Capítulo 17; L.M.U

Pam:

—Como parte de la Universidad Ludwig Maximilian en Múnich, nuestra facultad de Derecho destaca por la más alta calidad de enseñanza y una excelente investigación; esto también se refleja en nuestros más de cinco mil estudiantes y más de 500 empleados… —escuché atentamente la conferencia, tenía un montón de folletos y revistas en el regazo, todas escritas en 2 idiomas; alemán e inglés, afortunadamente era inglés americano y fue mucho más fácil entender algunas cosas, tendría que aprender alemán pronto si quería ingresar a la universidad en septiembre.

El auditorio era gigantesco, había más de 500 butacas, había un par de pantallas en las paredes de los costados que enfocaban magníficamente el podio, casi parecía un teatro, con el piso de madera pulido, paredes impecables con arreglos elegantes y sobrios, era complicado describir generalmente la arquitectura alemana, ya que estaba compuesta por varios tipos, comenzando por la arquitectura antigua y llegando hasta las tendencias contemporáneas.

Suspiré y volví a mirar al frente cuando los aplausos ensordecedores me sacaron de mis pensamientos, apenas aplaudí un poco al ver que subía otro docente al podio y se presentaba, primero hablando alemán, me incliné un poco hacía papá, quien se había ofrecido a llevarme a todas y cada una de las conferencias que había en esta universidad.

—¿Qué está diciendo? —susurré discretamente.

—Un saludo amigable para las personas, explica que el inglés es el segundo idioma de la universidad, así que la mayoría de las clases serán en dicho idioma al igual que algunas presentaciones o discursos de esta conferencia. —murmuró tranquilamente, asentí, apenas me acomodé en mi lugar y el hombre comenzó a hablar en inglés, repitiendo casi lo mismo que me explicó papá hace unos segundos.

No pude evitar mirarlo con una ligera sonrisa, me imitó y suspiró.

Los minutos pasaron y la conferencia se terminó, dando un total de 1 hora con 40 minutos, estar sentada por tanto tiempo me entumeció las piernas, al levantarme, me estiré disimuladamente y ahogué un bostezo, todos salían ordenadamente, apenas murmurando entre ellos.

—Que formal. —murmuré cuando papá señaló el camino para salir.

—Creí que ya te habías acostumbrado a la cultura alemana.

—Me acostumbré a ti, eres muy diferente al ciudadano promedio. —encogí un hombro mientras metía los folletos en mi bolso, comencé a caminar con papá a mi lado.

—No soy tan diferente. —frunció el ceño.

Me detuve a mirarlo fijamente, entrecerré los ojos, se acercó a mí y me besó la frente, sentí que varias personas nos miraban.

—Eres muy afectivo. —seguí caminando.

—Eres mi hija, no puedo evitarlo, hoy te ves preciosa. —de reojo vi que encogió un hombro, mi corazón dio un salto de felicidad y se me escapó una sonrisita como en la mañana que me dijo lo mismo.

—Gracias, ya me lo dijiste en la mañana. —me aferré al asa de mi bolso.

—Te lo diré todo el día porque en verdad te ves preciosa, el rojo te queda bien, resalta tú piel y el color de tus ojos. —salimos al estacionamiento y caminamos por una orilla hasta llegar a la camioneta en donde Blaz nos esperaba tranquilamente.

El rojo es tú color.

Desperté con esa extraña voz en mi cabeza que ahora ya tenía rostro, sólo que aún no recordaba su nombre, pero al menos ya no era una sombra en mi cerebro.

—Lo sé. —levanté el mentón—. Gracias. —añadí cuando el hombre abrió la puerta para mí.

—Por nada. —vi que sonrió un poco, segundos después papá subió a mi lado y ambos nos abrochamos los cinturones.

Mi mañana fue peculiar, despertar en mi alcoba fue extrañamente reconfortante, me estaba acostumbrando a la casa de Escocia, pero verdaderamente extrañaba con locura la casa en Alemania, cuya estructura parecía más a un castillo antiguo y hermoso, Clara y Samu quedaron impresionados al ver la enorme casa.

