Nathan;
El ruido era mi mejor amigo en ese momento, no quería estar solo en mi silencioso departamento, pero tampoco quería estar en casa, así que recurrí a un viejo método; embriagarme hasta aplacar todo.
Pero ese día sería diferente, era año nuevo y le prometí a mamá ir a la cena, el whisky se deslizó como agua por mi garganta, las luces rojas mantenían un ambiente “sensual” a mi alrededor, veía a mujer ir y venir, distintos tonos de piel, altas, bajas, delgadas, con curvas, cabello hasta el trasero, algunas otras rapadas y con el ligero crecimiento decolorado, casi llegando al blanco.
Una pelirroja usaba arneses que apenas cubrían sus partes íntimas se inclinó para recoger la botella y poner otra.
—¿Necesitas algo más, amor? —preguntó.
—Cigarrillos. —respondí, ella hizo un movimiento con la mano, otra chica se acercó, me ofreció la cajita que contenía los paquetes, escogí una que estaba cerrada y le entregué los billetes—. Quédate con el cambio. —me levanté tomando la botella y mi abrigo.
—Feliz año nuevo, amor. —dijeron mientras avanzaba por el pasillo que salía de la zona privada.
Para ser año nuevo había mucha gente alrededor, me moví por la orilla para evitar atravesar el mar de personas, llegué a la puerta, salí cuando el de seguridad la abrió, me coloqué el abrigo y caminé tranquilamente hasta el estacionamiento en donde se encontraba mi auto.
Miré mi celular una vez que estuve dentro con la calefacción encendida.
Pasaban 4 minutos de las 11:30pm, podía llegar a tiempo a la casa de mis abuelos, abrí la botella de whisky y bebí un par de tragos antes de ponerme el cinturón y acelerar, por suerte algunos oficiales estaban con sus familias, porque sinceramente me hubiesen arrestado por exceso de velocidad hace unas cuadras.
Sabía perfectamente que al día siguiente… O al siguiente llegaría una multa que tendría que pagar.
Por poco me estrello en el portón de la entrada, de no ser porque alcancé a frenar de golpe, las llantas derraparon unos centímetros, el sensor se activó y la hoja se deslizó, suspiré con fuerza y seguí adelante unos metros más, estacionándome muy cerca del auto de Jackson, saqué los cigarrillos y fumé un par, literalmente atascándome de humo hasta que faltaban 5 minutos para la media noche.
El estómago me rugió de hambre, consciente de que no había comido nada desde ayer en la noche que los gemelos fueron a cenar conmigo a mi departamento.
Me recargué en el respaldo y cerré los ojos durante algunos segundos, recordando que el año pasado era mucho mejor que este, preferí saltarme la celebración con mi familia para pasarla con Pam, fue la mejor decisión de mi vida, cenamos hamburguesas, alitas y brindamos con cerveza y vino, estuvimos despiertos toda la noche, hablando, riendo, besándonos… Amándonos como malditos dementes.
La sangre se concentró en un lugar en específico, de repente sentía calor y mis muslos estaban tensos, bajé una mano a mi entrepierna y la apreté un poco antes de suspirar pesadamente.
Sólo con ella.
Sólo lo haría con ella cuando la tuviese en mis brazos otra vez.
Tomé la botella y salí, las campanas comenzaron a sonar y algunos fuegos artificiales iluminaron el cielo a la lejanía, el centro de Catanzaro siempre era una fiesta constante, entré a la casa, directo a la sala, todos se abrazaban.
—¡Nat! —sonrió Kenn, se acercó a mí, me abrazó con fuerza, ambos nos tambaleamos.
—Eres fuerte. —revolví su cabello.
—Estás ebrio. —sus facciones cayeron, el alcohol hirvió en mi estómago, me separé de él para abrazar a Karl, me miró con los ojos entrecerrados, después suspiró y sonrió un poco.
—¿Cómo estás?
—Bien… ¿Y tú? —sonreí más que él.
—También. —se hizo a un lado cuando mamá se acercó, me miró fijamente, como analizándome o juzgándome en silencio.
—Ay Nathan. —suspiró abrazándome suavemente.
—Feliz año nuevo, mamá. —estuve a punto de recargarme en ella, abracé a Nonna, Dan y Alika. Me sorprendió bastante verla en casa, creí que se iría temprano.
