Notando ese comportamiento, decidí alejarme y caminar de vuelta al salón, antes de que fuera a verme, pero por el pasillo me topé con un sujeto que llevaba un abrigo gris. Intenté pasarle por el lado, pero volvió a cruzarse en frente para que no pudiera.
—Permiso, señor— le pedí de buena manera.
—¿Samantha?
—¿Quién es usted? — pregunté curiosa, ya que parece conocerme.
—¿Qué estás haciendo aquí en el pasillo? — escuché la voz de Malik detrás de mí y me volteé a mirarlo.
—Nada, yo solo estaba buscando el baño — respondí, cuando me agarró bruscamente del brazo y me empujó contra la pared.
No sabía lo que estaba pasando o por qué había hecho eso, no, hasta que busqué mirarlo de vuelta. Viendo que estaba forcejeando con el sujeto del abrigo gris y que este tenía un largo y afilado cuchillo en la mano, mi primera reacción fue gritar por ayuda. Como no veía a nadie cerca, traté de pasar por el lado de ambos para buscar algo o alguien que pudiera ayudarnos. Fue un error que hice tras el miedo, los nervios y la adrenalina, pues todo pasó tan rápido, que no sabía qué demonios hacer. La mano de ese sujeto logró alcanzarme y se aferró a mi cabello con tanta fuerza, que creí que se quedaría con el en la mano. Viendo ese filo del cuchillo aproximarse hacia mi rostro, cerré los ojos aterrada, pero escuché el grito del sujeto y sentí cómo dejó de tirar de mi cabello. Me alejé un poco, intentando retomar la postura y ver lo que estaba ocurriendo, pero el hombre pasó a las millas corriendo por el lado mío y se desapareció en instantes. Estaba herido, porque creó un camino de sangre por el suelo.
—Se ha ido— dije.
Vi a Malik entrar al salón, no se dejó ni ver, razón por la cual lo seguí y se puso el gabán por encima.
—¿Qué está sucediendo? ¿Estás bien? — mis manos no dejaban de temblar, tampoco mis piernas.
Las lágrimas estaban al borde de mis ojos debido al mismo susto.
—¿Tú estás bien? ¿No te hizo nada? — removió el mechón de cabello que cubría mi rostro y asentí con la cabeza.
—Estoy bien, pero hay que llamar a la policía.
—Ya se fue y no van a dar con él.
—¿Y tú cómo sabes eso?
—Tú estás bien y yo también, así que no tiene caso armar un escándalo.
—¿Dejarás todo así?
—Solo salgamos de aquí antes de que venga la policía.
—¿Cómo nos vamos a ir, así como así, si acaban de tratar de matarnos?
—Ven — me agarró la mano y caminé con él hacia el auto.
No se detuvo, a pesar de que la gente se estaba acumulando en la entrada por haber visto a aquel sujeto salir corriendo y herido. Subimos a su auto y lo puso en marcha a la casa y sin parada. Lo miraba de reojo cada vez, pero por alguna razón, lo he notado extraño. Está pálido, debe de ser por el mismo susto. Nos bajamos del auto y lo seguí. Maribel nos recibió en la puerta y se le quedó viendo asustada, como si hubiera notado que algo malo nos ocurrió.
—Señor, está… — Malik la interrumpe.
—Prepara el baño para Samantha.
—Enseguida — subió las escaleras y nos dejó a solas.
—¿Conocías a ese tipo? — le interrogué.
—No hagas más preguntas ahora, ¿sí? — se escuchaba fatigado y la forma en que estaba caminando era extraña.
—¿Qué te sucede? ¿Estás bien?
—Ve a tu habitación y date un buen baño. Mañana tienes que madrugar para ir a la universidad. Trata de descansar, ¿sí? Olvida lo que sucedió, será lo mejor.
—¿A dónde crees que vas? — me crucé en su camino antes de que fuera a subir las escaleras—. ¿Crees que puedo desconectarme así de fácil de lo que acaba de pasar? — noté que su camisa blanca estaba manchada de sangre y él estaba tratando de cubrir esa zona con el gabán—. ¿Estás herido? — pensé que tal vez era sangre de ese sujeto, pero no, tal parece que es de él—. ¿Por qué estás ocultando esto? Tú debes ir a un hospital.
—No tengo que ir a ninguna parte. Solo es un simple rasguño. Nada que no vaya a curar Maribel con alcohol y gasas.
—Déjame ver.
—¿No te daría vergüenza verme?
—Este no es momento para tu estupidez — levanté su camisa y se quejó un poco—. ¿Y así dices que es un rasguño? Estás sangrando mucho. Hay que detener el sangrado. Ve a tu habitación, yo buscaré el equipo en la cocina— salí corriendo a la cocina en busca del equipo, que mayormente lo guardamos en el área que está supuesto a estar las medicinas en la casa y guardé todo en una bolsa, luego busqué un balde pequeño de agua y un paño.
No puedo creer que esté herido y no haya dicho una sola palabra, más que venga a hacer de cuenta de que no es nada. No será profunda, pero está sangrando bastante. En parte me siento culpable, porque todo parecía ir dirigido a mí y él me protegió. Subí a su habitación y viéndolo sin camisa, acostado en la cama y esperando por mí fue algo bien incómodo. A decir verdad, nunca lo había visto así. Sé que no es momento de pensar en eso, pero ese hecho me tenía muy nerviosa.
—No tienes que hacerlo, Maribel puede encargarse de eso.
—No soy inútil, puedo hacerlo.
Me traté de concentrar en lo que hacía, desinfecté su herida y, aunque no es profunda, se ve muy dolorosa y él ha soportado todo sin quejarse. Debo decir que es valiente. No sabría decir cómo actuaría yo si estuviera en una situación así.
—Esto será muy extraño de decir, pero gracias — bajé la mirada y viendo descubierto su pecho, la desvié hacia la puerta del baño.
—¿Es hoy el fin del mundo?
—Siempre tienes que salir con idioteces. Supongo que ya estás mejor. Ya me voy — me intenté levantar del borde de la cama, pero su mano se aferró a la mía y terminé sentada de vuelta.
—Soy yo quien debe agradecerte por haberte manchado las manos y tenido que curar a alguien que tanto odias.
—¿Por qué no puedes ser distinto? ¿Por qué tienes que ser un grandísimo hijo de puta? Si no fueras de esa manera que siempre eres conmigo, tal vez podríamos ser hasta mejores amigos.
—Porque si te caigo bien, al final, dolerá más.
—¿Qué quieres decir con eso?
—Me gusta que me odies— se sentó con dificultad y me quedé atenta a lo que iba a decir—. El día que dejes de hacerlo, entonces nada de esto tendrá sentido.
—No te entiendo.
—No es necesario que lo hagas —su rostro se aproximó al mío y lo giré—. Lo has hecho muy bien — sonrió ladeado, recostando su frente en mi cabeza y cerca de mi oído—. Descansa, mi gatita.
—Eres un idiota — me levanté a toda prisa y caminé hacia la puerta, sintiendo cómo un escalofrío recorrió todo mi cuerpo y el calor se esparció por todo mi rostro—. Te odio.
—Y yo a ti — su respuesta no me pareció convincente, pero por alguna extraña razón, no podía soportar un segundo más ahí.
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Comments
Esmeralda Martiinez
por que tanto misterio malik, cada vez estoy hecha un lío
de ladrón hablaba malik en el espejo
2024-12-09
0
rubi salgado
cuánto misterio que es lo que oculta por qué le querían hacer daño a ella
2024-12-03
0
Izy Maldonado
está muy interesante 🤔 mmmm que buscará este hombre?
2023-09-03
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