Afortunadamente pudimos llevarnos a Balto, quien se portó muy bien durante el vuelo, apenas pasaba de Nasy y a mí buscando mimos, mi abuela al principio se mostró inconforme de tener un nuevo integrante, pero conforme pasaban los días y veía que Balto se portaba bien, lo aceptó, con una condición; que no destruyera su jardín, Nasy, Samu y yo pasamos los últimos días cubriendo los pequeños huecos o arañazos que Balto dejaba en el césped, afortunadamente mi abuela nunca se dio cuenta, una vez papá nos vio arreglando el jardín, pero prometió no decir nada, hasta la fecha lo ha cumplido porque mi abuela no nos ha dicho nada.

Saqué las revistas y traté de leer los anuncios, planes de estudio y todas esas cosas que ofrecía la facultad de derecho, me tentaba bastante.

—¿Qué opinas? —le pregunté a papá mirándolo de reojo, él miraba su celular con el ceño fruncido, vi que tecleó algo y me miró.

—¿Sobre qué amor?

—La facultad de derecho, me llama la atención y es la conferencia que más me ha gustado. —respondí escuchando como su celular volvía a vibrar.

—Aún faltan las conferencias de teología católica, teología evangélica, medicina e historia y artes.

—Mhm… —hice una mueca.

—Yo digo que deberíamos de ir a las conferencias teológicas. —sonrió un poco, apretando los labios para mantener su sonrisa. Otra vez el ligero zumbido.

—Sí… ¿Todo bien? —miré su celular.

—Sí, es sólo trabajo —le restó importancia— ¿Si vamos a las conferencias teológicas?

—Sí papá. —asentí, la camioneta ingresó a la propiedad y bajé cuando un escolta abrió la puerta, le agradecí y entré rápidamente a la casa, siendo recibida por Balto, quien se agitó al verme, agitó la cola mientras me rodeaba, casi frotándose contra mis piernas como un gato—. Hola mi amor, ¿me extrañaste? Yo te extrañé muchísimo, ¿te portaste bien? —me arrodillé para abrazarlo y besarle la cabeza, me lamió las manos y me dejó mimarlo casi sin moverse, a excepción de la cola, parecía como un ligero torbellino, agitado y feliz.

—Es un mimado. —suspiró una de las mucamas.

—¿Cómo se portó? —me levanté después de darle un último beso.

—Como cualquier perro adolescente en casa nueva, quiso subirse a los sillones y morder los cojines, pero entiende muy bien los comandos en alemán y es obediente. —explicó lentamente, intercambiando idiomas, hablando una peculiar mezcla de alemán e inglés.

—Que buen chico eres, eres obediente. —le acaricié la cabeza.

—¿Gusta comer algo, señorita? —ofreció cambiando de tema.

—No tengo mucha hambre. —negué.

—Claro que sí, sírvele algo del menú que el nutriólogo le recomendó. —entró papá detrás de mí.  

—Sí señor, ¿usted gusta comer algo?

—Claro que sí, sírvele algo del menú que el nutriólogo le recomendó. —contraataque. La mucama nos miró a ambos.

—Será en otro momento, voy de salida, te amo ángel. —me besó la cabeza y se fue, hice un bufido de incredulidad, la mucama y yo soltamos una risita al escuchar que Balto también soltaba un bufido y se quedaba mirando la puerta por donde papá había salido.

Subí a mi alcoba para dejar mis cosas y cambiarme de ropa por algo más cómodo, regresé a la cocina y comí mientras revisaba distraídamente mi celular, hasta que sentí que alguien me miraba mucho y fijamente, ladeé la cabeza y miré a mi derecha, reconociendo a Cort de pie en el umbral de la puerta que iba al pasillo.

—¿Qué ocurre? —bajé mi celular para poder tomar agua.

—Tú perro tiró una maceta. —respondió con simpleza haciéndome levantar de la mesa a una velocidad tremenda, incluso tuve un ligero mareo al momento de avanzar hacía la puerta del patio, me sujetó del brazo—. Era una broma. —sonrió de medio lado, fruncí el ceño.

—¿Qué pasa contigo? —traté de soltarme de su agarre, apenas liberó mi brazo, pero aún lo sostenía.

—Necesito hablar contigo sobre Balto.

—¿Y no pudiste preguntarlo de una manera más normal? —me solté por completo y retrocedí un paso.

—No estoy de humor, Pamela. —el tono bajo y ronco con el que pronunció mi nombre me calentó el pecho y aumentó los latidos de mi corazón.