Zuz, Jackson y Santiago estaban hablando con mi abuelo, bebiendo vino, como si nada hubiese ocurrido, cómodos y sin preocupaciones.
El alcohol en mi estómago comenzó a burbujear, me llevé la botella a los labios y el líquido se deslizó libremente sobre mi lengua, apenas cosquilleando en mi garganta y alimentando el ligero escozor que comenzaba a picar dentro de mi estómago.
Mi abuelo me miró, no pude disimular a tiempo la mueca de desagrado que había en mis labios, volví a inclinarme la botella y salí al patio trasero al ver que Jackson y Santiago también me miraban.
Las luces eran insignificantes puntos de colores en algunas partes del jardín, nada en comparación al año pasado, una leve parte de mi se alegró de que no armaran los trenes, pero no pude evitar que mi cerebro se transportara a la pasada navidad, todo era más sencillo, más fácil y muchísimo más feliz.
Encendí un cigarrillo, mi respiración agitada y mis manos temblorosas por el asqueroso frío infernal que quemaba en mi rostro me mantenían distraído, la mente no puede concentrarse en dos dolores al mismo tiempo, casi siempre recurría al dolor físico, porque el emocional era mil veces peor y lamentablemente aún no encontraba la forma de poder erradicarlo.
Tal vez si lo soltara…
No, me aferraría a él, de la misma manera en la que Dan se aferra a las cosas y toma responsabilidades por todo… Aunque ya no tanto como antes, después de todo, él ya tiene a alguien en quien pensar, amar y, sobre todo; proteger.
La pena se estancó en mi pecho.
Pobre de Alika, haría cualquier cosa para evitarle el sufrimiento y todo lo que tuvo que pasar Pam.
¿De los errores se aprenden?
¿Por qué no pusieron a Zuzka como carne de cañón en aquel entonces? Según sé, las cosas fueron mucho peores.
Sin darme cuenta me había fumado el cigarrillo por completo, un asqueroso sabor a algodón me caló en la lengua, escupí un poco y bebí whisky para aplacar el mal sabor.
—Estoy bastante segura que año nuevo es para pasarla con la familia, no afuera congelándote, fumando y bebiendo whisky. —una suave y burlona voz me hizo inhalar con fuerza, quemando mi garganta y pulmones con el viento frío. El pecho me dolió, pero logré controlar las ganas de toser.
—Supongo que tenemos diferentes conceptos de año nuevo. —encendí otro cigarrillo.
La sentí a mi lado, ambos recargados en la pared, a un lado del ventanal, le pasé la botella, la tomó y escuché que bebía de ella.
—¿No se supone que estás enfermo? —preguntó segundos después.
—Estaba. —murmuré expulsando el humo, cuyo vaho fue más espeso debido a la baja temperatura.
—¿Cómo sigues?
—Estoy aquí.
—¿Te incomoda que esté aquí?
—No, me agradas, eres como Dan. —sonreí un poco.
—¿En serio? —escuché su sonrisa.
—Sí, no hablas tanto, sólo acompañas, aunque a veces también es un poco fastidioso y metiche. —la miré, la ligera sonrisa que curvaba sus labios se fue borrando, al mismo tiempo que su ceño se fruncía y la indignación marcaba sus facciones.
—¿Eso es un halago?
—Tómalo como quieras.
—Vaya, cuando Dan mencionó que uno de sus hermanos era narcisista, por un segundo creí que era Jackson.
—Meh. —chasqueé la lengua, seguí fumando y bebiendo, atontando más mi sistema y llenando el vacío, aunque sea, momentáneamente—. ¿Cuáles son tus intenciones con mi hermano?
—Eso se escuchó muy… Ni siquiera su madre me ha preguntado eso. —soltó una risita.
—Pues te lo pregunto yo, también te lo advierto, si le rompes el corazón te mandaré a dormir con los peces. —añadí señalándola, volvió a reír.
Una parte de mi se ofendió, pero el alcohol me hizo reír también, mi pecho se sintió extraño y mi corazón se encogió al saber que el tipo de felicidad provocada por el alcohol era fugaz, dulce y después muy amarga, casi desagradable, satisfactoria, pero no era plena ni mucho menos genuina.
—Me gusta… Me gusta mucho, creo que me gusta más que cualquier hombre que jamás haya conocido en mi vida. —vi que se mordió el labio inferior, las luces de colores iluminándole los ojos que parecían pequeños destellos color hazel, jamás había conocido a una persona con ese color de ojos, eran bastante lindos.
