¿QUÉ DEBO HACER?

—Ella es Sami — acarició el pelaje de una yegua blanca y ella parecía disfrutar bastante de sus caricias.

—¿Sami? — me acerqué a acariciarla y su pelaje era muy suave.

—Sí, la he bautizado con ese nombre. Es igual a ti.

—¿Me estás diciendo yegua?

—No digas eso en voz alta o puede ofenderse y no te dejará montarla.

—No es gracioso. Además, ¿yo montarla? Debes estar demente.

—Bueno, puedes montar a Malik — señaló un caballo negro, que en apariencia y comportamiento lucía agresivo.

—¿Le has puesto tu nombre también?

—Ambos tienen su historia de amor. Cuando los junté por primera vez, no los pude dejar mucho tiempo juntos, ya que Sami lo trataba muy mal. Intentaba morderlo y patearlo, pero conforme pasó el tiempo, comenzaron a llevarse mejor y mira el resultado — miramos al potro que estaba cerca de Malik y la similitud que tiene con Sami es increíble.

—Es igual a Sami.

—Así pienso que serán nuestros hijos en un futuro. Estoy seguro de que se parecerán mucho a ti.

—Siempre tienes que cagarla con tus depravados comentarios. Ve sacando esa idea de tu cabeza, porque eso jamás va a pasar.

—Nunca digas nunca. ¿Vas a montarme?

—¿Perdón?

—¿No me digas que no quieres montarme? Esa es la pregunta que te hace Malik— sonrió malicioso, y agité la cabeza.

—Eres insoportable.

—No seas cobarde y móntame.

—¡Ya basta!

—Y ahí vuelves a ponerte roja. Tu mente funciona de una manera tan fantástica e inmediata, que solo siento ganas de molestarte.

Salí del establo, dándole la oportunidad de preparar todo y yo poder recuperarme de sus constantes ataques. No puedo con él. Es que es tan insoportable y me pone nerviosa. Al cabo de un rato, salió del establo con Sami y Malik. No sé si pueda subirme a eso. Nunca en mi vida lo he hecho y tengo miedo a caerme o que me haga algo.

—Cálmate, Sami será buena, solo debes confiar en ella y no tenerle miedo — me extendió su mano para ayudarme a subir y mis piernas flaquearon de tan solo intentarlo.

Se siente extraña la silla y todo a mi alrededor luce raro. Tal vez por el vértigo y los mismos nervios. Sujeté la cuerda y pude sentir claramente los movimientos que Sami hacía, algo que no me ayudaba a calmarme.

—¿Ves que no es difícil? Respira hondo, relájate, acaríciala, háblale que eso le gusta y déjate llevar. No la hales muy fuerte, con solo darle luz verde una vez es suficiente. Si quieres que se detenga, solo debes halarla hacia ti. Si ves que tiene viaje, entonces deberás hacerle notar lo que quieres un poco más fuerte. Debes mantener el equilibrio, estudiar su comportamiento y mantenerte atenta a tu alrededor. Sé que vas a coger piso fácil, no es una ciencia y ella es muy tranquila — se alejó para montarse sobre Malik y se acercó a nosotras.

—No puedo, estoy muy nerviosa.

—Eres mi mujer, ese “no puedo” sácalo de tu boca — sujetó la cuerda por el lado y Sami se movió de una manera que me obligó a cerrar los ojos del miedo.

—¡No puedo, no quiero hacer esto más! — mi miedo no va a permitir que pueda hacerlo.

—Está bien — Malik se bajó del caballo y se fue por el costado de Sami para ayudarme a bajar—. Cuida de Malik mientras vengo — se llevó a Sami al establo y al rato regresó solo con otra silla, la cual utilizó para cambiar la que actualmente tenía su caballo.

—¿Qué haces?

—Sube.

—¿De nuevo?

—Solo sube — me extendió la mano y mantuvo al caballo quieto para que pudiera subirme al espacio de al frente de la silla.

Ver que subió detrás de mí, me puso el doble de nerviosa. Sus manos se fueron a ambos lados de mi cuerpo para alcanzar la cuerda y, sin lograr decir nada, hizo mover al caballo y me aferré a sus brazos. Cerré los ojos al sentir los movimientos del caballo. El viento acariciaba mi rostro tras la misma rapidez. Tenía la sensación de que podría caerme en cualquier momento, pero no tan fuerte como cuando estaba sola.

—¿Cómo se siente montarme? — susurró cerca de mi oído y un escalofrío se hizo presente.

—¡Voy a bajarme!

—Me temo que no tienes escapatoria esta vez, gatita. Abre los ojos y disfruta de la vista.

Abrí los ojos y vi el amplio terreno que había, más el verdoso pastizal.

—Es bellísimo.

—Todo este terreno es parte de nuestro hogar y es el mismo que nuestros hijos van a visitar cuando estén grandes. Vendremos en familia a cabalgar y compartir.

—¿No te cansas de decir lo mismo? No voy a tener nada contigo.

—Tengo tiempo de sobra para convencerte.

—¿A dónde vamos?

—Quiero llevarte al río escondido. Es un sitio tranquilo, desolado, fresco y bonito. Estoy seguro de que te encantará.