—¿Y acaso yo tengo la culpa de eso? —levanté una ceja, se lamió los labios, miró hacía otro lado, respiró profundamente y después volvió a mirarme, no había notado que llevaba ropa de civil, pocas veces lo había visto sin el uniforme de escolta, sabía vestirse y se veía bien.

—¿Terminaste de admirarme? —imitó mi gesto con aquel ego altísimo que tiene, sintiéndose y mirándome como si fuese superior a mí, casi igual que…

—¿Qué hay sobre Balto? —sacudí la cabeza regresando al presente antes de que mi mente comenzara a divagar a rienda suelta.

—Lo has visto antes. —sentenció, abrí la boca, pero él levantó un dedo indicándome que me mantuviera callada—. El perro te conoce y curiosamente entiende el alemán, fue complicado, pero logré averiguar más sobre el hombre que llevó a Balto al veterinario y obtuve algunas cosas.

—¿Qué cosas? —entrecerré los ojos.

—Un certificado de vacunación primeriza cuando aún era un cachorro y tenía 2 meses de nacido, dicho certificado tiene una firma de Iblin Pamela Köster. —sacó una hoja de no se donde y me mostró la fotocopia de dicho certificado—. Los técnicos están investigando la otra firma. —señaló el fino, complejo y elegante garabato que había a un lado de mi simple y pequeña firma.

Entrecerré los ojos al medio recordar la firma grande.

—¿No se supone que debes rendirle cuentas a mi padre? —fingí tranquilidad, aunque por dentro sabía lo que significaba.

—Te estoy dando la oportunidad de simplificar algunas cosas.

—¿Por qué?

—Porque me agradas y sé que te pondrás triste cuando tú padre se lleve a Balto al saber que viene desde Catanzaro, ¿cómo llegó hasta Escocia? Precisamente al parque que frecuentas con Samuel. —fingió pensar, mi estómago se revolvió.

—Lo bueno que te agrado. —bufé, la voz temblándome gracias al nudo que se formaba lentamente dentro de mi garganta, volviendo doloroso el respirar.

—Entonces sí lo recuerdas. —afirmó detallando mis ojos, traté de mantenerme firme, sosteniéndole la mirada en silencio, con el pasar de los segundos se sintió como si sus ojos fuesen una jaula y me rodeara lentamente, acorralándome dentro de gruesos y espesos garrotes color miel, parpadeó de repente, rompiendo el contacto visual.

Ambos dimos un paso atrás al mismo tiempo, creando más distancia, su abuelo apareció en el pasillo de la entrada, ni siquiera había escuchado cuando abrió la puerta.

—¿Todo en orden, señorita? —el anciano me miró, para ese momento yo no sabía ni como respirar, moverme o reaccionar, asentí rígidamente, mirando por última vez a Cort antes de caminar por el pasillo en búsqueda de Balto, mi corazón agitándose con cada paso que daba, recorriendo prácticamente toda la planta baja de la casa, el pánico me explotó en el pecho al no encontrar al perrito, estaba a punto de subir las escaleras cuando recordé que no había visto el jardín, me coloqué un abrigo cualquiera que estaba en el perchero de entrada y salí corriendo.

El frío me azotó el rostro y ni siquiera me había dado cuenta de que estaba llorando hasta que sentí que las lágrimas casi se me congelaban sobre las mejillas.

Faltaban pocos días para San Valentín y aún así el clima era más helado que el año pasado… Fruncí el ceño, ¿cómo sabía con exactitud si el clima era más frío que el año pasado?

Pasé la mirada por el jardín y reconocí a Balto, cavando en la orilla que Samuel le explicó hasta cansarse que ese lugar era su baño, le habíamos comprado un suéter para que no tuviese tanto frío, dicho suéter de tejido gris combinaba a la perfección con su pelaje oscuro.

Caminé hacía el, un torbellino formándose en mi cabeza, el sabor de algo dulce y chocolatosamente amargo apareció en mis papilas gustativas, volviendo mi saliva ligera, me lamí los labios como si lo estuviese saboreando.

Balto me miró y se acercó a mi agitando la cola, me arrodillé y cerré los ojos, me lamió la mejilla y se sintió como un deja vú… Uno más.

“Algo pequeño y húmedo me recorría la mejilla para después pasarse por todo mi rostro y concentrarse en mi nariz en donde una extraña humedad me hizo abrir los ojos, tenía la piel pegajosa.