Pero no tanto como aquellos ojitos esmeraldas.
—¿Cómo para casarte con él? —sonreí un poco.
—Sí. —asintió, las mejillas se le pusieron rojas—. ¿Me das tú bendición para casarme con él?
—Por mí llévatelo, te lo regalo. —fruncí el ceño, la puerta se abrió.
—¿Qué están haciendo? Estamos como a -5°. —gruñó Dan colocándose la capucha del abrigo.
—Sólo hablamos, por cierto, ya eres mío. —Alika se pegó a él, abrazándolo de frente, aferrándose a él.
—¿Ah sí? ¿Por qué? —Dan la abrazó y unas garras apretaron mi corazón, amenazando con perforarlo, rasgarlo y hacerlo trizas sin piedad.
—Le pedí a Nat su bendición para casarnos y me dijo “llévatelo, te lo regalo”. —sus ojos brillaron aún más y su sonrisa se ensanchó tanto que los ojos se le encogieron.
—¿Así que vamos a casarnos? Yo no sabía eso.
—Lo haremos. —aseguró casi haciéndome reír.
—De acuerdo, pero volvamos adentro, no quiero que te resfríes, tú tampoco, ven acá. —golpeó levemente mi brazo.
—¿Ya se fueron? —terminé mi tercer cigarrillo en tiempo récord.
—No, pero estoy seguro de que mamá te quiere ahí. —insistió, me terminé la botella y escuché que él lanzaba una maldición.
—Estoy bien, lechuga como fresco. —sonreí burlonamente haciendo reír a Alika, los 3 entramos.
—Genial, ambos están ebrios. —bufó.
—Sólo le dio un trago al whisky. —me froté los guantes tibios en las mejillas para entrar en calor, me ardían los ojos y la piel.
—Ya había tomado bastante vino, tu resaca será monumental cariño. —le besó la mejilla.
—El vuelo saldrá hasta el día 2 a las 8pm, mi padre está en Escocia festejando el cumpleaños del nieto de mi tío Adler. —respondió como si nada. Confirmando algo que ya sabía desde hace tiempo, Dan me miró, simplemente sonreí levemente.
Entramos a la sala.
—¿En dónde estabas? —preguntó mamá cuando me senté a su lado, casi me acurruqué contra ella, ya se había cambiado, usaba su pijama y una frazada gruesa en sus piernas.
—Salí a fumar porque a alguien no le gusta que fume. —respondí mirando de reojo a mi Nonna, mamá besó mi mejilla.
—Estás congelado. —puso parte de la frazada sobre mis piernas.
—Tampoco me gusta que sigas bebiendo ni desapareciendo durante meses, pero lo sigues haciendo. —me reclamó con resentimiento, vi que había postres en la mesita de centro, las trufas favoritas de Pam estaban cerca de donde Nonna estaba sentada, también con una frazada cubriendo sus piernas.
—¿Por qué me miras de esa manera, Nonna? —me levanté, me quité el pesado abrigo y me senté con ella.
—No, aléjate, apestas. —negó.
—No, dame un beso y mimos primero.
—Se supone que debes de pedirle eso a mamá, no a Nonna. —sonrió Dan.
—Es más fácil conseguir mimos de mamá que los de Nonna. —me estiré por una trufa y me la llevé a los labios, el sabor inundó mi boca y casi gemí de gusto cuando la mastiqué, mi estómago prácticamente agonizante, lleno de whisky y ácides gritando de felicidad al ver que al fin algo caerá en el.
—¿Lo escuchaste?
—Yo que tú lo ignoraba.
—Sí mamá, regálelo.
—Porque vendido nadie lo quiere.
Los gemelos y Dan comenzaron a burlarse, mamá entrecerró los ojos.
—Eres un grosero. —me dijo, sonreí.
—Lo dices porque sabes que es verdad, no puedes resistirte a mis ojos. —encogí los hombros, los gemelos siguieron con las burlas.
—Ni que estuvieran tan bonitos. —bufó Kenn.
—Sólo la gente horrorosa y estúpida tienen ese color de ojos. —soltó Karl, mamá le dio un manotazo, mi hermano se cubrió la boca al ver que papá lo miraba de reojo y mi abuelo levantaba una ceja.
—¿Ah sí? —preguntó mi abuelo.
—Lo siento, es mentira, usted no es horroroso ni mucho menos estúpido. —sacudió la cabeza haciéndome reír.