Exploramos gran parte del terreno, desde donde comienza, hasta casi donde termina. El día lucía magnífico y alegre, a pesar del calor. Poco a poco le he ido perdiendo el miedo a los movimientos bruscos del caballo. Posiblemente porque me siento protegida por sus brazos y sé que no va a permitir que nada malo pase. Hace tiempo no me sentía libre, tan segura y alegre. Nos adentramos más al bosque, algo lejos del amplio terreno que me había mostrado. Habíamos cruzado un letrero en madera, el cual no se entendía lo que decía. A pesar de la cantidad de árboles, era un sitio fresco, incluso se podía oír el sonido del río desde donde estábamos y el sonido de las aves que se encontraban entre los árboles. Pude entender el porqué le llamó el río escondido. El camino rocoso que recorrimos fue extenso, pero valió la pena al momento de llegar. Es la primera vez que veo un río de agua cristalina.

—¿Qué te parece?

—Es hermoso — sonreí, cuando sentí sus brazos rodear mi cintura.

—Entremos juntos.

—No tengo ropa adecuada para entrar.

—Puedes desnudarte. A mí no me estaría malo en lo absoluto. Además de que aquí nadie va a verte, excepto por mí.

—Ni en tus sueños.

—Anda. ¿Vas a decirme que luego de ese largo camino, no piensas meterte ni un rato?

—No voy a desnudarme delante de ti.

—Me daré la vuelta y no te miraré. Cuando estés dentro me dices y entonces entro contigo. ¿Qué te parece la idea?

—No confío en ti.

—Puedes quedarte en ropa interior, es más o menos lo mismo que utilizar traje de baño.

Verdaderamente me encantaría entrar. Hace mucho calor y el agua está muy bonita como para no hacerlo. Él se bajó primero para ayudarme a bajar y nos acercamos a la orilla.

—Entraré, pero date la vuelta y no te atrevas a espiarme o te sacaré los ojos.

—Como diga, mi señora — se dio la vuelta, y lo observé.

—No me digas así — quité mi ropa, quedándome en ropa interior, sin quitarle la mirada a él de encima y entré al agua de prisa, antes de que fuera a mirar—. Listo — esto se siente bien. El agua está fresca.

Se quitó la ropa y le di la espalda automáticamente para no mirarlo. El muy descarado ni avisó. Permanecí de espalda, hasta sentir que entró al agua y me volteé, encontrándolo casi frente a frente. No sabía que estaba tan cerca. Metió la cabeza dentro del agua y nadó por los alrededores, no tan distante de mí, hasta regresar y peinar su cabello hacia atrás. Las gotas de agua se deslizaban por su torso y viendo tan claro eso, preferí desviar la mirada, pero noté que a través del agua se podía ver parte de su abdomen.

—¿Te gusta?

—Sí, el agua está fresca y se puede ver todo debajo nuestro — diciendo eso es cuando caí en cuenta de ese grandísimo detalle que, por las mismas ganas de entrar, olvidé por completo y sonrió como si supiera lo que por mi mente pasó.

Espera, así como puedo verlo, él también puede verme a mí. No había caído en cuenta de nada. ¿Acaso no puedo ser más estúpida? Me crucé de brazos para taparme y se acercó.

—¡Aléjate, pervertido!

—No tienes que ocultar nada de mí. Esto es algo que tarde o temprano veré, tocaré y comeré.

—No intentes nada o me iré.

—¿Y por qué temes tanto a lo que haga? ¿Será que estás dudando de ti y de tu autocontrol? ¿Mmm? Todavía recuerdo claramente lo de anoche. ¿Tú no? — su rostro se aproximó hacia el mío y puse mi mano en su boca.

—Ni se te ocurra.

Hizo silencio por unos instantes y noté su descontento.

—Si dártelo todo no es suficiente, entonces, ¿qué debo hacer o qué debo cambiar para ser digno de ti y me veas como tu hombre?

—No tienes que hacer nada, Malik. ¿No te das cuenta de que no puedo, no quiero y no tengo intenciones de tener algo contigo, ni ahora ni nunca?

—¿Por qué? Dame una sola razón — insistió impaciente.

—Te puedo dar más de una si quieres. Comencemos con tu soberbia, tu forma de tratarme, la forma de manipular a los demás, tus amenazas, tus mentiras, tus secretos y misterios, tu ego, nada de eso me gusta. Tu forma de ser solo me da miedo y alimenta este desprecio. Sin contar ese lado oscuro y siniestro que guardas. Dime, ¿cómo puede gustarme alguien como tú?

—Por lo que veo, ante tus ojos no tengo nada bueno.

—Aparte de tu apariencia, no tienes nada.

Se me quedó viendo en silencio por unos instantes.

—De acuerdo. Ya me ha quedado claro.

—Me alegra mucho. Entonces ya no harás ese tipo de comentarios indecentes y patéticos, te mantendrás a una distancia prudente y me dejarás tranquila.

—¿Te gusta alguien más? — su inesperada pregunta me volvió un ocho.

—¿Y desde cuándo debo hablar de esto contigo?

—Solo respóndeme una cosa. ¿Aún te gusta tu exnovio?

—¿Vas amenazarme de nuevo con él?

—Responde.

—Te lo dije una vez y te lo repito; ese no es tu problema.

—Perfecto— respondió disgustado—.  Disfrutemos del día y hagamos de cuenta de que esto nunca ocurrió — se alejó rápidamente y lo seguí con la mirada.

No sé qué es lo que siento, pero no me gusta sentirme así. No he hecho nada malo, es él quien siempre hace preguntas necias y me molesta cada vez que quiere y puede.

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