—Estaba impaciente por conocerte. —aquella voz hizo eco en mi cabeza mientras que su rostro centellaba en mi mente, como una señal para no olvidar sus hipnotizantes, masculinas y perfectas facciones.”

Sonreí abrazando a Balto.

—Osito gordito y precioso. —murmuré al recordar como se veía cuando era un cachorro, ahora era enorme, sus ojitos se habían aclarado un poco y se veían casi grises, mientras que su pelaje se mantuvo oscuro y aquella manchita blanca en su pecho seguía igual a cuando era más pequeño—. Te amo mucho, prometo que siempre vamos a estar juntos, ¿okey? —toqué su cabeza, agitó la cola.

Miré a detalle aquel peculiar collar.

El siguiente recuerdo que iluminó mi mente se sintió como un jodido pinchazo en mi corazón, no sabía como negarlo o fingir demencia, no cuando recordaba perfectamente el haberlo llevado a la veterinaria para que le pusieran sus vacunas, incluso nos dieron un régimen alimenticio para sus primeros 6 meses de vida, le habíamos comprado una cama que en aquel entonces era enorme, ahora de seguro apenas entraba en ella, recordé cuando aquel hombre de ojos color zafiro y cabello azabache escogía la correa y el dije del collar que hacía ver a Balto imponente y elegante.

Suspiré profundamente, mi aliento volviéndose una nube de vaho y haciéndome temblar mientras me tragaba mis lágrimas.

¿Papá sería capaz de llevarse a Balto si se entera que viene de Catanzaro?

¿Es algo malo si viene desde Italia?

Me mordí los labios, me levanté y llevé al perrito a mi alcoba, se acostó en su camita aún improvisada y lo cubrí con su manta antes de sentarme a su lado y tocar su cabeza, se pegó a mí y como que sintió mi estado de ánimo porque soltó una especie de quejido o llanto lastimero que me erizó la piel.

—Está bien, no pasa nada. —me limpié la nariz y seguí tocando su cabeza.

El tiempo pasó dolorosamente lento, yo sólo me mantenía atenta a cualquier sonido que hubiese en el pasillo, curiosamente no escuchaba nada, todo era sofocantemente silencioso y abrumador que me angustie todavía más.

Me preparé para acostarme a dormir, saqué a Balto una última vez antes de meternos en la cama, le puse la correa al collar y literalmente até mi muñeca a la correa antes de ajustarla nuevamente al collar, me acomodé a su lado, lo cubrí con su manta y encima mis frazadas.

—Te amo bebé. —susurré besándole la cabeza por milésima vez, de esta manera, me quedé profundamente dormida.

Zachary:

El aroma metálico de la sangre impregnó mi nariz desde que crucé la puerta del bunker central ubicado en Múnich, a unos 30 minutos de mi casa.

Siempre me había causado escalofríos entrar a dicho lugar, mi hermano Dom se burlaba de mí porque prefería esperar a papá fuera del túnel, nunca me convenció de entrar… Hasta un día después del funeral de ambos en donde tuve que ser fuerte por mamá y entrar a recoger las pertenencias de ambos, la sensación era mucho más tranquila y serena que aquel día en el que prácticamente el ambiente se sentía como un congelador, el aire era denso y pesado, difícil de respirar… O tal vez era mi imaginación y el shock de su muerte aún me nublaba los sentidos.

Me apuré a cruzar el largo, casi sombrío y silencioso túnel, llegué al fondo en donde dos caminos se abrían a la izquierda y derecha, el de la derecha llevaba a los dormitorios que ocupaban algunos escoltas cuando era necesario pasar la noche en el bunker, había baños con regaderas, salas de descanso, etc. Todo estaba amueblado y acondicionado la última vez que entré… Hace más de 10 años.

Recordaba que a la izquierda había una puerta que llevaba a los pequeños calabozos y unas salas perfectamente equipadas para el “trabajo”.

Me vi tentado de recorrer el bunker antes de ingresar a las salas, pero tenía que ir a ese lugar, así que me aguanté las ganas de regresar y salir de este maldito lugar, mis manos temblaron cuando giré la manija y empujé la puerta, la oxidación del metal hizo de las suyas mientras el lugar estaba abandonado, la puerta blindada pesaba el doble debido a la fricción de las bisagras corroídas.