—Vamos, sigo esperando. —señalé mi mejilla derecha mientras terminaba de tragar los restos del dulce.
—Sólo porque hoy te ves apuesto.
—Sé que soy el más guapo de todos, no tienes que decirlo frente ellos, la gente fea es sensible. —suspiré profundamente.
Nadie dijo nada.
—¿Por qué no reclaman? —preguntó Alika apenas en un susurro.
—Porque si reclamas eres sensible, por lo tanto, eres feo, nosotros somos muy apuestos y por eso nos quedamos callados. —explicó Dan, Nonna soltó una risita y me besó la mejilla.
—No era tan difícil, ¿verdad? Ahora abrázame y dame mimos. —me incliné hacía ella, pero hizo fuerza con los brazos.
—No, apestas a humo y es asqueroso. —arrugó la nariz cuando comenzamos a forcejear, obviamente yo no usaba nada de fuerza, sólo intentaba pegarme a ella para que me abrazara.
—Es año nuevo, mímame. —exigí imitando su mueca.
—Nathan, no… —volvió a reír al ver que casi lograba levantar su brazo.
—Vamos, lo merezco después de la mierda que hizo tú hijo. —insistí, sentí que bajaba la guardia, logré pegarme a ella.
—Nathan… —tocó mi cabello.
—Hizo mierda mi corazón, prácticamente me mató sin inmutarse, así que merezco mimos de mi Nonna. —recargué la cabeza en su hombro, abrazándola de lado, su brazo izquierdo rodeando progresivamente mi cintura y pegándome a ella.
—Hijo. —vi que mi abuelo tocaba mi brazo, lo aparté.
—Tú no me toques, lo protegiste y arreglaste lo que hizo, eres igual o peor que él. —sacudí la cabeza.
El alcohol comenzó a calentar mi cuerpo y mi cerebro, sentía que pequeñas chispas picaban en mi lengua.
—Y tú, no dijiste nada cuando él entró a mi casa y prácticamente la obligó a irse, dijiste que te caía bien, te dije que me casaría con ella y estuviste de acuerdo, ¿por qué no dijiste nada cuando nos separaron? —miré a Nonna, los ojos se le llenaron de lágrimas.
—No era la manera.
—Era mi manera y tú me dijiste que estaba bien hacer las cosas como uno quisiera. —fruncí el ceño, las lágrimas le escurrieron por las mejillas, apartó el rostro.
—No tengo tiempo para esto. —escuché a Jackson bufar.
—No seas ridículo y estúpido, ¿tienes cosas que hacer? ¿Vas a esperar a tú papi suegro para poder moverte y seguir trabajando? ¿Acaso te metió un motor en el culo y sólo él tiene el control remoto? —me separé de Nonna.
—Eres un maldito idiota inmaduro Nathan, por eso te pasan cosas como estas, porque no estás listo para enfrentar el verdadero mundo. —se levantó.
—También porque tú padre se metió hasta donde pudo, ¿te recuerdo que él compró a Legal y que él mismo entregó a Pam a la Sacra para defender al decrepito de tu suegro? —fruncí el ceño—. Ten cuidado Alika, en cualquier problema que se metan ese trío de idiotas junto con los otros 3 hijos de puta te entregarán como moneda de cambio. —advertí, la chica frunció el ceño confundida, su piel palideció paulatinamente haciéndome sentir un hijo de puta al decirle eso.
—Estoy harto de escuchar tus estúpidos lloriqueos. —Santiago se levantó.
—Pues yo voy a disfrutar de los tuyos cuando Toledo regrese y mate a Valerio, todo caerá, estas haciendo mucho por una familia que ni siquiera te toma en cuenta para los negocios de distribución. —encogí un hombro, me aparté de Nonna y me levanté para tomar mi abrigo, dispuesto a largarme.
—Eres un idiota, Toledo está muerto. —me miró con fastidio.
—Santiago. —advirtió mi abuelo.
—Obviamente no te preocupa, porque tienes un padre que resuelve tus mierdas, desearía tener un padre así, pero mira que mierda me tocó. —lo recorrí de pies a cabeza, haciendo una mueca de asco—. ¿Acaso no se lo dijiste? Van a quedar como unos estúpidos cuando el Capo de la Sacra los mate a todos ustedes, malditos idiotas. —me giré hacía mamá, parecía que quería tragarme con la mirada, el metal ardiendo en rabia, reprimiéndome en silencio.
