GATITA

—¿Qué? — no salía del impacto tras oír sus palabras.

—¿Qué está pasando por esa cabecita, como para ponerte tan roja? — sonrió, y terminé por empujarlo—. ¿Sabes que hay dos palabras mágicas que, como resultado, pueden conceder todo lo que pidas?

—Ni creas que te pediré perdón o que voy a rogarte.

—Entonces no necesitas el dinero realmente.

—Eres el ser más inmundo y miserable que haya conocido alguna vez.

—Para mí es un honor ser tan especial para ti. Significa que ocupo un espacio muy importante en tu vida y en tu mente, ¿no es así?

—No vale la pena discutir contigo — salí del estudio y subí a mi habitación.

Entré a bañarme y me mantuve debajo del agua por un largo rato. Siempre se logra salir con la suya. Lo peor de todo es que, lo más probable si le pregunto a mamá sobre esto, ella se vaya de su parte. No entiendo por qué le cree todo lo que dice. He oído decir que el amor puede cegar a las personas, mi mamá debe estar así por él. No entiendo qué puede verle a ese tipo. La única conclusión a la que puedo llegar es que se sienta atraída por su apariencia, además de que es más joven, porque en su forma de ser no tiene nada atrayente a su persona. Ni siquiera le ha pedido matrimonio para formalizar la relación. Ya va a cumplirse un año desde que se mudó para acá. No sé en qué momento pudo enamorarse de ese hombre. Casi no salen juntos, mi mamá siempre está trabajando, él también, no los escucho hablar por teléfono, en la casa no hay fotos de ellos juntos, jamás los he visto caminar de la mano o besarse. Romántico tampoco es, jamás le he visto regalarle algo a mi madre. Ahora que pienso todo esto detenidamente, hace que considere grandemente la idea de que ese tipo no le conviene. Debería encontrarle alguien más que pueda brindarle el amor que se merece y decida dejar a esa escoria. Salí del baño y al pasar a mi cuarto, casi me desmayo del susto al verlo de pie al lado de mi cama.

—¿Qué haces en mi habitación? ¿Quién te ha dado permiso para entrar?

—Cálmate, solo te he traído comida. Maribel me dijo que no has comido nada.

—¿Y eso qué tiene que ver contigo?

—Necesitas comer, aumentar unas cuantas libras más, porque ya te estás secando y pronto parecerás una pasa.

—¿Una pasa? ¿Acaso eres ciego o es que me quieres engordar a propósito? Parezco un hipopótamo.

—¿Realmente vas a hablar sobre tus complejos conmigo? ¿No tienes temor de que lo use en tu contra en un futuro?

—Vete de mi habitación.

—Cuando comas. Debo asegurarme de que no vayas a botarla. Si te vuelve a dar anemia, tu madre va a aniquilarme.

—Entonces solo debo dejar de comer para lograr mi objetivo. Gracias por el dato.

—Come.

—Tu insistencia hará que piense que le echaste veneno.

—No te daría veneno, bueno, tal vez un laxante, pero nada de veneno.

—Imbécil.

Me senté en el borde de la cama con la bandeja y observé la sopa que me ha traído. No entiendo cuál es su interés en que coma. Es extraño que haga esto y me provoca malicia. Aunque no creo que sea capaz de hacerme algo malo, porque tendría que darle la cara luego a mi madre. Me comí la sopa y realmente estaba muy buena. Me hacía falta algo caliente en el estómago. Llevaba días en que no me había alimentado del todo bien.

—¿No vas a tomar del jugo?

—No, solo quiero agua— tomé un poco del vaso y lo puse de vuelta en la bandeja—. Ahora que he terminado, ya puedes irte.

Cogió la bandeja y aproveché para recostarme en la cama.

—Cierra la puerta cuando salgas, sirviente — sonreí satisfecha, cuando lo vi poner la bandeja sobre la mesa de noche y recostarse a un lado en mi cama.

—¿Y quién te dijo que una chiquilla ignorante me da órdenes? — se volteó hacia mí, y lo miré sorprendida, pues es la primera vez que lo veo hacer tal cosa.

—¡Sal de mi cama inmediatamente o voy a molerte a golpes! — le amenacé, y cerró los ojos.

—Te veías tan vulnerable y sensible en el auto. Todavía recuerdo lo fuerte que te sujetaste de mí y no noté que te haya disgustado en lo absoluto. Por cierto, ¿sueles llamar a todos papá? Mejor dicho, ¿los confundes a todos por igual o es que tienes alguna fantasía con llamar papá a cualquiera que se te cruza en frente?

—¿Qué? — pregunté, sintiendo cómo en mis manos se estaba reflejando la impotencia y la rabia por sus insensibles e hirientes palabras.

—Cada quién con sus fetiches raros, ¿no?

Lo agarré por el cuello de la camisa y sonrió ladeado.

—¡Eres un maldito cretino! ¿Cómo puedes burlarte de eso? ¡Voy a matarte! — subí sobre él, presionando fuertemente su cuello, tras la misma ira y dolor que me consumía por dentro.

Sus manos soltaron con suma facilidad las mías, a pesar de haberlo hecho con todas las fuerzas que tenía.

—Podrás decir que me odias y no sé qué basura más, pero parece que ya me has ido aceptando a tu manera.

—Jamás aceptaría a alguien como tú. Tú no eres un ser humano, no tienes corazón, no tienes sentimientos hacia nada y hacia nadie, incluyendo a mi madre. Fíjate que ese oficio que elegiste pega de puta madre contigo. Ahora entiendo por qué eres el mejor en ese campo, pues eres incapaz de sentir empatía por los demás. ¡Me das asco!

—Excelente observación. Pero debo desmentir una cosa de todo eso, y es que sí puedo sentir cosas. Por ejemplo, ahora mismo estoy sintiendo el roce de una niña rebelde que ha tomado la iniciativa y se ha subido sobre mí. Pareciera que quieres cabalgar un rato — sonrió malicioso.

Caí en cuenta de la posición comprometedora en la que me encontraba e intenté salir de encima de él, pero sus manos tiraron de las mías, haciendo que recostara mi cuerpo sobre el suyo. No me atreví a mover ni un solo músculo, luego de haber sentido algo extraño casi atravesarme la entrepierna.

—Un verdadero jinete aguanta hasta el final.

—¡Eres un depravado!

—¿Ahora soy yo el depravado? ¿Quién es la que está sobre mí en este momento? Debo admitir la derrota. Es la primera vez que pierdo, pero debo admitir que vale la pena perder, mientras obtenga a una gatita tan atrevida, sabrosa y voluptuosa como ganancia — lamió sus labios paulatinamente, mostrando por último una sonrisa bastante depravada.

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