Tuve que empujar con mi hombro derecho y mi mano izquierda, el chillido que provocó el movimiento me puso la piel de gallina, sentí que la puerta se aligeraba un poco, la luz del otro lado de filtró con mayor intensidad a medida que iba empujando.

—Sólo un poco más. —dijeron del otro lado y reconocí la voz de Blaz, tomé un último impulso y terminé por crear un espacio en donde pudiera entrar, una vez que me adentré decidimos dejar la puerta abierta.

El aroma a sangre, humedad y oxidación me hizo apretar los labios, reteniendo el vómito y pensando en otras cosas para evitar desechar la merienda que comí con mi hija antes de entrar a la última conferencia de la universidad.

—Te acostumbrarás al aroma, trata de respirar por la boca. —me aconsejó el hombre, asentí, la luz blanca se veía supremamente pálida.

Bajamos unos cuantos escalones, ingresando a la primera sala de comunicación cuyo sistema de computo había sido cambiado desde hace días, el piso tenía algunos mosaicos de hace años y era una vista peculiar, todo era antiguo, casi obsoleto a comparación de la serie de pantallas y teclados que se esparcían a lo largo de la mesa apoyada en la pared.

—¿En dónde está? —le pregunté.

—En la sala 2 con Lottie… —el nombre se apagó en sus labios cuando un fuerte grito estalló e hizo eco en la sala, traté de ignorarlo, pero el frío que me recorrió la espalda fue imposible de disimular para mí, él suspiró con fuerza—. En estos días tendremos paredes insonorizadas.

—Desearía no saber los detalles de las remodelaciones que tendrán. —confesé haciendo una pequeña mueca.

—Prácticamente estás a cargo.

—Mi madre está a cargo. —corregí rápidamente.

—Mientras tú te adaptas. —asintió lentamente, hice una segunda mueca y miré hacía otro lado.

—¿Cuál es la sala 2? —me humedecí los labios al sentirlos completamente resecos.

—Pasillo izquierdo; calabozos, pasillo derecho; salas. —indicó con sus manos haciendo un extraño señalamiento como si fuese azafata.

—Gracias. —murmuré vacilante al momento de comenzar a caminar al pasillo derecho, ¿por qué todo era pasillos? Era como un laberinto, y los laberintos me mareaban asquerosamente.

Afortunadamente para mí logré identificar rápidamente las salas, los letreros apenas se veían, pero aún así, los números eran visibles, era otro jodido pasillo con puertas metálicas a ambos lados, 5 de cada lado, la numeración era de derecha a izquierda, zigzagueando o alternando entre cada puerta.

Fui a la primera puerta de mi izquierda, toqué la manija, no sucedió nada, saqué mis llaves y toqué el metal, el ligero chasquido vibró en todo el pasillo, apreté los labios.

Si cualquier sonido insignificante era abrumadoramente ensordecedor, no quería ni imaginarme como sonarían a un volumen alto.

Una puerta al fondo del pasillo se abrió, el padre de Blaz, Adler salió secándose las manos con una toalla blanca, estaba transpirando demasiado, como si le hubiesen lanzado una cubeta de agua, también estaba agitado, su respiración errática chocaba contra las paredes angostas, oscuras, mohosas y deterioradas.  

Quise pasar por alto las manchas carmesíes que salpicaban su ropa color marrón, pero fue prácticamente imposible, mis ojos literalmente se clavaron en aquellas salpicaduras y se quedaron en ellas durante unos segundos que se sintieron eternos.

—Las bisagras de todas las puertas son un asco, tienes que jalar con fuerza para abrir la puerta. —indicó cuando llegó a mi lado, parpadeé y regresé la mirada al frente, tomé nuevamente la manija y ejercí más fuerza que la primera vez, me tomó sólo 1 intento abrirla lo suficiente como para entrar, no esperaba que el hombre entrara conmigo, pero así lo hizo.

El aroma a jabón y perfume costoso impregnaba sutilmente el aire, aún así, el olor de humedad, sangre y suciedad podía sentirse después de unos segundos.