—Nathan. —negó apenas en un murmullo.
—Lo siento, ma. —me incliné para besar su mejilla.
—Jackson. —escuché a Dan, un tiró en mi camisa me hizo tropezar hacía atrás.
—No comiencen. —Nonna advirtió segundos antes de que un puño se estampara en mi mejilla, la piel me ardió y mi cuello resintió el golpe, volví a tropezar mientras escuchaba ligeros grititos.
El alcohol sirvió como combustible en mi sistema, rápidamente apreté las manos en puños y logré atinarle uno justo en la mandíbula, mis nudillos dolieron por el golpe, fue su turno de retroceder, tropezó con el sofá y cayó justo a los pies de mamá, quise abalanzarme, pero Dan se me atravesó para llevarme contra la pared.
—Basta, no aquí, no ahora. —susurró aplicándome una llave en los brazos, los torció detrás de mi espalda, recargué la mejilla en la pared, mi respiración se había disparado rápidamente, los jadeos me lastimaban el pecho y los ojos me ardían.
—Déjame romperle los putos dientes a ese idiota, ¡no es más que un estúpido que no entiende nada! —bramé, la garganta se me cerró por culpa de un jodido nudo que comenzaba a crecer cada vez más, estrangulándome.
—Es año nuevo, traje a mi novia, por favor, por mí. —me soltó y me empujó fuera de la sala, los ojos se me llenaron de lágrimas, la culpa rasgándome el pecho y apretando violentamente mi corazón.
¿Qué pensaría ella si me estuviese viendo en ese momento?
Odiaba que peleara.
—Nathan. —apareció mi abuelo, me limpié la nariz, el dolor comenzó a punzar en mi mejilla.
—Tengo que irme. —me giré para caminar a la puerta.
—Nathan. —insistió, abrí la puerta, pero una mano empujó la madera—. Si te llamo respondes y me prestas atención.
—No eres mi padre para pedirme eso. —murmuré tomando el pomo nuevamente.
—Soy tú abuelo y el Don del Clan, así que debes de tener aún más respeto por mí.
—¿Debo de tenerlo? ¿Por qué si tú no me respetas a mí? —me giré para mirarlo, la ira cerniéndose en mi pecho y revolviendo mi estómago.
—Sino entiendes por las buenas, entenderás por las malas. —sentenció calentándome más el pecho, mis labios temblaron en lo que posiblemente sería una clase de puchero a punto de llorar, su gesto serio vaciló sutilmente al ver que en lugar de derrumbarme le sonreía.
—Si no entiendo por las buenas, ¿qué te hace pensar que lo haré por las malas? —negué lentamente, me lamí los labios para retener el tamaño de mi sonrisa que cada vez se hacía más grande y burlona, me di la vuelta para salir de casa.
Una extraña sensación me oprimió el pecho, consciente de que, si me iba, posiblemente no regresaría pronto, pero estaba listo para ello, estaba harto y en ese momento sólo quería irme, alejarme de todo.
Subí a mi auto, apenas consciente de mi piel congelada, había salido sin el abrigo y la temperatura sólo disminuía poco a poco, conduje hasta mi departamento, completamente embelesado, atrapado en mi mente, agradecido de que las calles estuviesen vacías.
En cuanto cerré la puerta detrás de mí fue como si una avalancha de nieve me golpeara, el cuerpo me dolió y toda la nieve me enfriara, congelándome y enviándome al vacío oscuro.
En aquel momento ya estaba acostumbrado a estar atrapado en ese lugar, así que ahora me gustaba, me dejaba pensar, concentrarme en lo mío.
Revisé los correos del cazafortunas y algo aleteó en mi estómago al ver parte del correo que escribió.
“… Tuve comunicación con ella, reconoció medianamente al zafiro, investigaré un poco más, constantemente va a citas médicas y psicológicas”
Estuve a punto de responder el correo cuando me llegó otro, de la misma persona.
“Amnesia disociativa”.
Adjunto al texto había un documento con lo que parecían ser análisis, desde tomografías hasta simples observaciones visuales, además de algunas consultas.
Entreabrí los labios, el alcohol atarantando mi cerebro e incapaz de permitirme procesar la información, me froté los ojos varias veces para tratar de leer lo que venía escrito, pero era imposible, las letras parecían bailar precipitadamente, saltando, sacudiéndose o intercambiando de lugar con las demás.
