más, mirando a la anciana, y juntas llamaron rápidamente al doctor.
—Majestad, soy su doncella Clara, y ella es su nana, Camil —dijo la joven con lágrimas—. El golpe fue muy fuerte, por favor no se levante. El doctor ya viene.
Una punzada más fuerte me atravesó cuando escuché sus nombres. Los recuerdos de este cuerpo inundaron mi mente como un rayo.
(No puede ser… renací en la maldita Emperatriz Eludy Volcania, pensé, maldiciendo. De todas las novelas que leí, tuvo que ser esta. ¿Qué mal estoy pagando?)
—Carajo —murmuré entre dientes.
—¡Majestad! ¿Qué es ese vocabulario? —exclamó la anciana horrorizada. Era la primera vez que escuchaban semejante grosería en una dama… y más aún de su Emperatriz.
El doctor entró e hizo una reverencia. Comenzó a hacer preguntas sobre fechas importantes. Catalina respondió sin titubear, como si las palabras salieran solas, aunque su mente estaba ocupada intentando recordar la historia. Una historia cuyo final no tenía absolutamente nada de bonito.
.
Catalina leía muchas novelas, especialmente de venganza y traiciones. Pero por hacerle caso a una amiga leyó La Emperatriz Sumisa. Solo el título le resultaba insoportable, y la trama tampoco era de su agrado. Lo único rescatable era que había magia.
Eludy Volcania era hija del Duque Carlos Volcania. Su madre, la anterior Emperatriz , había conquistado su corazón por su dulzura. El duque, que había ganado enorme reputación por sus acuerdos comerciales y su revolucionaria forma de exportación, logró impresionar a los padres de ella. Su amor fue tan fuerte que solo la enfermedad pudo separarlos.
Tras la muerte de su esposa, el duque quedó en una profunda perdición, ella decreto que solo su hija tomaríael trono de Emperatrizcuando sea mayor de edad, pero no le dio sucesión al Duque, solo pudo quedar al mando del ducado que tenia tras su muerte . Fue entonces que Celia, la mejor amiga de su esposa, se acercó a él y lo envolvió con su encanto, convirtiéndose en su nueva duquesa junto a su hija, Astrid.
Astrid tomó el apellido Volcania porque su madre, manipuladora, no dejó en paz al duque hasta que la reconoció como hija propia.
Celia de la Kurt era vil y cruel con Eludy. La llenaba de malos tratos, comentarios hirientes y amenazas. Ponía siempre a su hija como la mejor en todo, insinuando que era “más digna para el trono”. Fue cuando encontró el decreto de sucesión en la oficina del Duque y lo oculto" Mi hija será la Emperatriz.. No pienso dejar que esa niña de Eludy se quede con todo " pensó con gran veneno.
Porque, después de todo, Eludy era la legítima sucesora, y eso era precisamente lo que la bruja quería evitar.
El odio y maltrato de parte de su madrastra y su hermanastra fue en aumento. Eludy era una marioneta para ambas. Su padre, siempre ausente por su trabajo, jamás se enteraba de lo que ocurría.
A los 18 años, tanto ella como Astrid serían presentadas ante la sociedad. Astrid robó toda la atención, incluso el afecto del Primer Príncipe, el primer amor de Eludy, dejándola en ridículo ante todos. Ella no dijo nada por el terror que le producía la mirada de su madrastra.
Celia aprovechó la humillación y la obligó a casarse con el Segundo Príncipe, quien jamás la miraba. Se revolcaba en secreto con Astrid y con cuantas podía, mientras públicamente se mostraba como el “esposo perfecto”. Siempre hacía ver a Eludy como la mala y amargada, aunque ella guardaba silencio, porque de lo contrario recibía una paliza de él… y de su madrastra.
Astrid disfrutaba hacerle daño, hasta el punto de inventar rumores y planear drogarla para que le robaran la pureza la noche de su matrimonio. Todo para luego colgarla frente a todos acusándola de “traición al Príncipe” y “libertinaje”, dejándola como una vergüenza nacional.
Así le quitaron el trono… y todo lo que era suyo.
Sierra: herramienta para cortar o una formación montañosa.
valla: se refiere a una cerca o panel publicitario.
o se porque pero pareciera que le pagarán por colocar esa frase que incómodo ya se me hace ha mi en lo personal