La sala media aproximadamente 4 o 6 metros de cada lado, una lámpara colgaba del centro y milagrosamente el foco iluminaba completamente el interior compuesto por paredes grises, sucias y un piso casi de granito negro, había una coladera al fondo y una llave en la entrada, ignoré todo lo perturbadoramente conocido para mí y me concentré en la mesa metálica, tenía una argolla grande al centro por donde pasaban unas esposas que sostenían las muñecas de Diana Charlotte Giles.

Levantó el rostro, el cabello castaño enmarañado y sucio le enmarcó las facciones, sus grandes ojos color avellana eran perturbadoramente idénticos a los de su madre, por un segundo fue como ver a Arleth, sólo que con otro color de cabello.

Su piel era pálida, llena de suciedad, tenía los labios agrietados y finas costras se esparcían por su boca y barbilla, enormes círculos rodeaban sus ojos, el cansancio estaba impregnado en sus pupilas al igual que la rabia, a pesar de lucir agotada aún tenía la fuerza suficiente para mirarme con odio.

Mamá se encontraba sentada en la esquina de la mesa, con los brazos y piernas cruzadas de manera elegante, soberbia e imponente. Todo se veía impecable, así que supuse que el grito anterior había sido de Sami.

—Hola cariño, ¿cómo estás? —mamá suspiró y me miró ligeramente sobre su hombro, me acerqué lentamente hacía ella.

—Estoy bien, por lo visto tú también. —pasé saliva, ella hizo un sonido de afirmación—. Buenas tardes, Charlotte. —añadí sintiéndome curiosamente incomodo.

—Vete a la mierda. —susurró con repugnancia, su pequeña nariz se arrugó.

—Es una estúpida, no sabe decir otra cosa que no sea eso. —mamá se levantó y caminó alrededor de la mesa, pero Charlotte sólo me miraba a mí—. Lo entiendo, después de todo no tiene nada ni a nadie, está completamente sola.

—Vete a la mierda. —respondió apenas mirándola de reojo.

Abrí la boca para hablar, pero mamá se adelantó, la tomó del cabello y le levantó la cabeza, exponiendo completamente su cuello y tocándole la piel con una navaja que sacó de no sé dónde.

Di un paso, pero tan pronto como avancé, sentí que Adler tomaba mi hombro, lo miré y negó discretamente mientras bajaba la mano.

Charlotte soltó una especie de chillido o quejido de sorpresa, los ojos se le abrieron aún más y casi dejó de respirar al sentir el filo en la garganta.

—Por si no lo sabes; esta navaja tiene el mismo grosor y longitud de la navaja que usaste para apuñalar a mi nieta. —susurró mamá de manera escalofriantemente gélida y colérica.

—Su nieta es una ramera barata. —jadeó cuando ejerció más presión en su cabello.

—La única ramera barata que existe eres tú, fuiste capaz de entregar a tú propia hermana para que la torturaran. —la piel se me puso de gallina y el estómago se me revolvió.

—¡Se lo merece! ¡Esa maldita hija de puta se lo merece! —lágrimas de rabia le escurrieron por las esquinas de los ojos.

—¿Por qué? —mi tono autoritario se escapó y resonó en la pequeña sala.

—Me quitó lo que era mío. —bramó entre una mezcla de llanto y frustración, mamá la soltó, casi estrellándola contra la mesa.

—No puede ser. —hizo una mueca de repugnancia.

—Nathan era para mí y me lo quitó… Con su estúpida fachada de niña buena, pero en realidad es una ramera, ¡se revuelca con todos! —su grito agudo sonaba más a una pataleta, un estúpido berrinche que me calentó la sangre al escucharla hablar de mi hija de esa manera.

—Cierra la maldita boca o te corto la lengua. —advirtió acercando la navaja a su boca.

—Mamá —caminé a la mesa, le hice una señal, ella respiró con fuerza, se separó y caminó directamente hasta la puerta, Adler la siguió y ambos salieron, me senté en la silla que antes ocupó mi madre, Charlotte se aguantaba las lágrimas, respiraba agitada y me miraba como si quisiera arrancarme los ojos con los dedos—. ¿Todo esto es porque Nathan prefirió a Pam antes que a ti? —fruncí el ceño, mi pecho doliendo al saber que toda la mierda que había pasado se debía a un simple coraje o pataleta por un hombre como Nathan.

—Ella no se lo merece, Nathan tiene la culpa de todo. —respiró con fuerza, soltando el aire por entre los dientes apretados como si fuese una especie de toro bravo.