Me mareé en segundos.
Cerré la computadora, decidí ir a descansar, no llegaría a ningún lugar en ese estado; fue como un recordatorio para mi mismo, tomar me retrasa, si quería seguir enfocado, debería dejar de tomar alcohol, lo hice por más de 4 meses; había recaído en ese momento, pero necesitaba volver al ritmo habitual que tenía cuando estaba viajando.
Me quité la ropa, me duché y me puse algo cálido, inconscientemente me giré hacía la derecha, abrazando inútilmente una almohada para alivianar la asquerosa sensación de vacío que tenía en el pecho, intenté buscar su aroma, pero sólo olía a mi champú y eso me puso de mal humor.
Di vueltas en la cama hasta que pude dormir.
Me obligué a despertar y levantarme cuando la molesta alarma taladró mis oídos, la cabeza me palpitaba, los ojos me ardían y la garganta me picaba de tan seca que estaba, casi como un jodido desierto.
Salí de la cama a mi pesar, me duché, me cambié y bajé después de acomodar mi cama, un nuevo habito que trataba de cumplir todas las mañanas, porque sabía que, si veía la cama desordenada, me darían ganas de volver a ella, así por eso la acomodaba tan rápido como salía de ella.
Llegué a la cocina, preparé un café y busqué algunos medicamentos para tomármelos, busqué una botella de jugo para pasarlos y refrescarme, me agradaba la sensación helada recorrer mi esófago y caer como un bloque de hielo, literalmente, sobre mi estómago.
Me serví el café, inhalé el delicioso aroma, embriagándome suavemente y disfrutando el tostado amargo, estaba a punto de beber un trago cuando el timbre sonó, fruncí el ceño.
Apenas eran las 8am, la mucama no vendría hasta mañana, nadie sabe en donde vivo… Sólo mamá… Apreté los labios, tomé el glock y lo acomodé en la cinturilla a mi espalda, caminé hasta la pantalla que estaba conectada a la cámara de afuera que apuntaba directamente a mi puerta, fruncí aún más el ceño al ver a Raptor del otro lado.
Volvió a sonar el timbre.
Tomé la taza, planteándome y tentándome violentamente a fingir demencia y dejarlo afuera.
—Se que estás ahí, la cámara se encendió. —volvió a tocar.
De mala gana abrí, me miró con una ceja arriba.
—¿Y tú llave? —pregunté mientras enfriaba el café con suaves soplidos.
—Tú abuelo me llamó muy temprano. —entró como si nada, cerró la puerta detrás de él y se quitó el abrigo, dejándolo en el perchero.
—Escucha; tengo una resaca de muerte y no he tomado café, ¿me permites unos 15 minutos? —hice una mueca cuando el dolor punzó en mi frente.
—Claro, tenemos todo el tiempo del mundo, ¿ya desayunaste? Puedo pedirte algo de comer para que estés cómodo. —sonrió con amabilidad, si no lo conociera, le creería.
Tomé un sorbo de café, el sabor cubrió mis papilas gustativas y me hizo suspirar.
Deliciosamente amargo y ligeramente dulce.
Dan me obsequió en navidad un sobre de café de Reggio, era bastante delicioso.
Regresé a la cocina, dejé el glock sobre la isla y seguí tomándome el café, apoyado contra la encimera, Raptor me siguió, traté de analizar su humor, pero el dolor de cabeza me impedía pensar con claridad.
—¿Por qué siempre peleas cuando estás ebrio? —interrumpió el cómodo silencio.
—Es una buena excusa, siempre quiero decirle mierdas a Santiago y golpear a Jackson, ¿qué mejor manera de hacerlo si estoy ebrio? —encogí un hombro.
—Siempre he dicho que pelear ebrio es de débiles.
—También lo he hecho sobrio, pero no es tan divertido. —tomé otro sorbo.
—Les dijiste lo de Toledo.
—Anoche dije tantas cosas que ya ni recuerdo. —suspiré profundamente.
—Llamaste a tú padre “mierda”.
—Recuerdo eso. —solté una risita.
—Hiciste llorar a tu abuela y fuiste grosero con tu abuelo. —frunció el ceño, moví la lengua dentro de mi boca, el dolor me picó en una parte del rostro cuando empujé mi mejilla derecha, recordé el golpe de Jackson, ni siquiera había tenido tiempo para revisar que no estuviese hinchada.