—Charlotte. —negué lentamente, eso pareció encenderla aún más.

—No tienes ningún derecho de decirme nada, por tu culpa mis padres se separaron, papá comenzó a beber y apostar después de aquel día en donde le mostraste la prueba de paternidad, él también quería a Pam y se la quitaste, ¡destruiste a mi familia, me destruiste a mí! —agitó las esposas completamente furiosa— ¡Tienes toda la maldita culpa, nos acabaste!

—No lo hice. —la indignación y egoísmo se removieron dentro de mi pecho—. Y si lo hubiese hecho a conciencia, no era excusa para hacer y apoyar toda la mierda que ocurrió, Pam es tú hermana.

—No me vengas con clases de moralidad. ¿Aún fingen su muerte? ¿Pam sabe que en realidad está muerta para algunas personas? —una ligera sonrisa burlona se formó en sus labios, de repente conteniéndose y calmándose momentáneamente.

Fruncí el ceño, ella tomó mi distracción en mi contra, me abofeteé mentalmente al romper una de las tantas reglas que papá me había dicho hace años, “jamás demuestres tus debilidades frente al enemigo, rostro en blanco, sentimientos enterrados y paredes de hierro a tú alrededor para que nadie pueda joderte”.

—Sami tuvo razón cuando dijo que eres débil, preferías esconderte y esconderla a ella antes de afrontar la realidad, ¿tanto miedo le tiene a Nathan? —se burló, fue mi turno de sonreír.

—Eso deberías preguntárselo a Sami, es el que no ataca a Nathan directamente. —miré la manera en la que sus muñecas retorcían las esposas, como si fuese capaz de romper las cadenas.

—¿Qué harán? —preguntó segundos después, bajando la cabeza.

—Aún no lo decidimos. —suspiré profundamente.

—¿Podría verla? Por favor.

—Lo pensaré. —me levanté de la silla. Se recostó en la mesa y salí de la sala, encontrándome a Adler en el pasillo.

—¿Cómo estás? —preguntó en cuanto cerré la puerta.

—Supongo que bien, ¿y tú? —fruncí levemente el ceño, ligeramente confundido por aquel inicio de charla.

—Tenemos noticias sobre el nuevo integrante de la familia. —me siguió cuando comencé a caminar a la sala principal.

—¿Qué? —fruncí el ceño. Blaz señaló una carpeta que se encontraba en la mesa, miré de reojo a Cort, cuyo rostro mostraba una especie de conflicto interno.

—Cort investigó el paradero de Balto y encontró la cartilla de vacunación primeriza del perro, Pamela Iblin Köster firmó dicha cartilla junto a Nathan Aytron Roy Webster Jaziri, en Catanzaro Italia, días antes del accidente. —explicó Blaz, sus palabras se sintieron como un jodido iceberg cayendo en picada sobre mi estómago, hundiéndolo y arrastrando mi cuerpo hasta el infierno.

—Lo sabe, ¿desde cuándo lo sabe? —apenas pude articular palabras.

—Creemos que Sami pudo dejarle pistas sobre Pam antes de que entráramos en acción. —Adler se aclaró la garganta.

—Hasta que descubrimos que alguien espía a Pam.

—No es cierto. —me froté los ojos.

—Chuck Holomka, hermano menor de Buck, ambos trabajan como detectives privados o cazarrecompensas, Buck actualmente está bajo el servicio de Igor Trovato, alias…

—Raptor. —interrumpí detallando los documentos de la carpeta.

—Sí. —Blaz vaciló un poco.

—Nathan le trajo el perro a Pam. —finalizó Adler, sentí la boca pastosa, quise pasar saliva, pero tenía la garganta tan seca que apenas podía hablar.

—Nathan sabe que Pam está viva.

—Carajo. —gruñí cerrando la carpeta y haciéndola trizas, rasgando con rabia aquellas hojas y desechándolas a la basura—. Refuercen la seguridad y encuentren a los jodidos hermanos Holomka. —añadí saliendo de la sala central, necesitaba respirar aire puro y dentro de aquel Bunker apestado de sangre y desesperación no lo iba a logar.

Salí casi corriendo, llenando mis pulmones de aire frío que me causó un ligero dolor en el pecho, mi corazón se agitó con violencia, la duda y preocupación escalando por mi estómago, arañando mis entrañas y aferrándose a mi pecho.