—Fue sin querer. —me limité a responder.
—Si quieres tener el control de todo, debes aprender a controlarte a ti mismo, ser Capo no es jugarle al irrespetuoso.
—Sólo fue una vez.
—En lo que va del año. —suspiró pesadamente.
Me quedé callado, sintiéndome como un estúpido niño regañado, tal vez Jackson tenía razón, me pasaban este tipo de cosas porque era inmaduro.
—Estamos sacrificando muchas cosas por apoyarte, te recuerdo que tú abuelo sigue siendo el Don y antes de ayudarte a ti, estamos bajo sus órdenes, si se entera de esto no tardará mucho en terminarlo.
—¿No se lo dijiste? —lo miré.
—No, pero quizá lo sospecha, no fuiste nada discreto al retar a tu familia de Reggio, ellos también están en alerta, no sólo de los polacos o tú padre, sino también de ti.
—Es estúpido formar un nuevo clan con integrantes de la familia. —me terminé lo último del café.
—No es del todo estúpido, pero tienes que ser más discreto. —señaló el glock.
Suspiré pesadamente, mi humor y estrés aumentando gradualmente.
—Quise comunicarme con el cazafortunas en Cracovia, no respondió.
—Está en escocia.
—¿Qué hace en escocia? —frunció el ceño.
—Trabajando.
—¿Alguno se desplazó?
—Si quieres te paso el número de otro sujeto que está en Cracovia, creo que es hermano del otro. —saqué mi celular.
—¿Zachary está en escocia? —entrecerró los ojos, mi cuerpo reaccionó más rápido que mi cerebro, asentí, me di cuenta de mi error y suspiré al ver que negaba lentamente—. Le advertí a Ángelo que no te lo dijera.
—Evidentemente lo sabías, mi abuelo lo supo mucho antes que yo, ¿no es así?
—Tú abuelo se entró al mismo tiempo que los demás, en Reggio, después de que salimos, Ángelo me contó que tú abuelo lo visitó y hasta la fecha lo tiene vigilado, de seguro a ti también te vigila. —miró hacía el ventanal.
—Lo hace, estoy perfectamente seguro de que lo hace. —busqué el contacto y lo envíe por mensaje.
Ambos nos quedamos en silencio unos segundos hasta que él suspiró ruidosamente.
—¿Sabes algo sobre ella? —preguntó en un tono resignado, sonreí levemente, caminé hasta mi laptop.
—De hecho, sí, el cazafortunas me envió un archivo médico de Pam, ayer no tuve tiempo de leerlo. —encendí el aparato y él aguardó a que encontrara el documento—. Ha asistido a distintas citas médicas y psicológicas, padece de un cuadro severo de amnesia disociativa, provocado por un fuerte golpe en la cabeza, debido al área en donde recibió el daño es un milagro que sólo haya afectado a la memoria. —leí a grandes rasgos el documento.
—Quizá el golpe no tenga nada que ver con la pérdida de memoria, algunas veces nuestro cerebro bloquea recuerdos para prevenir traumas… —se acomodó a mi lado para mirar la pantalla.
—El psicólogo opina lo mismo, las observaciones que ha detallado implican algunos métodos de hipnosis que Zack ha rechazado. —deslicé más abajo y algo helado bajó por mi espalda al ver las fotografías adjuntas.
Era Pam, prácticamente de vendajes y algunos moretones sobresaliendo de las vendas, estaba acostada en una camilla, con una venda grande en la cabeza, una bata cubriendo su cadera y otra tela sobre su pecho, tenía una herida en el estómago, casi al centro, ligeramente inclinada al lado izquierdo, tenía 4 suturas en ella.
Su piel era tan blanca que incluso sus pecas eran prácticamente invisibles, tenía grandes círculos negros en los ojos, sangre seca en distintas partes de su rostro, rasguños, golpes y su cabello era un desastre de hebras enmarañadas, cortadas o arrancadas, opacas y sin brillo.
El corazón me dolió, mis pulmones se encogieron y todo mi interior comenzó a descomponerse en cuestión de segundos.
Me la dañaron…
Por mi culpa…
Por no saber hacer las cosas de manera eficaz…
Por mi puta inmadurez…
No pude moverme durante algunos segundos, así que Raptor siguió bajando las imágenes.
Las vendas en sus dedos…
Las heridas en las plantas de sus pies…
Más rasguños.