Vendría por ella.

Lo sentía.

Pero no se lo haría tan fácil, no ahora, no después de todo lo que ha sufrido…

Capítulos
1 Sinopsis.
2 Capítulo 1; Soledad.
3 Capítulo 2; Amenaza.
4 Capítulo 3; Dulcemente amargo.
5 Capítulo 4; Liebe.
6 Capítulo 5; Asfixia.
7 Capítulo 6; Ofensa.
8 Capítulo 7; Solitario
9 Capítulo 8; Opciones.
10 Capítulo 9; Mi niña.
11 Capítulo 10; 27.
12 Capítulo 11; Agotamiento.
13 Capítulo 12; Mini rojito.
14 Capítulo 13; Año nuevo, recuerdo nuevo.
15 Capítulo 14; Vacío llenado con whisky.
16 Capítulo 15; Te extraño
17 Capítulo 16; De regreso.
18 Capítulo 17; L.M.U
19 Capítulo 18; La más bella.
20 Capítulo 19; Confesión.
21 Capítulo 20; Sin problemas, no hay guerra.
22 Capítulo 21; My sweet-hurt
23 Capítulo 22; Maldición familiar.
24 Capítulo 23: Sospechoso
25 Capítulo 24; Onda expansiva.
26 Capítulo 25: Él viene por mí.
27 Capítulo 26; My kind of love is painful.
28 Capítulo 27; Otra historia.
29 Capítulo 28; Crisis.
30 Capítulo 29: El primer golpe.
31 Capítulo 30; Mi otra mitad.
32 Capítulo 31; Espía.
33 Capítulo 32; Temporal.
34 Capítulo 33; Maldito.
35 Capítulo 34; Sweet.
36 Capítulo 35; Taaffeíta.
37 Capítulo 36; Tratos.
38 Capítulo 37; Oui
39 Capítulo 38: Desgaste.
40 Capítulo 39; Fragmentado.
41 Capítulo 40: Locura.
42 Capítulo 41; Sfax.
43 Capítulo 42; El diablo.
44 Capítulo 43; Hogar, dulce hogar.
45 Capítulo 44; Ligero como el humo.
46 Capítulo 45; ¿Es real?
Capítulos

Updated 46 Episodes

1
Sinopsis.
2
Capítulo 1; Soledad.
3
Capítulo 2; Amenaza.
4
Capítulo 3; Dulcemente amargo.
5
Capítulo 4; Liebe.
6
Capítulo 5; Asfixia.
7
Capítulo 6; Ofensa.
8
Capítulo 7; Solitario
9
Capítulo 8; Opciones.
10
Capítulo 9; Mi niña.
11
Capítulo 10; 27.
12
Capítulo 11; Agotamiento.
13
Capítulo 12; Mini rojito.
14
Capítulo 13; Año nuevo, recuerdo nuevo.
15
Capítulo 14; Vacío llenado con whisky.
16
Capítulo 15; Te extraño
17
Capítulo 16; De regreso.
18
Capítulo 17; L.M.U
19
Capítulo 18; La más bella.
20
Capítulo 19; Confesión.
21
Capítulo 20; Sin problemas, no hay guerra.
22
Capítulo 21; My sweet-hurt
23
Capítulo 22; Maldición familiar.
24
Capítulo 23: Sospechoso
25
Capítulo 24; Onda expansiva.
26
Capítulo 25: Él viene por mí.
27
Capítulo 26; My kind of love is painful.
28
Capítulo 27; Otra historia.
29
Capítulo 28; Crisis.
30
Capítulo 29: El primer golpe.
31
Capítulo 30; Mi otra mitad.
32
Capítulo 31; Espía.
33
Capítulo 32; Temporal.
34
Capítulo 33; Maldito.
35
Capítulo 34; Sweet.
36
Capítulo 35; Taaffeíta.
37
Capítulo 36; Tratos.
38
Capítulo 37; Oui
39
Capítulo 38: Desgaste.
40
Capítulo 39; Fragmentado.
41
Capítulo 40: Locura.
42
Capítulo 41; Sfax.
43
Capítulo 42; El diablo.
44
Capítulo 43; Hogar, dulce hogar.
45
Capítulo 44; Ligero como el humo.
46
Capítulo 45; ¿Es real?

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