Más golpes.
Al llegar a la sección de análisis toxicológicos sólo se registró el nivel de humo que había inhalado, enseguida estaba un examen típico sobre… Agresión sexual, una parte de mi tuvo miedo de leerlo, pero mis ojos se movieron rápidamente por las palabras escritas, había un examen físico que resultó negativo al igual que las pruebas de laboratorio, también incluía unos cuantos estudios de laboratorio adicionales y un reporte ginecológico cuyo resultado era aparente normal… A excepción de los niveles hormonales que tenía, producto de la inyección mensual que usaba. El último registro de aplicación lo recordaba perfectamente; fue 3 días antes del accidente que tuvo con Zack.
Así que ya tenía tiempo sin ella, pero los efectos secundarios seguían ahí.
Pude respirar profundamente, aún así, saber eso no evitó que me sintiera… Culpable por todos los daños que había recibido.
No se lo merecía, eso era obvio.
—Creo que es claro que la amnesia no se debe al golpe. —murmuré tomando el control del mouse, llegué al final del documento, sobre leyendo las últimas anotaciones del psicólogo.
Era una especie de lista de cosas que aparentemente recordaba a la perfección, el estómago se me hundió al ver que no había nada sobre mí… De nosotros, apenas recordaba a su madre, varios datos eran sobre Zack, Nasy y Hanna, había amigos o personas cuyo nombre no recordaba, pero que sabía que formaban parte de su pasado.
Fruncí el ceño conforme seguía leyendo, incluso habló sobre Leah Miller, dijo que obtuvo una beca para estudiar en Italia, pero no recordaba el proceso de como la consiguió.
¿Qué mierda?
—¿Me olvidó? —pregunté incrédulo, ofendido, dañado y ligeramente molesto.
¿Cómo pudo olvidarme?
Miré a Raptor, quien seguía leyendo con mayor detalle que yo.
—Conrad Klein es el nieto de Adler, ¿verdad? —murmuró.
—Ajá. —regresé la mirada a la pantalla.
—Aquí dice que ha tenido varios sueños con un hombre cuyo rostro no recuerda, sólo sabe que tiene ojos azules y cabello negro, cito; “cada vez que trato de esforzarme por recordarlo, termino imaginando el rostro de Conrad la primera vez que lo vi cuando mi hermana me apuñaló… O eso creo”.
—¿Lottie la apuñaló? —ubiqué rápidamente el párrafo que leía.
—Recuerda que pasó al menos unos días con Sami, de seguro Lottie le hizo eso antes de que Grosser la rescatara. —se separó al ver que el documento había terminado.
La cabeza comenzó a palpitarme de dolor, el estómago se me revolvió y la miseria inundó mi cuerpo, mezclándose con la incertidumbre y la rabia.
De repente me sentía saturado, asfixiado y prácticamente hundido en la puta mierda.
Un pensamiento iluminó mi cabeza.
“Ella está bien, no me recuerda y eso la mantendrá a salvo”.
Pero mi corazón rápidamente contraatacó, despertándose y después de meses por fin palpitó de alegría.
“Está viva, la extraño como un demente y quiero tenerla a mi lado”.
Parpadeé un par de veces, no podía ir con ella, no cuando Santiago estaba al mando de un equipo, no cuando los polacos podían hacer y destruir a su antojo bajo la puta protección de la Sacra.
—No sabemos nada de esto. —murmuré cerrando el documento.
—¿No irás a buscarla? —preguntó Raptor, conociéndome tan perfectamente que incluso lo odié.
—No con la Sacra encima, tengo que deshacerme de los polacos antes de ir por ella. —negué lentamente mientras apagaba la computadora, me recargué en la silla y miré por el ventanal.
—¿Seguirás espiándola?
—Lo haré. —suspiré profundamente, aplacando y prácticamente obligando a mi corazón a mantenerse encogido dentro de mi pecho, esta vez tenía que hacer las cosas bien, no me equivocaría otra vez… No de nuevo.
Necesitaba planear todo con mayor exactitud y cuidado.
Y tenía que comenzar ahora, entre más rápido logre acabar con Valerio Lorza, más rápido podré tenerla conmigo.
Para ello era necesario arrancar los sentimientos de mi pecho, era momento de ser sólido e inquebrantable…
***¡Descarga NovelToon para disfrutar de una mejor experiencia de lectura!***
Updated 46 Episodes
Comments